La vida en cubos
Eduardo de la Serna
Con
el tiempo fuimos aprendiendo que las cosas más fáciles son las ideales.
Entonces, el viejo caldo de la abuela, que picaba verduras, hervía trozos
durante horas y tenía una capa de grasa encima dejó paso a un cubito pequeño, “re-fácil”.
En 5 minutos tenemos el mismo resultado (o casi). Lo instantáneo nos alivió la
vida. O eso creemos. Y no es que, a partir de ahora tuviéramos más tiempo para
leer, jugar, pensar, aburrirnos (que es la antesala de la creación), ¡no! Otro
cubo nos llenó las horas, y la telenovela, la “peli”, la serie del momento
cubrió los espacios vacíos. Y, así - ¡oh alivio! – otros pensaron por nosotros.
E ingenuamente (= sin pensar) nos creímos una vida de buenos y malos más o menos
compleja, más o menos superproducida. Miles de veces vimos un héroe solitario
(¡tantas, pero tantas veces lo son! El héroe colectivo se lo dejo a Héctor
Oesterheld) que se infiltra en espacio enemigo para liberar cautivos, o
detectar espías malvados en el propio territorio que quieren dominar el mundo o
volar por los aires una ciudad entera. Lo cierto es que en este mundo de buenos
y malos los viejos malos eran los “indios”, luego fueron los “alemanes”, luego
los rusos, luego los colombianos, los árabes y ahora, nuevamente, los rusos…
Los malos cambian, según los momentos históricos, los buenos no. Siempre son
los mismos; ellos siempre están. Por eso resulta impensable ver una película “al
revés”, donde los indios / alemanes / colombianos… etc. sean las víctimas de la
perversión yanqui. Resulta un grotesco, algo exagerado [recuerdo haber
escuchado muchos comentarios sobre lo desmedido que resultó a muchos la
maravillosa serie Los Simuladores, cuando deben rescatar a sus compañeros del
FBI… Es decir, “ellos” nos trataron de ingenuos toda la vida, pero no es
sensato tratarlos así a ellos]. Si hasta es sensato creer que una Virgen se
aparece para pedir (llorando) por la conversión de Rusia, pero es absurdo creer
que una Virgen pueda pedir por la conversión de los EEUU. Así de formateada tenemos
la mente. Además de sometida, claro. Porque terminamos creyendo que los buenos,
los que nos subyugan, oprimen, explotan y esclavizan, siempre buscan nuestro
bien, y somos nosotros los que no entendemos las cosas como son. Es decir, como
“ellos” pretenden.
Y
hoy, nueva guerra en el horizonte, el mismo cubo nos muestra buenos y malos.
Siempre los mismos. Como si en una guerra no perdieran todos (salvo los
vendedores de armas, claro), como si no fuera cierto que en toda guerra la
primera víctima es la verdad, como si no fuera cierto que el tema – todo tema –
es lo suficientemente complejo como para no dejar que una mirada “instantánea”,
pasteurizada y en cubo nos dé la respuesta rápida y sepamos (como si de un
partido de fútbol se tratara) de qué lado tenemos que estar. Como si no
pudiéramos ver que guerras hubo y hay siempre, pero que desde hace más de 100
años hay un actor que no cambia. “¡En todo estás vos!”
Que
se me perdone, pero más allá del análisis serio, geopolítico, que es necesario
(y nunca rápido, nunca fácil, y nunca como el cubo lo vende) y que trato de
leer, meditar, pensar y “cocinar a fuego lento”, pero resulta que, si de quedar
de un lado se trata, elijo el lado de la paz, elijo el lado de la justicia,
elijo el lado de la verdad. Algo que los países vendedores de armas suelen
soslayar en aras de sus intereses. Altos intereses, por cierto… millonarios
intereses. Y si el mundo no piensa, o lo hace mediado por el cubo mágico,
entonces, ¡todos (= ellos) tranquilos!
Foto
tomada de https://www.psicoactiva.com/blog/mitomania-la-mentira-patologica/
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Cualquiera puede comentar y no será eliminado, aunque no este de acuerdo con lo dicho, siempre que sea respetuoso (caso contrario, será borrado). Pero habitualmente no responderé los comentarios, ni unos ni otros, para no transformar este blog en un foro. De todos modos, podrán expresar su opinión.