Carta abierta a “Elenita”
Eduardo de la Serna
Elena,
hola. No me atrevo a empezar con un “estimada” o cosas por el estilo para
evitar eso de la hipocresía.
Hoy
fue noticia tu renuncia, y – la verdad – ante eso no me parece sensato callar.
Y, para empezar, quiero comentar algunas cosas…
- Por
ejemplo, el dicho popular de que “soldado que huye sirve para otra guerra”. Es
un dicho sensato, pero que no me parece pertinente al caso. Mirando las
perspectivas y el horizonte, pocas guerras futuras parecería que te esperan. Y
nos esperan.
- Otra es
la actitud de los tiempos clásicos greco-romanos frente al fracaso. O, en
realidad, tiempos más antiguos aún… Siendo que el valor supremo era el “honor”,
en ocasiones no cabía otra salida que quitarse la vida para evitar la vergüenza:
es el caso de Cassio y Bruto en Filipos, o de Antonio y Cleopatra en Alejandría
después de la derrota de Accio… y hay otros muchos ejemplos. Arrojarse sobre la
espada o dejarse morder por un áspid es encontrar una muerte digna ante la
publicidad del fracaso, o de la derrota.
- Todavía
se me ocurre otro ejemplo más reciente: la renuncia de Benito XVI al
pontificado. Creo que supo ver que había fracasado como Papa, y – por amor a la
Iglesia antes que a su persona – eligió dar un paso al costado. Quizás sea lo
mejor que hizo como Papa.
Señalo
todos estos casos porque se tratan de casos de dignidad.
Pero
si miramos la Corte Suprema de Justicia de la Nación, no se me ocurre que quede
ningún espacio de decencia; creo que esta es algo que le es absolutamente desconocida
y ajena. Ya desde hace mucho tiempo se trata de un espacio del cual solo
permanecer o pertenecer sería algo que, a cualquiera, con un poco de dignidad,
lo sumiría en la vergüenza, el descrédito, o la nada misma. Deshonra, sería la
palabra.
La
sensación que me da es que, si tu renuncia fue para conservar en tu vida un pequeño
espacio de humanidad, desde hace muchos años se trata de un acto tardío. ¡Muy
tardío!
Por
supuesto que la vida no es una foto, y podríamos mostrar algunos ámbitos de
sensatez; los has tenido. Como todos, creo que hasta Rosenkrantz los ha tenido.
Pero si ante los últimos votos y auto-votos tu sensación llegó al hastío y el
colmo, quizás debieras saber que muchos, ¡muy muchos!, hace muchísimo tiempo hemos
llegado al colmo, y hasta al asco. Hasta el punto de creer que el poder
judicial (muy mal llamado “la justicia”) no goza de ninguna credibilidad. ¡De
ninguna! Que quizás debamos obedecerlo, sencillamente por eso de que tienen y
son “poder”, pero que, si de credibilidad hablamos, pues ¡¡¡no tienen ninguna!!!
Y no es responsabilidad de “los otros” … vos también fuiste responsable directa
del descrédito. La renuncia no puede apuntar desentendiéndose a los otros
cuatro de la vergüenza. De ella fuiste parte. Sos parte de lo que como
argentinos a muchos nos avergüenza. Y no se trata de un campeonato como para
decir “fulano es peor”.
Todos
sabemos que en la Argentina nadie cree que la “justicia” sea un poder
independiente, ni transparente, ni ecuánime, ni imparcial. Y no es de ahora… Y
si tengo que decir algo sobre los hasta ayer cinco integrantes de la Corte,
debo reconocer que ninguno me representa con la más microscópica credibilidad.
Como tienen poder, lo que decidan será normativo, pero ¿creíble? ¡Nada! Y cuando
digo “ninguno” me refiero a los cinco, aunque ahora tu renuncia parezca un
gesto tardío de responsabilidad, de dignidad, de sensatez. Lo celebro, sin
duda. Como celebraría la renuncia de los restantes cuatro (aunque debo confesar
que preferiría que sean expulsados por juicio político que patentice la
aberración y la miseria, la corrupción y la falsedad manifiesta).
En
suma… un cretino que funge de periodista suele decir “uno menos” … algo de eso
quisiera decir, pero todavía queda un 80% de perversión vigente. Seguiremos
esperando… y militando.
Foto
tomada de https://es.wikipedia.org/wiki/Palacio_de_Justicia_de_la_Naci%C3%B3n_(Argentina)#/media/Archivo:Palacio_de_Justicia_(iluminaci%C3%B3n_nocturna).JPG
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