viernes, 30 de abril de 2021

Usurpación de títulos y honores

 Usurpación de títulos y honores

Eduardo de la Serna



Hay una serie de oficios que, para poder ejercerlos se debe tener un título. Para actuar como médico, psicólogo, abogado o ingeniero, por ejemplo, se ha de estar inscripto en un “colegio”, y actuar sin tenerlo constituye un delito. Todos recordamos un falso ingeniero que convocaba a marchas o una falsa médica que recomendaba medicamentos desde la televisión, por ejemplo. Después, quienes lo tengan, evidentemente, según sus estudios, capacidades, dedicación, tradiciones familiares, y hasta azar o trampas, en ocasiones, en el ejercicio de la profesión tendrán más o menos suceso.

Pero hay otros oficios, que no requieren ese tal título, y estamos rodeados de actores – actrices, poetas – poetisas, periodistas, que se autoperciben tales.

¿Qué sería ser actriz? ¿Simplemente actuar? Es cierto que, si miramos las grandes actrices de ayer y hoy, de Greta Garbo a Liv Ullman llegando a Meryl Streep, por solo mencionar unas muy pocas, y ellas constituyeran el criterio para cualificar a alguien de “actriz”, pues las habría muy pocas. ¡Poquísimas, si es que las hay! Quizás podamos decir que es en ellas (o en otras pocas por el estilo) en las que es de esperar que cualquiera que pretenda ser actriz debería referenciarse y, quizás, seguirla de ejemplo.

Lo mismo vale, creo, para decir poeta. Un garabato adolescente, a veces es calificado de poesía; y tengo clarísimo que los y las más grandes poetas fueron adolescentes y también garabatearon, pero es difícil calificar de poesías esos tales (aunque recuerdo que se pagó muy caro el trapo en el que Pablo Picasso limpiaba sus pinceles). Y, de nuevo, no es que si no se trata de Cervantes, Shakespeare, Juan de la Cruz o Juana Inés de la Cruz no hay poesía. Pero de allí a llamar poesía / poeta a cualquier cosa, creo que hay un abismo.

Y no todos deben ser Rodolfo Walsh, por cierto, pero “periodista” creo que le queda demasiado grande a muchos (que me perdonen unos cuantos, pero creo que son un número muy importante), y que esos / esas se autoproclamen tales, me resulta cuanto menos ofensivo. Cuando es evidente que muchas y muchos no hacen sino operaciones de prensa, me parece que llamarlos o que se llamen periodistas es algo que debería invitarnos a una urgente deconstrucción. Cuando pienso que mi amiga Liliana dice “no soy periodista… trabajo de periodista” (y su ausencia en los medios, y el contraste con otras lamentables presencias, es un indicio evidente de que el periodismo está en vías de extinción), entiendo que, o bien somos muy generosos, o debería haber un criterio básico (que no pretendo que provenga de APTRA y, mucho menos, de ADEPA) que nos permita evaluar que tal o cual persona realmente merece el honroso título de actor/actriz, poeta/poetisa o periodista… Afortunadamente, en el caso de los últimos, pareciera que se van congregando en un par de radios y un par de canales con lo que, vislumbrarlos, se vuelve fácil para el que quiera ver.

 

Foto tomada de https://www.aptra.org.ar/

martes, 27 de abril de 2021

Comentario 5to domingo de Pascua "B"

 Los frutos para la vida de todos y todas

DOMINGO QUINTO DE PASCUA - "B"
Eduardo de la Serna





Lectura de los Hechos de los Apóstoles     9, 26-31

Resumen: Lucas quiere mostrar a Pablo, inmediatamente después de su encuentro con el resucitado, predicando en todas partes y con valentía el Evangelio, aunque su vida esté en peligro.

Para comprender bien el texto litúrgico es importante tener presentes varios elementos. El primero es que el autor, al que solemos llamar “Lucas”, no pretende presentar una “historia de los hechos de los Apóstoles” sino predicar cómo gracias al Espíritu Santo – el gran protagonista de su obra – la Palabra de Dios va creciendo en la geografía y en la historia. Teniendo esto en cuenta, señalemos que los acontecimientos históricos le sirven a tal fin y no duda en silenciar algunos, agrandar otros, manipular unos o exaltarlos. Del mismo modo que “Lucas” no pretende hacer una “historia de Jesús” en su evangelio, tampoco pretende una “historia de la Iglesia” en su segundo tomo. En este sentido, el regreso del perseguidor Pablo a Jerusalén está cargado de elementos teológicos, y – si interpretáramos esto desde una perspectiva histórica – deberíamos afirmar que, por un lado, nos faltan muchos elementos para poder hacerlo con seriedad, y que hay una importante contradicción o contraste con lo que el mismo Pablo afirma en sus cartas de estos hechos.

Dejando Damasco, abruptamente, Pablo se dirige a Jerusalén donde estará un breve tiempo (en Gálatas 1,18 habla de "quince días") antes de dirigirse luego a las regiones de Cilicia (cuya capital es Tarso). Es a este breve tiempo que alude “Lucas” en el texto litúrgico de hoy.

La llegada de Pablo supone los obvios recelos de los antiguos perseguidos por él, pero un seguidor de Jesús del que se nos ha hablado ya en Hch 4,36-37, Bernabé, hace suyo el relato del encuentro de Pablo con el resucitado. Nada nos dice acerca del motivo por el que Bernabé sí cree y por qué es él quien cuenta lo que narrativamente “Lucas” acaba de contar acerca de la “conversión” de Pablo. De hecho, la relación entre Pablo y Bernabé se vuelve cada vez más estrecha hasta el conflicto de Antioquía (cf. Gal 2,13; ver Hch 15,37-40) de modo que es éste quien introduce más intensamente a aquel en la misión a los paganos.

Más allá del marco histórico (que insistimos, está al servicio del objetivo teológico) el acento está puesto en que también en Jerusalén, como lo había hecho en Damasco (ver 9,20-25) predica con audacia y libertad (parrêsía) “a Jesús” o “en el nombre del Señor” (9,27.28; 13,46; 14,3; 19,8; 26,26). La parrêsía es la libertad, osadía, coraje, valentía para hablar. Como se ve en las citas (en 18,26 se dice de Apolo) es algo que “Lucas” destaca de Pablo. Pero esta valentía no impide que intenten matarlo, como ya había ocurrido en Damasco. De todos modos este elemento, la predicación valiente es propia de Pablo y – como vemos – parece el acento principal que “Lucas” quiere destacar en el relato. Una vez que se ha encontrado con el resucitado, Pablo “gasta” su vida (son términos paulinos, cf. 2 Cor 12,16) en la predicación del Evangelio que – como se dijo – es el objetivo teológico de “Lucas” en Hechos.

Una nota breve: es propio de la teología de “Lucas” que ya comienza (por ahora muy intuitivamente) a haber distinción entre judíos y “cristianos” (Lucas es el primero en utilizar el término, cf. 11,26; 26,28; cf. 1 Pe 4,16), entonces, el conflicto – que Pablo lo presenta con gente ligada al rey árabe Aretas, cf. 2 Cor 11,32-33 – es con “judíos” a causa de la predicación. En nuestro texto, el conflicto es con los “helenistas” (cf. 6,1; 11,20 donde alude a los judíos que hablan en lengua griega). El “Pablo de Hechos” es uno que desde los comienzos mismos de su “conversión” predica con tal convicción que deciden matarlo. Esto es lo que motivará que Pablo sea enviado a otra región en la cual vivirá “años ocultos” hasta que Bernabé lo rescate para llevarlo a Antioquía (11,25).


Lectura de la primera carta del apóstol san Juan     3, 18-24

Resumen: Algunos en la comunidad joánica parecen “decir” que son discípulos, pero su vida no es coherente con esto. Remitiendo a los dichos originarios, el autor de la carta invita a volver a los orígenes de la comunidad, al amor mutuo como signo de la permanencia en Dios y el don del espíritu.


