jueves, 30 de junio de 2022

Las causas de una amenaza

Las causas de una amenaza 



Por estar viviendo en medio de campesinos y comprometiéndose con su causa, ayer un cura de Santiago del Estero, Rubén Lasaga, fue amenazado 'por meterse donde no le corresponde', o sea, por acompañar al pueblo campesino que viene siendo avasallado desde hace ya varias décadas. Gracias a Dios, a la lucha de un pueblo y de sus madres abrazadas, pasaron esos tiempos – que cada tanto algunos pretenden revivir – de que “por algo sería” o “en algo andaría” alguien cuando era amenazado o cuando se concretaban las amenazas. El lavado de manos pretendía buscar una causa bien lejana que permitiera simular estar en paz a los que la pronunciaban.

 

Desde siempre en nuestra Patria la pretensión de poseer la tierra o distribuirla fue motivos de conflictos. Cuando las fronteras agropecuarias se expandieron, los espacios ayer despreciados fueron entonces, deseados. Deseados y apropiados. A nadie molestaba ayer que campesinos ocuparan territorios que ellos veían como inservibles. Pero cuando se descubrió que se los podía usufructuar, aunque tierra, agua y aire fueran envenenados, casi mágicamente esa tierra pasó a tener apropiadores. Con la complicidad de los poderes judicial y político, y la manipulación mediática, los que ayer ocupaban tranquila y ancestralmente las tierras hoy pasaron a ser presentados como usurpadores y delincuentes. 

 

Y así fue que campesinos e indígenas fueron desalojados, desplazados y asesinados. Sus tierras apropiadas, sus animales matados, sus pozos envenenados y topadoras y fuerzas de seguridad, legales e ilegales, se hicieron presentes donde ayer estaban ausentes. Muchos campesinos se organizaron, muchos fueron acompañados. Y allí también se hizo presente la fe del pueblo y sus ministros. «La iglesia no puede estar ausente en la causa de los pobres» dijo, una vez, Juan Pablo II. Haciendo suya, entonces, la causa de los campesinos e indígenas, sectores de la Iglesia caminaron, compartieron y padecieron y padecen lo mismo que los olvidados. Que haya movimientos sociales, curas y tantos otros que son amenazados no es sino “a causa” de haber hecho suya “la causa” de las víctimas. Lo “que no le corresponde” a un cura es permanecer indiferente ante el dolor, ante la injusticia, ante la mentira. Sería ser indiferente al Evangelio de Jesús y su causa. Solidarios con los campesinos e indígenas de Santiago del Estero queremos recordarle al poder judicial que su causa es la justicia, al poder ejecutivo, que su causa en el pueblo, a los Medios de comunicación que su causa es la verdad, y a los apropiadores y violentos que ellos son la causa del dolor y el sufrimiento de tantas y tantos. Cuando, con el Papa Francisco insistimos en que todos deben tener Techo, Tierra y Trabajo, de esto estamos hablando. Precisamente.

Grupo de curas en opción por los pobres

29 de junio de 2022

 

¿Qué está pasando?

 ¿Qué está pasando?

Eduardo de la Serna



Ya sabemos, y los medios nos informan casi a diario, de la provincia casi paralela que existe en Santa Fe donde la culpa de todo la tienen los narcos (aunque no pareciera que afectaran a los poderosos de la provincia, lo que sería sospechoso y me hacen acordar a las Maras centroamericanas). Pero también sabemos que hay localidades donde si pasa algo, eso se calla, son intocables. En realidad, basta con mirar las publicidades en radios, televisión o periódicos para saber de quién no van a hablar mal ni críticamente, ¿no, Rodríguez Larreta? Se llama “pauta” que es un modo suave que huele a chantaje.


Lo cierto es que hay otros lugares. Hay un lugar donde, cuando un obispo molesta, se lo sacan de encima. Y después, a otro. Donde un empresario de medios, de apellido cortito y difícil, maneja media provincia desde sus hoteles, donde un empresario de gaseosas maneja la otra mitad, donde campean fuerzas de seguridad ilegales, casi parapoliciales, protegiendo a los poderosos violentando a los débiles, donde un ex jefe de la SIDE se pasea asesorando, donde los aviones rocían casas y escuelas, y no con bendiciones, precisamente, donde los poderes políticos o bien negocian o bien son funcionales, o bien parte del problema. Donde campesinos e indígenas son corridos y vueltos a correr con topadoras y armas hacia fronteras cada vez más fronterizas. Y cuando un cura camina y acompaña, pues, se lo amenaza. Como se ha amenazado por décadas a los débiles, indefensos… víctimas.


¿Qué pasa? En un país donde un ex presidente puede espiar a quien se le antoje y carpetearlo, donde otros poderosos empresarios mediáticos también tienen carpetas, y donde el poder judicial calla, por complicidad o por carpeteado (o por ambas) … pues, ¿qué pasa? ¡Nada! Sencillamente nada. “Esa te la debo” dirá el innecesario sabiendo que, al final, no debe nada. Porque nadie se lo reclamará.


Imagen tomada de https://www.elciudadanoweb.com/entre-rios-si-avanza-en-prohibir-la-utilizacion-del-glifosato/

Jesús ¿“dio la vida”?

Jesús ¿“dio la vida”?

Eduardo de la Serna

 


Estamos muy acostumbrados a escuchar y utilizar la frase “dar la vida” y decimos que “el buen pastor da la vida por sus ovejas”, que “no hay amor más grande que dar la vida por los amigos”, y demás ideas semejantes. Y las repetimos en la actualidad señalando que tal o cual persona (mártires, por ejemplo) dio la vida. Ahora bien, ¿es así? ¿dieron la vida? ¿querían darla? ¿no sería más exacto decir que se las arrebataron? ¿qué dicen los textos bíblicos?

En realidad, podemos destacar tres tipos de textos que hacen referencia a esto.

1.- Marcos 10,45 y su paralelo de Mateo 20,28 dice que “el hijo del hombre no vino a ser servido, sino a servir y dar su vida en rescate por muchos”. La clave, evidentemente, está dada por el término rescate. Rescate es un pago que se da, por ejemplo, para la liberación de presos o esclavos o incluso de la tierra confiscada, pero también algo que se da en reemplazo de… Por ejemplo, ante un nacimiento (de animales o de hijos) se debe dar a Dios un “rescate” (Éxodo 13,13-15; Números 18,15-17), un animal ofrecido en sacrificio “rescata” al nacido. Como éste pertenece a Dios, pero no se lo ha de matar, otro animal lo reemplaza y se da como “rescate”. El texto de Marcos parece jugar este doble sentido (en hebreo kippur parece indicar tanto rescate como expiación), por un lado, Jesús está hablando del esclavo (“servir”), lo que parece la imagen de un esclavo reemplazado por otro (eso también es entregar la vida a cambio de la de otro), y también referencia a la muerte vicaria, “en lugar de” (ver Isaías 53,10-11: “siervo… expiación… por muchos”). Pero no debemos olvidarnos que nos movemos en el campo de la metáfora, sino, deberíamos – como hicieron algunos santos padres – preguntarnos a quién se pagó el rescate, ¿quién era el que retenía a estos muchos (= todos)? [Gregorio Nacianceno y Juan Damasceno afirman que es pago debido a Dios, mientras que Orígenes y Gregorio de Niza que es un pago al diablo]. El tema principal, evidentemente, es que Jesús invierte el esquema patronal poniéndose en el último lugar (no como los jefes que dominan, sino como los esclavos) y en esa solidaridad de Jesús libera a todos ante Dios.

En el Evangelio de Juan encontramos las otras dos variantes.

2.- La primera en 5,21 donde se destaca que Jesús – como el Padre – se revela como “dador de vida”. Dar la vida, en este caso es ser vivificador (como en 6,63 se dice del espíritu), para eso usa el verbo griego zôopoieô (literalmente “hacedor de vida”).

