martes, 31 de octubre de 2023

Comentario a las lecturas del domingo 31º "A"

 Jesús desenmascara a los religiosos de su tiempo

DOMINGO TRIGESIMOPRIMERO - "A"


Eduardo de la Serna




Lectura de la profecía de Malaquías     1, 14b-2, 2b. 8-10

Resumen: la infidelidad de los sacerdotes a su ministerio es motivo de rechazo por parte de Dios y por parte del pueblo. No hacen aquello que debieran, no traen bendición y enseñanza sino todo lo contrario.

No es fácil entender el motivo de la elección del texto del Antiguo Testamento que suele estar inspirado en el Evangelio. El texto se dirige a los sacerdotes (y los escribas y fariseos eran grupos laicos) que -a diferencia de su predecesor Leví – hacen todo lo contrario de lo que se espera de ellos. Seguramente este aspecto es el motivo de la elección. Lo que se señala es que han “pervertido la alianza con Levi”, aunque no nos consta que exista esa tal alianza. Seguramente se ha de referir a aquello que está estipulado que Levi y sus sucesores hagan. En este caso la enseñanza y la bendición se troca en camino desviado y maldición.

La acepción de personas es un tema habitual en la Biblia, y es algo que los profetas abominan. La idea tiene que ver con “mirar el rostro” (Dt 1,17; 10,17; 16,19) seguramente en el sentido de mirar lo exterior y no el “corazón” donde residen las decisiones. Los sacerdotes “no siguen los caminos de Dios” que es sinónimo de guardar (o no) los mandamientos, ver Zac 3,7; Sal 119,5; 1 Re 2,3…).

El v.10 en realidad es parte de la siguiente unidad. La profanación de la alianza, en este caso es de los antepasados, no de Leví, y se referirá a los matrimonios mixtos.

Sin embargo, la idea del único Dios y padre, la igualdad y la fraternidad pueden haber atraído este versículo al texto ya que serán tema del evangelio. En el profeta, en cambio, aquí los “hermanos” son los miembros del pueblo de Israel, y lo cuestionado es el casamiento con “hija de un Dios extranjero” (v.11).



Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Tesalónica     1, 5b; 2, 7b-9. 13

Resumen: Pablo les recuerda a los tesalonicenses su paso evangelizador por la comunidad y cómo, a pesar de los muchos conflictos, fue recibido su mensaje como verdadera palabra proveniente de Dios.

Pablo les recuerda a los tesalonicenses su paso por la comunidad. Destaca una serie de elementos concretos, comenzando -como lo hará otras veces- con su trabajo manual. El objetivo, según señala aquí, es “no serles una carga”. En 1 Corintios 9 desarrollará más extensamente y teológicamente el tema. Que la comunidad no tenga que preocuparse por Pablo y su manutención es un elemento importante (y contracultural). Sin embargo, el trabajo de Pablo le permite predicar mientras lo desarrolla (fabricar o reparar carpas). En ocasiones, sin embargo, el verbo “trabajar” (kopiaô, el sustantivo kopos) Pablo lo utiliza como sinónimo de “evangelizar”: 1 Cor 15,10; Gal 4,11; Fil 2,16 también cuando otros u otras lo hacen: 1 Tes 5,12; 1 Cor 16,16; Rom 16,6.12. es interesante que Pablo sabe que Jesús pretende que el misionero no ha de preocuparse por su sustento (1 Cor 9,14; Lc 10,7) y sin embargo él no sigue ese criterio; mostrar la “gratuidad” del anuncio del Evangelio es para el Apóstol el criterio fundamental.

Pablo sabe, además, que la palabra que él (y sus compañeros) anuncian no es “palabra humana” sino que viene de Dios y produce frutos en los creyentes.

El paso de Pablo por Tesalónica fue conflictivo (y a lo largo de la carta puede verse), pero Pablo celebra la recepción de la comunidad a pesar que debió irse intempestivamente. Por eso les recuerda su paso por allí entre conflictos, y celebra los frutos de fe y amor que les reconoce.



Evangelio según san Mateo     23, 1-12
 
Resumen: la comunidad de Mateo está en conflicto con los fariseos, por eso presenta a Jesús en conflicto con ellos a fin de mostrar a los cristianos como el verdadero Israel. Pero un pueblo donde nadie está por encima de nadie ya que todos son hermanos.

El Evangelio de Mateo tiene un largo capítulo (cap. 23) crítico de los escribas y fariseos. Las críticas son muy variadas y aparecen en diferentes partes en los otros Evangelios o fuentes, seguramente por la frecuente intención de reagrupar todo que tiene Mateo.

Por una parte, se les critica la “hipocresía”, es decir mostrar una cosa y ser otra, como las máscaras de los actores (de hecho, “hipócrita” quiere decir “actor”, es decir el que muestra una cosa que en la realidad no es).

En otros momentos les cuestiona su religiosidad detallista que no sabe ir al “corazón” de las cosas (“cuelan un mosquito y se tragan un camello”, v.24) o les cuestiona las malas obras (“devoran la hacienda de las viudas”, v.14). Pero un tema importante (que ya había señalado en el Sermón de la Montaña, ver 6,1-18) es la búsqueda del reconocimiento por parte de los demás.

Este es el tema que se destaca en el fragmento litúrgico de esta fecha: “todo lo hacen para que los vean” (v.5).

Mientras otros evangelios, como es el caso de Marcos, no presta atención a los aspectos de la “religiosidad” judía como es el caso de la oración, la limosna y el ayuno (comparar Mc 2,18-22 con Mt 6,16-18), Mateo sí los destaca, pero, en este caso, como algo a realizar no con el objetivo de ser vistos sino “solo para Dios”. Si en el cap. 6 destacaba este tema (“tu Padre que ve en lo secreto”) aquí remarca la negativa intención de ser vistos y aplaudidos, reconocidos y -aquí el tema- la pretensión de una cierta superioridad.

Cuando Mateo escribe, en su comunidad hay un conflicto: los fariseos (los únicos judíos sobrevivientes de la crisis luego de la guerra y la destrucción de Jerusalén en el 70) reclaman ser “el Israel auténtico”, pero – en esa comunidad, probablemente en Antioquía de Siria – los seguidores de Mateo también reclaman el mismo reconocimiento. No cuestionan lo que los fariseos dicen sino sus prácticas (algo que muchos fariseos también criticaban de otros; ya que este es el riesgo que se tiene al interno de los ambientes muy religiosos). En este caso (y de ahí la agrupación en todo el capítulo de la crítica) Mateo quiere resaltar que, aunque los fariseos a veces digan cosas muy correctas no son fieles (“hipócritas”) a ellas. La Iglesia (“el verdadero Israel”) es la auténtica continuidad. Es en Jesús que se han cumplido las escrituras que los fariseos se niegan a reconocer.

La aparente “superioridad” que los fariseos pretenden es antagónica con la propuesta de Jesús de que el Padre Dios nos hace a todos hermanos. Cuando algunos buscan ser reconocidos por sus títulos (en este caso: “maestro”, “padre”, “doctor”) eso atenta contra la igualdad que Jesús propone; nadie debería pretender estos reconocimientos.

Dios, termina Jesús, mira a las personas con otros ojos (es en ese sentido que hay que entender la voz pasiva: “será humillado” / “será ensalzado”, es decir “Dios humilla / Dios ensalza”, porque Dios tiene otra mirada sobre las personas diferente a la mirada superficial, o diferente a la mirada de la “máscara”.


El video con comentario al Evangelio puede verse en
https://youtu.be/eOH3I0dZQSo
o también en
https://blogeduopp1.blogspot.com/2023/10/video-con-comentario-al-evangelio-del_30.html


Foto tomada de Lengua tic tac - blogger

Muy lindo “caminar juntos”, pero…

Muy lindo “caminar juntos”, pero…

Eduardo de la Serna



Desde que el Papa convocó a un “sínodo de la sinodalidad”, debo confesarlo, mis expectativas eran casi nulas. Quizás deba aclararlo: me parece claramente evangélico y acorde a los signos de los tiempos la sinodalidad eclesial, pero creo que hay un problema de base, un tema fundamental en el hoy eclesial: durante años y más años hemos visto y padecido que la curia vaticana fue forjando una estructura eclesiástica tradicional, conservadora y muy cerrada; una “Iglesia” que se auto-percibió como la verdadera y única iglesia, fuera de la cual no hay eclesialidad. Esto, que, como sabemos se calificó de invierno eclesial, la vuelta a la gran disciplina y otras imágenes del estilo, no cambia con un simple cambio de Papa, para ser precisos; entiendo que los que creen que terminó el invierno eclesial y estamos en una “primavera” son herederos de una eclesiología solo papal que no comparto. La crisis eclesiástica llevó a cada vez más personas a sentirse ajenos y abandonar la institución, que se iba reforzando, cada vez más, por movimientos y comunidades ultraconservadoras. A esto se sumaron décadas de nombramientos episcopales monocolores, ajenos a una Iglesia plural y comunidad. Por más que el Papa Francisco haya abierto puertas y ventanas, una inmensa cantidad de “eclesiásticos”, formateados al modo Juanpablista y Benedictino siguen siendo mayoría. ¿Se podría esperar, en este ambiente, una Iglesia abierta y dialogante con el mundo? Se puede pretender escuchar y caminar juntos, pero esto se hará con “estos” que hoy conforman la estructura eclesiástica y que no han abandonado, ni piensan abandonar, el invierno eclesial que no cesa por un simple cambio papal. Caminar con “estos” eclesiásticos ya sabemos “a dónde” nos conduce…

Muchos más años de apertura (y otras aperturas todavía no iniciadas, debemos decirlo) hacen falta acaso para “empatar” con los eclesiásticos dueños de la verdad, señaladores con los dedos, y llenos de “dubia” que no son sino frenos a cualquier mirada o pregunta que quiera enfrentar el mundo, la realidad o la vida.

