viernes, 30 de agosto de 2024

Lo que cuenta

Lo que cuenta

Eduardo de la Serna



Parece que solo hay un bicho

Que tropieza, sin darse cuenta,

En la misma piedra ¡dos veces!

O más también, sin que lo sienta.

Dicen que el bicho es racional,

Aunque todo nos lo desmienta

Porque es el único que odia,

Que mata y hasta hace la guerra,

Que es ciego o que se desentiende,

Que todo está en compra o en venta,

Pero es el único que olvida

Ya sea engañado o que nos mienta

Porque sin memoria no hay vida

Y sin verdad no se despierta

Y sin justicia nunca hay sueños

¡Son 30.000! ¡Hacé la cuenta!


foto tomada de https://ecoinventos.com/abaco/

jueves, 29 de agosto de 2024

Moisés, un “prócer”

Moisés, un “prócer”

Eduardo de la Serna



Para el pueblo de Israel Moisés está “en el podio” de los grandes personajes, como Abraham, o David. Y, como suele pasar con los grandes personajes de la historia pasada o presente, su vida está rodeada de hechos, pero también de leyendas, exageraciones, fantasías, idealizaciones o unas tradiciones que destacan un aspecto y otras que acentúan otro…

Precisamente por esto no es sencillo presentarlo en unas pocas líneas. Veremos, entonces, sólo algunos aspectos generales, sin intención de ser exhaustivos. Un primer elemento que se destaca es que el nombre “Moisés” no es judío, sino egipcio. Por lo tanto, ya se impone una primera conclusión: ¡ha de haber sido muy importante el personaje para que a un egipcio lo reconozcan como “el liberador”!

Según una tradición, Moisés es el conductor, el líder que se encarga de la fuga del pueblo oprimido desde Egipto a la “tierra prometida”. En Egipto - se dice - los israelitas estaban esclavizados, eran mano de obra gratuita (Ex 1,11-14). Liberarse de la opresión era un sueño, pero no siempre algo que se imagina como posible. Concretar esto no era fácil, y además siempre están los que siempre “miran para atrás” (Núm 11,5), los que “murmuran” (Ex 15,24; 16,2.7.8.9…, Núm 12,1…), los que afirman que tanto esfuerzo no vale la pena, que "no se puede". Es que la fuga no fue fácil, y aunque el pueblo sintió que Dios lo acompañaba (Ex 14,24), el camino fue duro y difícil. Para reforzar la identidad del grupo, entonces, Moisés hizo una alianza (Ex 24,7), poniendo – como era habitual en aquel tiempo – a Dios por testigo (Dt 31,26). Tampoco esto fue fácil y hubo dudas y traiciones (Ex 32,1-6), pero esta alianza ayudó al grupo en el camino (Núm 10,33). La idea era que “somos el pueblo de este Dios que nos acompaña y él nos trata como pueblo de su propiedad” (Ex 19,5; ver Ex 6,7; Lev 26,12), el "pueblo elegido", y Moisés es el representante, el mediador ante ambos de esto (Ex 18,19). Sin embargo, siempre es importante tener claro que "el liberador", el que "sacó", el que hizo esto o lo otro, ¡no fue Moisés, sino Dios! Él fue solamente un mediador, y no siempre fiel, y así como, por su infidelidad, los que salieron de Egipto no pudieron ingresar en la Tierra de la promesa, tampoco Moisés pudo ingresar en ella a causa de su pecado (Núm 27,14).

Y ya que Dios era el garante de la alianza, Moisés les indicó a "los israelitas" qué era lo que Dios quería, cuales eran “las condiciones” (Dt 26,18; 27,1; 28,9) que Dios ponía para ser “Dios de ese pueblo” (Ex 29,45). Así nace la Ley, es decir, lo que Dios quiere que “su pueblo” haga para ser él, a su vez, “su Dios”. Todo empieza con una lista que más tarde llamaremos “los Diez mandamientos” (Ex 20,1-17; Dt 5,1-22). Moisés, entonces, es presentado como el legislador de Israel (aunque en el sentido de lo ya dicho: Moisés no es el que dio la ley sino el mediador entre el que la promulgó, Dios, y su destinatario, Israel). El sentido fundamental de esa Ley es señalar que lo que Dios quiere es que “su pueblo” viva como un “pueblo de hermanos” y así y sólo así, será “pueblo de Dios”. Es decir, la infidelidad que señalamos más arriba no es "infidelidad contra Moisés" sino contra aquello que Dios quiere que su pueblo viva.