3.- El tercer uso, el más conocido y frecuente, también en Juan, es el del pastor o el amigo, o la intención (fallida) de Pedro que “dan la vida”. En todos estos casos se usan dos términos clave: para decir vida, se usa psyjê y para dar, se utiliza el verbo títhêmi. Veamos: en Juan hay dos términos griegos para decir vida: psyjê (el que aquí encontramos) y zôê (que encontrábamos en el párrafo anterior del “hacedor de vida”). Juan, que es bastante cuidadoso, usa siempre zôê cuando se refiere a la vida divina, vida eterna, mientras que usa psyjê para la vida humana, por lo tanto, la que es posible perder, o quitar… Cuando se dice que Jesús es dador de vida, entonces, es dador de vida divina, cuando se dice que un pastor, por ejemplo “da” la vida, es la vida humana, la cual puede perderse. Pero lo que cuenta, en este caso, es – entonces – el verbo títhêmi. Es un verbo de uso muy frecuente en la Biblia griega, pero veamos – a modo de ejemplo – otros usos en Juan quien lo usa 18 veces: el mejor vino se sirve en primer “lugar” (2,10), Jesús pregunta en qué “lugar” pusieron a Lázaro (11,34), Jesús, en “lugar” del manto se ciñe una toalla para lavar los pies (13,4), Jesús afirma que a los suyos los “puso” para dar frutos (15,16), Pilato “puso” sobre la cruz la inscripción (19,19), Jesús es sepultado en un sepulcro donde nadie había sido “puesto” (19,41.42), María Magdalena afirma no saber dónde han “puesto” el cuerpo de Jesús que no está en la tumba (20,2.13.15). Salvando los párrafos donde se habla, supuestamente, de “dar” la vida, estos son todos los textos en los que Juan utiliza el verbo títhêmi. Como puede verse, el sentido es de lugar. Lo que está señalando Juan, entonces, no es que el pastor o el amigo deben “dar” (= perder) la vida, sino “poner” la propia en defensa de ovejas o amigos. Ante el peligro de los lobos, el pastor se “pone” delante a fin de protegerlas, en un riesgo o peligro, un amigo se pone frente al peligro. Ciertamente, cuando el peligro es grave, ese “ponerse delante” puede significar perder la vida. Y, evidentemente, en el caso de Jesús lo significó. Pero, y acá el tema, no se trata de “dar/entregar” la vida (que hasta podría entenderse, si es algo buscado o querido, como una suerte de suicidio encubierto) sino que arriesga la vida en defensa de la vida de los suyos (lo que es, evidentemente, expresión del “amor más grande” (15,13), del amor “hasta el extremo” (13,1) y por eso Jesús vino a que sus amigos tengan vida (zôê, divina) en abundancia (10,10).

Afirmar que Jesús “dio” la vida no es falso en lo más mínimo. Pero el tema es la actitud, no es lo mismo querer “dar la vida” que el hecho de que esta le sea arrebatada por ponerse en lugar de sus amigos, de “muchos” (= todos), de sus ovejas. Como se ve, al menos en nuestro lenguaje actual, no es feliz decir que Jesús (o quienes fueron martirizados o martirizadas) “dieron la vida”, y – además – corre el riesgo de invisibilizar el gesto solidario del amor extremo, amor que manifiesta el que se pone delante nuestro para protegernos frente al peligro, aunque le “cueste” la vida. Sería más sensato afirmar que, puesto que Jesús es “hacedor / dador de vida”, algunos, los odiadores (que nunca faltan, ayer y hoy) quieren arrebatarles la vida a los amigos de Jesús, y por ellos Él se pone delante del peligro. Por amor, porque de amor se trata.

 

Imagen tomada de https://www.eldiario.es/caballodenietzsche/defensa-lobo-ecofeminismo_132_1967717.html

miércoles, 29 de junio de 2022

Las causas de una amenaza

Las causas de una amenaza



Por estar viviendo en medio de campesinos y comprometiéndose con su causa, ayer un cura de Santiago del Estero, Rubén Lasaga, fue amenazado 'por meterse donde no le corresponde', o sea, por acompañar al pueblo campesino que viene siendo avasallado desde hace ya varias décadas. Gracias a Dios, a la lucha de un pueblo y de sus madres abrazadas, pasaron esos tiempos – que cada tanto algunos pretenden revivir – de que “por algo sería” o “en algo andaría” alguien cuando era amenazado o cuando se concretaban las amenazas. El lavado de manos pretendía buscar una causa bien lejana que permitiera simular estar en paz a los que la pronunciaban.


Desde siempre en nuestra Patria la pretensión de poseer la tierra o distribuirla fue motivos de conflictos. Cuando las fronteras agropecuarias se expandieron, los espacios ayer despreciados fueron entonces, deseados. Deseados y apropiados. A nadie molestaba ayer que campesinos ocuparan territorios que ellos veían como inservibles. Pero cuando se descubrió que se los podía usufructuar, aunque tierra, agua y aire fueran envenenados, casi mágicamente esa tierra pasó a tener apropiadores. Con la complicidad de los poderes judicial y político, y la manipulación mediática, los que ayer ocupaban tranquila y ancestralmente las tierras hoy pasaron a ser presentados como usurpadores y delincuentes. 


Y así fue que campesinos e indígenas fueron desalojados, desplazados y asesinados. Sus tierras apropiadas, sus animales matados, sus pozos envenenados y topadoras y fuerzas de seguridad, legales e ilegales, se hicieron presentes donde ayer estaban ausentes. Muchos campesinos se organizaron, muchos fueron acompañados. Y allí también se hizo presente la fe del pueblo y sus ministros. «La iglesia no puede estar ausente en la causa de los pobres» dijo, una vez, Juan Pablo II. Haciendo suya, entonces, la causa de los campesinos e indígenas, sectores de la Iglesia caminaron, compartieron y padecieron y padecen lo mismo que los olvidados. Que haya movimientos sociales, curas y tantos otros que son amenazados no es sino “a causa” de haber hecho suya “la causa” de las víctimas. Lo “que no le corresponde” a un cura es permanecer indiferente ante el dolor, ante la injusticia, ante la mentira. Sería ser indiferente al Evangelio de Jesús y su causa. Solidarios con los campesinos e indígenas de Santiago del Estero queremos recordarle al poder judicial que su causa es la justicia, al poder ejecutivo, que su causa en el pueblo, a los Medios de comunicación que su causa es la verdad, y a los apropiadores y violentos que ellos son la causa del dolor y el sufrimiento de tantas y tantos. Cuando, con el Papa Francisco insistimos en que todos deben tener Techo, Tierra y Trabajo, de esto estamos hablando. Precisamente.

Grupo de curas en opción por los pobres

29 de junio de 2022

La muerte y la tierra

La muerte y la tierra

Eduardo de la Serna



Desde hace mucho, mucho tiempo, en la Iglesia latinoamericana hemos empezado a pensar, y aportar a partir del tema de los y las mártires. Para ser precisos, el tema, por un lado, no es exclusivamente cristiano, y empezó a pensarse teológicamente en la literatura apocalíptica cuando el imperio griego empezó a matar a aquellos y aquellas judíos y judías que querían mantenerse fieles a sus costumbres y su praxis religiosa. En el cristianismo, y especialmente – aunque no solamente, también en la literatura apocalíptica – ocurrió lo mismo a partir de que el imperio romano empezó a matar a cristianos por serlo. Para entenderlo bien, tanto griegos como romanos no podían entender a judíos y cristianos, por ejemplo, por no aceptar los criterios religiosos (es decir “civiles”) de reconocer o valorar las costumbres imperiales entre ellas el reconocimiento soberano del emperador de turno. Judíos y cristianos podían aceptar o tolerar el imperio, pero dar culto al emperador como a un dios ya era excesivo. Y muchos no estuvieron dispuestos a hacerlo. Y fueron asesinados por eso. El ejemplo (“testimonio”, que en griego se dice martyría), por otro lado, fue importante para los que lo veían. Por eso en el s. II Tertuliano dirá que “la sangre de los mártires es semilla de cristianos”. Hoy se dice que fueron “sembrados”.