Para peor, y ya lo hemos vivido, un Concilio (¡nada menos que un concilio!) fue frenado (a partir de un sínodo, debemos recordarlo) con la excusa de la “verdadera interpretación” del mismo. Si los “dueños de la verdad y la ortodoxia” son capaces de hacer eso, ¿cuánto más podrían hacer con un sínodo, si este hubiera sido profético y audaz? Pero no lo fue… como era de esperar…

Por tanto, esto es lo que el sínodo nos dejó. ¿Se puede esperar algo para la segunda etapa? Expectativas e ilusiones no tengo ninguna. Deseos, por supuesto que sí. Pero, si hemos de mirar lo que hoy “tenemos”, pasó un sínodo sin pena ni gloria, una pérdida de tiempo, podríamos decir. Una pérdida de ilusiones, para los que tenían alguna. Y cientos de temas, muchos fundamentales, indispensables y necesarios, siguen esperando en cajones vaticanos. Y, por supuesto, no faltarán los que se pregunten por qué cada vez más tantos y tantas no dan entidad ni atención alguna a lo que la institución eclesiástica diga, como si fuera una voz autorizada e imprescindible. No lo es, y parece no tener ninguna intención de querer serlo… 


Foto tomada de https://www.publicdomainpictures.net/es/view-image.php?image=474725&picture=paisaje-de-invierno-cubierto-de-nieve

lunes, 30 de octubre de 2023

jueves, 26 de octubre de 2023

Priscila y Aquila, esposos y compañeros

 

Priscila y Aquila, esposos y compañeros

 Eduardo de la Serna

 



Cuando el grupo de seguidores de Jesús se empezaba a expandir por la región del Mediterráneo, obviamente no había lugares de reunión. Lo que nosotros llamamos “Iglesia” quiere decir, precisamente, comunidad reunida, asamblea. Será bastante más tarde que la comunidad se reúna en un lugar específico que a su vez será llamado “Iglesia”. Algunas familias de posición acomodada ofrecían sus casas para las reuniones semanales, pero, evidentemente, no sería un grupo muy numeroso el que allí se congregaba. Por eso, es muy probable que en una ciudad hubiera cuatro, cinco o más “casas” que a su vez, con alguna frecuencia, se reunían en algún lugar más amplio; es posible que fueran teatros, o salas de “gremios” que tenían la infraestructura necesaria para las asambleas. Quizás celebraran – también allí – la Eucaristía, y tomara la palabra algún visitante ocasional contando cómo crecía el grupo de hermanas y hermanos en otras regiones, y contando anécdotas, o dichos o hechos de Jesús.

Estas “iglesias domésticas”, como se suelen llamar a las casas de miembros acomodados, corrían siempre el riesgo de fomentar una discriminación en la que tuvieran más importancia los más ricos; San Pablo estaba muy alerta frente a esto. Y a su vez, algunos resultaron garantes fieles de no buscar prestigio o poder, sino de ser dedicados servidores de las comunidades. Es el caso, entre otros, de Priscila y Aquila.

Ya hacía más de un siglo y medio que había judíos en Roma. Como tales, era razonable que muchos peregrinaran a Jerusalén para alguna de las grandes fiestas, como la Pascua, o Pentecostés, por ejemplo. Y no es de extrañar que algunos de estos, escuchando allí la predicación de los seguidores de Jesús, hayan aceptado la novedad del Evangelio. Pero, como judíos que son, una vez retornados a sus lugares, seguirán reuniéndose en las casas de oración (luego llamadas “sinagoga”, que también significa “asamblea). El tema – por lo que sabemos por los historiadores de la época – es que pareciera que entre algunos judíos de Roma se desató un conflicto a causa de Cristo. Esto provocó que el emperador Claudio expulsara de la ciudad a algunos de estos, y, a su vez, empieza a prohibir las reuniones. En este contexto, un matrimonio, al que conocemos como Aquila y Priscila (o la abreviatura de esta, Prisca), deben dejar Roma. Se dirigen a Corinto, que era una ciudad importante y cercana y allí se instalan cuando llega Pablo a la región (Hch 18,2). Como ambos eran fabricantes de carpas, comienzan a trabajar juntos y a evangelizar (18,3). Luego, de allí se dirigen juntos a Éfeso (18,18) donde se asentarán y serán responsables de una comunidad doméstica (1 Cor 16,19). Pablo también permanece bastante tiempo en esta ciudad (Hch 20,31) y se aloja en su casa cuando se dirige allí.

En Éfeso, a su vez, encontramos discípulos de Juan el Bautista, todavía no cristianos, entre los que se destaca un alejandrino: Apolo (Hch 18,25; ver 19,1-7). Aquila y Priscila se dedican intensamente a la catequesis de este grupo, tanto que luego Apolo continuará misionando en otras regiones como Corinto (Hch 18,27-28; 1 Cor 16,12; ver 1,12; 3,4).

Resumamos, hasta acá; como responsables de una “iglesia doméstica”, Aquila y Priscila son responsables y animadores de las reuniones de la asamblea eclesial donde se celebran las eucaristías, se ocupan de la catequesis, y recibir a Pablo – o a otros eventuales visitantes – para animar la vida del pequeño grupo.

En algún momento, el Apóstol es detenido y encarcelado en Éfeso. Y la situación pareciera complicarse ya que Pablo pierde la esperanza de permanecer con vida (2 Cor 1,8-10). Pero algo ocurre, Priscila y Aquila arriesgan su vida – no sabemos cómo – (Rom 16,4) y Pablo conserva la vida, aunque probablemente sea expulsado él y su grupo de la ciudad a la que ya no puede regresar. Sin duda, ambos, y algunos más, trazaron una cuidada estrategia, relaciones y demás a fin de lograr la liberación de los prisioneros.

En Roma, por su parte, Nerón sucede a Claudio, y en un comienzo tiene un gobierno sumamente humanista y tolerante. Permite – por lo tanto – el regreso de los judíos que habían sido expulsados por su predecesor. Aquila y Priscila, que deben dejar Éfeso, regresan a Roma, donde – a su vez – también abrirán las puertas de su casa a una “iglesia doméstica” (Rom 16,5). Hacia allí pretende dirigirse más tarde Pablo cuando dé por terminada su misión en la región griega, sin que sepamos cómo continúa esta historia.

Sin dudas eran muchos los encargados de casas que abrían las puertas a las comunidades. Pero pocos, si alguno, eran tan confiables para Pablo como Priscila y Aquila (es importante notar que muchas veces Priscila aparece mencionada en primer lugar, lo que es indicio de la importancia de la mujer en estas primeras comunidades). Encargada, la pareja, de las reuniones, evangelizadora y misionera itinerante, mostraron la hospitalidad como expresión viva de la hermandad a la que el Evangelio los invita, compartiendo la palabra, la mesa y la cena del Señor, y arriesgando la vida para que el Evangelio sea conocido, divulgado y llegue hasta los confines de la tierra.

 

Imagen tomada de https://amerindiaenlared.org/contenido/15793/priscila/

 


martes, 24 de octubre de 2023

Comentario a las lecturas del domingo 30º "A"

El amor a Dios es inseparable del amor a los hermanos

DOMINGO TRIGÉSIMO - "A"


Eduardo de la Serna



Lectura del libro del Éxodo     22, 20-26

Resumen: Una serie de normas legales de Israel se orientan hacia el accionar ante los desprotegidos (forasteros, huérfanos, viudas, pobres) resaltando que Dios toma partida por ellos y actúa movido por la compasión ante su dolor.


Siendo que la primera lectura se escoge en función del Evangelio, no es evidente – en este caso –la razón de la elección. El texto es un fragmento menor dentro de una serie de normas legales relativas a la convivencia (20,22 – 24,33; el texto comienza con “Yahvé dijo a Moisés” y recién vuelve a repetirse en 24,1). Entre ellos hay muy diversos mandamientos, tanto normativos (“no harás…”) como casuísticos (“si hicieras…”). De ambos casos encontramos en el texto litúrgico de hoy: “no maltratarás”, “no harás daño” y “si prestas”, “si tomas”… El segundo y el cuarto mandato suponen una reacción de Dios ante el hecho motivada por el “clamor” (vv.22.26). Lo común en los cuatro mandatos refiere a la actitud frente al débil o al pobre: forastero, viuda-huérfano, pobre.

