La inflación y el inflador
Eduardo de la Serna
No
tengo memoria histórica en la que la inflación no haya sido un tema en nuestro
país. Sólo el momento de la convertibilidad en la que se vendió todo, nos
endeudamos todo para pagar el “1 a 1” y que, como era de esperar, en un momento
explotó ese todo por los aires. Algo que, además, imagino que los actuales impulsores
de la “dolarización” saben bien. Pero no les importa. La empatía con el dolor,
el hambre, la desocupación y todo “eso” no les importa en lo más mínimo.
Y
al decir que no tengo memoria me refiero a la cantidad impresionante de veces
que a nuestra moneda le sacaron ceros para hacernos creer, por eso del márquetin,
que todo era más barato.
No
sé por qué eso nos marca de esa manera. Pero no puedo sino pensar que nuestra
mentalidad “dolarizada” no es ajena a eso. Autos, casas y terrenos se venden en
dólares o a precio dólar, cosa que no pasa en ningún otro país cercano salvo en
Ecuador (por donde también pasó Domingo F. Cavallo), y de la que Rafael Correa
no logró salir. Tengo claro que la causa no es “la emisión” como nos quiso y
quiere hacer creer la derecha, y que se repite acríticamente una y otra vez
(por lo menos sé que no es ni la única ni la principal causa).
Lo
que también tengo claro es que las cosas aumentan… la comida, los remedios, la
ropa… Y – en muchos casos – aumentan “por si acaso”. Además de que, como se
dice, y creo que razonablemente, productos donde nada hay importado, no tienen
sentido que aumenten. Pero… Me hace acordar en tiempos de la clarinesca
pesificación asimétirca los aumentos de una oligopólica empresa cervecera que
logró subir los precios de sus productos porque “los papeles de las etiquetas”
eran importados. La cosa es aumentar… claro.
Pero,
y acá me parece central, las cosas “no aumentan”, ¡no! ¡Las aumentan!, que no
es lo mismo (es como decir que un mártir “murió, omitiendo que “fue matado”).
Un amigo me decía, entiendo que con sabiduría, “declararle la guerra a la
inflación es como declararle la guerra a los tanques y no a quienes los mandan”.
La inflación no “mete la cola”, (imagen demoníaca, habitualmente). Casi me
atrevería a decir, siendo un poco políticamente incorrecto, el problema no es “la
inflación”, sino “los infladores”. Y eso no se trata en terapia de grupo, sino
confrontando. No se trata de guerra (infelicísima imagen, nada apta para estos
tiempos), sino de firmeza, controles, o sanciones (y menos de una guerra
anunciada 4 días antes, para dar la oportunidad a nuevos aumentos, por cierto;
es como avisar que “dentro de una semana voy a revisar los papeles de tu
empresa”). Qué son poderosos – incluso más que lo que lo es un gobierno
debilitado por su inacción – no lo dudo; que hay quienes pretenden moncloescos
acuerdos de Alzheimer socio-histórico, tampoco lo dudo. Se trata de política.
Firmeza política.
Es
interesante, en ocasiones, ver que algunas hinchadas de futbol aplauden a su
equipo, que ha perdido, porque ha “dejado todo en la cancha” … ha puesto garra
y corazón. El “pecho caliente”, en ocasiones, es muy aplaudido, aunque se
pierda. La famosa frase en el Maracanazo, de Obdulio Varela, cuando el técnico
dijo que "con llegar a la final ya han cumplido, traten de no
ser goleados, jueguen dignamente y compórtense como caballeros" a lo que
él contesta “los de afuera son de palo” para lograr el triunfo 2 a 1, también
debería alentar y servir. En lo personal, sé quiénes son “los de afuera”, y a
veces siento que el director técnico nos pide no ser goleados y ser “mesurados”.
No sé si perderemos esa contienda, pero sé que yo no me perdonaría no haber
confrontado con el pecho caliente. Los “pecho frio” no pasan a la historia. Claro
que, como la historia la escriben los que ganan, también pasan a la historia
los números de la inflación, y nunca los infladores. Aunque a muchos los
conozcamos, y muchos sigan. Total, el poder judicial les pertenece, la
construcción de sentidos también. Y ser director técnico sea “cargo menor”.
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