El reconocimiento de los martirios en América Latina chocó, en su momento, con una estructura eclesiástica que parecía más cerca de los matadores que de los matados. Ideológicamente los acusaban de ideologizados. Y entonces, éramos testigos de que se reconocía los martirios provocados por el nazismo, por el marxismo, o hasta por conflictos étnicos, pero no a los “nuestros”. Hubo que esperar que el tiempo hiciera su trabajo para que se pudiera empezar a reconocerlos.

Pero, y acá un tema importante, eran reconocidos y nombrados los mártires porque habían sido obispos, curas, religiosas y religiosos, y, en ocasiones, catequistas. Pero los miles y miles de campesinos asesinados permanecían y permanecen en el anonimato. Los y las nadies. Es verdad que, en su gran mayoría, estos mártires nombrados y reconocidos lo fueron por quedar del lado de los nadies, y al menos sirve para pensar desde “un lugar” y ponerse en ese “lugar”. Y ese lugar, en una enorme cantidad de veces, casi excluyente, es desde la tierra.

Resulta que a la tierra hay quienes se la apropian. Legal o ilegalmente. No les importa. Cuando antes que “nadie” estuviera, ya estaban los indígenas, y alguien, porque tuvo el poder de la pólvora y la fuerza de una alambrada, decidió que, ahora, esa tierra es “nuestra”. Es curioso… en la Campaña al desierto se desalojó, mató, esclavizó, desplazó a toda la población indígena y esas tierras fueron “vendidas” o “donadas” a los que habían financiado la campaña (lo de la propiedad privada vino después, cuando era privada de ellos que habían privado a los indígenas de lo suyo). Y cuando hoy, sus descendientes, que son su sangre y su memoria, reclaman, un político – del que sus dichos no extrañan – sugiere meterles bala. Bala otra vez. Cuando los campesinos del norte, sea el este o el oeste reclaman, pues hay un poder judicial siempre oportuno; y siempre “oportuno” para los mismos. Cuando unos campesinos en el centro reclaman, pues se les incendian los ranchos, se envenenan sus pozos y se matan sus animales, para que aprendan. ¡Vamos! Y, cuando, algunos curas, religiosos o religiosas están de su lado, pues se los difama, que para eso están “los Medios”, o directamente se los amenaza, que para eso están los Sicarios (si los Medios no son sicarios de otro modo).

Valga este párrafo para el amigo y hermano Rubén, amenazado sencillamente por estar con la gente y quedar de su lado. Porque lo que a ellos les ocurre en el día a día se derrama (ese derrame sí existe) sobre los que están. Valga como abrazo para tantas y tantos campesinos despojados y envenenados. Y valga como reclamo para exigir justicia, aunque eso – es cada vez más evidente – en nuestra Patria es una ficción y una caricatura.


Foto del Mocase tomada de https://rmr.fm/noticias/mocase-exige-libertad-para-campesinos-que-intentaron-frenar-desmontes/

Solidaridad con Milagro Sala

Solidaridad con Milagro Sala



Desde el comienzo de la injusta prisión de Milagro Sala, como grupo nos hemos manifestado en contra de su detención como presa política. Prisión de ella y de sus compañeros y compañeras. Seguimos manifestando nuestro repudio a su prisión con el cambio de gobierno que parece no enterarse que hay presos y presas por razones políticas. Ahora Milagro debió ser internada, y, como manifestación obscena de la impunidad que lo caracteriza, el gobernador de la provincia de Jujuy, ha dispuesto una guardia armada en la terapia intermedia. Lamentablemente nos vamos habituando a que la justicia sea algo ausente en nuestra Patria. Habituando sí, acostumbrarnos ¡jamás! Seguimos reclamando por un poder judicial independiente, en Jujuy y en toda la Nación. Y seguimos e insistimos en anunciar que nunca habrá verdadera democracia sin justicia, nunca con esta justicia ausente. Nunca con un poder judicial manejado a su arbitrio por los que ostentan un poder soberano y se erigen en señores por encima de las leyes y de los y las habitantes de la Patria. Por eso exigimos, una vez más la libertad de Milagro Sala y todos los compañeros y compañeras encarcelados por razones políticas.


Grupo de curas en opción por los pobres

28 de junio de 2022

martes, 28 de junio de 2022

Comentario a las lecturas bíblicas, domingo 14º C

 La paz y la vida son signo de que Dios está reinando y debemos ser testigos

DOMINGO decimocuarto - "C"


Eduardo de la Serna




Lectura del libro del profeta Isaías 66, 10-14


Resumen: en un canto muy armado, el discípulo de Isaías manifiesta su alegría desbordante por la intervención maternal de Dios en su historia llenándolo de sus dones que se manifiestan como abundancia y como paz.


Como corresponde a la poesía, no siempre es fácil encontrar una buena traducción a los juegos de palabras, las asonancias, los sinónimos. Y el texto de la liturgia de hoy es clara y bellamente poético. En 66,18 el tono pasa claramente a prosa, por lo que la unidad finaliza allí (además de la conclusiva “oráculo de Yahvé” de v.17), del mismo modo que la prosa de v.5ab marca el comienzo. En v.10 cambia el enfoque y ya no habla de Yahvé (5c-9) sino de Jerusalén. El v.14 concluye con la idea del “gozo”, como veremos y anuncia la siguiente parte del verso que refiere a los adversarios de Dios (vv.15-17). De todos modos, el texto es uniforme: la idea de la “gloria” (kabod) (verbo, v.5; sustantivo, vv.11.12.18.19); los enemigos (vv.6.15) y particularmente el campo semántico de la maternidad: “dolores… dio a luz… parto” (v.7), “dar a luz, nacimiento, dolores” (v.8), “abrir el seno... dar a luz” (v.9), “mamar… saciarse... chupar… pechos” (v.11), “alimentados, llevados en brazos, acariciados, en las rodillas” (v.12), “como una madre” (v.13). Lo que se destaca es la gestación (anticipada) de un pueblo (v.8), Jerusalén, entonces (vv.10-14) es destacada en cuanto representación del pueblo mismo. La finalización con la referencia a los enemigos alude a los que no siguen los caminos de Yahvé.

En el texto de la liturgia, el centro está dado por los términos que refieren a la “alegría”: tres términos se encuentran en el v.10, “alégrense” [samah], “regocíjense” [gîl], “gocen [sisû] de gozo [masôs]”, y v.14 [sûs]. Y podemos incluir también el “consuelo”: v.11 [tanaûm], o la “compasión” v.13, (3 veces [naham]). Otro elemento recurrente es la abundancia: “todos” [kal] se repite (vv.10 x2, 16), “llenos” (v.10; literalmente “exultantes con exultación”), “hartos [saba’], deleite [‘anûg], abundancia [kabôd]” (v.11), “desbordante [sataf]… abundante [kabôd; en estos casos parece que es conveniente traducirlos por “abundancia” más que por “gloria”, que es otra acepción del término]” (v.12). Todas estas imágenes, compuestas poéticamente destacan la alegría por la abundancia de Jerusalén. Pero veamos algunos elementos:

La escena es doméstica, en el seno de un hogar una madre da a luz antes de lo esperado (v.7), el clima es de ternura (amamantar, acariciar, rodillas…) y –especialmente- de alegría. La alegría es un tema recurrente en el Tercer Isaías (56,7; 60,18; 61,3.7.10; 65,13-19); pero  este nacimiento es el de un pueblo (v.8), y la madre ¡es Yahvé! (v.13; la imagen materna y femenina de Dios es recurrente en el discípulo de Isaías: ver cf. 42,14; 45,10; 49,15). La alegría es a causa de la nueva Jerusalén y su prosperidad, es el contraste entre la alegría y el duelo que hacían por ella (v.10). Ante una ciudad que vuelve a comenzar después del exilio; que había sido devastada, destruida, la imagen del nacimiento no sólo refiere a que Israel (y su ciudad capital) es re-creada, sino también que será poblada (ver el tema en 49,20-21; 54,1-4), estará “rebozante” de hijos y de abundancia. 