El primer texto alude al forastero en un característico contraste: “ustedes fueron forasteros en Egipto” (v.10; cf. 23,29; Lev 19,34; Dt 10,19); supieron allí lo que fue el maltrato, por lo que no han de maltratar a los emigrantes. El dolor causado por el faraón, motivo – y aquí está supuesto – el “clamor” del pueblo que motivó la acción liberadora de Dios.

La norma prohíbe, a continuación, “oprimir” a la viuda y al huérfano que son paradigma de pobres por desprotección en Israel. “Oprimido” fue el pueblo en Egipto (Ex 1,11). Y el grito de los oprimidos (¡clamor!) llega a los oídos del Dios compasivo de Israel (Ex 2,23; 3,7.9). Y Dios dará a los opresores lo mismo que ellos producen (“ojo por ojo”, cf. Ex 21,24; Lev 24,20; Dt 21,19), sus mujeres quedarán “viudas” y sus hijos “huérfanos”.

El préstamo a usura está seriamente condenado en el seno de Israel (= “prójimos”; no así a los extranjeros, Dt 23,21). El préstamo al “hermano” ha de ser simplemente préstamo, no negocio. Del mismo modo, una “prenda”, un objeto tomado en garantía, no puede ser lo que el “prójimo” precisa para vivir. El manto del pobre es lo único que posee, por lo que le ha de ser devuelto. Si no, ¿dónde dormirán los pobres? Las necesidades de los hermanos, los pobres, están por encima del derecho del prestamista. Y Dios oficia de “garante”. El frío nocturno provocará un nuevo “clamor” que conmueve al “Dios compasivo”. Es propio de Israel reconocer esa característica de Dios: la compasión (Ex 34,6; 2 Cro 30,9; Neh 9,17.31; Sal 86,15; 103,8, 111,4, 112,4; 116,5; 145,8; Joel 2,13; Jon 4,2). Y esta compasión lleva a Dios a actuar ante el sufrimiento del necesitado, ante su clamor, siempre en su favor y confrontando con los causantes del mismo. Dios no es indiferente, y el obrar de Israel ante el prójimo, particularmente los desprotegidos, debe ser en la misma sintonía.


Lectura de la primera carta de san Pablo a los cristianos de Tesalónica     1, 5c-10

Resumen: El paso de Pablo por Tesalonica, y sus sufrimientos han dado ejemplo a los destinatarios, y la propia tribulación de estos ha servido de ejemplo a los pueblos vecinos. Ejemplo de su aceptación del Dios de Israel que ha enviado a su Hijo, que ha resucitado y que volverá para la salvación.

Pablo continúa la acción de gracias que había comenzado la semana pasada. Allí se introducen brevemente elementos que se desarrollarán extensamente en el cuerpo de la carta. Puesto que se trata de una continuidad, se recomienda volver al texto anterior para ver la relación.

Como señalará en la carta, Pablo remarca cosas que los tesalonicenses “saben” (1,5; 2,1.2.5.11; 3,3.4; 4,2; 5,2). Con excepción del último texto, todos los “saben” aluden a cosas que remiten al paso de Pablo por Tesalónica (el último a la predicación que de él han escuchado). A ese conocimiento refiere Pablo, al conocimiento de la experiencia. Esta experiencia, tanto en cuanto a Pablo cuanto a la posterior recepción está estrechamente ligada a las “tribulaciones” o “dificultades”. Ese es el “ejemplo” que han imitado, y – como Pablo – da testimonio a las demás comunidades de Grecia. 

La fe que tienen, y por la que Pablo ha dado gracias es – a su vez – impulso para el surgimiento o crecimiento de la fe de otras comunidades. Sin embargo, es interesante que en su primer escrito podemos afirmar que Pablo es más teo-lógico que cristo-lógico, cosa que se desarrollará más claramente en los siguientes escritos. Se ha dicho a veces, y creemos que no es exacto, que el “kerigma” (primer mensaje) de Pablo refiere a la muerte y resurrección de Cristo (cf. 1 Cor 15,3-4), sin tener en cuenta – como en todas las cartas – el contexto en el que Pablo afirma esto. En el texto que comentamos, Pablo alude a otro aspecto que, sin duda, ha de haber sido anterior al anuncio de Cristo: el abandono de los ídolos (si Pablo predica a paganos, sin duda el monoteísmo parece anterior y prioritario al anuncio de la muerte-resurrección “según las escrituras”, dirigido a politeístas que, además, no aceptaban las escrituras) “para servir a Dios vivo y verdadero” (v.9). Una vez aceptado el Dios único sí cabe “esperar” a su hijo que ha “de venir”, ya que “lo resucitó” y “nos salva”. Se ha dicho – aunque puede discutirse, o al menos relativizarse – que Pablo no tiene en cuenta el “Jesús histórico” sino al Cristo de la fe. Es cierto que Pablo no hace mucha alusión al Jesús de la historia, pero en algunos párrafos lo destaca, y pareciera, además, que la referencia a la muerte y la resurrección han de tenerse como una alusión a su vida aunque concentrada para destacar lo escatológico, pero no como un desentenderse de esto. 

La mención a la Venida merece un párrafo aparte. Pablo alude a esto especialmente en sus primeras cartas (1 Tesalonicenses y 1 Corintios; el término parousía alude a la venida de Cristo en 1 Tes 2,19; 3,13; 4,15; 5,23 y en1 Cor 15,23, pero en adelante aludirá a la visita de alguna persona o incluso de Pablo mismo: 1 Cor 16,17; 2 Cor 7,6.7; 10,10; Fil 1,26; 2,12). Sin duda el entusiasmo y consagración misionero de Pablo se encuentra reforzado por la expectativa en una venida inminente de Jesús.

  
Evangelio según san Mateo     22, 34-40

Resumen: Un fariseo quiere poner a prueba a Jesús preguntándole sobre el mandamiento mayor. El amor a Dios y al prójimo sostienen todas las Escrituras 


En el Evangelio de Marcos el tercer diálogo que se le presenta a Jesús al llegar a Jerusalén es con un escriba; se trata además, en este caso, simplemente de una pregunta sin intencionalidad polémica. En cambio Mateo, como es propio de su teología señala que el interrogador proviene de uno de entre los fariseos que se habían reunido “en grupo”. La pregunta, se destaca expresamente, es “tentándolo”. No es evidente cuál sería la “tentación” ya que la pregunta es normal y hasta razonable. Siendo que los judíos tienen un número muy grande de mandamientos [613], tratar de saber cuál es el “más grande” (megalê) de la Ley es comprensible. El texto de Mateo reduce ligeramente el de Marcos donde el mandamiento (con una ligera modificación, que Mateo mantiene: se agrega “toda tu mente”) es más extenso, tomado de Deuteronomio 6,5. La pregunta de Marcos por “el primero” no parece que sea sustancialmente diferente de la pregunta por el “mayor” (por eso en la respuesta Jesús afirma que es “el mayor y el primero”, v.38). De hecho Jesús alude luego al "segundo” (en Mt y en Mc) aunque Mateo destaca que “es semejante”, reforzando el paralelismo que Marcos solo señalaba al ponerlos juntos. 

La unión de ambos textos bíblicos (Dt 6,5 y Lev 19,18.34), del amor a Dios y al prójimo, no es algo exclusivo del Nuevo Testamento:

Guarden la ley de Dios, hijos míos, y consigan la sencillez; caminen sin malicia, no indagando indiscretamente en los mandamientos de Dios ni en las acciones del prójimo. Amen, por el contrario, al Señor y al prójimo y tengan compasión del pobre y del débil” (Testamento de Isacar 5,1-2).
Amé al Señor con todas mis fuerzas, e igualmente a los hombres como a mis hijos”. (Test. Isacar 7,6)
Guarden, pues, hijos míos, los mandamientos del Señor y observen su ley (…) Amen al Señor durante toda su vida, y unos a otros con un corazón verdadero” (Testamento de Dan 51-4).

Sin embargo, la novedad que trae Jesús viene dada por la comprensión del “prójimo”. Para el mundo judío – en la tradición de máxima – “prójimo” es todo judío; o solamente los “buenos judíos” (en los grupos más estrictos, como por ejemplo los manuscritos del Mar Muerto donde se habla de “odiar” al que no es “hijo de la luz”; a esto alude Mt 5,43). 

“…amar a todos los hijos de la luz, cada uno según su lote en el plan de Dios, y odiar a todos los hijos de las tinieblas, cada uno según su culpa en la venganza de Dios” (Regla de la comunidad, 1QS 1,9-10)
Y estas son las disposiciones de conducta para el Instructor en estos tiempos, sobre el amor y su odio. Odio eterno con los hombres de la fosa…” (Regla de la comunidad, 1QS 9,21-22)

En cambio, en el Evangelio, "prójimo" incluye al enemigo (5,43-48).