Puesto que lo que Moisés dice en realidad es Dios mismo quien lo dice, y en Israel los que hablan “en nombre de Dios” son los profetas, Moisés, a su vez, es visto como “el gran profeta” (Dt 18,15-18). Es más, cuando en algunas tradiciones se sueñe con un gran profeta futuro, éste será presentado como “un profeta como Moisés” (Dt 34,10).

Finalmente, señalemos que en la Biblia no se narra la muerte de Moisés (por supuesto eso no significa que no haya muerto; sólo se la alude en Dt 34,5-8). Entonces, cuando se piensan buenos momentos futuros se piensa que él “volverá” (o volverán algunos de los otros "grandes próceres" como David, Elías, etc...). Es decir, que alguien con las características de Moisés (como las que acá señalamos: constructor de la alianza, liberador, legislador, profeta…) será enviado por Dios a su pueblo en el futuro para legislar, hablar en Su nombre, liberar... Así, en el Nuevo Testamento, por ejemplo, se aluden a estas cosas mostrando en Jesús algunas características de este tipo (algo que todo judío de ese entonces entendería fácilmente). Jesús, en algunas cosas – como Moisés – establece una “nueva alianza” (ver Lc 22,20), como Moisés sube a un monte para dar normas a los suyos (Mt 5,1), es presentado como profeta a semejanza suya (Hch 3,22; 7,37), en Jesús “se cumple la ley de Moisés” (Lc 24,44), se encuentra con Moisés y Elías en un monte (Mc 9,4) … La figura excelsa de este gran personaje antiguo se repite y aún se supera en Jesús ("se dijo... pero yo les digo..."). Algo nuevo comienza con Él, algo que estamos siempre invitados a escuchar y dejarnos conducir por la novedad liberadora del Señor Jesús.

 

Moisés de Miguel Ángel tomada de https://es.wikipedia.org/wiki/Moisés

miércoles, 28 de agosto de 2024

Estuve preso y me visitaste

Estuve preso y me visitaste

Eduardo de la Serna



Es conocido el texto del Evangelio de Mateo (25,31-46). Como una suerte de “test” de la fidelidad a su proyecto, Jesús presenta una serie de actitudes que manifiestan la coherencia con la propuesta de Jesús: alimentar al hambriento, saciar al sediento, vestir al desnudo, acoger al migrante... y ¡visitar a los presos!

Señalemos algunos elementos importantes:

  1.       El texto es exclusivo de Mateo; nada de ello se encuentra en los restantes Evangelios.
  2.       Es propio de la teología de Mateo señalar que Jesús resucitado “permanece” en medio de la comunidad.[1]
  3.       No existe, en el mundo antiguo un “sistema carcelario”, ni tampoco preocupación por los derechos humanos.[2]
  4.       El rey puede enviar a alguien a la tortura (basanistês, Mt 18,34), descuartizarlo (dijotoméô, Mt 24,51), atado de pies y manos arrojarlo a las tinieblas de fuera donde hay llanto y rechinar de dientes (Mt 22,13; 24,51; 25,30) …
  5.       En las personas detenidas, es habitual que se permita que sean visitadas para proveerlas de alimento, bebida y vestido (Pablo, por ejemplo, es visitado, en su prisión en Éfeso, por Timoteo, Onésimo, Epafrodito, etc…; Juan, el bautista por sus discípulos), aunque en ocasiones esto no se permite ya que la detención es “circunstancial” a la espera de una sentencia definitiva, y en otras oportunidades, es una “condena a muerte encubierta”. La prisión del Bautista es en Maqueronte (según Josefo), que queda en Transjordania, Perea. Antipas “manda lejos” el problema.[3]
  6.       Es interesante que el término hebreo bûr, cisterna, pozo de agua (Ex 21,33), también es utilizado para decir “cárcel” (cf. Gen 41,14; Ex 12,29); metafóricamente puede significar tumba (Sal 28,1), el Seol (Is 14,15). Jeremías es puesto en un pozo donde probablemente “muera de hambre” (Jer 38,9). Suele ser lugar de cautiverio (Zac 9,11). En ocasiones, ese mismo “pozo” sirve para arrojar cadáveres (Gen 37,20; Jer 41,7)
  7.       Considerando las circunstancias, la prisión puede ser considerada una buena manera de disponer de los oponentes. Sin incurrir en derramamiento de sangre, se puede hacer que el adversario simplemente “desaparezca” (cf. Gen 37,22-24; Jer 38,6-9)”.[4] 