Este amamantamiento de los hijos es imagen de serenidad y de paz; la promesa del consuelo /compasión cierra lo comenzado en 40,1 (libro de la consolación). En esta ciudad renovada la paz (shalôm) será abundante como un río, y también lo será la prosperidad (kabôd) de las naciones. La paz alude al mismo nombre de la ciudad (Jerusalén termina con las mismas consonantes de shalom; ver Sal 122, especialmente vv.6-8). 

Pero la otra cara es el juicio a los enemigos. Por un lado tenemos la ternura y el consuelo de Dios, su “mano”, y en contraposición su ira a los enemigos (notar la llama y la espada, vv.15-16; y amenaza a los que practican ritos prohibidos v.17).



Lectura de la carta a los Gálatas 6, 14-18


Resumen: Pablo concluye la carta a los Gálatas pero –extrañamente- retoma y sintetiza todo el tema que ha desarrollado. Unos adversarios han predicado la circuncisión, y Pablo les dice que eso no cuenta, que lo que cuenta es Cristo, y que quién se deje modelar por Cristo ese tal recibe paz, misericordia y gracia, ese tal es el Israel de Dios, que nace por la circuncisión del corazón.


El fragmento que nos propone la liturgia es una pequeña parte –la final- del último párrafo de la exhortación de la carta (6,1-18). En realidad, esta parte parece comenzar en el v.11 con una suerte de “firma” de Pablo (si la carta es escrita –como muchas- por intermedio de un secretario, es habitual esta especia de “autógrafo”, ver 1 Cor 16,21; cf. Col 4,18; 2 Tes 3,17). Luego de esto, retoma el conflicto con los adversarios que se encuentra en toda la carta, en este caso volviendo sobre el tema de la circuncisión (el término lo encontramos repetido en vv.12.13 y 15). Pero veamos qué señala aquí Pablo en este tema sobre los adversarios en relación a la comunidad (vv.12-13):

         a. la “carne”

          b. circuncisión

               c. la cruz

                    d. se jactan en la carne de ustedes

 Esto es lo que dice de los adversarios en relación a la comunidad, y a continuación señalará la relación de él mismo con la comunidad en estos términos, y el orden por momentos parece inverso (vv.14-18):

                     d’. me jacto en la cruz

               c’. un crucificado

          b’. circuncisión ni incircuncisión

     a’. nueva creación


Es esta segunda parte, la relación entre Pablo y la comunidad la que la liturgia presenta hoy. Sin embargo, notemos antes algunos elementos de la primera parte que ayudan a una mejor comprensión de la segunda:

Señalar que los “fuerzan” a circuncidarse es paradójico en esta carta ya que en Pablo 2,3 afirma que Tito no fue “forzado” a circuncidarse por los presentes (que parece referir a Santiago, Cefas y Juan, cf. 2,6.9), y en el conflicto con Pedro (2,14) lo que Pablo le cuestiona es que “fuerza a los paganos a judaizar”, es decir, actuar como judíos siendo que él vive como no judío. El verbo, entonces (cf. 2 Cor 12,11) está en la carta en contexto del debate por la circuncisión, precisamente. Estos adversarios, entonces, hacen lo contrario de lo que los importantes de Jerusalén decidieron. El único motivo de este “forzar” es evitar la “persecución por la cruz”. Pablo insiste en orar por los perseguidores (Rom 14,19; 1 Cor 4,12), pero a su vez recuerda que él mismo fue “perseguidor” (1 Cor 15,9; Ga 1,13.23; Fil 3,6) y es perseguido en el presente (2 Cor 4,9; Ga 5,11) y también lo son sus comunidades (Ga 4,29) mientras él mismo persigue ahora a Cristo pero para alcanzarlo y seguirlo (Fil 3,12.14). La circuncisión evitaría la persecución de parte de los judíos (aunque no nos quede claro en qué podría consistir ésta en territorio gálata, o qué gravedad podría tener). 

Pero lo único que le interesa a estos tales es jactarse (kaujáomai) “en la carne de ustedes”.

En cambio Pablo (y aquí comienza el texto litúrgico) afirma que sólo se jactará en la cruz de Cristo. El verbo kaujáomai es sumamente importante en Pablo (lamentablemente no es fácil descubrirlo en las traducciones que a veces prefieren “gloriarse” en lugar de jactarse. Lo encontramos 37x en el NT y salvo 2x en Sgo y 1x en Ef, siempre en Pablo (particularmente en 2 Corintios, 20x). El tema central es que una persona o colectivo pone su fuerza, su atención, “se gloría” en algo, pero para Pablo depende qué es ese algo, para que esa actitud sea sensata o necia. Para él sólo tiene sentido jactarse en Dios, en Cristo, o allí donde Cristo aparece transparente ante los ojos de la humanidad. Por eso, jactarse en cosas (aun buenas) es necio, “el que se jacte, que se jacte en el Señor” (1 Cor 1,31; 2 Cor 10,17); jactarse de la pertenencia al pueblo de la alianza, o de la circuncisión, es jactarse “en la carne” y eso es absurdo a los ojos de Pablo (ver 2 Cor 11,18). En cambio, jactarse en la propia debilidad (2 Cor 11,30; 12,5) manifiesta ante todos la fortaleza de Cristo (12,9). Así Pablo se gloría en la cruz, y en aparecer a los ojos del mundo como “crucificado”. 

El “crucificado para el mundo” no es conveniente entender el término “mundo” en sentido joánico; en el Cuarto Evangelio el “mundo” es –en general- el conjunto adversario de Jesús, por eso el diablo es el “príncipe de este mundo” (12,31; 14,30; 16,11), por eso el mundo no conoció a la palabra de Dios (1,10) y aborrece a Jesús (7,7; 15,18), a su espíritu (14,17) y a los discípulos (15,19; 16,33; 17,14), que no es –por tanto- de “este mundo” (8,23) ni lo son sus discípulos (17,16), como su reino “no es de este mundo” (18,36) y él ha “vencido al mundo” (16,33). En Pablo, en cambio, “mundo” es la generalidad (en el sentido de “todo el mundo”), lo cual implica en ocasiones la maldad “del mundo”, pero no es intrínsecamente perverso como parece serlo por momentos en Juan. Es decir, Pablo aparece como crucificado a los ojos “de toda la humanidad”. Si Pablo y el mundo están crucificados el uno para el otro, entonces están muertos. Se debe leer esto en clave escatológica (cf. 2,20, “he muerto a la ley”; “crucificó la carne con sus pasiones y deseos”, 5,24). 

Estando incorporado en la novedad que trae Cristo, para Pablo ya nada cuenta (ni la circuncisión ni la incircuncisión), sólo cuenta la “nueva creación”. Pero veamos brevemente: la circuncisión era el rito necesario de incorporación a Israel. Los pequeños eran circuncidados a los 8 días de su nacimiento (cf. Lc 1,59; 2,21), incluso cuando algún adulto se convertía y quería incorporarse a Israel, luego de un “bautismo de purificación”, debía circuncidarse (estos eran llamados prosélitos). Pero ya el A.T. había hablado que no era sólo cuestión de circuncisión “física” (“en la carne”) sino que era necesaria una circuncisión “del corazón”. No que se anunciara una nueva circuncisión alternativa, sino que se destacaba que ser miembro del pueblo de Dios no era cosa “ritual” sino que debía manifestarse en las opciones de vida (“corazón”). 

Es posible que en el trasfondo de este texto paulino (como parece estarlo en el citado 1 Cor 1,31; 2 Cor 10,17) haya alusión a Jer 9,23-26:

«Así dice el Señor: No se gloríe el sabio de su saber, no se gloríe el soldado de su valor, no se gloríe el rico de su riqueza; quien quiera gloriarse, que se gloríe de esto: de conocer y comprender que soy el Señor, que en la tierra establece la lealtad, el derecho y la justicia y se complace en ellos –oráculo del Señor–. Miren que llegan días –oráculo del Señor– en que pediré cuentas a todo circunciso: a Egipto, Judá, Edom, Amón, Moab y a los beduinos de cabeza rapada. Porque todos, lo mismo que Israel, son incircuncisos de corazón».

