La Iglesia ausente otro 24
Eduardo
de la Serna
Un nuevo 24 de marzo pasa. La
gente colmó la Plaza y gritó «Memoria».
Y, como cura, me surgen 3
pequeños elementos para la reflexión:
1.- Cuando el episcopado
argentino ya no podía seguir haciéndose el distraído, no podía decir que los
responsables de los crímenes atroces eran “unos loquitos sueltos” (¿dónde
escuché eso?), cuando los mismos referentes militares les dijeron en la cara
que de un plan sistemático se trataba, y hasta el mismísimo papa Juan Pablo II
los dejaba en offside, entonces los obispos empezaron a hablar de
Reconciliación. Fue la palabra mágica y clave, por ejemplo, del documento “Iglesia
y comunidad nacional” (ver # 199-202) para afrontar su presente histórico.
¿Cómo reaccionaron a eso desde los organismos de Derechos Humanos? Pues sencillamente
a la tradicional “¡no olvidamos, no perdonamos!” añadieron – y se sigue
repitiendo – “¡no nos reconciliamos!”
2.- Actualmente, la Iglesia
jerárquica afirma que “nos comunica el contenido de sus archivos”; pero, veamos:
en los archivos, lo que vemos son, por ejemplo, las numerosísimas denuncias, en
las que personas u organizaciones comunican desapariciones y piden la intervención
eclesiástica. Es difícil que en aquellos a los que se han podido acceder
encontremos que un obispo sepa qué pasó con desaparecidos, o con niños
entregados. No son esos archivos los que aportan algo para el conocimiento de
la verdad que esperamos. Seguramente por eso, en el acto hoy dijeron: “que se
permita el acceso público a los archivos de inteligencia producidos por las
Fuerzas de Seguridad, las Fuerzas Armadas y por la ex SIDE” y no se incluyó a
los archivos eclesiásticos. A lo mejor algún genocida escribiera un diario, o a
lo mejor escribiera cartas personales o las recibiera a personas eclesiásticas
(por ejemplo, capellanes militares), pero no son esos archivos – si es que
existieran – los que se han podido conocer. Es posible que en una crisis de
conciencia (cuanto conciencia había) alguno hablara (¿escribiera?) a un cura u obispo
sobre torturas, desapariciones, robos de bebés, etc., pero no parece probable
que eso haya llegado a la Santa Sede, a la Nunciatura o a algún obispado (y no
parece que todos hayan abierto sus archivos); por ejemplo, una teóloga afirma
que monseñor Raspanti recibió por parte del provincial jesuita Jorge Mario
Bergoglio informes muy críticos sobre Jalics y Yorio – además de comentarios
telefónicos, lo cual es más complicado constatar – y, no estaría de más conocer
en los archivos del obispado de Morón si existen esos tales informes. Pero eso
es otro tema. En lo personal, lo que he leído de los archivos mostrados no me
aportó nada nuevo, sólo confirmar de unos u otros personajes lo que ya
sabíamos.
3.- En muchos organismos de
Derechos Humanos se suele hablar de “dictadura cívico-eclesiástico-militar”; en
lo personal, prefiero decir “cívico-militar con bendición eclesiástica”, pero
no ignoro ni simulo la enorme complicidad del Episcopado (con las conocidas
excepciones) con el genocidio y el terrorismo de Estado. Conste o no en
archivos, haya o no pruebas de que tienen acceso a información que
desconocemos, o no, no puedo negar la cercanía del Episcopado, y – peor aun –
el acuerdo de muchos (¡demasiados!) obispos con la Dictadura. Pero también
escuché en la plaza que cuando nombraron al Movimiento de Sacerdotes para el
Tercer Mundo la Plaza rompió en aplausos. Hoy, uno, anónimo para mí, exagerado,
pero sintomáticamente me abraza y me dice: “no creo en dios, pero ¡a usted le
creo! Pero, ¿Qué quiere con estos obispos que tenemos?” Para muchos, los obispos
de ayer y los de hoy son lo mismo… «Una cúpula de la Iglesia que, cuando no
era parte del terror, elegía ser parte del silencio», dijo el documento hoy
leído.
A lo mejor harían bien muchos
obispos o teólogxs en participar disimulada y silenciosamente (que son expertos
en eso) de varias marchas de varios 24 de marzos, y a lo mejor así sepan y
escuchen qué dice tanta gente sobre ellos, y por qué. Conocer la realidad
leyendo el diario La Nación no suele ser buen consejero, y, sobre todo, suele
ser garantía de parcialidad manifiesta. Y parcialidad del peor de los lados
posibles. La misma que tuvieron ayer.
Foto tomada de los medios
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