El relato se ubica en un marco claramente apocalíptico (hijo de hombre, juicio, separar…; cf. 1 En 62,1-14; 90,20-29) en el que se presenta un claro paralelismo antitético entre los que han obrado bien y los que no lo han hecho y su correspondiente sentencia.

Mientras diferentes aspectos se señalan como valorables en el Antiguo Testamento y la literatura judía, como alimentar al hambriento, saciar al sediento, acoger al migrante, la referencia a los presos no se muestra en los textos como característica de las buenas obras que se han de esperar.

En las series judías es muy frecuente la combinación de hambrientos y desnudos; rara vez figura la visita a presos. ¿Hay aquí un rasgo situacional importante para el cristianismo primitivo?”.[5] Lo dicen diferente Davies-Allison: “La visita a los prisioneros no forma parte de la lista judía de buenas obras; Podemos preguntarnos si la experiencia de los primeros cristianos o la memoria de Juan, el Bautista no ha influido en nuestro texto”.[6] Para ilustrarlo, presentan el siguiente cuadro:[7]

 

 

hambre

sed

migrantes

desnudos

enfermos

prisioneros

Jb 22,7

3

2

 

1

 

 

Is 58,7

1

 

 

3

 

 

Ez 18,7.16

1

 

2

2

 

 

T.Jos 1,5-7

1

 

 

 

 

3

T.Jacob 2,23

 

1

2

4

2

 

T.Jacob 7,24-25

2

 

 

1

3

 

2Hen 9,1; 10,5; 42,8; 63,1

1

 

 

2

 

 

Just. 1Apol 67

 

 

 

 

 

2

Mek. Ex 14,19

2

3

 

1

1

 

b. Sota 14.a

 

 

 

1

2

 

Tg. Ps.Jon Dt 34,6

3

 

 

1

2

 

Eccles Rab 11,1

2

3

 

1

 

 

 

Para ser precisos, el Test. José 1,5-7 hace referencia al cautiverio de José (y su venta como esclavo), pero el acento no está puesto en la visita que alguien le realiza sino en que “el Señor me liberó / alimentó / consoló / visitó / se apiadó / desató / defendió / salvó / exaltó”. El otro texto señalado en el cuadro es ciertamente cristiano (Justino, segunda mitad del s. II).

Visitar a quien está en prisión es proveer de comida, bebida y ropa. Véase 5,42; 6,1-4 para este tipo de acciones, las cuales son contrarias a las prácticas culturales dominantes en cuanto que no buscan reciprocidad, sino atender a las necesidades del prójimo sin pensar en el honor o crédito social que pueda derivar de ello”.[8]

Así lo narra Flavio Josefo:

Entonces su amigo Silas vino a verlo, y dos de sus libertos, Marsias y Esteco, le trajeron la comida que a él le gustaba y, de hecho, lo cuidaron mucho; también le trajeron ropa, con el pretexto de venderla, y, cuando llegó la noche, se la pusieron debajo; y los soldados los ayudaron, como Macro les había ordenado que hicieran de antemano. (Ant 18,204)

Señalemos, entonces: el texto de Mateo, que presenta una serie de obras buenas características del judaísmo, añade a esta lista – probablemente por las circunstancias de persecución que vive su comunidad (Mt 5,10-12; 10,16-25; 13,21; 23,34) – la visita a los presos. El acento está puesto, evidentemente, en la presencia de Cristo en los insignificantes (elajístô, Mt 2,6; 5,19): “a mí me (o no me) lo hicieron”. Los presos – en este caso, a causa de la predicación del Evangelio – deben ser visitados por sus hermanos para no morir de inanición. Ciertamente no se está pensando en los actuales sistemas carcelarios; mucho menos en su liberación u otras medidas.

