Un concilio en el freezer
Eduardo de la Serna
Todos sabemos que no hay nada, eclesiásticamente
hablando, que tenga tanta densidad y peso como un concilio en comunión con el
Obispo de Roma. No necesariamente con la presencia de este (no estuvo este
obispo ni en Nicea ni en Constantinopla, que, además, fueron convocados por el
Emperador, pero fueron acompañados desde y por Roma dándoles entidad eclesial).
Un Papa no puede, por ejemplo, anular ese tal Concilio. Aunque no sea de su
agrado.
Ahora bien… si bien no puede anularlo, puede freezarlo.
¡Y vaya que somos testigos de este invierno! Como “san” Juan Pablo y una de sus
dos manos derechas, Josef Ratzinger sabían bien que anularlo no estaba dentro
de sus “poderes”, pues hicieron un Sínodo extraordinario para “dar la correcta
interpretación” (1985). Es más, siendo que cada obispo tendría en el Sínodo un tiempo
acotado de intervención el cardenal Prefecto hizo una extensísima intervención
escrita publicando su “Informe sobre la fe”. ¡quien quiera oír…! Más adelante
aún, para enfriar todavía más, dio la “correcta interpretación” del subsistit
in en su Dominus Iesus explicando por qué la Lumen Gentium 8
no dice lo que dice.
Para más INRI, se permitió “volver” a la misa en
latín y el misal de Pio V, se bombardeó el ecumenismo bajo la línea de
flotación, se pretendió limitar al máximo los estudios bíblicos alentando una
lectura “espiritual”, y hasta pudimos ver al Santo Padre con un graciosísimo sombrero
que recordaba a Papa Nöel. No se anuló ni derogó el Concilio, simplemente se lo
freezó. Y cientos de obispos felices por ello porque volvían a quedar en
la cima de la pirámide de la que la Iglesia “pueblo de Dios” los había ubicado
en otro lugar circular. Y, ya que de “pueblo de Dios” hablamos, esta imagen
central pasaba a ser una más de las muchas (la principal pasó a ser la de “cuerpo”,
que permitía “cabeza”) y, además, al decir del Cardenal, propia del Antiguo
Testamento, y demasiado sociologizada en nuestros tiempos. La teología también
al freezer. Y, de paso, unos cuántos teólogos y teólogas también.
El Concilio Vaticano II pasó a ser algo más propio
de estudios de Historia de la Iglesia que de vida de un Pueblo conducido por el
Espíritu Santo.
Y, acá mi pregunta final… si de eso son capaces nada
menos que con un Concilio… ¿cuánto más podrán hacer con un Sínodo?
Foto tomada de https://hmn.wiki/es/Camauro
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