La carta Primera de Juan está escrita en un evidente marco polémico. Al interno de la comunidad aparecen algunos que dicen o hacen cosas que el autor de la carta considera contrarias a lo que el discípulo fundados (el discípulo Amado) había puesto como cimientos. Muchos vocativos parecen marcar los ritmos del texto (“queridos”, “hijos míos”, “hermanos”…); por otra parte, es evidente que los frecuentes “si alguno dice…”, “todo el que...” son indicios de que había en la comunidad quienes lo decían o hacían. 

Con un “hijos míos” comienza la unidad litúrgica (el vocativo “queridos” de v.21 no marca una nueva unidad ya que continúa la referencia a la conciencia, cf. 19.20 y 21). En 4,1 un nuevo vocativo (“queridos”) da comienzo a un nuevo apartado.

El acento está en “no amar de palabra o con la boca” (v.18) sino “guardar” los “mandamientos” (22.24). Es evidente que el mandamiento es el tema central de la unidad (y de otras partes de la carta) haciendo referencia al “mandamiento del amor” que Jesús destaca en la despedida a los suyos en el Cuarto Evangelio. El primer contraste está dado entre “palabras” y “boca”, que se asemeja a los que “dicen” pero son “mentirosos” (cf. 2,4.22; 4,20) ya que no hacen aquello que dicen, por un lado, y las “obras” y la “verdad” por el otro. Ambos pares son sinónimos. La verdad, en Juan (como en general en la Biblia) no se trata de una teoría, sino de una praxis. La verdad se obra, se vive (Jn 3,21; 1 Jn 1,6; 3 Jn 8; cf. Tob 3,2; 13,6; Sal 33,4; 111,7; Ez 18,9; Dan 3,27; 4,34). Es por eso que “somos” de la verdad (v.19) porque “guardamos sus mandamientos”. 

El mandamiento (aunque en v.22 se mencione en plural, a continuación se lo presenta en singular como “un” mandamiento, v.23) tiene una doble dimensión: creer en el nombre de su Hijo y que nos amemos unos a otros “según el mandamiento que nos dio” (de esto habla el Evangelio de hoy y el de la próxima semana, precisamente). El cumplimiento de estos mandamientos provoca la “permanencia” (ver Evangelio de hoy) que es una inter-habitación mutua: él en Dios y Dios en él. Y esto en relación al espíritu que ha sido “dado”. La referencia al discurso de despedida de Juan es evidente y remitimos a esto.

Parece muy probable que en la comunidad empiezan a surgir algunos que insisten en que el ser discípulos es solamente amar a Dios y desentenderse de los hermanos. Este espiritualismo creciente (que culminará en fractura en la comunidad, como se ve en las cartas 2ª y 3ª) es ante lo que el autor alega haciendo referencia a los momentos originarios de los dichos de Jesús tal como el Discípulo Amado los ha transmitido y se encuentran en el Evangelio y por eso repite el contexto “original”.


Evangelio según san Juan     15, 1-8

Resumen: Usando el característico “yo soy”, Juan presenta a Jesús como “la vid” destacando la interrelación entre el Señor y sus discípulos, la voluntad del padre (dar frutos) y la importancia de “permanecer” en esta inter-pertenencia mutua.


En el capítulo 13 Jesús empieza, en una cena (que no es Cena Pascual), un largo discurso de despedida que recién finalizará en 17,26. Obviamente hay muchos elementos y sub-unidades en este largo texto, pero todo se presenta como Discurso. Y tiene clara apariencia de “Testamento”. Es decir, un personaje importante se despide de los suyos (hijos, familiares, discípulos) y haciendo memoria de su vida señala que los que obren en Tal cosa como él obró (o los que no cometan tal vicio como él cometió, como se ve en otros casos) serán sus auténticos herederos espirituales. De estos “testamentos” hay indicios o resabios en muchas partes del Nuevo Testamento y  - por supuesto – muchos escritos apócrifos, entre los cuales el “Testamento de los Doce Patriarcas” es el más conocido. 

Aquí, Jesús, del que se nos dice que “a los suyos” los “amó hasta el extremo” (13,1) les dirá a sus “herederos” que lo serán en la medida en que amen “como él amó” (13,15.34). 

Dentro de este largo discurso se encuentra, comenzando con el típico “yo soy” de Juan, la referencia a la vid y las ramas (= sarmientos). El texto es más extenso (aunque la imagen de los frutos finaliza en v.8 y sólo a modo de conclusión se retoma en v.16); en v.9 el acento está puesto en el amor que enmarca vv.9-17 (Evangelio del próximo domingo), aunque es evidente que el fruto (primera parte) es el amor mutuo (segunda parte).

La “vid” es interesante ya que, si bien en el A.T. con alguna frecuencia representa al pueblo de Israel (cf. Is 5,1-7; Os 10,1; Jer 2,21; 5,10; 6,9; 12,10; Sal 80,9-19…) en los sinópticos se utiliza (como otros árboles frutales, como la higuera o el olivo) para aludir a la comunidad de discípulos (cf. Mt 21,43) y – como es propio de la cristología de Juan – se concentra en Jesús quien en sí mismo reemplaza todo aquello que se afirma en Israel de los ámbitos de salvación.

Es interesante que “el Padre” aparece mencionado como de pasada en esta primera parte y ocupará un rol más importante en la segunda.

El viñador (= el Padre) quiere que las ramas den fruto (v.2 y 8). Ahora bien, las ramas no pueden dar fruto si no “permanecen” en la vid. Por eso las que no dan fruto son cortadas (v.2) como se repite: vv.4.5.6; mientras que las ramas que “permanecen” dan fruto: vv.2.4.5.7. (Como se ha dicho, habremos de esperar a la segunda parte para saber con claridad que este fruto es el amor).

Sin duda, la clave de esta parte viene dada por el verbo “permanecer” (menein). Este verbo es muy importante en este Evangelio y es interesante señalar algunos aspectos:

En un primer momento se destaca que el Espíritu “permanece” en Jesús (1,32.33). Los primeros discípulos, enviados por el Bautista “vieron donde permanecía Jesús y permanecieron con él aquel día” (1,38.39). Jesús no permanece mucho tiempo en Cafarnaúm (2,12). Pero luego de esta primera “semana inaugural”, en el cuerpo del Evangelio el término empieza a tener una mayor densidad teológica: “en que cree en el Hijo tiene vida eterna… el que se niega a creer… la ira de Dios permanece en él” (3,36). Después que Jesús “permaneció” con los samaritanos “fueron muchos más los que creyeron en él… es el Salvador del mundo” (4,40-42). Para los que no creen su palabra “no permanece en ustedes” (5,38). El alimento que da “el Hijo del hombre”, “permanece para la vida eterna” (6,27) y por eso “el que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él” (6,56). En 7,9 destaca que “permaneció en Galilea” pero luego – de incógnito – subió al templo. Claramente dirá que “si permanecen en mi palabra serán mis discípulos” (8,31); Jesús – y su palabra – nos hacen libres, y “si el esclavo no permanece para siempre, el hijo permanece para siempre en casa” (8,35). Los que no aceptan a Jesús son ciegos que se niegan a ver, y “como dicen vemos su pecado permanece” (9,41). Nuevamente Jesús permanece en un lugar (10,40; 11,6.54). Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, “permanece solo” (12,24). Los “judíos” creen que el mesías “permanecerá siempre” (12,34), mientras que Jesús será “elevado”. Jesús es la luz y el que cree en él “no permanece en tinieblas” (12,46). El Padre “permanece es” Jesús y realiza las obras (14,10), y los discípulos pueden reconocer al espíritu – el mundo no puede – porque “permanece en ustedes” (14,17). El discurso de despedida Jesús lo dice porque “permanece entre ustedes” (14,25). Los cuerpos de los crucificados no debían permaneces en las cruces por avecinarse un sábado solemne (= Pascua) (19,31). Finalmente, del discípulo amado Jesús insinúa que “permanecerá” hasta que él vuelva (21,22.23). En una misma línea el sustantivo “mansiones” (= lit. permanencias) se destaca que hay muchas en la “casa de mi Padre” (14,2) y que si uno ama a Jesús ese “guarda la palabra”, el Padre lo amará y “vendremos a él y haremos en él nuestra «morada»” (14,23).