En el contraste entre bendición (25,34) y maldición (25,41), de todos modos, la raíz del texto es más semejante a Dt 30,15-20, que incluye también el tema de la “herencia” (cf. Mt 25,34) y el tema de la “vida” (cf. Mt 25,46), puesto que, en nuestro pasaje, el juicio no está determinado por la obediencia a la ley mosaica sino a la realización de hechos generados por el mandamiento del amor (cf. 5,38-48).[9]

Hacer una lectura “lineal” de un texto con sus connotaciones teológicas, históricas, culturales y traspasarlo sin ninguna hermenéutica a otro tiempo es, ¡una vez más!, fundamentalismo. Y, en muchas ocasiones, una excusa; es hacerle decir a un texto lo que no dice para poder – buscando un “dicho” de Jesús, que sería “autoridad” – sostener lo que ideológicamente se pretende sostener. Sería más “honrado con lo real” que los que repiten un texto bíblico digan, cruelmente, que están de acuerdo con lo que los detenidos hicieron. Pero simularlo detrás del Evangelio, parece que tendría “buena prensa”. Al menos que quede aquí claro que el texto dice exactamente otra cosa.


Notas

[1] X. Léon-Dufour, “Présence du Seigneur ressuscité (Mt 28,16-20)”, en À cause de l’Évangile. Études sur les Synoptiques et les Actes (mélanges offertes à P. Jacques Dupont osb à l’occasion de son 70 anniversaire) [Lectio Divina 123], Paris: Cerf 1985, 195-209: ”Al titular estas páginas «Presencia del Señor resucitado», veo en el texto de Mateo la manifestación de un nuevo estado de cosas, definitivas, que implican sobre todo un deber misionero (…) Pero esta presencia requiere la observancia de las prescripciones propuestas por Jesús, e, inversamente, esta observancia no es posible sino por la presencia”, 208.

[2] K. van der Toorn, “Prison”, en Anchor Bible Dictionary, New York: Doubleday 1992, V, 468-469: “En el antiguo Israel, la prisión no estaba reconocida como un castigo formal (…) La idea moderna de una prisión como penitenciaría … era ajena a las concepciones del Antiguo Cercano Oriente”, 468.

[3] J. Marcus, John the Baptist in History and Theology, University of South Carolina 2018, 132; R. Martínez Rivera, El amigo del novio. Juan el Bautista: historia y teología, Verbo Divino 2019, 369-370.

[4] K. van den Toorn, “Prison”, 469 (el resaltado es mío).

[5] U. Luz, El Evangelio según san Mateo. Mt 18-25 [Vol. III] (BEB 111), Salamanca: Sígueme 2003, 685.

[6] W. D. Davies – D. C. Allison jr, Matthew (Vol. III; XIX-XXVIII) [ICC 3], Edinburgh: T&T Clark, 1997, 428.

[7] Ibid., 426.

[8] W. Carter, Mateo y los márgenes. Una lectura sociopolítica y religiosa, Verbo Divino 2007, 701.

[9] W. T. Wilson, The Gospel of Matthew (vol. 2 – Mt 14-28) [ECC], Michigan: W. B. Eerdmans 2022, 323.


foto tomada de https://radiomaria.org.ar/programacion/hacer-concreto-el-rostro-de-jesus-en-el-rostro-de-los-hermanos-presos/

martes, 27 de agosto de 2024

Comentario a las lecturas domingo 22º B

Jesús nos invita a decidir en favor de la vida

DOMINGO VIGESIMOSEGUNDO - "B"

 

Eduardo de la Serna


 
 

Lectura del libro del Deuteronomio     4, 1-2. 6-8



Resumen: Moisés pronuncia un discurso que sintetiza o introduce los grandes temas del libro del Deuteronomio. Poner en práctica lo que Dios ha mandado es un camino de sabiduría y de justicia.