Señalando algo que ya sabemos desde el Sermón de la montaña, donde Jesús destaca que ha venido “a dar cumplimiento” a “la Ley y los Profetas” (5,17), y que hacer a los demás “cuanto quieren que los hombres les hagan”, eso “es la Ley y los Profetas” (7,12). Ambos aspectos aluden sin duda al “amor”, que es su “cumplimiento” (7,13), la “justicia mayor” (7,20), “ser perfectos” (7,48) como se venía insinuando (5,43-46; 6,24); en 19,19 pareciera que el amor al prójimo resume todos los mandamientos. Así lo afirma la carta de Santiago (cercana ideológicamente al Evangelio de Mateo): «Por lo tanto si ustedes cumplen la ley del reino, según lo escrito: amarás a tu prójimo como a ti mismo, procederán bien» (2:8); Pablo destaca que el amor es la ley en plenitud (cf. Rom 13,8.10; Gal 5,14). La Ley y los Profetas – es sabido – es el modo en el que los judíos refieren a la misma Biblia [hoy suelen hablar de la “TaNaJ” que son las letras de Torá – Ley -, Nebiîm – Profetas – y Jetubim – los demás escritos]. Toda la Biblia, entonces, está “colgada” de estos dos mandamientos [extrañamente, el verbo “colgar” (kremánnumi) se utiliza con frecuencia para los “colgados” de un madero, o crucificados: cf. Gen 40,19; Dt 21,22; Jos 8,29; 10,26; Lc 23,39; Hch 5,30; 10,39; Gal 3,13].

Video con comentario al Evangelio en


sábado, 21 de octubre de 2023

Autopercepción y ortodoxia

Autopercepción y ortodoxia

Eduardo de la Serna



Durante décadas y siglos, en nombre de la ortodoxia y la verdad, la “Santa Madre” evaluaba y determinaba quienes sí y quienes no pertenecían a la Iglesia, fuera de la cual no hay salvación. Tiempos inquisitoriales mancharon de sangre el pasado de la no tan santa y menos madre, en estos casos. Con motivo del año 2000, el interminable Juan Pablo II realizó un no totalmente satisfactorio “pedido de perdón” que incluyó estos momentos de nuestro pasado. Por eso no es cosa de reincidir, por lo cual, no seré yo el que afirme que fulano o mengano son o no lo que afirman ser. Es evidente que hay quienes se autoperciben, por ejemplo, católicos, y se manifiestan firmemente convencidos de serlo. Y, siendo, que algunos de ellos están en las antípodas de lo que yo creo y sostengo, queda siempre pendiente la duda.

Recientemente, por ejemplo, tanto el padre como el hijo Benegas Lynch hicieron pública confesión de fe católica. Y, supongo que se han de autopercibir tales; no tengo derecho a presuponer mala fe o mentira.

Don Benegas padre, por ejemplo, hizo una breve reflexión reconociendo a la teología de la liberación como quinta columna en la Iglesia. Mencionó varios elementos, especialmente la centralidad casi divina de la propiedad privada, remitiendo a León XIII. Y, pareciera que súbitamente, surge un papa perverso, Francisco, que relativiza, o hasta niega, tan sagrado dogma. Curiosamente, omite a Juan XXIII, a Pablo VI y a Juan Pablo II, por solo mencionar papados recientes, que sostienen idéntica relativización, omite, además, nada menos que el Catecismo de la Iglesia Católica, y – por supuesto – una innumerable cantidad de Santos Padres de la Iglesia que asumen, como punto de partida, el destino universal de los bienes.

A continuación, tanto padre como hijo, atacan casi como único representante de la Teología de la Liberación a Gustavo Gutiérrez (sería bueno que sepan que hay otros muchos). Pareciera, en los discursos de ambos, que tan nefasto personaje vivía en sombras y tinieblas de mal y pecado hasta que Francisco, marxista encubierto, lo rescató de las puertas del Averno. Quizás ignoren los ignorantes que en pleno 1996 (reinante Juan Pablo II, el mismo papa que afirmó que “en toda propiedad privada grava una hipoteca social” y que en América Latina hay “ricos cada vez más ricos a costa de pobres cada vez más pobres” [1979]), en Alemania, se realizó un encuentro de teología del que participó el prefecto para la doctrina de la fe, Joseph Ratzinger, y también Gustavo Gutiérrez quien fue alabado por el purpurado… Afirman, además, los censores que, incluso, una de las primeras cosas que Francisco hizo como Papa fue recibirlo en el Vaticano, algo que ni consta ni sería algo demasiado serio ni negativo (Juan Pablo II recibió a Fidel Castro en el Vaticano, por ejemplo). Incluso, al referir a unas citas del libro “Teología de la liberación. Perspectivas” alude exclusivamente a la mirada de Gutiérrez sobre los procesos de liberación en América Latina [cap. 6] (cuando se escribe el libro; porque es sabido que Gutiérrez, una década después, añadió más de 100 páginas a su obra fundacional). Sería falso ignorar, por ejemplo, que como parte de los procesos de liberación la revolución cubana y el foquismo guerrillero fueron importantes. Pero después de este capítulo descriptivo, el siguiente [cap. 7] es “La Iglesia en el proceso de liberación”, y el 8º se denomina “Problemática” (además que se trata de una mirada de la realidad, ya que el aspecto claramente teológico se encuentra en los caps. 9 – 13). Es decir…

Luego, ambos insisten en que el Papa olvida los mandamientos 7º y 10º. Curiosísimo. Después de escuchar hasta el hartazgo que los únicos mandamientos importantes eran el 6º y el 9º, en evidente obsesión sexual, estos defensores de la diosa propiedad recurren – al menos creativamente, hemos de reconocerlo – a otros mandamientos. Dejaremos acá de lado el significado de estos textos del decálogo en su marco original, bastante diversos de como suelen entenderlo (y vale tanto para la obsesión sexual de los primeros como la adoración de la propiedad de los segundos). Curiosamente, pareciera que la idea de Jesús de que todo se resume en el amor a Dios y al prójimo, de que el que ama ha cumplido toda la ley y cosas semejantes del Nuevo Testamento parecen no figurar. El prójimo ha dejado lugar a la propiedad. Curioso “otro” en estos “teólogos”. El Jesús que vino a anunciar “buenas noticias a los pobres” no aparece mencionado en los discursos. Y no parece inocente.

A continuación, y para no abundar, el sedicente católico padre cita textos bíblicos. Precisamente de un modo que nadie lo haría hoy en sana teología… No es una cascada de textos lo que permite vislumbrar o no un determinado tema. Y, para más, al remitir al texto de Mateo 5,3 sobre los “pobres de espíritu” recurre a la Enciclopedia de la Biblia de A. Diez Macho y S. Bartina mal citada. Es sabido que una obra colectiva se cita haciendo referencia al autor, luego al artículo en cuestión, para comenzar la referencia. En este caso, sería R. Koch en el artículo “riqueza”. A continuación, dice que se trata de las páginas 240-241, lo que es falso, ya que se trata de las columnas 239-241 (esta obra está estructurada, como otras, en columnas, no en páginas). Luego afirma que es una obra realizada bajo la supervisión del arzobispo de Barcelona, lo que refiere simplemente al “Imprimatur”. Pero, no deja de ser interesante que esta obra (excelente en su momento) es de ¡1965! Esto me permite recordar que, en la facultad de teología, el profesor Jorge Mejía, en 1977 (a la sazón colaborador en la mencionada Enciclopedia de la Biblia de A. Diez Macho, entre otros nada menos que con el artículo “Éxodo, libro de” tomo III, cols. 370-380) sostenía a sus estudiantes que un texto de más de 25 años de antigüedad, en los estudios bíblicos, debía ser totalmente revisado (y lo decía antes de la existencia de Internet, lo que seguramente invitaría a reducir bastante el número).

En síntesis, no me siento ni con autoridad ni con la convicción de que se debiera decirles a ambos señores que, por más autopercepción de catolicidad que profesen, debieran o bien cambiar de religión o bien de actitudes. En el Nuevo Testamento, tanto Pablo como Juan, por ejemplo, destacan que el discipulado no está dado por el auto-reconocimiento sino por la praxis; Jesús, en Mateo, cuestiona a los fariseos porque no hacen lo que dicen. Pero, si bien no tengo – ni pretendo tener – autoridad para negar la catolicidad de los sujetos en cuestión, creo que, al menos se les podría pedir formación, pedir que no mientan, pedir que lean y estudien. Al fin y al cabo, un tal Jesús, que pareciera tener autoridad para decirlo, dice en el evangelio de Mateo: “No todo el que me diga: ¡Señor, Señor!, entrará en el reino de los cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre del cielo” (7:21).

