María de Betania
Eduardo
de la Serna
Los evangelios de Juan y de Lucas nos hablan de un par
de hermanas, Marta y María que – según Juan – son de Betania. María, como Marta
y Lázaro son amigos de Jesús, y ambas lloran entristecidas la muerte de su
hermano, y confían en Jesús. Resucitado Lázaro – en el evangelio de Juan – hay
una cena en la que mientras Marta sirve, María unge los pies de Jesús con un
perfume carísimo. No era frecuente la participación de mujeres en las comidas,
lo que invita a pensar que es muy posible que Jesús hubiera roto con esta
barrera cultural. En los evangelios de Mateo y Marcos hay una escena semejante,
y otra también parecida – pero en otro contexto – en Lucas, pero no es bueno ni
prudente mezclarlas. Lo interesante, en este caso es un doble elemento: por un
lado, un diálogo con Judas a raíz del dinero gastado (12,4-6), y por otra, la
referencia a la sepultura de Jesús (vv.7-8). Los muertos eran llenados de bálsamo
(em-balsamados) a fin de que el olor que desprenden no afecte a los
participantes de los largos velorios judíos (Jn 19,39-40). Jesús, entonces,
interpreta ese gesto en referencia a su próxima muerte y sepultura. Por otra
parte, Jesús sabe que Judas no está interesado en los pobres, además que – como
era habitual – en Betania (“casa de los pobres”) “a los pobres los tienen
siempre con ustedes” (12,8). El gesto de María, entonces, es un gesto de cariño
y realiza lo que otras mujeres no podrán hacer con el cuerpo muerto de Jesús en
los otros evangelios (Mc 16,1; Lc 24,1), se puede entender también como un
gesto de hospitalidad.
Pero en el Evangelio de Lucas tenemos otro texto que
alude a ambas hermanas; en este caso, la que se caracteriza por la hospitalidad
es Marta y la actitud de María es bien distinta. De ella se dice que mientras
Marta sirve con los quehaceres de la casa, María está “sentada a los pies del
señor escuchando su palabra” (10,39). La importancia principal de la
hospitalidad para la cultura de entonces queda relativizada por Jesús que le
afirma a Marta que se preocupa de demasiadas cosas (v.41) mientras que “María
eligió la parte mejor que no le será quitada” (v.42). ¿Cuál es esa “parte
mejor”? Ciertamente no se trata de que la vida contemplativa es superior a la
vida activa, lo que sería anacrónico (y platónico). ¿Qué es lo mejor? Para
comenzar, Lucas ha destacado claramente que “escuchar la palabra” es lo
principal. Ante otro elemento fundamental de la cultura antigua, como es la
familia, Jesús destaca que la escucha de la palabra es más importante (8,21;
11,28). Es lo más importante, porque la escucha de la palabra y ponerla en
práctica está, precisamente, relacionada con el Reino de Dios que Jesús
predica. María, la madre de Jesús es la
que deja que se haga en ella “según su palabra” (1,38).
Pero, en segundo lugar, se dice que María está “a los
pies de Jesús”. Esta actitud no es simplemente de escucha. Según Lucas, en
Hechos, Pablo es discípulo del famoso rabino Gamaliel. Lo dice: “fui instruido
a los pies de Gamaliel” (Hch 22,3). Del mismo modo, en la escena del
endemoniado de Gerasa, allí donde Marcos decía que expulsados los demonios los
testigos se encuentran “al que había tenido la Legión, endemoniado, vestido,
sentado y en su sano juicio” (5,15); a eso Lucas añade: “a los pies de Jesús”
(8,35). La actitud de María es la actitud del discípulo. Nada es más importante
que el discipulado. Y María lo es.
En un mundo en el que la hospitalidad estaba por
encima de todo, o un mundo donde la familia era lo principal, María – la que no
corre detrás de las normas de hospitalidad – nos muestra que el discipulado de
Jesús es la actitud más importante, la única importante. En un mundo donde la
mujer debe estar en el interior de la casa, y servir a los varones, un mundo en
el que no puede ser discípula ya que eso es algo propio y exclusivo del varón,
María toma la iniciativa de romper con ambos esquemas culturales. Y recibe la
felicitación de Jesús por haber elegido la parte que no le será quitada. En una
sociedad que sigue siendo machista a pesar de tantos avances de la mujer, María
– y la palabra de Jesús – nos confirman que hay una alternativa superadora. Que
no necesariamente los esquemas culturales deben mantenerse, ya que
sencillamente no siempre estos esquemas se identifican con la propuesta de Dios
para nuestra historia manifestada en su palabra, su reino. La palabra de Dios
es el criterio; y no es la afirmación de viejos esquemas lo que manifiesta la
fidelidad al proyecto de Dios. María, la discípula, la que se atreve a dar un
salto insólito en su tiempo, nos invita a buscar poner en acto la palabra para
que nuestro mundo presente se asemeje un poco más al mundo que Jesús quiere y
nos dejemos iluminar por su ejemplo para buscar con todos y todas nuestras
hermanas y hermanos “la parte que no nos será quitada”.
Imagen tomada de https://iglesiadecastro.cl/santa-maria-de-betania/
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