En un largo discurso de Moisés (el primero, ya que el segundo, que comienza en 4,44 es mucho más largo aún y se extiende hasta el cap.28 y en 28,69 comienza un tercer discurso más breve: 28,69-30,20) éste señala que Israel debe poner en práctica las normas (la Ley) que él transmite, y no repetir lo hecho en Baal Peor (esta última referencia está omitida en el texto, vv.3-4).



El texto comienza con un mandato: “escucha” (semá) que es muy importante en Deuteronomio (14x), se refiere a escuchar y seguir la voz de Dios (aunque sea a través del sacerdote [17,12], o de los padres [21,18.20]). Esta voz se expresa en ’aq, porción, normas, leyes y mispat, juicio, derecho (ambos se encuentran juntos 14x en Deuteronomio, a veces con otros términos: ‘adût, testimonio (6,1.20), mezaba, mandamientos (7,11), o derek, camino y mandamiento  (26,17).  En todos los casos se invita a seguir, obedecer (“escuchar”) lo que Dios dice a su pueblo en normas y decretos.



Esta obediencia es la que llevará al pueblo a “poseer la tierra”. Hay – con frecuencia – una relación entre el don de la tierra y la fidelidad del pueblo; no deberá ni quitar, ni añadir nada a estas normas (cf. 13,1), se debe “guardar”, cumplir (72x en Deuteronomio) y en este caso en paralelo a “realizarlo” (v.6; 161x en Deuteronomio).



La característica de estas normas / leyes es que son en sí mismas sabiduría e inteligencia (hokma’ – bina’; juntas sólo aquí en la Tora, pero 4x en Job y 7x en Proverbios, además de 2x en Isaías y 1x en Daniel). Al “ver” y “escuchar” los demás pueblos “dirán” que Israel es una nación (gôy), un pueblo (‘am) sabio e inteligente. Y se formula una pregunta retórica (obviamente la respuesta que se espera es negativa: ¡no la hay!), ¿hay alguna nación (gôy) tan grande (gadôl)? Y en seguida explica la grandeza, la justicia, la sabiduría: la cercanía de Dios con su pueblo. Esta cercanía es propia de Israel:



El abandono de Dios que lamenta el salmista del Salmo 22 se manifiesta en que experimenta la lejanía, precisamente:



 2Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? ¡Lejos de mi salvación la voz de mis rugidos! (…) 12 ¡No andes lejos de mí, que la angustia está cerca, no hay para mí socorro! (…) 20 ¡Mas tú, Yahveh, no te estés lejos, corre en mi ayuda, oh fuerza mía… (Sal 22:2-22)



Esta cercanía se manifiesta en sus obras salvadoras, algo que no tienen las naciones. Como es característico del Deuteronomio y su teología, lo que marca la unidad es una crítica feroz a los otros dioses y una afirmación a Yahvé y su obrar en medio de su pueblo. Dios se acerca cuando es “invocado”, llamado.



El texto presenta un paralelo “climático” dando un paso más:


7¿hay alguna nación tan grande que tenga los dioses tan cerca como lo está Yahveh nuestro Dios siempre que le invocamos?

 8 Y ¿cuál es la gran nación (gôy gadol) cuyos preceptos y normas (’aq - mispat) sean tan justos (zediq) como toda esta Ley que yo expongo ante ustedes hoy? (vv.7-8)

 

El paso final está en calificar estos preceptos, normas, mandamientos y caminos como “Ley” (Torá; 22x en Deuteronomio). Torá es norma, instrucción, camino. La cercanía de Dios con su pueblo señala un camino que es visto como camino sabio, prudente, un camino que conduce a la vida, a la justicia.