En esta lista hemos omitido expresamente las referencias que se encuentran en Jn 15 (vv.4.5.6.7.9.10.16 un total de x11 veces). La imagen de la permanencia de la rama a la vid es la que permite dar fuerza a la imagen de los frutos. En v.9 el paso es a “permanecer en el amor”, como se ha dicho (cf. v.10).

Es interesante, a modo de síntesis, notar que fuera de aquellos lugares donde se dice que Jesús “permanece” (Cafarnaum, Galilea, Samaría…) hay un doble juego de permanecer que indican una interrelación mutua: permanecer en el pecado, lo que indica un modo de existencia, y un permanecer e interrelación: Jesús-Padre y Padre-Jesús, Jesús-discípulos y discípulos-Jesús. La recepción de los dones de Jesús (su palabra, su cuerpo y sangre) o creer en él es lo que provoca esta mutua permanencia y es lo que permite dar el fruto esperado.

Sin embargo, hay un elemento más a señalar y es la referencia a la/s palabra/s de Jesús: “ustedes” (los discípulos) que han sido “limpiados” por el viñador (el Padre) están limpios “por la palabra” (lógos) que Jesús ha dicho. Si las “palabras” (rêmata) permanecen “en ustedes pueden pedir lo que quieran y lo conseguirán” (v.7). Las palabras que se han de guardar – como los mandamientos – son las palabras que Jesús “la Palabra de Dios” ha pronunciado porque permanece en Dios y Dios en Él. Estas palabras han limpiado a los discípulos porque son palabras de vida (cf. 6,68): 
«El que se ha bañado, no necesita lavarse; está del todo limpio. Y ustedes están limpios, aunque no todos». (13,10). 
El doble esquema puede verse, entonces, de este modo:

15,1-8
15,9-17
  Padre (v.1)
  Padre (v.9)
      Palabra (v.3)
     Mandamiento (v.10)
Lo que pidan (v.7)
Lo que pidan (v.16)
     Palabra (v.7)
  Padre (v.16)
  Padre (v.8)
     Mandamiento (v.17)

Guardar la palabra (logos), 8,51.52.55; 14,23.24; 15,20; 17,6 (guardar la palabra, rêma, cf. Pr 3,1) es guardar los mandamientos: 14,15.21; 15,10. Esa es la palabra que limpia y permanece y de la que hablará la semana próxima.


Foto tomada de es.dreamstime.com

domingo, 25 de abril de 2021

La importancia de terminar la escuela

La importancia de terminar la escuela


Eduardo de la Serna



Hace muchos, muchos años, recuerdo un pequeño debate que se suscitó cuando Gabriela Sabatini empezaba a “andar bien” en el tenis. Sus padres la impulsaron a seguir, aunque eso significara no terminar la escuela secundaria. Algunos decían que era un error. Ciertamente, la clave de la evaluación, está dada por aquello que el comentarista considera acierto o error; en este caso, terminar o no la escuela. Si de dinero habláramos, por ejemplo, no parecen haberse equivocado los padres, y convengamos que el dinero es uno de los parámetros de análisis para muchos. Y dejo de lado temas colaterales en la consecución del objetivo (o ‘si lograron o no lograr el logro’), porque me consta de un juez federal que en el examen – muchos años ha – se copió, y a todos nos consta de alguno que el título de ingeniero, si lo tiene, es porque lo ha comprado. En todo caso, el primer punto es saber si lo que se entiende como meta es aprender o es simplemente tener el título, por ejemplo. Se pueden mencionar decenas de personas que no terminaron la escuela secundaria y en otros órdenes de la vida han tenido suceso (no me gusta la palabra éxito), basta pensar en muchos jugadores de fútbol, por caso. Pero en una sociedad-del-aparecer, no importa saber o no, sino “tener”; un título, en este caso.

Ahora bien, y acá el punto, en esos ciertos ambientes, el “título” es importante, casi constitutivo. No conozco a nadie que tenga colgado en la pared el título del secundario, pero nadie que se precie – siempre en esos ambientes, aclaro – puede andar por la vida sin haberlo terminado. Me refiero, precisamente, a ambientes que miran al mundo por encima del hombro, despectivamente para los que no son “como uno”. Y que, si se relacionan con quienes no lo son, sólo lo hacen en la medida en que “me” son funcionales, y durante el tiempo en que lo son. Todos recordamos, por ejemplo, jugadores de futbol o boxeadores que mientras llenaban las arcas de sus representantes, o los clubes, eran aplaudidos e idolatrados y luego vivieron y murieron en la miseria y el olvido. Lo mismo se aplica en decenas de otros casos, incluso funcionarios (aunque no funcionen… o quizás por eso) y otros ambientes.

Todo este prolegómeno se dirige a Marcelo Longobardi. Uno que funge de periodista y es totalmente funcional a la derecha, a la que ama y cree pertenecer. Una comunicadora que no sólo se cree periodista sino también progre, aunque su vida la desmienta, dijo públicamente que “no terminó el secundario”, lo cual es cierto. Pero al “sistema” (establishment, suena “mejor”) no le preocupa mientras le sea funcional. Pero también es cierto que, a ese sistema, uno que no terminó el secundario no puede pertenecer por más esfuerzos que haga. Salvo que compre el título, claro (en política hay más de un caso). Sin embargo, debo decirlo, no terminar el secundario no es ninguna vergüenza. Ninguna. Hay miles de cosas que avergüenzan a las personas y a la vida. Pero no deja de ser cierto que al sistema al que Marcelo sirve (o se sirve de Marcelo, que sería lo mismo) no terminar el secundario es una mácula imborrable. Por eso lo dijo “ella”. Por eso lo dijo.

No terminar el secundario es simplemente eso: no terminarlo. Que es bueno hacerlo, ¡sin duda! pero también depende la vida que una o uno lleve y la que desee vivir. Muchísimos padres y madres se desviven para que sus hijos lo terminen, porque saben que es un instrumento importante. Al menos para conseguir trabajos mejores. Muchos que viven en regiones donde no hay un secundario se ocupan y preocupan para que sus hijos puedan trasladarse a lugares donde lo haya, lo cual no siempre es posible, ni fácil; no todos tienen un hermano o una tía “en la ciudad”, por ejemplo. Pero muchos hacen hasta lo imposible para lograrlo. Señalo esto, porque los pobres sí valoran el título cuando pueden conseguirlo para sus hijos. Pero no es eso lo que los hace dignos, ciertamente. Conozco miles de pobres de toda pobreza, sin título alguno (algunos, ni el primario) mucho más dignos que muchos de esos a los que Marcelo sirve y responde. No terminar el secundario no es ninguna ofensa, pero imagino que Marcelo no ha de estar nada contento con el comentario de la “progre”. Pero mientras aliente desde los medios de comunicación golpismos, violencia, o desestabilice, puede quedarse tranquilo. Trabajo no le va a faltar, aunque sea de “cola de ratón”. ¡Le pertenezco!

