El 666 ¿es el diablo?
Eduardo de la Serna
Se
suele escuchar, con bastante frecuencia, que hay cosas que son del diablo. Una
de ellas es la referencia al número 666.
Un
tema, para empezar, es la importancia que en algunos ambientes se le da al
diablo (algo hemos dicho en otro texto sobre el tema); casi parece más
importante que el mismo Dios. Fuera de esto, hay que señalar que en los últimos
tiempos del Antiguo Testamento y durante el Nuevo Testamento (especialmente
motivados por la tendencia de “alejar” a Dios de la humanidad) empiezan a
proliferar los seres espirituales, ángeles y también demonios. Y en esos seres,
los ángeles tienen un general para la batalla, Miguel, y los demonios al Diablo
(ver Jud 9; donde como se ve, de paso, no hay una lucha entre Dios y el diablo,
lo cual sería – para el mundo bíblico – algo impensable…).
En
esa tendencia a presentar diferentes seres espirituales va a ocupar un lugar
muy importante la literatura apocalíptica, es decir, los muchos libros judíos de
la época que, aunque no estén en la lista de los libros bíblicos, sí nos
aportan una gran cantidad de elementos para entender y conocer mejor el tiempo
y el modo de pensar.
En
esta literatura, suele plantearse, por un lado, las fuerzas del mal (el diablo)
que tienen una serie de agentes para obrar la destrucción contra el pueblo de Dios,
y, por otro lado, el pueblo de Dios (Israel en los apocalipsis judíos, la
Iglesia en el apocalipsis cristiano) que resiste y, finalmente, vencerá (los
apocalipsis son libros de resistencia y de esperanza). Ahora bien, y acá el
tema, durante un tiempo breve – señalado, por ejemplo – como de 10 años, el
pueblo debe resistir a los pueblos que lo oprimen y persiguen, como los
griegos, en el AT o los romanos en el NT. Pero, finalmente, el pueblo de Dios
triunfará un tiempo interminable – presentado como de 1000 años – sobre sus
enemigos. Por eso, los pueblos adversarios son presentados como seres bestiales,
en contraste con el pueblo de Dios, que es humano. Las distintas bestias son
presentadas como animales espantosos, imaginados con diferentes características
aterrorizantes, pero con la muerte y la violencia como emblema. Por el
contrario, la humanidad, o el cordero, son signo de la vida y la paz.
En
la literatura apocalíptica los colores, los animales, los números, las imágenes
tienen siempre una intención simbólica, como el contraste bestias y cordero
permite vislumbrar. El diablo, entonces, es imaginado como un dragón rojo (el
color de la sangre, para indicar que es asesino). También se lo llama serpiente
antigua, Diablo, Satanás, seductor… (Apocalipsis 12,9). Pero este dragón actúa
por intermedio de una bestia que, como se dijo, representa a los adversarios
del pueblo de Dios. De la bestia, se dice que recibe su fuerza dada por el
dragón (13,2). Evidentemente, lo que quiere señalar es que la capacidad asesina
del imperio romano (ver las "siete colinas", 17,9) contra el pueblo de Dios, es, en realidad, por motivación diabólica.
No es difícil imaginar que la insistencia que era muy frecuente en Asia Menor
de que se adore la imagen del emperador como a un dios (13,14) debía ser algo
considerado perverso por los cristianos, algo abominable (“bestial”). Esa
bestia, es blasfema y hace la guerra a los santos y los vence (13,6-7). En las
ciudades, allí donde era obligatorio el culto al emperador, con ofrendas a su
imagen, como el culto a un dios, se marcaban como con un sello, las manos o la
frente a los participantes, y sólo los marcados podían comprar o vender. Los no
marcados quedaban excluidos de la ciudadanía y de las posibilidades de
relaciones mutuas. A eso se refiere con la “cifra de su nombre” y “la marca” (13,17), cifra que es "666" (13,18)..
Antes
de dar un último paso es bueno recordar que, en las lenguas antiguas, los
números se escribían con letras (como lo sabemos por los números romanos, I, V,
X, L, etc.). Lo mismo ocurre en el griego y el hebreo. Pues bien, escribir en hebreo
“Nerón césar” suma 666. El texto nos quiere decir, entonces, que los que
abandonen la fidelidad a Dios para dar culto al emperador como a un dios, son
instrumentos del diablo, porque el emperador y el imperio lo son. El 666,
entonces, no es número del diablo, sino la actitud de aquellos que no han
sabido resistir a las fuerzas imperiales. El diablo actúa por intermedio del
imperio romano (y de todas las fuerzas que pretenden que el pueblo de Dios se
aparte de la fidelidad al proyecto de Dios para nuestra historia) y la comunidad
eclesial está llamada a la resistencia y a la esperanza para dar testimonio a
todos y todas de que otro mundo es posible. Un mundo según Dios.
Imagen
tomada de https://culturacientifica.com/2017/03/08/666-numero-la-bestia-1/
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