Sobre la circuncisión del corazón, cf. Jer 9,23-25 (la Biblia griega lee “incircuncisos de carne”, de las naciones y “circuncisos de corazón” de Israel). La unión de Jer 23,23-24 a vv.25-26 remarca dónde se pone la jactancia de la que se ha hablado. [Entre paréntesis, notar que el texto pone a Judá entra las naciones]. El contraste jactarse en la carne - jactarse en el Señor se relaciona en la carta con circuncisión – incircuncisión. La circuncisión que vale es la del corazón: Deut 10:16; 30:6; Jer 4:4; Rom 2:28-29; Col 2:11-13. La nueva creación es “en Cristo” (2 Cor 5,17; cf. Rom 8,19-22); es que “en Cristo” ya no hay judío, ni griego… (3,28); cf. Is 65,17-25; 66,22. No cuenta circuncisión ni incircuncisión (v.15 = 5,6). Hay, de todos modos, un contraste entre Is 66,23 y Ga 4,10 ya que la novedad de Isaías implica cierta continuidad (litúrgica y ritual, por ejemplo) que Pablo no tiene en cuenta. Un texto ilustrativo es el citado 2 Cor 5,17: “el que está en Cristo es una nueva creación”; estar “en Cristo” es el ámbito, la novedad; es estando “en Cristo” que no cuenta todo lo antiguo (circuncisión - no circuncisión).

La “regla” (kanôn) es lo que revela al cristiano genuino. Es interesante que Flavio Josefo identifica “kanôn” y ley (nomos), mientras que aquí Pablo parece moverse por andariveles distintos (¿será que esta regla la “ley de Cristo” diferente de la Ley?, cf. 6,2; 1 Cor 9,21). El Israel de Dios son los que adhieren a esta nueva creación; no se refiere al “Israel de la carne”, sino que lo dice en relación a Cristo. Si empezaba toda la carta con un “anatema” (1,6-9) a los gálatas por seguir otro evangelio que estos adversarios les han predicado; ahora concluye con “paz y misericordia” a los que “se sometan a esta regla” (v.16). La “paz a Israel” es algo habitual en las familias y hogares y en su oración: (Sal 125:5; 128:6; Salmos de Salomón. 4:25; 6:6; 8:27-28; 9:8; 11:9; 13:12; 16:6; 17:45; 18:5; y en Qumrán, 11QPsa 23:11). Una clásica oración judía de este tiempo decía: “Que la paz… y la misericordia… esté con nosotros y con todo Israel tu pueblo” (Shemoneh Eshre). Cf. Is 54,10 (vv.11-12 “nueva creación”); Jer 16,5; Sal 85,10 (y Jubileos 22,8; y Qumrán, 1QH 13,5. 

Los adversarios de Pablo no han sacado todas las consecuencias de la cruz… su centralismo les impide entender que las fronteras de Israel se han expandido (ya no el Israel según la carne; 1 Cor 10,18). Israel es lo que cuenta, pero hay un modo “nuevo” de ser Israel (no implica un “nuevo Israel; cf. Fil 3,3; Ga 3,29). Hay que evitar algunos malentendidos en esto: Pablo no parece estar pensando en un “nuevo Israel” como sería propio de la teología de Mateo, y tampoco en el “cristianismo” como alternativo, o superador de Israel (la palabra “cristianismo” no existe hasta el s.II y el término “cristiano” Pablo jamás lo utiliza). Siendo que algunos profetas habían señalado que las fronteras de Israel se expandirían con las “naciones” que aceptaran a Dios (cf. Is 60,1-22), para Pablo esto viene dado con los “tiempos nuevos” iniciados “en Cristo”, con la donación de su “espíritu”. Todos aquellos que acepten esta novedad serán incluidos en Israel. Pero aquellos que no lo acepten, siguen siendo el “Israel según la carne” [recordar que Pablo establece un contraste entre “carne” y “espíritu” que remarca la aceptación o no de los nuevos tiempos inaugurados por la resurrección de Cristo]. Algo semejante señala en Ga 4,21-31 en la alegoría con las dos mujeres de Abraham, Agar y Sara y las dos alianzas que esto implica, la del Sinaí, la Jerusalén actual, y la Jerusalén “de arriba”.

La identificación con los sufrimientos de Cristo es la garantía del apostolado: (Rom 8:17; 2 Cor 1:5; 4:8-10; Fil 3:10; Col 1:24); es un tema clave en Pablo. Mientras algunos se “jactan” de su ser “judíos”, o de la vinculación con los apóstoles, Pablo –coherente con lo que hemos dicho- se jactará de su debilidad, de su asemejarse al Crucificado (2 Cor 6,4-10; 11,21-33); es en esto donde Pablo puede “mostrar” ser verdadero apóstol, no en las cosas en las que habitualmente se jactan los adversarios. 

Las señales (stigmata) que Pablo lleva parecen aludir a marcas son tatuajes o marcas de esclavitud, al estilo de las “marcas de ganado” (¿está aludiendo a que se siente esclavo de Cristo?); Pablo quiere ser identificado con la única marca de la nueva creación, la cruz (es decir, no la circuncisión). En realidad Pablo no alude a la circuncisión como otra “marca” y mostrar así la cruz como alternativa, pero no parece improbable que la circuncisión sea vista aquí también como marca. Lo cierto es que la identificación con la cruz, de la que los adversarios huyen, es lo que Pablo elige que lo marque, y de eso se jacta.

Finalmente termina otorgando la gracia con el “espíritu”, lo que es razonable si están en este nuevo tiempo. El espíritu (y la gracia) es todo lo contrario a la circuncisión, característica de “la carne”, del Israel que no ha sacado las consecuencias de su Ley y no la cumple. Los destinatarios (como en 6,1) son calificados de “hermanos”, y se refiere a los hermanos en la fe (6,10). “Amén” es una característica frase conclusiva en doxologías (Rom 1,25; 9,5; 11,36; 15,33; 16,27; Ga 1,5; Fil 4,20; 1 Tes 3,13).

Señalemos una pequeña nota conclusiva: no es común en las cartas de Pablo después de haber terminado un tema que lo retome en la conclusión de las cartas; allí suele haber doxologías (Rom 16,25-27; Flm 25), o saludos (Rom 16; 1 Cor 16; Fil 4,2-3.21-23; 1 Tes 5,23-28; Flm 23-24, cosa ausente en esta carta (salvo el Amén, como se ha dicho). En ese sentido, también es extraño que una carta de Pablo no tenga “acción de gracias” en el comienzo (ver Rom 1,8; 1 Cor 1,4; Fil 1,3; 1 Tes 1,2; Flm 4). Esta carta, entonces, es diferente en su conformación a las restantes de Pablo lo cual revela la libertad con que se mueve en la composición. Como se dice, es extraño que tenga una conclusión donde retoma el tema central de la carta y por tanto parece que se la puede considerar –entonces- como clave para entender toda la carta.



+ Evangelio según san Lucas 10, 1-12. 17-20


Resumen: Jesús envía un grupo más grande que los doce, envía Setenta y dos, que es el número de los pueblos al finalizar el diluvio. Lucas quiere mostrar que el Evangelio no sólo debe llegar a Israel (los Doce, como los hijos de Jacob) sino a todos los pueblos. Y los enviados deben ser testigos del reino, de la paz y del triunfo definitivo de Dios sobre el mal en la historia.