 

Foto tomada de https://www.nationalgeographicla.com/photography/2018/08/leones-ferocidad-y-belleza-en-primer-plano

jueves, 19 de octubre de 2023

Relaciones diplomáticas

Relaciones diplomáticas

Eduardo de la Serna



Aquel que con frecuencia Javier Milei llama “prócer”, e incluso así lo hizo en el primero de los debates, Alberto Benegas Lynch (h), fue invitado, ayer, en el cierre de campaña del autopercibido libertario, a tomar la palabra. Y, entre otras cosas, propuso seguir el ejemplo de Julio Argentino (sic) Roca y suspender las relaciones diplomáticas con el Estado Vaticano mientras allí haya “autoritarismo”. Extraña propuesta en una agrupación que lleva como candidata a vicepresidenta a una defensora de la Dictadura cívico-militar con bendición eclesiástica, por ejemplo, extraña en una agrupación en la que el candidato grita, insulta y prepotea “autoritariamente” a todo el que piensa distinto a él y lo dice… (porque la libertad no llega hasta allí, evidentemente). Extraño, además, en un defensor de Trump y Bolsonaro que no se han caracterizado por la tolerancia, por ejemplo. Quizás tengamos distinto diccionario y donde dice “libertad” o donde dice “autoritarismo” leamos cosas distintas.

Pero, vamos al tema: el Vaticano (que de diplomacia sabe, debemos reconocerlo) tiene relaciones diplomáticas con muchos países (según afirma Wikipedia, que, aunque no siempre sea fiable sirve como dato relativo, el Vaticano tiene relaciones con 184 países); en las Naciones Unidas no actúa como país independiente sino como Observador Permanente. Me parece bastante evidente, además, que las relaciones entre países no son de amistad y simpatía sino de alianzas o mutuas relaciones. La diplomacia, por cierto, hace que en los distintos países democráticos haya diferentes presidentes de diferentes corrientes cambiantes, y, obviamente, otros países no establecerán o suspenderán las relaciones con ellos según simpatías o no con el gobierno de turno. Además, según las constituciones, hay países donde la diplomacia es relativa o simplemente no existe. Eso no implica, por cierto, que no se deba tener relaciones diplomáticas con ellos. Otra cosa, muy diferente, es que el gobierno del país ‘A’ tenga mayor o menor simpatía con el gobierno del país ‘J’. No distinguir entre gobiernos y estados (o países), es bastante torpe (es lo característico de ciertos autoritarios que proponen no tener relaciones con Venezuela, o Cuba o China, pero no se oponen a tenerlas con Arabia Saudita, Qatar y otros).

El “embajador” del Estado Vaticano en Argentina (al que se llama “nuncio”) suele tener, principalmente, la responsabilidad de coordinar las relaciones con las jerarquías eclesiásticas. Por ejemplo, cuando se eligen nuevos obispos, el Nuncio es el actor principal. Pero hay otro tipo de relaciones fuera de lo intra eclesial. Las actitudes del Nuncio (en realidad, dos, P. Laghi y U. Calabresi), por ejemplo, durante la dictadura cívico-militar aportaron la “bendición eclesiástica” que les fue de gran utilidad para mostrarse “Occidentales y cristianos” (sic); pero también, es justo decirlo, fue importantísimo para impedir la guerra con la hermana república de Chile. En lo personal, mi sensación (ampliada, por ejemplo, al ver los nuncios en la Chile de Pinochet [Sodano] o en El Salvador de Oscar Romero [Gerada] y el México en Samuel Ruíz [Prigioni] es lamentable. Y todo eso dice algo sobre las relaciones con los Estados, no sobre el Evangelio. Si los mirara desde esa perspectiva histórica, celebraría que Argentina suspenda las relaciones con el Estado Vaticano.

Quisiera añadir que sigo sin entender que el Vaticano sea un Estado, con bandera, con banco y hasta con una guardia militar, y príncipes (cardenales). Y, quizás, pueda soñar que “mañana” no haya ni príncipes ni embajadores, y me siga preguntando, mientras los haya, por qué estos no podrían ser laicos ¡y laicas!

En suma, si mirara el planteo de suspender las relaciones con el Estado Vaticano, me suscita sensaciones encontradas. Por supuesto que estas empiezan con el “suspender”, que significa una “suspensión temporaria” mientras allí no haya un “jefe” como me place (además que, no se ha de olvidar, el Vaticano también es un estado absolutista, no diplomático). En segundo lugar, mi desacuerdo con los “embajadores vaticanos” es en general, no con los de Argentina en particular; por ejemplo, creo que la elección de obispos debería seguir caminos muy diferentes (en los que no puede estar ausente el Pueblo de Dios) y no alguien que la realidad del país en el que fue designado la conoce por “libros” y no por raíces. Finalmente, creo que la propuesta del “prócer” no es sino una expresión más del autoritarismo interno de la agrupación “la libertad avanza” (sic) que propone callar al que piensa diferente con gritos, con insultos o cancelaciones. ¡Linda libertad nos proponen!


Foto tomada de https://cadenaser.com/programa/2018/01/22/la_ventana/1516631155_685896.html

Ana, el canto de una mujer confiada

 

Ana, el canto de una mujer confiada

 Eduardo de la Serna

 


            En un pueblo, llamado Ramatáin, más tarde Ramá y luego Arimatea, un hombre llamado Elcaná estaba casado (1 Samuel 1,1). Tenía dos mujeres, Peniná y Ana (1,2). Ésta era la preferida de Elcaná (1,5), pero no tenía hijos.  Era un hombre religioso y año a año peregrinaba al santuario (1,3). Esto, entre otras cosas, es indicio de que la esterilidad de Ana no era a causa de su infidelidad, sino de otra cosa. “Yavé había cerrado su seno” (1,5), se dice. Como tener hijos era un indicio visible de la bendición de Dios, Peniná se burlaba y ofendía a Ana, tanto que se la presenta como “rival” (1,6). Aparentemente la ofendía especialmente cuando iban al Templo (1,7), seguramente para resaltar que ella era bendecida por Dios, mientras no lo era la otra. La tristeza la embarga a Ana que en las peregrinaciones se negaba a comer (1,7-8).

            Un día, después de haber comido se dirigió al Santuario donde la vio el sacerdote Eli. Ella empezó una intensa oración en medio de la amargura. Como es habitual en Israel, la lamentación o súplica, manifiesta su dolor por alguna/s razón/es, pero se manifiesta tan confiada en la intervención de Dios que suele terminar en alegría confiada. Ana pide un hijo, que sea signo de la bendición y no apariencia de maldición divina, y a su vez pide justicia frente a su rival. Por eso se compromete a entregar a su hijo al templo cuando éste nazca (1,11), será un consagrado. Una escena pintoresca acompaña este voto de Ana. El sacerdote Eli, al no escucharla hablar en voz alta, tal como era la costumbre, piensa que Ana está borracha -como también era la costumbre en las fiestas- y le dice que vaya afuera a vomitar su alcohol (1,14). Esto da pie a Ana a expresar su dolor al sacerdote que la manda en paz y le desea que Dios la escuche (1,17). Esto parece haber llenado de consuelo a Ana, como si Dios mismo le hubiera hablado, y “comió y ya no pareció la misma” (1,18). Ana halló “gracia” ante Dios (Ana quiere decir “gracia”, hanna en hebreo) y Dios “se acordó de Ana” (1,19) que engendró un hijo: Samuel. Como todos los años, Elcaná subió con su familia al santuario, pero Ana permaneció con el niño. Como su promesa era entregarlo al Templo, quería esperar el destete (aproximadamente a los 3 años en aquellos tiempos) para ofrecerlo en la primera ocasión. Así lo hizo y se lo presentó al sacerdote Elí recordándole la conversación que habían tenido entonces.

            Ana, a continuación, entona un cántico (1 Sam 2,1-10) expresando en el Salmo la alegría por la intervención de Dios “porque” (los himnos en la poesía hebrea suelen tener un “porque”). La referencia a los que dicen arrogancias, palabras altaneras, que él juzga las acciones, que Dios quiebra a los fuertes, que la estéril da a luz siete hijos y la madre de hijos queda estéril, levanta del polvo al humilde, y los malos perecen en tinieblas, los rivales quedan quebrantados, pues Yahvé es el que juzga, en este contexto no puede sino referir a Peniná. Lo cierto es que, después de esto, y de que año a año Ana llevaba un vestido a Samuel (2,19), Dios le concedió tener otros tres hijos y dos hijas. Y aquí termina la historia de Ana ya que comienza en adelante a hablarse de su hijo, Samuel.