 

Foto tomada de https://pixabay.com/es/photos/hausmaus-rat%C3%B3n-rat%C3%B3n-de-cola-larga-5213762/

sábado, 24 de abril de 2021

«La Cámpora no es ajena a la muerte del ministro Meoni»

 «La Cámpora no es ajena a la muerte del ministro Meoni»


Eduardo de la Serna



Cuando me enteré, anoche, de la muerte del ministro Meoni, compartí la noticia con amigas y amigos varios. Como suele pasar ante hechos imprevistos, incluso alguno deslizó la pregunta “¿habrá sido accidente?” Inmediatamente empezamos a sacar una conclusión casi unánime: los politicoides y periodistoides de siempre, con la hegemonía a la cabeza, no demorará una hora en empezar a “revolear” la sospecha primero, y quizás la denuncia después. Siendo que el ministro venía del massismo, y que La Cámpora es un enemigo casi oficial de esa prensa (la que prensa ideas y neuronas) era obvio que serían sospechados o señalados. Así fue como ocurrió. Edgardo Alfano, uno de los peones que sueña ser alfil dijo en TN que Meoni: "Supo conocer las presiones del kirchnerismo duro en su puesto de ministro de Trabajo". No importaba siquiera el ministerio (no era “de Trabajo”, che Alfano… era “de Transporte”), importaba “revolear” cualquier cosa que empiece con “T”. Como el ministro era – aparentemente – una persona querida, se pone a “los malos” de la vereda de enfrente (de la grieta, obvio); si hubiera sido del “kirchnerismo duro” habría muerto luego de una “tensa discusión” con el “ala blanda” del gobierno, o cosas por el estilo; la cosa es enlodar, enchastrar, basurear. En eso son expertos.

A Meoni había que presionarlo, por ejemplo, con Aerolíneas Argentinas. Debía hacer lo posible para repatriar a los huecos que en plena pandemia se habían ido de vacaciones y no habían podido regresar, pero no debía enviar aviones a Rusia o China por vacunas porque es un gasto enorme (además, claro, la Pfizer es mejor, mucho mejor…. al menos para “nuestros” bolsillos). Y había que presionar con el tema de la hidrovía del Paraná que es “fundamental para nuestro contrabando de minerales, granos y droga… aunque esto mejor no decirlo; no en público”). Era un ministro que podía ser funcional y ahora… “Ahora empecemos a apuntar contra el kirchnerismo duro. En la TV pública creíamos que habíamos ganado y no duramos una semana” …

La cosa es que parece que no solamente tenemos que ver los pasos que dará el Gobierno en adelante sobre este tema (había un paro de colectivos en suspenso porque el gremio, perversos ellos, parece que se niega a ser contagiado… Con lo bien que nos iba con “los papis y las mamis”) … Habrá que mirar también los pasos de esa prensa, que hace tiempo no se dedica a informar lo que ocurre sino a presionar para que lo que ocurre sea lo que ellos desean. ¡Qué raro! Pero también, ¡qué previsible! “De manual”, me decía uno de mis amigos cuando vimos confirmadas nuestras sospechas del inicio del día.

 

Inyección hegemónica de odio (esta sí vale). tomada de https://www.catalunyavanguardista.com/inyeccion-en-los-centros-de-memoria-del-cerebro/

Una historia menor que puede volverse mayor

 Una historia menor que puede volverse mayor


Eduardo de la Serna


Quiero contar una anécdota. Es absolutamente real, aunque la deforme un poco para evitar toda identificación.


Un día me llaman para una unción de los enfermos (en este caso era una “extremaunción”). Un señor de la comunidad estaba muriendo. Lo que tenía era una tontería, pero una tontería de verdad. Una operación simplísima lo hubiera dejado en perfecto estado y en cosa de días. Una realmente muy simple (yo mismo tuve esa operación sin ningún problema). Pero el buen señor tenía tanto miedo “al cuchillo” que no quiso, se negó sistemáticamente, y cuando me llamaron ya era totalmente tarde. La infección lo había tomado totalmente (pude ver la inflamación). Finalmente murió.


Y me surge una pregunta elemental: tanto miedo a una operación absolutamente simple llevó a una persona a la muerte. Y, por tanto, dejó mujer e hijos en soledad y dolor. 


Y esta imagen me vuelve una y otra vez ante aquellas y aquellos que hoy tienen miedo a una simple vacuna. No me refiero a los que han “comprado” el discurso terraplanista de la oposición: ellos merecen enfermarse víctimas de su propia estupidez. Y no seré diplomático al desearlo. No les deseo más mal que una enfermedad difícil. Pero aquellas y aquellos que tienen miedo a una inyección, me dan pena. Pena por la incapacidad de pensar con un mínimo de seriedad lo que enfrentan, y lo que pueden padecer (y hacer padecer). No sé cómo hacer (porque los veo, los conozco, y ya no sé cómo enfrentar esto) … me hubiera encantado que conozcan una experiencia como la que acabo de contar para darse cuenta que si el miedo los domina (y, en este caso, el miedo a la nada misma) no sólo se perjudican o pueden perjudicar ellos y los cercanos, sino que terminan siendo cómplices de la difusión de un virus que se está haciendo, ya, demasiado largo. De ellos dependería abreviarlo, y el miedo a un pinchacito absolutamente menor, no manifiesta demasiada sensatez. Como la del señor de mi historia.


Foto tomada de https://amadoclinicapediatrica.com/las-vacunas-duelen-menos-si-estan-viendo-los-dibus/

martes, 20 de abril de 2021

Domingo 4to de Pascua "B"

 La vida que el pastor arriesga por el bien de su pueblo

domingo 4º de Pascua – “B”

Eduardo de la Serna



Lectura de los Hechos de los Apóstoles     4, 8-12

Resumen: Pedro justifica su actitud destacando el contraste entre el obrar de las autoridades y el obrar de Dios ante Jesús. Al resucitar a su Hijo, Dios lo hace causa de salvación siempre eficaz para nosotros.

El libro de los Hechos está lleno de discursos, y la liturgia de hoy nos presenta uno de entre ellos. Este se encuentra armado a modo de escena y diálogo. Después de curar un paralítico de nacimiento, Pedro y Juan son llevados ante las autoridades para ser interrogados. El motivo de la captura tiene que ver con la creencia en la resurrección (4,2); es sabido que los saduceos no creen en esto y que hablar de Jesús resucitado es el punto de partida de la predicación de los discípulos (3,26). El hecho de la curación es la excusa, la pregunta que les harán es “con qué poder o en nombre de quién” lo han hecho, aunque ya sabemos que es la fe en el nombre de Jesús la que lo ha obrado (3,16; ver 3,6). Con la respuesta de Pedro a esa pregunta comienza el texto de la liturgia. Al terminar el discurso, finaliza el párrafo aunque la escena continúa con toda la estructura de una sentencia judicial. Comenzó por el interrogatorio (4,1-7), defensa (el texto litúrgico, 4,8-12), deliberación (4,13-17) y sentencia (4,18-22).

El discurso, entonces, tiene como objetivo explicar y dar respuesta a ese interrogatorio. En los vv.8-9 Pedro presenta el punto de partida, aquello que le fue preguntado. En los vv.10-12 está en tema cristológico, esto ocurrió “en nombre de Jesús”, y presenta el dato kerigmático del contraste entre el obrar del pueblo y Jesús y – por otro lado – el obrar de Dios ante Jesús, es decir su muerte y resurrección. Ciertamente de este modo Pedro da respuesta al interrogatorio: la curación realizada es indiscutible por lo que la sentencia será prohibirles hablar en el nombre de Jesús, pero esto está fuera del texto litúrgico.

Mirando en detalle algunos elementos, lo principal es destacar que Pedro, que más adelante es presentado como “sin instrucción ni cultura”, va a hablar movido por el Espíritu Santo. Es sabido que el gran protagonista de todo el libro es el Espíritu (x42) hasta el punto que algunos han sugerido que más que llamarlo “Hechos de los Apóstoles” habría que llamarlo “Hechos del Espíritu Santo”. El Espíritu, con forma y ruido, desciende sobre Jesús antes de iniciar su misión, el Espíritu (Lc 3,21-22), con forma y ruido, desciende sobre la Iglesia antes de comenzar su misión (Hch 2,2-4). El espíritu marca el camino de Jesús (Hch 10,38) en el cumplimiento de las escrituras (Lc 4,18.21), y marca el camino de la Iglesia en el cumplimiento de las escrituras (Hch 2,16-17). Y esta misión de la Iglesia está marcada por la presencia del Espíritu en los grandes momentos o personajes: Pedro (4,8), los presentes (4,31; 8,17; 10,44), Esteban (6,5; 7,55), Pablo (9,17; 13,9), las iglesias (9,31), Bernabé (10,23), los presbíteros (20,28), y envía a predicar en misión (13,2.4; 16,6), desciende sobre los evangelizados (13,52; 19,6), y los paganos en general (15,8).