Habiendo comenzado el largo viaje de Jesús a Jerusalén, Jesús decide enviar mensajeros delante de él. Ya lo había hecho en 9,1-6 pero en este caso los enviados eran los Doce y aquí se alude a un grupo mayor. En general se piensa que el primero remite a Marcos como fuente, pero Lucas elige ampliar la idea con un nuevo envío más importante, este tomado del documento Q. Hay elementos en común entre ambos relatos, y también novedades. Veamos simplemente a modo ilustrativo:


Lc 9,1-6
Lc 10,1-12
Convocando a los Doce, les dio autoridad y poder sobre todos los demonios, y para curar enfermedades;
y los envió a proclamar el Reino de Dios y a curar.
Después de esto, designó el Señor a otros Setenta (y dos),

y los envió de dos en dos delante de sí, a todas las ciudades y sitios a donde él había de ir.
Y les dijo:




«No tomen nada para el camino, ni bastón, ni alforja, ni pan, ni plata; ni tengan dos túnicas cada uno.
Y les dijo: «La mies es mucha, y los obreros pocos. Rueguen, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies. Vayan; miren que los envío como corderos en medio de lobos.


No lleven bolsa, ni alforja, ni sandalias. Y no saluden a nadie en el camino.
Cuando entren en una casa,


quédense en ella hasta que se marchen de allí.
En la casa en que entren, digan primero: «Paz a esta casa.» Y si hubiere allí un hijo de paz, la paz reposará sobre él; si no, se volverá a ustedes. Permanezcan en la misma casa, comiendo y bebiendo lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No vayan de casa en casa.

En la ciudad en que entren y los reciban, coman lo que les pongan; curen los enfermos que haya en ella, y díganles: «El Reino de Dios está cerca de ustedes.»
En cuanto a los que no los reciban,
saliendo de aquella ciudad,
sacudan el polvo de sus pies en testimonio contra ellos».
En la ciudad en que entren y no los reciban, salgan a sus plazas y digan: 
«Hasta el polvo de su ciudad que se nos ha pegado a los pies, lo sacudimos. Pero sepan, con todo, que el Reino de Dios está cerca.» Les digo que en aquel Día habrá menos rigor para Sodoma que para aquella ciudad.
Saliendo, pues, recorrían los pueblos, anunciando la Buena Nueva y curando por todas partes.

            


Como se ve, aunque el esquema es semejante y la idea también, hay algunas notas interesantes para destacar: si bien empieza señalando la llegada del misionero a una casa, enseguida el acento está puesto en la ciudad (que recibe o no), el envío es “de dos en dos” (quizás para que el testimonio que darán sea valedero, ver Dt 17,6; 19,15, ya que no deben  predicarse a sí mismos sino ser “testigos”, ver 24,48), el pedido al dueño de la mies y el envío como corderos en medio de lobos remarca una nota de conflicto evidente (aunque en la era de la paz [Is 11,6] el lobo y el cordero serán vecinos; [ver 65,25]). La indicación de lo que no deben llevar es diferente, incluyendo que no deben saludar a nadie por el camino, lo que deben hacer en la casa a la que lleguen es donar la paz, aunque en las ciudades que los reciban o no repetirán la proximidad del Reino de Dios.

La novedad principal de este texto, sin embargo, viene dado por el número importante de enviados. Algunos manuscritos hablan de 70 y otros de 72. No es fácil decidirse. Si se tratara de 70, parecería aludir a los 70 ancianos que son delegados para ayudar a Moisés en su ministerio (Núm 11,16-25), aunque dos quedaron en el campamento (11,26-30) ¿suman 72? ¿O por 72 refiere a las tribus paganas surgidas a partir del diluvio? (Gen 10,2-31 que son 70 pueblos en la Biblia hebrea y 72 en la griega). Lo cierto es que sea lo que fuere es evidente que este número grande alude a la misión más amplia de las fronteras de Israel, es decir –y es tema propio de Lucas, como se sabe- la misión a los paganos. Así como la misión a Israel hace referencia a los Doce, aquí se nos prepara el camino para la misión a los no judíos.

Algunos elementos son característicos de este texto: como en el texto de Lc 9, la misión es pobre, y los misioneros deben serlo. Pero destacan aquí tres elementos nuevos:

     1. No saludar a nadie en el camino, ya que la misión es perentoria, y no pueden perder tiempo en los interminables saludos orientales.
     2. La idea de la “mies” también es indicio de la inminencia del anuncio. El tema ya se encontraba en los profetas (Is 33,11; 41,15-16; Jr 13,24; 51,2.33; Am 9,9; Jl 4,13) y fue retomado por el Bautista (3,16-17).
     3. La referencia al lobo y el cordero es imagen del pecador y el piadoso que no deben juntarse (Eclo 13,17), lo que contrasta claramente con la paz, como se ha dicho.

Dos breves notas:

a. La mies y el pedido al “dueño de la mies” se ha utilizado como texto “vocacional”, es decir “pedir a Dios vocaciones para determinado ministerio o comunidad”; sin embargo es importante notar que se está hablando de “obreros” de la predicación del reino; es decir, lo que se está pidiendo es que el grupo de discípulos de Jesús crezca para que el reino sea anunciado y ya no sean “setenta y dos” sino multitudes las que anuncien al mundo la paz y el reino.

b. La “paz” (en hebreo shalôm, en griego eirênê; que se encuentra en las 3 lecturas del día) no es simplemente ausencia de conflicto. Por eso contrasta con la “paz” de “este mundo”, es decir la pax romana que es la imposición imperial de guardar el orden. Para el mundo semita, el Shalom es un estado de plenitud (y en ese sentido debe entenderse también en el N.T. que es semita). La paz es el deseo (o la concreción) de que los destinatarios “estén bien, vivan bien, sean felices”. En ese sentido, “Shalom/eirênê" se parece más a plena felicidad que a lo que entre nosotros se entiende habitualmente por paz.

A este envío, le sigue una lamentación por las ciudades que no han escuchado el paso de Dios por sus vidas, que finaliza con el dicho: “el que a ustedes escucha, a mí me escucha; el que a ustedes rechaza, a mí me rechaza” [vv.13-16; dicho que se puede encontrar en otros evangelios de modo positivo (Mt 10,40; 18,5; Jn 13,20) o negativo (Jn 5,23)], y que está omitido por la liturgia que retoma con el regreso de los setenta (y dos) y una conclusión.

El mismo poder de Jesús sobre los demonios se ha manifestado en los misioneros que vuelven. Jesús afirma haber “visto a Satanás caer” (v.18). El enfrentamiento de dos reinos, el de Dios y el de Satanás es frecuente en Lucas, particularmente en los textos que sólo son de este Evangelio y hacen referencia al diablo / Satanás (cf. 4,6; 10,18; 13,16; 22,3.31), el Reino que Jesús predica e inaugura está en conflicto con aquel que simboliza la búsqueda sistemática de hacer el mal, de oponerse a la voluntad de Dios. Por eso Pedro sintetiza el ministerio de Jesús en Hechos como el de quien “pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el diablo” (10, 38). Ese “hacer el mal” está expresado en las “serpientes y escorpiones” (v.19; ver Dt 8,15) que los discípulos pisarán sin daño. El dominio del mal está llegando a su fin con la venida del reino. En el libro de Dios están escritos los que son fieles a él (ver Ex 32,32-33), eso es lo único que cuenta.



Dibujo tomado de http://cebiclar.cl/termino/lectura-comunitaria/page/2/

Video con comentario al Evangelio del domingo 14º "C"

Video con comentario al Evangelio del domingo 14º "C"


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Eduardo

sábado, 25 de junio de 2022

¿Qué sabemos de Juan, el Bautista?

¿Qué sabemos de Juan, el Bautista?

Eduardo de la Serna



Juan, a quien conocemos con el apodo de “el bautista” por su actividad bautizadora, fue un personaje bastante reconocido en su tiempo. De hecho, un historiador judío de la época, llamado Flavio Josefo, le dedica un largo párrafo. Más extenso que el que le dedica a Jesús. Sin embargo, sabemos poco de su vida salvo esa actividad. Especialmente si tenemos en cuenta que los Evangelios no quieren contarnos historias sino predicarnos la Buena Noticia de Jesús.

Pero intentemos decir algo. Sabemos que Juan era mayor que Jesús, aunque no sabemos cuánto. De hecho, por un tiempo Jesús parece haber sido su discípulo. Por eso, cuando Juan es capturado – no sabemos si se trata de la prisión que lo conduce a la muerte o una anterior – Jesús decide alejarse y dirigirse a Galilea. A Cafarnaúm.