 



Lectura de la carta de Santiago     1, 17-18. 21b-22. 27



Resumen: Como es frecuente en este escrito el acento está puesto en el “obrar creyente” que no ha de entenderse en un sentido ritual sino en una acción concreta en favor de los desvalidos.



La llamada “carta de Santiago” es un escrito muy interesante, pero que tiene una serie muy importante de temas para el debate, de discusión que no es el caso anotar en este espacio. No es fácil conocer los destinatarios, la fecha, el autor ni el esquema literario del texto, o su estilo (más que correspondencia parece un escrito sapiencial, por ejemplo). Lo aparentemente inconexo del texto se ve en el fragmento litúrgico que saltea versículos tomando brevemente tres temas diferentes: la relación con el Padre, poner en práctica la palabra y la verdadera religión.



Empieza señalando que de Dios no viene “lo malo” (1,13-16 texto que precede el comienzo del litúrgico), de Dios viene lo bueno, la “luz”. Así como los astros que tienen luz (sol, luna, estrellas) son un signo, pero – a diferencia de estos astros – en Dios no hay períodos de sombra o noche.



La “palabra de verdad” (un término más neo-- que veterotestamentario) parece aludir al Evangelio, la “sabiduría” de vida (3,14; 5,19), la “ley de libertad” (1,25; 2,11) con lo cual las “primicias de la creación” se referiría a la “nueva creación” (cf. 2 Cor 5,17; Gal 6,17; Is 65,17; 66,22; 2 Pe 3,13; Ap 21,1). Jesús hace “perfecta” la ley (cf. Mt 5,48), y la “perfección” (teleios) es tema recurrente en la carta (1,4.17.25; 3,2), es palabra plantada (1,21). Y es “ley” en el sentido judío: modo de vida que Dios quiere para los suyos, por eso es “ley de libertad” (1,15; 2,12) y “perfecta”. Para los antiguos hay una estrecha relación entre la ley y la libertad:

 

“Está escrito ‘Las tablas son obra de Dios y la escritura, escritura de Dios grabada en las tablas’. [y con un juego de palabras hebreo sigue:] no leas grabadas (harut), sino libertad (herut), porque nadie es libre sino quien se ocupa del estudio de la Torá”. (Misna, Abot 6.2)

 

La idea de la carta, entonces, es bien judía (judeocristiana). La ley da la libertad para amar (2,12). Y eso da vida (v.21). Lo que vale para Dios no es mirar la ley, sino cumplirla, poner la palabra en práctica.



La conclusión de esta unidad está presentada como “religiosidad”. Hay una religiosidad “vana” (el término mátaios alude a lo vano, hueco, falso) y una “pura e intachable” (en realidad ambos términos son sinónimos: puro [katharós] y “sin mancha” [ámiantos] se refiere a la vida, especialmente puesto que esto es “ante Dios”). Pero lo interesante es que esta pureza no es ritual. En el AT el oro, el aceite, el incienso puro son propios del culto, y son “para Dios”; hay lugares o alimentos puros, y personas puras o impuras (cf. Lev 11,32).



La “religión” (thrêskeía, sólo en escritos griegos de la Biblia), puede entenderse en sentido de “actos religiosos” (cf. Col 2,18) de allí que a veces se suela traducir por “religiosidad”. En este caso, lo “puro” ante Dios (a diferencia de lo hueco) es “visitar huérfanos y viudas en su tribulación” (v.27).