El tema central de la unidad está en “el nombre de Jesús”. Es sabido que “el nombre” designa a la persona misma, es su nombre el que es invocado sobre alguien (como ya en los exorcismos, Lc 9,49; Hch 16,18). Ya se repetía con frecuencia que “el que invoque el nombre del Señor (= Jesús) se salvará” (2,21; Rm 10,9-13 = Jl 3,5; cf. Hch 4,12; 10,43), y los que se incorporan a la comunidad lo hacen luego del “bautismo en el nombre de Jesús” (2,38; 8,12.16; 19,5; 22,16) la predicación de los discípulos es “en el nombre de Jesús” (4,18.30; 5,41; 9,14.15.16.21.27.28.33.36; 15,14.17.26; 19,17; 21,13; 26,9).

Ciertas lecturas antisemitas insistieron en el “ustedes lo mataron” sacando los discursos de contexto, y – en este caso – no teniendo en cuenta quiénes son estos “ustedes”: los “magistrados del pueblo y ancianos” (v.8; en Lc 24,20 dice: “nuestros sumos sacerdotes y magistrados lo mataron”). Los “magistrados” (árjôn) aparecen en torno a Jesús en su ministerio, pero en el contexto de la Pasión “los sumos sacerdotes, magistrados y el pueblo” son convocados por Pilato (Lc 23,13) aunque luego, mientras el pueblo mira al crucificado, los “magistrados se burlaban de él” (23,35). Pedro afirmará ante el pueblo que “obraron por ignorancia” (Hch 3,17). El contraste está dado entre la actitud de estos jefes y ancianos por un lado, que matan a Jesús, y el obrar de Dios por el otro, dando vida: “Dios lo resucitó de entre los muertos” (v.10). Es el obrar “en el nombre” de Jesús con el que el que había estado paralítico y mendigo se presenta ahora. Señalemos simplemente que Jesús es llamado “Nazoreo”, no Nazareno. Éste último es propio de Marcos y los textos que dependen de él, Lucas, en cambio, en los textos que le son propios, prefiere Nazoreo sin razón que nos resulte evidente.

Señalada esta doble actitud frente a Jesús, el texto recurre a una cita del Sal 118,22 que parece haber sido utilizada con frecuencia en la discusión para explicar el rechazo de las autoridades a Jesús, y la exaltación de Dios (Mc 12,10-11; 1 Pe 2,7). Los arquitectos que han rechazado la piedra son – ciertamente – las autoridades de Israel (cf. Mc 12,1-12: “la parábola la había dicho “por ellos”, v.12, cf. 11,27). El paso a “piedra principal” (sea esto lo que signifique, si fundamental o de ángulo) ciertamente alude a la exaltación de parte de Dios. La escritura ilustra esta doble responsabilidad de Dios y de las autoridades ante Jesús. 

Con una nueva referencia a Joel 3,15, que fue citado recientemente (2,21), se reitera que la salvación llega a todos por la obra de Jesús en nosotros. 


Lectura de la primera carta del apóstol san Juan     3, 1-2

Resumen: el inmenso amor de Dios por los suyos los engendra como hijos, y son ya ahora en el presente una realidad que – además – será más plena en la manifestación futura. Algo incomprensible para quienes no sean “hijos de Dios” sino que sean “del mundo” y por tanto sean incapaces de “conocer” y – por tanto – de vivir la justicia y la santidad como Jesús.

Ya hemos hecho referencia la semana pasada al sentido conflictivo intra-comunitario que tiene la carta. Con un pequeño paréntesis sobre el ser y obrar como “hijos de Dios” Juan introduce una nueva unidad en la carta (paréntesis que parece introducido por los vv. 2,28-29 que son conclusión de lo anterior y nuevo comienzo). Luego de este paréntesis, desarrollará las características que tiene la vida cristiana (ser de la justicia y enfrentar el pecado [3,3-10], ser del amor y la vida, enfrentar los asesinos [3,11-24], ser de Dios, no del mundo [4,1-6]). 

Hay muchos elementos que hemos visto la semana anterior (amor, conocimiento [es importante recordar que este conocimiento no se refiere a algo “racional”, como el que proponen los espiritualistas que “conocen a Dios”, sino una experiencia e intimidad profunda]), pero hay elementos nuevos que merecen ser mirados:

El versículo introductorio (2,29) establece una estrecha relación entre Dios, que es justo, y el cristiano que debe “obrar la justicia”. Sin duda que el tema es claramente conflictivo con los grupos que proponen un espiritualismo que los aísla del hermano/a. Obrar la “justicia” (entendida en sentido semita, como “vivir plenamente acorde a la voluntad de Dios”) no es habitual en los “espiritualistas que sólo pretenden mirarse en su relación personal (individual) con Dios. En ese sentido, en Juan, no parece distinto “obrar la justicia” que vivir “el amor”. Pero lo importante, además, es que ese tal “ha nacido de él” (si bien se dice que “Jesús es justo” [1,9; 2,1; 3,7], en este caso parece decirse de Dios). De allí que dedique, el autor, los siguientes dos versículos a desarrollar esta generación divina. Esto supone no un mero “título” sino una “generación”, una trasformación de las personas. Sin duda esto empieza a insinuar la confrontación que se desarrollará en los versículos que siguen ya que hay otros “hijos”, del diablo (3,8), de Caín (3,12), del anticristo (4,3), del mundo (4,5). La filiación se reconocerá en el obrar, pero no lo sabrán “conocer” los que son “del mundo”. Como se ve, el autor se mueve ante tipos contrapuestos (el mismo Caín es tipo del homicidio) que supone dos modos de ser y – por tanto – de obrar, la justicia o el pecado.

Es interesante que ante la nueva dimensión existencial, el texto habla del aspecto presente (lo que somos, 3,1b-2a) y lo que seremos (3,2b-c). El presente y el futuro. Pero esto es obrado – en el presente – por Dios en los hijos al “engendrarlos” (2,29), y tiene consecuencias: no son “del mundo” que es el ambiente que rechaza a Jesús (no debe entenderse en sentido platónico ni –menos aun en 1 Jn – espiritualista como “ciudadanos del cielo”; ver Jn 15,18-19; 17,14-16). Los “hijos” deben llevar una vida justa como la de Cristo (Jn 13,15.34; 15,12; 17,17-19), y tienen la esperanza puesta en el futuro (Jn 5,28-29; 17,24).

El tema del “futuro” no es un tema muy frecuente en Juan como es sabido. Sin embargo no es ajeno a un tema importante en el cristianismo desde los orígenes, como es la venida futura de Jesús (aparentemente a eso se refiere el futuro: “aún no se ha manifestado”, “cuando se manifieste”). Quien “conoce” a Dios es asemejado a él, “engendrado”; y en la tradición joánica, esta experiencia es mediada por Jesús: él poseyó el nombre divino y la igualdad con Dios (Jn 17,11-12); compartió este nombre con los discípulos (17,6.26), y estos han participado del destino de Jesús a manos del mundo (15,21) y contemplarán su gloria (17,24).

Cuando dice "Miren qué amor nos ha tenido el Padre», debemos pensar en Jesús, la fuente de la filiación, el amor encarnado de Dios dado por nosotros. El mundo es incapaz de conocer a Dios y a su enviado, por tanto, incapaz de conocer a sus hijos, que se asemejan a él. En el retorno de Jesús, cuando los hijos engendrados vean a Dios como es, la semejanza será aún mayor. La santidad / justicia es nuestra mejor preparación para ser semejantes a Dios y para verlo / conocerlo.