            Podemos tener presentes varios elementos de esta mujer: la burla de la otra esposa de Elcaná, la ofensa del sacerdote Eli, o incluso el voto y la ofrenda de su hijo que inspirarán después la leyenda de los padres de María – llamados Joaquín y ¡Ana! – presentándola en el Templo. Pero conviene detenernos en otro aspecto: como persona religiosa, Ana confía plenamente en Dios. Llora, se apena, se niega a comer, se lamenta, pero precisamente su confianza en Dios le hace saber que su oración será escuchada. Precisamente, como expresión visible de su bendición, como también lo es en el caso de otras mujeres estériles, matriarcas de Israel, como Sara, o la mamá de Sansón, o lo será luego la mamá del Bautista. Y, por otro lado, también como persona religiosa, al recibir el signo de la bendición no puede sino cantar el agradecimiento a Dios “por” su obra en ella. Es interesante que un salmista, que tomó para su canto una parte del cántico de Ana (Salmo 113,7-8), parece terminar haciendo referencia a ella: “Asienta a la estéril en su casa, como madre feliz con hijos” (v.9).

            Lucas nos narra que otra mujer, llena de “gracia”, también tomará mucho de este cántico para hacer el suyo propio, el Magnificat de María. Ana aparece entonces como una persona que confía que la “gracia” de Dios la acompaña en su vida, y sea en el dolor o en la alegría, en la burla de otros o el cariño, sabe que Dios “se acuerda de ella” y – en esto – él se acuerda de su pueblo.


Imagen tomada de https://www.baamboozle.com/study/227761

miércoles, 18 de octubre de 2023

Des - cubriendo a Thérèse, filme de A. Cavalier (1986)

Des - cubriendo a Thérèse, filme de A. Cavalier (1986)

Eduardo de la Serna


 

El texto que sigue no es un análisis cinematográfico; pretende servir de ayuda para una "lectura teresiana" de la excelente obra cinematográfica de Alain Cavalier, que por haber penetrado en el espíritu de Teresita merece una explicación para que, además de descubrir una extraordinaria película, podamos descubrir a una extraordinaria santa. El texto originalmente fue publicado en la revista Criterio 2022 (1989) 7-11; presentamos aquí una versión corregida.

 La celebración de los 150 años del nacimiento de Teresa, los 100 años de su beatificación, el haber sido reconocida como "personaje" por la UNESCO para los años 2022-2023 y la reciente Exhortación Apostólica del Papa Francisco, C'est la confiance me motivaron a publicar en mi blog este texto viejo a raíz de la película.

La misma se puede ver en https://gloria.tv/post/7Etmq6p6VYof16fwBsGEZ2Dh7#320 

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«Filmar lo invisible es imposible, pero lo ensayo", decía Alain Cavalier. Y ciertamente es difícil mostrar en cine la vida de una contemplativa ¿Cómo mostrar cinematográficamente a una «niña de 24 años, que pasó 9 de su vida en un convento, que no hizo milagros... que no creó cosas ni salió a fundar? Más difícil aún si se trata de una santa tan rodeada de una falsa cáscara de aniñamiento, tan «rosa».

Era común entonces que al morir una carmelita se enviara a todos los Carmelos una breve reseña de su vida. «¿Qué diremos de sor Teresa?», se preguntaba más de una monja, «nada tiene de extraordinario» (algo que encarna sor Aimée en la película en su diálogo final con Teresita). Si nada vieron muchas de sus contemporáneas, ¿Cómo mostrarlo a nuestros contemporáneos en el difícil lenguaje del cine?

No pretendemos hacer aquí un análisis cinematográfico de la cuestión: los 20 minutos de aplausos del festival de Cannes sirven de conclusión sobre su calidad; pero la intensidad con que el autor del filme pudo penetrar en el espíritu de Teresita merece una explicación para que, además de descubrir una extraordinaria película, podamos descubrir una extraordinaria santa.

 

La Historia de la película

 

Son, probablemente, pocos los santos cuya vida pueda resumirse en tan poco espacio como lo es la  vida de Teresa. Ese fue el desafío que enfrentó Cavalier: penetrar el interior de una mística. Una cara conocida de la pantalla no le servía: «Quiero un rostro virgen... hace falta que encuentre un rostro nuevo que tenga una cierta luz interior y, puede ser que tenga una vida espiritual avanzada; que yo no me vea obligado a explicarle todos los detalles. Ahora, yo la busco, no sé cuándo la encontraré, pero que existe, ella existe...», decía el director en un reportaje del 6 de enero de 1983. La historia que quería mostrar era una historia interior, la historia de un alma.

Durante 5 años preparó esta obra, y en innumerables detalles se descubre lo mucho que buscó lograr una buena ambientación. Sin embargo. también, buscó eliminar lodos los detalles que pudieran distraer de su único objetivo: Teresita. La simplificación es notable: las escenas son brochazos, pequeñas pinceladas casi teatrales; la música ausente por completo, al igual que la escenografía; los personajes, casi todos secundarios y casi salidos de una fotografía antigua...

 

La Historia de Cavalier

 

Para los conocedores de la vida de Teresita, lo primero que llama la atención es la intención de Cavalier de evitar una «historia». Se ve, en los más mínimos detalles que la conoce a fondo: el padre es relojero; el formato del cuaderno en que ella escribe; el uso de los relojes de arena; el detalle minucioso de los pies, la espada y bandera que usa en la foto de Juana de Arco; Teresita fue atendida por un médico reemplazante hacia el final de su vida... Los detalles, como decimos, han sido cuidados al extremo, y sin embargo, para evitar toda «lectura histórica» muchos se han cambiado ex profeso: se eliminó la barba del padre de Teresita; la figura exterior de las hermanas y de la madre superiora (María de Gonzaga) es notablemente diferente. Incluso, como diremos más adelante, en algunas actitudes sintetiza en un personaje lo que en la vida real son varios.

Quien quiera ver en la película una historia de la Santa, se verá pronto desilusionado: falta toda referencia a la conversión de Navidad y a la infancia; Leonia, la única hermana no carmelita desaparece por completo; ninguna referencia a Teresita maestra de novicias, a los "hermanos espirituales", al Acto de Ofrenda, a circunstancias internas en la vida del Carmelo, a las últimas conversaciones... Pero esto fue expresamente evitado por Cavalier. Para mostrar lo invisible, debe ocultarse mucho lo visible.

 

La Historia de la priora

 

Mucho se ha escrito sobre la madre María de Gonzaga. Mucho de injusto, mucho de real. Cavalier la presenta como probablemente haya sido: hoy contenta, mañana rígida. Hoy diciendo una cosa y mañana la contraria. Por un lado quiere retener a Teresita cuando ésta le pide ir a un Carmelo de Misión (concretamente Hanoi): «- Ud. será aún más humilde y quiero verlo»; y por otro, le niega una buena atención médica. Por un lado autoriza a Teresita a hablar con sor Lucía, y por otro se lo prohíbe. Por un lado dice que buscará hacerla grande y por otro se lamenta «de haberme ocupado de usted». Así era la madre Gonzaga: una mujer enferma, que no persiguió a Teresa, como se afirmó en su momento sino que hizo difícil la vida a toda la comunidad con su temperamento dominante (paradoja hermosamente mostrada en la escena en que la priora ordena a Paulina que la flagele: humildad y arrogancia conjuntamente). El gato de la priora -al cual se le ha dado más importancia de la necesaria desde M. van der Meersch- aparece como un detalle circunstancial de esta situación comiendo del pescado que Lucía y la Santa limpian, y en el diálogo con el médico cuando revisa a Teresa ya enferma detrás de la reja.

Otro detalle, que nos pone en escena a Lucía (una de las víctimas de la priora en la película), es el momento en que estando en la lavandería, deben limpiar las sábanas que la familia de la priora ensuciaba. Es un hecho conocido que ésta llevaba familiares a dormir en la hospedería y las hermanas debían atenderlas: una vez más, su carácter está mostrado por Cavalier. Es a esta madre a la que Teresita continuamente dice «madre mía» y a la que confiesa su camino, su deseo de ser santa a escondidas... es a ésta de quien sueña que le dejará de regalo su corazón. La obediencia y fidelidad de Thérèse aparecen detrás de la amplia sonrisa de Catherine Mouchet.


La Historia de un padre

 

Más allá del cambio físico al que hicimos referencia, Cavalier sabe de los gustos del Sr. Martin por la pesca y por las peregrinaciones. Al pedirle su hija menor ingresar al Carmelo, su padre exclama: «Señor, tu amor es feroz». Expresa así el dolor que significa desprenderse de otra más de sus hijas. Con Teresa ya son tres, como son tres los frascos de mermelada que debe llevar el padre personalmente al Carmelo porque no entran en la valija de Teresita, y son tres los pescados que, ya paralítico por la esclerosis entrega envueltos en un pañuelo.

