Ritos y rituales eran los de antes
Eduardo
de la Serna
Un rito es una celebración
organizada de algo. En lo religioso, de donde proviene el uso, esto supone que
se ha de dar cuidadosa y meticulosamente el “paso 1” antes de avanzar al “paso 2”
y así los subsiguientes. Saltar un paso garantiza la ineficacia de lo que se
quiere celebrar. Veamos un ejemplo importante: antes de celebrar la fiesta judía
del perdón (iom kippur), ¡la fiesta más sagrada!, en la que una vez al
año el pueblo conseguía el perdón por el sacrificio del sacerdote a partir de
su ingreso (por única vez en el año) en el “Santo de los Santos”, lugar
específico del Templo de Jerusalén, antes de ofrecer la víctima por los pecados
del pueblo, el sacerdote debía ofrecer una víctima por sus propios pecados (si
no, sería una ofrenda de un pecador, y por lo tanto ¡nula!), pero antes debía
haber lavados rituales, antes oraciones, antes ayunos, etc.… Cada cosa debía
hacerse cuidadosamente y recién después de cumplido un paso se procedía al
siguiente, y si algo no había sido bien hecho toda la celebración del perdón
era nula, aunque quizás nadie lo supiera. Es lo mismo, aunque menos serio, que
ocurre cuando una persona queda impura sin saberlo (porque ha pisado una tumba
escondida, porque ha tocado a una mujer menstruante, porque se ha “contagiado”
inconscientemente) … todo lo que haga será en vano, porque el “rito” no se ha
cumplido debidamente: su oración, su sacrificio, su ofrenda, todo es en vano
porque no llega a Dios.
Los seres humanos solemos
recurrir con mucha frecuencia a ritos de todo tipo. El ejemplo más visible es
el caso de los ritos neuróticos de los que encienden y apagan varias veces el
gas, los que cuentan “autos rojos”, los que se levantan con el pie derecho, etc.
Se trata de ceremonias que pretenden conseguir que todo se desarrolle bien en
el día, o en el momento. Señalo esto porque (puesto que somos las mismas
personas las que nos guiamos con ritos humanos y también ritos religiosos), con
frecuencia entremezclamos los sentidos, los objetivos y los medios.
Obviamente, en todos los
casos, los ritos son medios para conseguir un fin: los ritos neuróticos, al
menos, para calmar la angustia de que algo no esté o funcione “como es debido”,
los ritos personales para garantizar dar los pasos correctos a fin de conseguir
el objetivo, los ritos religiosos a fin de conseguir el favor de la divinidad.
Pero veamos un poco más este
último. Si miramos la palabra “rito” / “ritual” en las biblias castellanas
(según las diferentes traducciones de los diferentes términos hebreos) tenemos
un problema, veamos: rito se encuentra 49 veces en el Libro de Nuestro Pueblo,
29x en la 2da edición de la Biblia de Jerusalén, 41x en la 3º edición y 81x en
el Libro del Pueblo de Dios, mientras que “ritual” lo encontramos: x39, x9, x12
y x33 en esas mismas ediciones. La diferencia es demasiada. Dejo de lado que, especialmente
en la versión Libro de Nuestro Pueblo se encuentra x5 “rito” en el Nuevo Testamento,
término que no se encuentra en el griego (x2 en el Libro del Pueblo de Dios).
El término griego frecuente para “rito” es “latreia”, que se encuentra
x14 en toda la Biblia, de las que x5 en el NT, también traducida por “dar culto”
(cf. Jn 16,2; Rom 9,4; 12,1). Especialmente – como es obvio por el sentido del
escrito – en la carta a los Hebreos (9,1.6). El verbo (latreuô), “dar
culto” (servicio litúrgico) es más frecuente (x130 veces); dejando de lado las
x6 en Hebreos, en los evangelios el contexto (x4) es del A.T., lo mismo ha de
decirse de Hechos. Pablo lo utiliza 3 veces (Rom 1,9.25; Fil 3,3). En Romanos
Pablo contrasta un “culto” en el espíritu de un culto errado (a la creatura, no
al creador); en Filipenses insiste en un culto “en el espíritu”.
Es
importante, entonces, reiterar que, para la Biblia, el espíritu es el gran don
de Dios en los tiempos finales. Puesto que, a partir de la resurrección de Jesús,
llegamos al final de los tiempos, nuestro culto no ha de ser según los ritos
antiguos sino según la novedad del espíritu (algo semejante, aunque sin hacer
referencia al término “culto” / rito, se encuentra en el diálogo de Jesús con
la samaritana, Jn 4,20, con el verbo “adorar”). Vivir según el espíritu es el
verdadero culto, para Pablo. No se trata, entonces, de cumplimentar una serie
sucesiva de ritos, sino de vivir conducidos por el espíritu de Dios.
Es
verdad que, precisamente por tratarse del espíritu, es fácil atribuirle
cualquier cosa y afirmar que algo es “espiritual” o “impulso del espíritu” … A
modo de ejemplo, Pablo señala claramente el signo visible (fruto) de su presencia:
el amor. Amor que, además, se manifiesta en otra serie de características: “alegría,
paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí”. Hasta
el punto de afirmar que, si hay amor, la ley queda superada, ya “no hay ley” (Gal
5,22-23). Así, volvemos a algo ya adelantado en otros escritos: el amor es el
único culto y “ritual” que el Nuevo Testamento reconoce. Sin amor todo culto /
ritual será vacío, si hay amor, ya no hay ley. Los rituales o cultos varios (humanos,
culturales, simbólicos) pueden enriquecernos, ayudarnos, servir o no, pero solo
el amor es necesario… “Ama y haz lo que quieras” insiste san Agustín:
«Si atiendes a las personas, el amor castiga, la iniquidad acaricia. Atiendan a lo que les recomendamos; no se distinguen los hechos de los hombres a no ser por la raíz del amor. Pueden hacerse muchas cosas que en apariencia son buenas, pero no proceden de la raíz del amor. También las espinas tienen flores; hay cosas que parecen ásperas, horribles, pero sirven para instruir cuando las dicta el amor. Oye, pues, de una vez un breve precepto: Ama y haz lo que quieras; si callas, clamas, corriges, perdonas; calla, clama, corrige, perdona movido por el amor. Dentro está la raíz del amor; no puede brotar de ella mal alguno» (comentario de la epístola a los Partos VII.8).
Foto tomada de https://www.rsvponline.mx/must/rituales-magicos-para-atraer-el-amor-todo-el-ano
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