+ Evangelio según san Juan     10, 11-18

Resumen: el pastor es inseparable de las ovejas, y lo es en función de la vida. Las ovejas reciben “vida” porque el pastor la “arriesga”. Hay quienes quieren “robarle” sus ovejas a Dios, pero el pastor bueno no permite que el lobo las disperse sino que busca que haya un solo rebaño.


El 4º domingo de Pascua es conocido como el domingo del “buen pastor”, y la liturgia destaca ese aspecto de Jesús. Pero miremos brevemente el texto en su contexto: si miramos los personajes, o el desarrollo del tiempo, el texto parece venir desde muy atrás. En 8,12 se habla de “otra vez” y los que le responden (v.13) son los fariseos. Luego de esto no tenemos cambios de escena. Por tanto no parece que haya que separarla demasiado de la anterior, es decir, el relato de la curación del ciego (Jn 9). Si se ve 10,1 el texto no tiene inicio ni introducción, por lo que debe verse como continuación de lo antecedente. Es importante que no hay ningún corte entre el capítulo 9 y el 10, por lo cual podemos suponer que el contexto es el mismo. Es decir, Jesús desarrolla su discurso del pastor en el mismo contexto del relato del ciego. Y decir en el mismo contexto es decir en el mismo auditorio. En este caso, en el que ya está presentado, en Jn 8, 41, donde dice: "ellos le dijeron..." y se refiere – como decimos – a los fariseos. Por otro lado, en Jn 10,21, se vuelve a hacer referencia a la curación del ciego: ")acaso un endemoniado puede abrir los ojos a un ciego de nacimiento?

Para nuestra mentalidad pareciera que el cambio entre el ciego y el pastor es demasiado abrupto y debemos pensar en otro contexto. Sin embargo, que cambie la imagen no quiere decir que cambie de tema. Veamos, por ejemplo dos textos. Uno muy antiguo, de la Mesopotamia. Es un himno al dios sol, Shamash donde dice: 

"Oh! Iluminador de la tierra. Oh! Juez de los cielos, que iluminas las tinieblas. Pastor de lo alto y lo bajo, tú apacientas a todos los seres dotados de aliento. Tú eres su pastor en lo alto y lo bajo. Pastor del mundo de abajo. Pastor allá en lo alto. Director y luz del universo. Tú sólo, oh! Shamash."

Como se ve, en este himno a Shamash, están unidas la imagen de la luz y la imagen del pastor en un mismo texto. Otro texto, ya más cercano y judío, es del apócrifo de Henoc, donde en varias partes aparecen unidas las imágenes; veamos una:

"Pero las ovejas cruzaron el agua y salieron al desierto, donde no hay agua ni hierba, y empezaron a abrir los ojos y ver. Vi que el dueño de las ovejas las apacentaba, y daba agua y hierbas y aquella oveja iba guiándolas".

Nuevamente se unen las dos imágenes en un mismo contexto. La imagen de la luz, de los ojos, y la imagen del pastor.

Si miramos más en detalle ahora, el capítulo 10 notaremos en los versículos 1 al 5, una o dos “parábolas” con una explicación, una conclusión en el versículo 6; y después de 7 a 10, toma la imagen de la puerta; de 11 a 18, toma la imagen del pastor; y de 19 a 21, una conclusión. Es decir, tenemos dos parábolas; una al principio, acentuando el tema de la puerta; la segunda, el tema del pastor; y después la explicación de esas dos parábolas. Por otro lado, toda la primera parte, las aparentes parábolas, están en un tono impersonal: "El pastor" hace esto, por ejemplo; la puerta del redil; el ladrón; el salteador; se le abre la puerta; saca las ovejas; las ovejas le siguen; etc. Todo en impersonal. Recién a partir del versículo 7, Jesús va a empezar a hablar de "Yo". "Yo soy la puerta", "Yo soy el pastor". Así podemos notar la unidad literaria para la que 10,1-6 es una introducción con dos imágenes y 10,7-10 y 10,11-18 el desarrollo de cada una de ellas aplicado a la persona de Jesús.

Por eso lo ideal es más que “parábola” llamarlo "marco simbólico" del discurso que va a venir después. En este caso, la palabra paroimía (v.6) convendría traducirla entonces por marco simbólico. Este marco simbólico tiene un detalle particular. Empieza y termina con una referencia a adversarios. Empieza con: "El que no entra por la puerta es un ladrón y un salteador" (v.1), y termina diciendo: "No conocen la voz de los extraños" (v.5). Es decir, hay una referencia a unos personajes negativos de los cuales tendremos que intentar decir algo más adelante. En el centro está la imagen del pastor, que es la clave de la revelación, por su relación con las ovejas. No es una referencia al pastor solo, sino al pastor con las ovejas.

En la primera parte del capítulo (10,1-3), tenemos la parábola de la puerta. Hay una referencia al portero, pero la clave no es el portero, sino la puerta en sí, y la puerta que no utilizan los que son ladrones y bandidos. El tema es que, el término bandidos se había aplicado a los sacerdotes en algunos textos del evangelio: "Han hecho de la Casa de mi Padre una cueva de bandidos", dice Jesús en la purificación del templo en Mc 11,17. Quizás esa doble referencia, ladrones y bandidos, recuerde a fariseos y sacerdotes. El contexto de la fiesta de la Dedicación (Jn 10,22), donde Judas Macabeo, dedica el templo ante los sacerdotes que habían sido traidores del pueblo, invita a sospechar que puede haber una referencia anti-sacerdotal. 

La segunda parte, en cambio (10,3-5) hace referencia al pastor. Es interesante que el pastor es quien conduce a los pastos. Acá es oportuno tener en cuenta una imagen de Josué, en Números 27,16: Dios le dice a Josué: "Designa a un hombre de la congregación – en griego dice sinagogé – que los conducirá, pues la congregación del Señor no puede ser como ovejas sin pastor". Esta imagen ha sido utilizada más de una vez, por ejemplo Mc 6,34, aplicada a Jesús (= Josué). 

El acento está puesto en la relación entre Jesús y los seguidores, es decir, las ovejas. Y se destaca que el pastor a cada oveja la llama por su nombre. Otra referencia al segundo Isaías: "Te llamé por tu nombre, tú eres mío" (Is 43,1). Lo que se destaca de este pastor, en su relación con las ovejas, es que las ovejas conocen – término importantísimo, como se sabe – y conocen su voz. La voz del hijo del hombre es la voz que hace levantar a los muertos, por ejemplo a Lázaro; cf Jn 5,25: "Les aseguro en que se acerca la hora y ya ha llegado en que los muertos oirán la voz del hijo de Dios y los oigan vivirán". “Oír” es el término phoneo; “voz” es phoné. Lo que se dice es que el pastor va delante; el término es poreuostai que es el término que se utiliza en el éxodo, por ej. Dt 1,30. Refiere al éxodo, donde Dios va delante de su pueblo; y está presentando la misión de Jesús como un nuevo Éxodo. En Juan se está haciendo referencia al caminar de Jesús hacia el Padre, con lo cual le da una perspectiva escatológica a toda esta parte. Sobre todo, porque esto está en contexto con el término salir, que también es un término frecuente en el éxodo, por ej Éx 3,10. Es un liberar de la esclavitud.

Ahora, tenemos un pequeño problema: el "salir"; y se dice: salir del corral, pero el término que se utiliza para hablar del corral es el término aulé; lo interesante es que el término aulé aparece 177 veces en el Antiguo Testamento, y nunca para hablar de un corral. Pero sí aparece 115 veces para hablar del atrio del templo. Es decir, el aulé es un lugar cerrado, pero no se lo utiliza nunca para hablar de un corral, sino para hablar del atrio del templo. Es más, el mismo Juan lo utiliza para hablar del atrio del templo en 18,15, donde habla del patio del sumo sacerdote. Teniendo en cuenta que el contexto es el del pastor que reúne, etc., entonces se está insinuando la reunión de Israel en torno a Jesús. El nuevo Éxodo.