El par “huérfano” y “viuda” es frecuente en la Biblia (38x); a veces unido al pobre, forastero (o migrante), y también al “levita” (cf. Ex 22,21; Dt 16,11; Zac 7,10), Dios es su “padre” y “tutor” (Sal 68,6; cf. 146,9), pero es la única vez que se encuentran juntos en el NT [huérfano, orfanoús, vuelve a encontrarse metafóricamente en Jn 14,18]. Son imagen típica del desamparo, y en ocasiones del abuso impune del poderoso. Y Dios no permanece insensible ante ellos. La “religiosidad”, es decir el encuentro con Dios implica dar respuesta a esta “sensibilidad” de Dios, que es “Padre”, por el que sufre, por el desamparado. Lo interesante en este caso es que la “pureza” no viene dada por lo ritual sino por un obrar económico-social ante las víctimas de la sociedad, los desamparados, los que están en “tribulación” (thlipsis, angustia, opresión, sufrimiento; a veces – no en este caso – referido a los sufrimientos de los últimos tiempos). El encuentro con Dios se da en el compromiso social con los que sufren. De ese modo se mantendrán “incontaminados” (áspilos; cf. 1 Ti 6,14; 1 Pe 1,19; 2 Pe 3,14) del “mundo” (kósmos). El “mundo” en diversos escritos (no en todos) del NT aparece como el ámbito contrario a Dios. En Santiago el término es negativo: el amigo del mundo es enemigo de Dios (3,3), los “pobres de este mundo” son ricos en la fe y herederos del Reino (2,5), la lengua es capaz de un “mundo” de injusticia (3,6). El mundo es la prepotencia, el abuso. Sin duda entre Dios y el mundo hay una distancia, pero lo cierto es que esta “contaminación” del mundo no es ritual sino un compromiso de “obrar” según Dios.



Nota breve: un manuscrito (P 74) que no refleja propiamente el texto, pero revela cómo se leyó en esa ocasión, transcribe: “protegerlos [a los huérfanos y viudas] del mundo”. El compromiso religioso no sólo incluye visita activa sino también protección.

 

Curiosamente el lenguaje de la carta es cultual, pero su contenido es claramente social (como se verá en otras oportunidades de la carta).



 

Evangelio según san Marcos     7, 1-8. 14-15. 21-23



Resumen: en una polémica con fariseos y escribas Jesús confronta con la pureza ritual de los utensilios señalando que es en la inteligencia, en las decisiones donde surge lo bueno o lo malo, no en la pureza exterior.



El Evangelio de Marcos, después del relato de la multiplicación de los panes (omitido por la liturgia y reemplazado por el relato y discurso de Juan) presenta un texto de discusión con “fariseos y escribas venidos de Jerusalén”. Como en 2,16 el motivo del debate es algo ocurrido a raíz de lo hecho por los discípulos (¿Marcos destaca lo que molesta a los escribas del accionar concreto de los miembros de su comunidad?). La pregunta se remonta a la pureza ritual. La pureza o impureza (que no hay que confundir necesariamente ni con suciedad ni con pecado) es un hecho ritual. Hay determinadas cosas que vuelven impuro a las personas (tocar cadáver – aún sin saberlo –, el contacto con sangre, propia o ajena, algunos temas sexuales…) y para poder participar del culto es imprescindible purificarse (un problema siempre será el de aquella persona que haya contraído impureza sin saberlo). Y la purificación supone una serie de rituales. De esto encontramos abundante material en el libro del Levítico. Aunque muchos de estos rituales se aplican a los sacerdotes, la religiosidad propia – y la escrupulosidad – de los fariseos amplificó todos estos rituales a su vida cotidiana. A esto alude el largo paréntesis de los vv.3-4, sobre lo que hacen “los fariseos y todos los judíos”. “Comer con las manos impuras” se repite encerrando este paréntesis (vv.2.5) mostrando claramente que los destinatarios del Evangelio no son cristianos provenientes del judaísmo sino de origen pagano. Este es el motivo por el que muchos tenían utensilios de piedra y no de barro cocido ya que aquella no transmite la impureza. El problema de la escasez de agua también es un tema que ha de tenerse en cuenta, especialmente cuando el pozo estaba alejado y el ánfora no podía ser demasiado grande (beber y cocinar era prioritario). De todos modos, no todos los judíos eran tan escrupulosos, aunque – y es el caso – sí lo eran los fariseos. Marcos finaliza el paréntesis diciendo que esas cosas las hacen “por tradición”, es decir, costumbres heredadas del pasado. La respuesta de Jesús les dirige un término que es muy duro y habitual: ¡hipócritas! (en realidad, es la única vez que encontramos el término en Marcos, Lucas lo utiliza algunas veces [4x] mientras es frecuente en Mateo [15x]).