Sabemos que Juan predicaba y bautizaba en el desierto. Notemos que por desierto hay que entender lugares sin gente, no solamente lugares sin agua, ya que, en ese caso, no podría haber bautismo. Como se sabe, la tierra de Israel es cruzada de Norte a Sur por el rio Jordán. Allí bautizaba Juan; seguramente no siempre en un mismo lugar, y seguramente también sus discípulos bautizaban en otras partes, para que los más posibles recibieran el mensaje. Vivía en las zonas desérticas, se alimentaba de lo que había en la región y, cuando grupos de peregrinos se dirigían a Jerusalén, les predicaba y los invitaba a recibir el bautismo como signo de que aceptaban cambiar su vida.

¿Qué predicaba, Juan? Pues que Dios no va a tardar demasiado en intervenir, por lo tanto, debemos cambiar de actitud y de vida, de “camino”, para que cuando eso ocurra, estemos listos para recibirlo. Por supuesto, los cristianos y los Evangelios, creyeron (y creemos) que esa intervención definitiva de Dios ocurrió con la presencia de Jesús. Por tanto, desde una mirada cristiana, Juan anunció a Jesús; cosa que fue evidente porque Jesús se hizo bautizar por él y permaneció un tiempo a su lado.

No sabemos cuándo nació Juan. Es posible – como es el caso de otros profetas, como Jeremías o Ezequiel – que proviniera de una familia sacerdotal. Muchos judíos de su tiempo, esperaban que Dios intervendría celosamente ante un pueblo que se había relajado en su vida y sus costumbres. Esa intervención, próxima, muchos la relacionaban con el antiguo profeta Elías, que, además, algunas tradiciones de su tiempo, lo imaginaban de familia sacerdotal. Elías se caracterizó por el celo por las tradiciones de Israel. Otros, lo comparaban con un antiguo sacerdote de tiempos de Moisés, también famoso por su celo por las tradiciones, llamado Pinjás. Además, en algunos escritos, esa expectativa – se decía – significa que Dios mandará a alguien como Elías, o como Pinjás (algunos identificaban a ambos personajes en su expectativa). Así lo interpretan muchos cristianos, al decir que Juan es como Elías, hasta el punto que se viste como él y le aplican textos bíblicos del Antiguo Testamento.

Cuando Herodes deja a su mujer para unirse sexualmente con la mujer de su hermano, algo que está terminantemente prohibido por la ley de Moisés, el celo de Juan, como ocurrió con Pinjás, lo hace levantar la voz: “¡eso no te está permitido!” No sabemos con precisión todos los datos, pero lo cierto es que esto fue determinante en que Juan fuera detenido y, más tarde, ejecutado. En esto fue determinante su nueva mujer, famosa por su carácter político (por lo que sabemos es ella la que convence a Herodes, en Roma, donde se conocen e intiman, del divorcio de su antigua mujer, hija del rey Aretas, y también de insistir en que busque ser proclamado rey, lo que será un rotundo fracaso). Es posible, como dicen los evangelios, que, en un cumpleaños de Herodes, rodeado de gente importante, en el que Herodes invita a la niñita, la hija de Herodías, a mostrar su encanto en el baile, aprovechando el regalo que ofrece (“lo que pidas”), que esa fuera la ocasión aprovechada por la madre para pedir “la cabeza” de Juan, con lo que manifiesta, públicamente su superioridad sobre el profeta, y el “descabezamiento” de su movimiento (aunque, más tarde, parece haber seguidores de Juan en Asia Menor, incluso algunos que lo veían como el Mesías).

El Evangelio de Lucas nos presenta en paralelo los anuncios y nacimientos de Juan y de Jesús para mostrar la superioridad de este sobre aquel, a quien la madre de Juan llama “mi señor”. Dos mujeres, tan relegadas en tantos tiempos, ocupan un lugar central, no solamente por su maternidad, sino por su colaboración activa en el plan de Dios en la historia. Sin duda se trata de una “predicación” (un “evangelio”), pero mostrando, ya desde los comienzos que Juan anunciará a Jesús a los presentes.

Como se sabe, en el Evangelio se insiste en que los padres deben poner al niño el nombre de Juan, que significa “Dios se ha compadecido”. En el texto parece que se ha compadecido de Isabel, a la que todos miraban como rechazada por Dios, lo cual era evidente – para su tiempo – puesto que era estéril. Pero, como ocurre en otros casos del Antiguo Testamento (como es evidente, por ejemplo, en el caso de Abraham y Sara, aunque hay otros) esa esterilidad es “pedagógica” ya que Dios aguarda un momento oportuno para que esa mujer dé a luz a alguien que será fundamental en la historia de la salvación. Sara dará a luz a Isaac, con quien empieza el cumplimiento de la promesa de engendrar un pueblo, Israel; con Juan, de que Dios se ha compadecido de su pueblo y pronto intervendrá para “salvar” (el nombre Jesús significa “Dios salva”). Juan nace con una misión, “preparar para Dios un pueblo bien dispuesto”, para que Israel se disponga a recibir a Aquel que Dios envía para que su pueblo tenga vida.


Imagen tomada de https://desafiojoven.com/devocional-juan-el-bautista.html

jueves, 23 de junio de 2022

Francia Márquez y la “doctrina rosenkrantz”

Francia Márquez y la “doctrina rosenkrantz”

Eduardo de la Serna



Colombia es tierra desangrada. La vida cotidiana está amenazada por la muerte frecuente. Décadas y más décadas de sangre. Muerte que no es una vida que se apaga serena y generosamente, sino que es arrancada y arrebatada. En ese contexto, después de tanto, ¡demasiado!, tiempo, el pueblo colombiano decidió provocar un cambio. Un país con voto optativo tuvo la menor abstención en décadas y el menor voto en banco, también en muchos años… Muchos vislumbraron en el Pacto histórico la posibilidad de que, sencillamente, la vida sea vida, o que esta no sea un “falso positivo”. A eso, que tiene el subversivo nombre de “paz”, en lenguaje bien colombiano lo llamaron “nos merecemos vivir sabroso”. Poder trabajar la tierra sin ser desplazados por los violentos, poder mirar a la cara a hermanas y hermanos sin tener miedo de que no lo sean, poder compartir momentos de “tinto” o cerveza con otros y con otras…

Pero para el establecimiento, lo establecido, el establishment, vivir sabroso parece ser gozar del propio bienestar. Tener mesas abundantes, calefacción en tierra fría, aire acondicionado en tierra caliente, algún jacuzzi, servidumbre (que sirvan y me sirvan). Vivir sabroso es estar cómodos. Y que los que no lo están – quizás por falta de méritos meritocráticos – busquen por sus propios medios estarlo. Pero, además, bien lejos mío, porque siempre serán sospechosos. Todo el mundo sabe que los ricos no roban y los pobres son ladrones a los que, a veces, les falta la “ocasión, que hace al ladrón”. Así que, indígenas, negros, empobrecidos, gamines y demás, bien lejos. Desplazados, preferentemente. Claro, como yo siempre he vivido bien, eso es “vivir sabroso”; del resto no voy a ocuparme. Creo.

Pero resulta que, de golpe, una mujer negra (que no lo disimula, sino que, para peor, se viste “como negra”), que nació en el Cauca, trabajó como minera y como “sirvienta”, resultó electa como vicepresidenta de Colombia. Y, para el establecimiento, como ahora podrá vivir en la casa que el Estado tiene para quien ocupa ese cargo vicepresidencial, parece que ella sí va a poder “vivir sabroso”. Es decir, parece que, para ciertos sectores, no solamente vivir sabroso es vivir aburguesadamente, sino que ella, y no los casi 52 millones de colombianos, son los que podrán vivir sabroso. A esto, en lenguaje argentino lo llamamos chiquitaje, y en lenguaje universal, estupidez.