El Salmo 99 de la Biblia griega (Salmo 100 de la hebrea) dice: 
"Reconozcan que el Señor es Dios. Él nos hizo. A Él pertenecemos. Somos su pueblo y ovejas de su rebaño. Entren por sus puertas, dando gracias. Entren en sus atrios – aulé – con himnos de alabanzas". (Sal 99,3).
Un dato a tener en cuenta es que el término hacer salir, ekballein, es el mismo término que en la curación del ciego de nacimiento se había usado para decir que los fariseos excomulgaban a aquel que reconociera que Jesús era el Mesías. Ahora Jesús dice que él hace salir a las ovejas – antes los hacían salir de la sinagoga – del redil. Frente a esto lo interesante es que, como es frecuente en Juan, todo esto termina en una no-comprensión. No comprenden. Y entonces, frente a ese no-comprender empieza el discurso revelador (“yo soy…”). Otra vez con el doble "en verdad, en verdad" pero ahora en primera persona, con el "yo soy". Tenemos entonces dos "yo soy la puerta", y dos "yo soy el pastor". 

Es una puerta que conduce a los pastos, y la palabra "pastos" está haciendo referencia a la vida en plenitud. Vida y vida en abundancia (10,10). Y acá empezamos a sospechar si la palabra pastos (v.9) hace referencia a la vida. En Jn 7,44, ya se nos había dicho – en el discurso dentro de la misma fiesta de los Tabernáculos – que el diablo es asesino. Es más, el ladrón viene a destruir, mientras que Jesús vino para que tengan vida (10,10). Y la palabra Vida en Juan, siempre es vida eterna [para ser precisos, como veremos, en Jn hay dos términos para decir vida: “zôê” y “psyjê”, y mientras el primero es siempre vida eterna, vida divina, el segundo es vida humana, vida que se puede perder, ¡y arriesgar!]. Y acá tenemos un nuevo elemento a tener en cuenta. Jn 1-12 es llamado habitualmente el libro de los signos, la vida – vital, humana – es signo de la otra vida, divina. El signo de Lázaro es un buen ejemplo de esto (Jn 11). Lo de Lázaro es un signo de la vida plena que recibe Marta, o mejor, el creyente... Con palabras que no son "joánicas" podríamos decir que la vida humana es "sacramento" de otra vida mayor, de otra vida abundante. 

Por esto es razonable pensar que "el que viene antes que yo" (v.8), el ladrón, el asesino, en realidad es una personificación de todo adversario, las “tinieblas”. Por otra parte es bueno tener en cuenta que se dice "yo soy la puerta de las ovejas" (v.7),– algunos manuscritos dicen “el pastor de las ovejas” – , es decir la puerta por donde pasan las ovejas, no por donde se va hacia las ovejas. Es bueno notarlo ya que en nuestra historia tan poco ecuménica, más de una vez hubo problemas muy serios, y peleas, contra los "herejes", porque había que hacer entrar, aunque sea por la fuerza, al rebaño donde están las ovejas. Por eso no es la puerta del corral, es la puerta de las ovejas. Para que las ovejas entren y salgan. 

Ahora bien, ¿Y “ladrones”, por qué? Se comprende lo de los adversarios, ¿pero, por qué ladrones? Y si tenemos en cuenta que en el contexto del evangelio, el acento está puesto en que las ovejas son de Dios, y si Jesús puede decir "mías", es porque el Padre se las ha dado (recordar la teología tan importante en Juan de Jesús como “enviado”, por tanto “delegado” del Padre), tenemos que decir que son ladrones de Dios, porque le quieren robar las ovejas a Dios. Por eso, no pueden hacer más que hacer perder las ovejas. No vienen más que a robar, "matar" y destruir. No pueden hacer otra cosa, porque son adversarios de Dios. No pueden más que hacer perecer, que es el apóllymi, que es la muerte eterna, porque es en contraposición a la vida eterna. En Juan, esa palabra, que es perecer, es muerte eterna (ver 3,16; 6,27.39; 10,28; 12,25; 17,12; 18,9). No es la muerte "física", por llamarla de alguna manera. 

Demos un paso más hacia el pastor. La palabra que aparece habitualmente en las Biblias, traducida como "matar" – "viene a robar, matar y destruir –, en realidad habría que traducirla por sacrificar (thyô; ver p.e. Hch 10,13; 11,7; 14,13.18; 1 Cor 10,20). Es otro el término que se utiliza para matar; aquí es sacrificar, es el sacrificio religioso, lo cual es coherente en los que quieren robar a Dios. Lo cual es una burla muy fuerte a los pastores de Israel, que le roban las ovejas a Dios y las sacrifican.

El término pastor, aplicado a Cristo, por otro lado, es un término que es bastante importante en los evangelios, incluso en los sinópticos. Es más, en algunos textos tiene una marca bastante anti-farisea. Acá es importante recordar el contexto en el que los fariseos le acaban de decir a Jesús: "nosotros no hemos nacido de prostitución" (Jn 8,41). Y Jesús les acaba de decir: "Como dicen, "vemos" su pecado permanece" (9,41). La gravedad está dada por el término "permanecer", porque en Juan es importante para entender nuestra relación con Jesús. El contexto es que los fariseos están ciegos, “no hay peor ciego...”

También es importante notar que cuando se habla del pastor no se usa la palabra "bueno", sino literalmente la palabra "bello" (kalós). Ya Filón de Alejandría, habla del Buen Pastor, e incluso un midrash de los rabinos, cuando habla de David, comentando Éxodo 3,1 habla de David como del hermoso pastor. 

Generalmente en Juan, en los discursos que explican los signos, Jesús utiliza los términos "yo soy" con un predicado: "yo soy el pan de vida"; "yo soy el buen pastor"; "yo soy la resurrección y la vida"; "yo soy la luz", etc. (es muy probable que esa referencia "yo soy" con un predicado, esté tomada del así llamado Segundo Isaías (41,10.13; 43,3.10-13; 44,5.6.28; 45,3.5.7.8…). Hay un nuevo texto del Segundo Isaías 40, del contexto del desierto, que como se dijo tiene que ver con el contexto de la metáfora del pastor. Dice que: "Yahveh viene... como pastor apacienta su rebaño, recibe en sus brazos los corderos"... (Is 40,11). Entonces, el Dios que es pastor de su pueblo, les confía a algunos dirigentes para que conduzcan al pueblo según la voluntad de Dios. Es interesante que aunque Juan no use el término Reino de Dios, la imagen de pastor es bastante semejante a la imagen del Reino. Por eso los profetas van a cuestionar muy fuertemente a los pastores infieles, que son los pastores que no conducen al pueblo según la voluntad de Dios, y la voluntad de Dios es el derecho y la justicia. De ahí que la esperanza futura va a desembocar en un pastor mesiánico, un nuevo David y acá es donde empieza a surgir muy claramente como contexto del texto del Buen Pastor, el texto de Ezequiel 34, que tanto influye en el relato de Juan.

Ahora en el texto litúrgico de la fecha se destaca un aspecto muy importante que se repite: "El buen pastor da la vida por las ovejas". Sin embargo, Juan no usa el verbo dar – este es dídômi – que es muy usado en Juan mismo también, pero no aquí. De ahí que, el acento hay que ponerlo en el arriesgar la vida. El buen pastor arriesga la vida por sus ovejas. Ese arriesgar la vida es la novedad máxima de todo esto. Porque todo lo anterior ya se había dicho de otros pastores. El término de la puerta, el término del rebaño son todas imágenes que ya habían aparecido en otros pastores, pero la idea de arriesgar la vida es propio de Juan. Solamente en un texto, se había dicho marginalmente que David arriesga frente al oso y el león por las ovejas de su padre (1 Sam 17,34). Pero no se dice que la característica del pastor es arriesgar la vida en favor de las ovejas. Lo que nos interesa es que Jesús, arriesga su vida humana (psyjê; 10,11.15.17.18); pero no habla de que esto ocurra en un momento puntual, como podría ser la pasión. No dice “en este – o tal – momento arriesgo la vida por mis ovejas”; habla en un marco intemporal, de ahí que entonces es bueno afirmar que el evangelio va a decir que la vida de Jesús es un continuo arriesgar la vida por las ovejas. Y lo interesante – además – es que se la juega "por", – y "por" es un término clave, interesantísimo para analizar–, las ovejas. Esto no quiere decir en sustitución de las ovejas, y mucho menos como nos hacían creer los antiguos "dolorismos", que al decir que da la vida por las ovejas, quiere decir que estas son responsables de su muerte, sino en favor de las ovejas. Lo cual vuelve al tema del amor del pastor: es por eso que es buen pastor, hermoso pastor o pastor bello. Juan intercambia libremente dos términos para hablar de amor. Hay varios términos en griego que se usan para expresar la palabra amor, pero Juan utiliza fundamentalmente agapán y filein, dos términos que en Juan son intercambiables para referir al amor.