La larga y dolorosa enfermedad del padre fue lo que motivó a la menor de las Martin a solicitar y obtener el agregado de «la Santa Faz» a su nombre de «Teresa del Niño Jesús». Así, vemos a la Santa rezando frente a la Santa Faz con motivo de la enfermedad del padre, y llevándole como bálsamo el óleo que alumbraba este cuadro. El dolor por la enfermedad del Sr. Martin llevó a Teresita a reflexionar el texto de Isaías 53, donde el Siervo Sufriente tiene «el rostro oculto tanto que no parecía un hombre». Esta lectura de Teresa se expresa admirablemente en el gesto del padre de ocultarse el rostro con el pañuelo en que llevaba los pescados:  «Pensé que era vergüenza, pero es otra cosa... es su secreto», dice Celina; es el pañuelo de la Verónica.

 

La Historia de una esposa

 

Como un ritmo, varias de las monjas que forman la comunidad, repiten partes del texto del Cantar de los Cantares, uno de los textos preferidos por Teresita (y que según declaraciones de María de la Trinidad en anotaciones al proceso de canonización afirmaba: «Me hubiera gustado comentar: he descubierto en él cosas tan profundas sobre la unión del alma con el Amado»). Es muy importante prestar atención a estos textos ya que son casi como títulos de capítulos de la obra de Cavalier. Podemos decir que las citas del Cantar son la clave de interpretación de las escenas que se están desarrollando: su entrada, los frutos, los dolores, las dudas de fe... Esto ha llevado a uno de los expertos en Teresita a exclamar que la película de Cavalier "es la historia de la Esposa del Cantar" (Descouvemont).

En la escena de la fiesta de Navidad, donde el Carmelo recibe de regalo un niño Jesús (junto con la Santa Faz, las dos imágenes de Jesús preferidas por Teresita), la priora lo presenta como «nuestro esposo-niño». Es el momento en que la alegría de Teresita y Celina las lleva a bailar, y donde vemos a Teresita vendada como ese niño de madera (en su caso, por los sabañones, producto del frío). Es interesante recordar que para Oriente las vendas del Niño Dios en los íconos de Navidad recuerdan las vendas del crucificado muerto; el Niño y el Sufriente, una vez más, están juntos. El Niño Jesús y la Santa Faz son un «esposo de sangre», el Esposo del Cantar, el Esposo del Carmelo.

 

La Historia de Lucía

 

Quizá, para entender bien a la Teresita de Cavalier, no sólo sea conveniente prestar atención a las citas del Cantar de los Cantares, sino también a la figura de la hermana Lucía, la religiosa que termina por dejar el Convento. Sin ninguna duda, podemos afirmar que Lucia es un auténtico «negativo» de Teresita. Esta hermana es un invento de Cavalier, y representa todo lo que la Santa no es. Es la única hermana citada además de la priora, las hermanas de Teresita y sor Aimée, de quien diremos algo más adelante.

Teresita es autorizada a hablar con la hermana Marta de Jesús en el oficio; ello le sirve a Cavalier para un interesante diálogo, en el filme, con Lucía tanto en la limpieza de los pescados como en la primera hemoptisis. Viendo que la Santa no puede soportarla (nueva oración ante la Santa Faz), podemos reconocer en esto a quien ella llama "sor X" en sus manuscritos autobiográficos, alguien a quien Teresa no le tenía simpatía. En la ropería, Lucia afirma a Teresita que será su sombra: en esto nos recuerda a María de la Trinidad, una hermana que quería muchísimo a la Santa, que fue la primera novicia de ésta cuando fue ayudante de maestras y por quien mostró evidente predilección. En  síntesis, Cavalier resume en Lucia una serie de monjas reales y concretas, pero nos presenta en ella expresamente lo que Teresita no quiere ser...

Era  muy común entonces un excesivo amor al sufrimiento. Antes de entrar, Paulina le dice a Teresita: El  sufrimiento abre todas las puertas." a lo que genialmente la Santa responde: «¿No es el amor?». Cilicios, clavos eran comunes, y sor Lucía los usa todos. •- ¿Ud. cree que eso le agrada?" pregunta Teresita. Cuando antes de morir sor Aimée pide a la enferma Teresita un recuerdo, ella no tiene nada: «-Ud. no se queda con nada, lo da todo», por lo que debe conformarse con una uña. En contraposición, Lucia tiene un rincón propio: «-Váyase, ésta es mi casa», le dice a la Santa cuando la va a ver a la ropería. Y cuando decide dejar el Carmelo descubrimos que en un cajón guardaba todo: el traje de su entrada, el ramo con el que entró Teresita y ella se quedó, las sandalias de la frustrada foto de Juana de Arco, y ¡hasta dinero! Incluso resulta interesante verla en plena fiesta de Navidad, mientras todas bailan,  con cara triste, y aferrada a la botella de champagne que les han regalado. La que tenía una linda familia (Teresita) vive en el Carmelo diciéndoles a sus hermanas: "-ya no estamos en casa»; «Ud. es una más», como debe reconocer su hermana María. En cambio, quien no tenía familia (Lucía) no supo encontrarla en el convento.

Las dudas de fe de Lucía no son como las de Teresita ("un muro que sube hasta las estrellas" dirá dos veces la Santa), son similares al agnosticismo de su  tiempo: «estamos detrás de un tipo que murió hace dos mil años, si es que existió». Silencio y sonrisa, y un «si» es toda la respuesta, es la respuesta confiada de la fe.

 

la Historia de una enfermedad

 

Llevada por sor Aimée (en la película y en la vida real) Teresita pasa sus últimos días en la enfermería  del Carmelo. Allí vemos a la Santa en los momentos finales, y a los pies de su lecho de enferma, encontramos a sus hermanas: Paulina trabajando, María buscando distraerla con una ranita, Celina durmiendo en la cama contigua... Allí la tenemos sufriendo por dentro y por fuera.

Por dentro en la crisis de fe que la llevará a decir dos veces que hay «como un muro que se eleva hasta las estrellas». Está imposibilitada de ver el cielo; y esto remarcado con la cita del Cantar de los Cantares: «Abrí a mi amado, pero mi amado se había ido. El alma se me salió a su huida. Lo busqué y no lo hallé, le llamé y no me respondió. Me encontraron los centinelas, los que hacen la ronda en la ciudad. Me golpearon, me hirieron...» (5,6-7). El Amado ha desaparecido, ya no le dice nada. Es un diálogo de amor en silencio. Teresa le cuenta a Celina que reza, y a la pregunta «-¿Qué le dices?», «-nada», responde la enferma; «- ¿y Él?», vuelve a insistir Celina, «-nada» vuelve a responder. Sin embargo, todo el amor queda expresado en pequeños gestos y actitudes, son gestos y actitudes muy de nuestra Santa.

Enfermedad por fuera: la tuberculosis avanza, y el sufrimiento es intolerable; «sufro», exclama en una escena que en seguida comentaremos. Y en medio de tanto dolor, el extraño momento de una caricia a Paulina con el pie, un hecho real que muestra cómo buscó continuamente que su dolor fuera disimulado frente a los demás, cómo buscó ser fuente de alegría y paz... Este hecho, conservado en la tradición oral del Carmelo está insinuado en las Últimas Conversaciones del 16 de julio/5 (nota de la edición crítica). Del mismo modo, son también absolutamente reales la referencia al agua de Lourdes, su pedido de un bocadito de chocolate, la imposibilidad de comulgar por el ahogo, y el hecho de que jamás se le aplicó morfina por prohibición de la M. Priora... Y en medio del sufrimiento, el juego.

 

la Historia de un juego

 

Un partido de damas con Celina es la primera escena que destaca Cavalier, y en ese partido de damas tenemos la escena de Pranzini, el asesino arrepentido. A Teresita le gustaba mucho jugar ¡y ganar! (lo que se ve en la burla de Celina en el partido que comentamos). Es interesante, entonces, que al lograr la conversión de Pranzini, ella exclame «¡lo gané!» (lamentablemente no bien traducido por la transcripción al pie). Nuevamente con Celina, hacia el final, el sufrimiento es atroz (la tuberculosis está tomando el intestino) y ella inventa un juego: «-cuando diga 'sufro' responderás 'tanto mejor'», algo que también encontramos en las Últimas Conversaciones con sor Genoveva (Celina). Es el último juego de Teresita y también gana. Su vida es presentada así, ¡un juego! y quiere ganar, ganar para Él.

 

la Historia de Juana de Arco

 

Juana de Arco no estaba aún beatificada, pero Teresita sintió siempre cerca su presencia. Compuso acerca de ella una obrita teatral en enero de 1894 y otra al año siguiente, conocidas como recreaciones piadosas: la primera lleva el título de «La misión de Juana de Arco, o la pastora de Donremy escuchando sus voces», la segunda, «Juana de Arco cumpliendo su misión». Con motivo de esta última, y ya con Celina en el Carmelo, es que son tomadas las fotos de la representación (probablemente en febrero). Conservamos 5 tomas y se ve que hasta en los detalles de los zapatos Cavalier respetó la fotografía. Pero la enfermedad se declara más tarde y recién en junio de 1897 es llevada (por sor Aimée) a la enfermería. Teresita, muy amiga de Juana de Arco, comparó y deseó una muerte como la suya: «(quisiera) con Juana de Arco, mi hermana querida, pronunciar tu nombre en medio de la hoguera ¡oh, Jesús!» (MsB 3r). Frente a su martirio, Juana exclama, en la citada recreación piadosa: «¡Él es mío... qué dulzura! ¡Todo el cielo es para mí!» (RP 3,27). Incluso, Teresita enferma la cita al hacer referencia a la publicación de su manuscrito (CJ 27.7.6). «Virgen y mártir -exclaman las voces de Juana-, un instante de sufrimiento te conducirá al reposo eterno...».