Claro que se podrá decir que los costos no alcanzan para que todos los colombianos vivan sabroso, porque ahora sabemos que donde hay una necesidad, pues, bueno, hay una necesidad. ¡Qué barbaridad! (como decía Susanita) ¡y listo!, pero como no alcanza, que cada quien se ocupe. O que asuma la libertad de morirse de hambre, o que venda órganos, o que “si quiere andar armado, que ande armado”. Al fin y al cabo, de eso los colombianos estarán acostumbrados.

Claro que existe otra posibilidad: que haya quienes militen por la vida, militen por la paz, militen por la esperanza. Que haya quienes dejaron de trabajar su tierra y de vivir tranquilos o tranquilas en su casa del Cauca, dejaron de ejercer como abogada y ganarse el pan y peleen por las demás, los demás, les demás. Para que, sencillamente, otros – todos – también puedan vivir sabroso. Porque “nos merecemos”, pero no por “meritocracia” sino porque tenemos ese derecho. Porque la Colombia humana, del baile y la música, “merece” que ese baile y ese canto tengan un motivo, y que celebren y vivan todos y todas. “Porque solo el bambuco tiene permiso de hacer llorar el alma de una nación” (como canta Eugenio Arrellano, músico del Valle del Cauca, en su tema “Hay que sacar al diablo”).


Genialidad de Quino tomada de https://perio.unlp.edu.ar/2020/06/05/dia-mundial-del-medio-ambiente/

 

¿Es importante el ayuno?

¿Es importante el ayuno?

Eduardo de la Serna



El término ayuno / ayunar ocurre con una cierta frecuencia en la Biblia, especialmente en el Antiguo Testamento; tanto el verbo ayunar como el sustantivo ayuno se encuentran frecuentemente tanto en hebreo como en griego. En el NT, en cambio, tanto el sustantivo como el verbo se encuentran limitadamente y casi exclusivamente en los Evangelios Sinópticos y en Hechos.

Lo principal que se ha de señalar es que el ayuno es un acto religioso (es decir, es algo que se hace para Dios) y es algo penitencial, por eso suele ir acompañado de gestos de duelo, llantos, vestidos de arpillera, cenizas, y demás manifestaciones visibles. Y, muy frecuentemente, en conjunto con la oración. En nuestro lenguaje cotidiano no lo es necesariamente y alude a no alimentarse (estar “en ayunas”, ver Mc 8,3; el des-ayuno es, precisamente, romper con la no-alimentación nocturna). A nivel oficial, en Israel sólo está mandado ayunar un día al año, para la fiesta del perdón ([Lev 23,27; y quien no lo hiciera será excluido del pueblo, v.29]; no está de más recordar que en la liturgia católica romana, los días de ayuno son dos: el miércoles de Cenizas y el Viernes Santo). Sin embargo, es frecuente que, ante acontecimientos especiales, como ser enfermedades graves (2 Sam 12,16), duelos por la muerte (1 Sam 31,13), o para prepararse debidamente ante algo en lo que se supone Dios tomará parte (1 Re 21,9-12; Jer 36,9), por ejemplo, se realice o se convoque a un ayuno.

Pero, como suele ocurrir con los hechos religiosos, puede ocurrir, y ¡de hecho ocurre!, que haya quienes los realizan “para ser vistos” y no con una actitud verdaderamente religiosa (Eclo 34,26), es decir, no como un verdadero acto penitencial. Así, el ángel dirá a Tobías: “es buena la oración con ayuno, pero mejor es la limosna con justicia…” (Tob 12,8). En este sentido se entiende bien el planteo del discípulo de Isaías: muchos se preguntan “¿para qué ayunamos si Dios no lo ve” (por ser un hecho religioso, obviamente, se espera que sea conocido por Dios)? A lo que Dios responde que eso no era algo genuino, era simplemente exterior. “El ayuno que yo quiero”, termina diciendo Dios: 

«es desatar los lazos de maldad, deshacer las coyundas del yugo, dar la libertad a los quebrantados, y arrancar todo yugo? ¿No será partir al hambriento tu pan, y a los pobres sin hogar recibir en casa? ¿Que cuando veas a un desnudo le cubras, y de tu semejante no te apartes? Entonces brotará tu luz como la aurora, y tu herida se curará rápidamente. Te precederá tu justicia, la gloria de Yahveh te seguirá. Entonces clamarás, y Yahveh te responderá, pedirás socorro, y dirá: «Aquí estoy». Si apartas de ti todo yugo, no apuntas con el dedo y no hablas maldad, repartes al hambriento tu pan, y al alma afligida dejas saciada, resplandecerá en las tinieblas tu luz, y lo oscuro de ti será como mediodía. (Is 58,6-10)

El tema principal, como puede verse, radica en la fidelidad a Dios y sus proyectos, no en los actos exteriores por más buenos que estos fueran.

Pero en el Nuevo Testamento hay una novedad importante. Ciertamente es algo que los judíos continúan practicando. Más aún, los grupos que se caracterizan por ser muy religiosos, como los fariseos, los esenios, los discípulos de Juan el Bautista, suelen ayunar con frecuencia (el fariseo de la parábola de Jesús afirma ayunar 2 veces por semana, cf. Lc 18,12). Pero, lo llamativo es que se dice, expresamente, que Jesús y los suyos “no ayunan”. Con Jesús empieza la esperada fiesta de bodas y no es sensato ayunar en ella. Ayunarán cuando Jesús “sea arrebatado”, pero sólo en ese momento (Mc 2,18-20).

Hay un texto en el que Mateo, que se dirige a una comunidad mayoritariamente proveniente del ambiente judío, señala lo que se debe hacer “cuando ayunes”. Lo que se debe hacer, si es el caso, es evitar realizarlo “para ser vistos por la gente” sino que sólo sea visto por Dios. Es algo que se hace para Él, no para conseguir aplausos por la propia religiosidad (en ese caso, “ya recibieron su reconocimiento”; Mt 6,16-18). Es interesante que en una expulsión de demonios los discípulos le preguntan a Jesús por qué ellos no pudieron expulsarlo y Él señala que “esa clase con nada puede ser expulsada sino con la oración” (Mc 9,29) pero con el tiempo, algunos escritores tardíos añadieron “y ayuno” (como también otros añadieron un versículo semejante después de Mateo 17,20) es decir, se añadió “religiosamente” la importancia del ayuno que no está en los textos bíblicos sino en la religiosidad de algunos.

En Hechos de los Apóstoles se indica que en algunas comunidades había “ayuno y oración” (13,2.3; 14,23) pero no se indica que esto sea algo ni que se debe realizar ni que sea necesariamente bueno hacerlo. En Pablo, en cambio, el término está absolutamente ausente salvo en 2 Corintios 6,5; 11,27 donde él destaca que pasó por frecuentes momentos de dificultad: naufragios, frio, desnudez y ayunos (es decir, no se refiere a un hecho religioso sino a las consecuencias del apostolado, el hambre, en este caso, y su dedicación a las comunidades). Y fuera de esto, nunca más se habla del ayuno en todo el NT.

La propuesta de Jesús, su “religiosidad”, no está caracterizada por sacrificios, ayunos y penitencia sino por la alegría de la novedad, las comidas fraternas, el amor compartido y celebrado; ya hemos señalado – sin embargo – que en la historia del cristianismo, hubo grupos que insistieron en la importancia “religiosa” de los sacrificios, la ascesis, el rigorismo (y son quienes añadieron “los ayunos” a los textos bíblicos que citamos más arriba). Hechos religiosos como las arpilleras o vestiduras rasgadas (algo incomprensible en nuestro tiempo, por cierto), los duelos, los ayunos, son sin duda, propios de la religiosidad del antiguo Israel (eso no significa que no haya duelos, por ejemplo, por supuesto; aquí nos referimos al hecho religioso habitual). Jesús viene a proponer la llegada de una “fiesta de bodas” (esperada en Israel) que vuelve insensato el ayuno. En una fiesta, precisamente, se come y bebe, se comparte la alegría y la vida. De eso se trata la propuesta “religiosa” de Jesús.

 

Foto tomada de https://www.infobae.com/2013/09/06/1507081-que-significado-tiene-el-ayuno/