Otro detalle a tener en cuenta lo tenemos en la referencia al mercenario, es decir el que no es pastor y abandona a las ovejas (vv.12-13). Hay un escrito apócrifo, el cuarto libro de Esdras, que dice esto en una oración: 
"Levántate entonces, come un poco de pan para que no nos abandones como el pastor que deja a su rebaño en manos de los crueles lobos” (4Es 5,18)

Es interesante la voluntariedad de ese “arriesgar” la vida e inclusive "darla" (ahora sí utiliza dar, no “arriesgar”): "Nadie me quita la vida, yo la doy voluntariamente" (v.18), y la da para recobrarla. La cristología de Juan es tan evolucionada, que expresamente va a decir que Él muere, y Él resucita. Se debe recordar que tanto en Pablo como en Hechos de los Apóstoles (en los textos de la liturgia de estas semanas) la imagen es que el Padre resucita a Jesús: "Dios lo resucitó". En Juan, directamente, Jesús mismo (se) resucita. Él se resucita a sí mismo, como Él mismo, también, se muere: "dijo... ‘Todo está cumplido’ y entregó su espíritu” (19,30). Él decide cuando morir, en Juan (entregar la vida) y resucita.

También es importante aclarar el tema de "otras ovejas que no son de este rebaño" (v.16), donde quizás – y visto el avanzado sectarismo de muchos miembros de la comunidad joánica – que refiera a que hay otras comunidades eclesiales que también son “de Cristo” (es bueno recordar el rol que juega Pedro junto al Discípulo Amado en esta etapa del Evangelio). 

Por último y para terminar, y nuevamente en relación al tema del siervo sufriente del Segundo Isaías, es útil decir que conviene notar que Jesús plantea el tema de la vida como el término clave de la unidad del rebaño (o de los rebaños, ya que tiene “otras ovejas que no son de este rebaño”); el pastor es el que busca la unidad; más aún, la muerte de Jesús provoca la unidad del rebaño, y sin embargo a Jesús le dan muerte. Jesús da vida, y le dan muerte. Mientras Jesús predica en este contexto la unidad del rebaño, su predicación provoca división, provoca una grierta, un cisma, sjisma dice el texto (10,19; cf. 7,43; 9,16; 11,46). Se produjo una disensión entre los judíos por estas palabras. Suele pasar que mientras los pastores buscan la vida de las ovejas, están también los que roban las ovejas al Único Pastor que es Dios, y no a otro. Y suele pasar que la predicación del pastor suele provocar división o cisma entre los que no buscan la vida de las ovejas.





Dibujo tomado de https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjIH9u7XqZ2t06vgml86HdSzUSdzzOdmWCpMX6_6FiKBVEL7ZyRQxX13HPQ7JOJAkrODEkWUoVhCsIJja735PpWu_kYnGR9F7falvhTCkXSwueCJqNvw3zUI0BWlOPi3YwmN1k439rRa5Q/h120/buenpastor20010.jpg

Video con Comentario al Evangelio del 4to domingo de Pascua

Video con  Comentario al Evangelio del 4to domingo de Pascua



también puede verse en


https://youtu.be/PhN4N92dveo


Eduardo

lunes, 19 de abril de 2021

No me gusta esta ley

 No me gusta esta ley

Eduardo de la Serna



Quiero dejar bien claro antes de empezar: no me gusta esta ley…. Ah, ¡y aquella otra, tampoco! Aclarado este punto, me surge una contra-pregunta: ¿Y? ¿A quién le importa lo que me guste a mí o no? Y es razonable. Porque si una ley, la que fuere, es algo que les gusta a todos, pues ¡no sería ley! Sólo un inepto, un humorista o uno que se burla de todos puede decir que sacaría una ley para que todos sean felices…

Como yo vivo solo, en mi casa no tengo casi leyes. Hago lo que me parece bueno hacer, cuando me parece bueno hacerlo y si quiero hacerlo. Cuando he compartido con otros, ya empieza a haber “leyes”: comemos a tal hora, o yo hago las compras, vos cocinás, etc… Y cuando la convivencia es entre muchos, y ya es imposible que todas las normas se debatan entre todos y consensuemos todos, pues alguien (o ‘álguienes’) es (son) elegido/s para que lo haga/n. No me imagino un debate entre todos los vecinos de un barrio sobre si tal calle debe tener un sentido, el contrario o ser de doble via.

Por tanto, muchas veces hay leyes que en lo personal no me gustan. ¿Alguien encuentra placer en pagar impuestos? Lo dudo. El tema está en que si yo, porque no me gusta, decido no pagarlos, pues entramos en el terreno del delito. No sólo porque se viola una ley sino, además, porque perjudico a todos aquellos a los que determinada ley beneficiaría (¿entendés, Carlitos?).

En lo personal, no conozco a nadie, por ejemplo, que cuestione los beneficios de la presencialidad escolar. Especialmente entre los docentes. Los muchos (¡muchos!) amigos y amigas docentes que tengo han afirmado y recontra afirmado que trabajaron mucho más con las clases virtuales que con las presenciales: trabajos entregados en la madrugada, o los domingos, fue lo más “suave” que comentaban. Los padres también, están mucho más relajados con los hijos en la escuela que es un lugar “natural”. Insisto, creo que todos (o casi todos, porque tengo serias dudas que a los niños les guste ir a la escuela… si no, tendrían que explicarme si ahora ya no se hacen más “la rata”) estamos de acuerdo con la presencialidad escolar. El tema no es la presencialidad, el tema es la presencia de un virus.

Si miramos especialmente quienes son los que hacen campaña, ¡feroz campaña!, por la presencialidad, resulta evidente que estos son claramente “monocolor” (“amarillo, lindo color”, se decía). Los sectores ligados a un mismo modo de pensar y sentir (incluso episcopales o de quienes aspiran a serlo). Digo, porque en mi barrio (y los de tantos curas amigos) no veo ni escucho quejas. Todos están molestos, aburridos y hasta enojados, pero tranquilos sabiendo que hay un estado que hace lo imposible por cuidarlos., Incluso con normas o leyes que no nos gustan. ¿Quién no quiere poder salir para ver familiares o amigos? ¿Quién no quiere poder ir a llorar a un velorio o festejar una vida? Pero – y es lo que veo, escucho y siento en el barrio – “¡siempre que llovió, paró!” Ahora toca estar bajo techo a esperar que pase. Aunque tengamos que esperar un cachito más…

En suma, no me gusta esta ley… ni aquella. Pero menos me gustaría enfermarme, menos todavía ser derivado a un hospital y que no haya camas, y mucho menos todavía ¡morirme! No tengo ganas de morirme, mal que le pese a los amarillos. No me gusta esta ley, mucho menos me gustan los que me quieren manipular para que yo crea que hago lo que quiero, cuando en realidad hago lo que quieren ellos, es decir, que me enferme. Su necro-política me molesta mucho más que las leyes molestas.

 

Foto tomada de https://www.paddelea.com/articulos/2017/01/raquetas-padel-correcto-llamarla-pala-2408/