Una nota sobre el término “hipócritas”: el término, en realidad tiene su origen en el teatro, refiere a la representación, a un personaje. Herodes el Grande construyó varios teatros y anfiteatros en su territorio, e incluso parece haber comenzado la construcción de uno en Séforis. Asimismo, sabemos que construyó uno en Jerusalén, aunque la falta de restos arqueológicos hace pensar que posiblemente este fuera de madera y no de piedra (ambos eran muy habituales); allí celebró juegos gimnásticos en ocasión del triunfo de Octavio sobre Marco Antonio, en Actium, pero luego no sabemos nada de este edificio. Séforis fue destruida por los romanos a la muerte de Herodes y su sucesor en Galilea, Antipas, la reconstruyó e incluso la transformó en capital de su gobierno. La reconstrucción de la ciudad, y la edificación de un importante teatro requirieron un considerable número de carpinteros (tekton). Séforis queda a menos de 6 kms de Nazaret. ¿Conoció Jesús – el campesino – la ciudad? No lo sabemos, aunque quedando a menos de una hora de camino no es improbable, como tampoco lo es que haya trabajado en ella (¿con su padre?) ejerciendo su oficio. ¿Toma Jesús de este ambiente el término “hipócritas”? También hay que notar que Jesús jamás visita Séforis, según los datos que poseemos del N.T. Pero es muy razonable que “el judío Jesús” intentara evitar una ciudad tan helenizada y que, además, había empobrecido económicamente todos los pueblos del entorno.



Lo que Jesús mostrará es que son “tradiciones humanas” y que no tienen su origen en la voluntad de Dios. Y recurre para ello al profeta Isaías:


Isaías 29,13 (hebreo)

Isaías 29,13 (griego)

Marcos

Dice el Señor: Por cuanto ese pueblo se me acerca con su boca, y me han honrado con sus labios, mientras que su corazón está lejos de mí, y el temor que me tiene son preceptos enseñados por hombres.

Así dice el Señor: se acerca a mí este pueblo, con los labios me honra y su corazón está lejos de mí, pero me dan culto en vano, enseñan preceptos y enseñanzas de hombres.

Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. En vano me rinden culto, ya que enseñan enseñanzas que son preceptos de hombres.   (vv. 6-7)



Obviamente que las tradiciones son meramente humanas, y no deberían ser normativas.



A continuación Jesús ejemplifica esto con un caso característico (omitido por la liturgia). Este obrar en realidad anula la Palabra de Dios, y por tanto conduce a la maldición. De hecho se ha transformado la tradición en un pretexto para obrar según la propia voluntad y no según la Palabra de Dios.



En v.14 encontramos un nuevo auditorio aunque el tema parece en continuidad con el anterior: la pureza ritual. Si a continuación encontramos a Jesús entrando en tierra pagana (= impura) no parece que la posición y el destaque sean ajenos a la intención de Marcos. Como en 4,3 comienza invitando a “escuchar”, pero lo que importa no es lo exterior sino lo interior y – como en 4,9 – concluye con “quien quiera oír, que oiga” (omitido). Como en 4,10 Jesús se dirige a solas a los suyos, “en la casa”, y como en 4,13 les cuestiona la incredulidad (¿no comprenden…?). La decisión se debe tomar en el corazón (sede de las disposiciones), se debe “pensar bien” y a partir de allí tomar la decisión de actuar el bien o el mal.



En las primeras comunidades parece haber sido muy importante la observancia de las normas judías. Y a continuación encontramos un importante “catálogo de vicios” (como se ha visto en otras ocasiones, un “catálogo” se trata de una suerte de “lista de pecados” propios del ambiente judío en territorio pagano alertando, desde una mirada creyente, lo que se entiende como un mal en los modos que viven los contemporáneos.

 

El video con comentario al Evangelio en

https://youtu.be/RjXlwmEswSs

o también en

https://blogeduopp1.blogspot.com/2024/08/video-con-comentario-al-evangelio-del_26.html


Foto tomada de https://www.cuerpomente.com/salud-natural/como-limpiar-cuerpo-dieta-depurativa_10359