Los pelos de la Magdalena
Eduardo de la Serna
Es
habitual que nos nutramos de diferentes iconografías a la hora de imaginar a
muchos personajes. En el caso de personajes antiquísimos, de los que no tenemos
descripción alguna, esto es, todavía, más evidente. Y también necesario.
Pero,
no es meno evidente que, del mismo modo que tiene sentido, aplicado a los
textos, el dicho italiano, traduttore traditore, seguramente no sea
menos cierto aplicar ideas semejantes a la iconografía. Cada pintor, escultor,
cada grabado o sobre relieve, expresa más al artista que al sujeto, al representante que al representado. Un ejemplo
altamente evidente es que, todavía hoy, resulta muy difícil presentar imágenes
de Jesús con pelo corto (como se usaba entonces; ver 1 Cor 11,14).
Otro
ejemplo es el “pelo de las mujeres”. Es sabido que estas, en el ambiente
helenista, solían llevar el pelo recogido y debidamente “cubierto” con cintas o
trenzas. El pelo suelto era imagen de desenfreno, propio de los cultos
orgiásticos, por ejemplo. De allí
que Pablo pretenda que la mujer, en la
asamblea sea expresión, para cualquiera que entrara en la reunión, de que se
trata de un culto donde ella tiene autoridad sobre su propia cabeza [11,10];
evidentemente no se trata de un “velo” puesto que la mujer tenía en su
cabellera su “velo natural” [11,15]. Nada de descontrol en la comunidad, los
cabellos lo revelan.
Pues
bien… en esa misma iconografía, en la
que – por ejemplo – suelen mostrarse las mujeres discípulas de Jesús yendo a la
tumba, lo habitual es que todas ellas lleven el consabido velo "oriental". Todas ¡menos
una!, la Magdalena lleva los pelos sueltos para que, todavía hoy, todos sepan
de su pasado pecador. ¡Prostituta!
Poco
importa que hoy nadie, sensatamente, afirme nada de eso sobre la Magdalena,
¡allí están los cuadros! Decenas de ellos repitiendo el pecado que María Magdalena
jamás cometió. Así que, una mujer que supo ser modelo de discípula y apóstola,
que supo mostrar y revelar al resucitado, pasó a ser casi una suerte de “mal
necesario”. ¡Tan misericordioso es Jesús que hasta a una ex prostituta se
manifiesta!, eso sí, después de decirle “vete y no peques más” (Jn 8,11), para
seguir mezclando textos y más textos que nada tienen que ver con Santa María
Magdalena pero que se le han atribuido uno tras otro. Al fin y al cabo, ¡es
mujer!
Si
en decenas de cosas pareciera que debemos a aprender a hablar de nuevo (mal que
le pese a la anquilosada Real Academia de la Lengua… pero debo confesar que mi
amor por las cosas “Reales” roza la nada misma) a lo mejor también debamos
empezar a imaginar de nuevo. Sin ignorar que traicionaremos, pero – por lo
menos – no tanto. María, la de Magdala, no se lo merece.
https://www.alamy.es/imagenes/las-mujeres-en-la-tumba-de-jesus.html?sortBy=relevant
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