Al hacer el cambio histórico, y mostrarnos en estrecha relación la enfermedad de Teresa y el martirio de Juana de Arco, descubrimos la relación que hace Cavalier y volvemos la mente a la enferma en una enfermedad leída en «clave-martirio» (recordar el amor al martirio que marcó a la Santa y que la película expresa en la carta de Celina que Teresita lee en voz alta: «un humo blanco se elevó al cielo... ¡Teresa es mártir!»). Pasión de Juana, pasión de Teresa, Sangre de Cristo.

 

la Historia de una misión

 

Al contemplar una estampa del Crucificado, Teresita descubre su vocación de «salvar almas». «Resolví -dice en sus manuscritos- mantenerme constantemente en espíritu al pie de la cruz para recibir el divino rocío que caía, comprendiendo que luego me sería necesario para derramarlo sobre las almas. El grito de Jesús en la cruz: '¡tengo sed!' resonaba continuamente en mi corazón» (MsA 45v). La Carmelita se siente devorada de sed de almas (recordar también su sed en la cama, ya enferma). Es interesante cómo juega Cavalier con la cuestión puesto que, al terminar de leer en el diario la conversión de Pranzini, hace exclamar a Teresita: «¡tengo sed!». Su sed de salvar almas enmarca toda la película, desde el comienzo hasta el final.

A pesar de sus inmensos dolores, Teresita camina y ofrece el sacrificio por un misionero: «camino por un misionero» (DE/MSC 5), exclamará. En la obra la tenemos también caminando, en este caso por Lucía. Ese caminar marcado por la cruz (recordar la escena en la que pisando con su pie la cruz que está al borde de su cama, marca su caminar, "tome la cruz..."; a diferencia de Lucía, que oculta la cruz con su velo) lo hace, lo ofrece por ella. Su vida está enmarcada, al principio y al final por una intensa oración por los demás. Esa es su vida de carmelita, su sed de salvar, de amar a Cristo y hacerlo amar.

 

la Historia de amor

 

En verdad, la vida de Teresa es una vida de amor. Cavalier lo muestra. Toda su crisis de fe parece que la lleva a distanciarse de Jesús... «Él está enamorado de usted», le dirá la Santa a sor Lucía... «haga como yo... gáneselo con caricias». Es en la vida cotidiana, en los acontecimientos de cada momento donde Teresita nos invita a amar a Dios. Es significativa -y a la vez real- la escena donde la enferma abanica la cruz que cuelga de su almohada. Las Últimas Conversaciones (30.7.11) la muestran abanicando la imagen de la Virgen y los santos que tiene prendidos en su cama. Aquí es la cruz. Evidentemente la idea es la misma. Es lo último que hace Teresita en la película. Es ganárselo con caricias. Paulina le pregunta si se reconcilió con Él (nueva referencia a su crisis de fe), a lo que ella responde: «¡está tan solo!». Son las últimas palabras de Teresita en la película. Así, en lo simple y sencillo de lo cotidiano, es como la Santa conquistó el corazón de Jesús. Con caricias, con abanicos, con ternura, con su sonrisa (también importante en la película y la vida de Teresa). Es la misma escena en que acaricia a su hermana con el pie: amor a Dios y a los hermanos en las cosas simples y sencillas: esa es su receta de santidad, es su camino .

 

la Historia de Teresita

 

Como sor Aimée, muchos de los espectadores no entenderemos la santidad de Teresa: «-Usted no tiene luchas». Como siempre, ella contesta con pocas palabras y una sonrisa: «-¿Usted cree?» Ella. en realidad, nos representa a muchos de nosotros, que viendo la obra de Cavalier nos preguntaremos ¿por qué fue santa? ¿qué hizo?

Escenas de su vida aparecen a modo de brochazos en el filme: su servicio delicado a la hermana enferma (sor San Pedro), su atención a la hermana moribunda (la última lágrima de madre Genoveva), la referencia al lavado de pañuelos, la monja que al pasar las cuentas del rosario le impide concentrarse en la oración, quedarse dormida en la oración, la escritura de su biografía (terminada a lápiz por no tener fuerzas para sostener la pluma) ... Muchas aparecen, como dijimos, leve, y otras no tan levemente retocadas: Paulina fue de hecho priora: los cuadernos autobiográficos son dos (el primero a pedido de Paulina priora, el segundo a pedido de la madre María de Gonzaga, ya enferma la Santa: este segundo cuadernos es, en su formato, idéntico al que la priora entrega a Teresa en la película); las fotos -como señalamos- son varias; Teresita escribe poesías (algo insinuado al mostrarla escribiendo)...

«Las carmelitas -afirma Cavalier- están enamoradas de un hombre que no cesa de repetir 'soy la vida', 'soy la vida'. Este hombre cubre, para ellas todos los roles: esposo, padre, hijo... Para conseguir expresar eso, yo he querido salirme del exceso de imágenes y sonidos que me asaltaban en el curso de mis días. Estoy seducido por el placer de darle valor a los rostros, de hacer perceptibles los más íntimos movimientos del alma...».  

Lucía, una vez más, creía poder santificarse con flagelaciones («mi vida es una masacre» llega a decir), con sacrificio personal (recordar la imaginación de su escena del leproso) y por contagio (quiere ser la sombra de Teresita, y llega a beber de su saliva como una manera de comulgar en los sufrimientos) pero olvida algo: el amor. Teresita busca en cambio el amor en los mínimos detalles: una de las escenas más cautivantes, a nuestro juicio, es aquella en la que después de una nueva hemoptisis, se cachetea el rostro, buscando darle color y vida para que nada deje traslucir al exterior su enfermedad, su pasión. Es lo que sor Aimée y muchos de los espectadores no podrán descubrir, y lo que la hace 'meritoria': «Quiero ser una santa a escondidas. Conocida sólo de Jesús». Quiere ir a Dios con las manos vacías, es el «grano de arena» que no hace sombra...

Quien haya buscado una historia, seguramente se retirará defraudado. Quien haya buscado a Teresita probablemente la encuentre. Siempre sonriente, disponible («la hermanita amén», la llaman, según Lucía), hasta cómica (recordar la escena en que imita al gordo médico reemplazante -en la vida real, el Dr. La Neele, marido de Juana Guérin, la prima de Teresita-; es sabido, además, que Teresa era buena imitadora). Cavalier ha consultado -y él mismo lo afirma- una masa de documentos: no hay detalle puesto al azar o «porque sí», lo que hace imposible comentarlos todos. Sin embargo, quienes vayan con espíritu abierto, descubrirán a «la santa más grande de los tiempos modernos» (Pio X), excelentemente presentada por Catherine Mouchet. Presentada a brochazos, de modo que lo exterior no oculte lo interior, lo contemplativo. Palabras como «Totó» (nombre con que de niña llaman a Teresita en la casa, y que es referido a principios y final de la película) o como «Thérèsita» (inexistente en francés -debería ser petite Thérèse- pero fue el primer nombre propuesto para ella antes de entrar al Carmelo en recuerdo de una sobrina de Teresa de Ávila; y que Cavalier lo pone en boca de la priora al comunicarle que no podrá ingresar), nos ubican en un contexto enteramente familiar. Una familia por muchos desconocida (el Carmelo) y a la que Cavalier nos invita a entrar. Sor Lucía, aunque dentro, nunca entró, vivió para ella y no fue feliz; sor Aimée miró desde afuera, y no supo descubrir la impresionante grandeza de la santidad de la nada pequeña Teresita. Nosotros, como espectadores, estamos frente al desafío de reconocer o no el paso de Dios en nuestra vida y la de quienes nos rodean. Estamos invitados a una confianza y un amor extremos en Dios, a un abandonarnos ciegamente en sus manos, y a buscarlo y entregarle nuestro amor en las pequeñas cosas cotidianas.

Mucho se ha escrito sobre santa Teresita. Mucho nada bueno. Se la ha presentado como una santa rosa, infantil y aniñada. Se la ha presentado como una santa "de estampita": se la ha mirado con la mirada de sor Aimée. Pero mucho se ha escrito también viéndola como una gran santa, «la santa más grande de los tiempos modernos». En este grupo puede ubicarse la obra de Cavalier; y quienes busquen en ella una figura, una santa, quedarán con la sensación de haber compartido 90 minutos de su tiempo con Teresita de Lisieux.

 

Foto de la película tomada de https://funatic.es/gb/dvd-bd-films/therese-dvd-new-film