jueves, 30 de noviembre de 2023

María de Betania

María de Betania

Eduardo de la Serna

 

Los evangelios de Juan y de Lucas nos hablan de un par de hermanas, Marta y María que – según Juan – son de Betania. María, como Marta y Lázaro son amigos de Jesús, y ambas lloran entristecidas la muerte de su hermano, y confían en Jesús. Resucitado Lázaro – en el evangelio de Juan – hay una cena en la que mientras Marta sirve, María unge los pies de Jesús con un perfume carísimo. No era frecuente la participación de mujeres en las comidas, lo que invita a pensar que es muy posible que Jesús hubiera roto con esta barrera cultural. En los evangelios de Mateo y Marcos hay una escena semejante, y otra también parecida – pero en otro contexto – en Lucas, pero no es bueno ni prudente mezclarlas. Lo interesante, en este caso es un doble elemento: por un lado, un diálogo con Judas a raíz del dinero gastado (12,4-6), y por otra, la referencia a la sepultura de Jesús (vv.7-8). Los muertos eran llenados de bálsamo (em-balsamados) a fin de que el olor que desprenden no afecte a los participantes de los largos velorios judíos (Jn 19,39-40). Jesús, entonces, interpreta ese gesto en referencia a su próxima muerte y sepultura. Por otra parte, Jesús sabe que Judas no está interesado en los pobres, además que – como era habitual – en Betania (“casa de los pobres”) “a los pobres los tienen siempre con ustedes” (12,8). El gesto de María, entonces, es un gesto de cariño y realiza lo que otras mujeres no podrán hacer con el cuerpo muerto de Jesús en los otros evangelios (Mc 16,1; Lc 24,1), se puede entender también como un gesto de hospitalidad.

Pero en el Evangelio de Lucas tenemos otro texto que alude a ambas hermanas; en este caso, la que se caracteriza por la hospitalidad es Marta y la actitud de María es bien distinta. De ella se dice que mientras Marta sirve con los quehaceres de la casa, María está “sentada a los pies del señor escuchando su palabra” (10,39). La importancia principal de la hospitalidad para la cultura de entonces queda relativizada por Jesús que le afirma a Marta que se preocupa de demasiadas cosas (v.41) mientras que “María eligió la parte mejor que no le será quitada” (v.42). ¿Cuál es esa “parte mejor”? Ciertamente no se trata de que la vida contemplativa es superior a la vida activa, lo que sería anacrónico (y platónico). ¿Qué es lo mejor? Para comenzar, Lucas ha destacado claramente que “escuchar la palabra” es lo principal. Ante otro elemento fundamental de la cultura antigua, como es la familia, Jesús destaca que la escucha de la palabra es más importante (8,21; 11,28). Es lo más importante, porque la escucha de la palabra y ponerla en práctica está, precisamente, relacionada con el Reino de Dios que Jesús predica.  María, la madre de Jesús es la que deja que se haga en ella “según su palabra” (1,38).

Pero, en segundo lugar, se dice que María está “a los pies de Jesús”. Esta actitud no es simplemente de escucha. Según Lucas, en Hechos, Pablo es discípulo del famoso rabino Gamaliel. Lo dice: “fui instruido a los pies de Gamaliel” (Hch 22,3). Del mismo modo, en la escena del endemoniado de Gerasa, allí donde Marcos decía que expulsados los demonios los testigos se encuentran “al que había tenido la Legión, endemoniado, vestido, sentado y en su sano juicio” (5,15); a eso Lucas añade: “a los pies de Jesús” (8,35). La actitud de María es la actitud del discípulo. Nada es más importante que el discipulado. Y María lo es.

En un mundo en el que la hospitalidad estaba por encima de todo, o un mundo donde la familia era lo principal, María – la que no corre detrás de las normas de hospitalidad – nos muestra que el discipulado de Jesús es la actitud más importante, la única importante. En un mundo donde la mujer debe estar en el interior de la casa, y servir a los varones, un mundo en el que no puede ser discípula ya que eso es algo propio y exclusivo del varón, María toma la iniciativa de romper con ambos esquemas culturales. Y recibe la felicitación de Jesús por haber elegido la parte que no le será quitada. En una sociedad que sigue siendo machista a pesar de tantos avances de la mujer, María – y la palabra de Jesús – nos confirman que hay una alternativa superadora. Que no necesariamente los esquemas culturales deben mantenerse, ya que sencillamente no siempre estos esquemas se identifican con la propuesta de Dios para nuestra historia manifestada en su palabra, su reino. La palabra de Dios es el criterio; y no es la afirmación de viejos esquemas lo que manifiesta la fidelidad al proyecto de Dios. María, la discípula, la que se atreve a dar un salto insólito en su tiempo, nos invita a buscar poner en acto la palabra para que nuestro mundo presente se asemeje un poco más al mundo que Jesús quiere y nos dejemos iluminar por su ejemplo para buscar con todos y todas nuestras hermanas y hermanos “la parte que no nos será quitada”.


Imagen tomada de https://iglesiadecastro.cl/santa-maria-de-betania/

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