La importancia de terminar la escuela
Eduardo de la
Serna
Hace muchos,
muchos años, recuerdo un pequeño debate que se suscitó cuando Gabriela Sabatini
empezaba a “andar bien” en el tenis. Sus padres la impulsaron a seguir, aunque
eso significara no terminar la escuela secundaria. Algunos decían que era un
error. Ciertamente, la clave de la evaluación, está dada por aquello que el
comentarista considera acierto o error; en este caso, terminar o no la escuela.
Si de dinero habláramos, por ejemplo, no parecen haberse equivocado los padres,
y convengamos que el dinero es uno de los parámetros de análisis para muchos. Y
dejo de lado temas colaterales en la consecución del objetivo (o ‘si lograron o
no lograr el logro’), porque me consta de un juez federal que en el examen –
muchos años ha – se copió, y a todos nos consta de alguno que el título de
ingeniero, si lo tiene, es porque lo ha comprado. En todo caso, el primer punto
es saber si lo que se entiende como meta es aprender o es simplemente tener el
título, por ejemplo. Se pueden mencionar decenas de personas que no terminaron
la escuela secundaria y en otros órdenes de la vida han tenido suceso (no me
gusta la palabra éxito), basta pensar en muchos jugadores de fútbol, por caso.
Pero en una sociedad-del-aparecer, no importa saber o no, sino “tener”; un
título, en este caso.
Ahora bien, y
acá el punto, en esos ciertos ambientes, el “título” es importante, casi
constitutivo. No conozco a nadie que tenga colgado en la pared el título del
secundario, pero nadie que se precie – siempre en esos ambientes, aclaro – puede
andar por la vida sin haberlo terminado. Me refiero, precisamente, a ambientes
que miran al mundo por encima del hombro, despectivamente para los que no son “como
uno”. Y que, si se relacionan con quienes no lo son, sólo lo hacen en la medida
en que “me” son funcionales, y durante el tiempo en que lo son. Todos
recordamos, por ejemplo, jugadores de futbol o boxeadores que mientras llenaban
las arcas de sus representantes, o los clubes, eran aplaudidos e idolatrados y
luego vivieron y murieron en la miseria y el olvido. Lo mismo se aplica en
decenas de otros casos, incluso funcionarios (aunque no funcionen… o quizás por
eso) y otros ambientes.
Todo este
prolegómeno se dirige a Marcelo Longobardi. Uno que funge de periodista y es totalmente funcional a la derecha,
a la que ama y cree pertenecer. Una comunicadora que no sólo se cree periodista
sino también progre, aunque su vida la desmienta, dijo públicamente que “no
terminó el secundario”, lo cual es cierto. Pero al “sistema” (establishment,
suena “mejor”) no le preocupa mientras le sea funcional. Pero también es cierto
que, a ese sistema, uno que no terminó el secundario no puede pertenecer por
más esfuerzos que haga. Salvo que compre el título, claro (en política hay más
de un caso). Sin embargo, debo decirlo, no terminar el secundario no es ninguna
vergüenza. Ninguna. Hay miles de cosas que avergüenzan a las personas y a la
vida. Pero no deja de ser cierto que al sistema al que Marcelo sirve (o se
sirve de Marcelo, que sería lo mismo) no terminar el secundario es una mácula
imborrable. Por eso lo dijo “ella”. Por eso lo dijo.
No terminar el
secundario es simplemente eso: no terminarlo. Que es bueno hacerlo, ¡sin duda!
pero también depende la vida que una o uno lleve y la que desee vivir. Muchísimos
padres y madres se desviven para que sus hijos lo terminen, porque saben que es
un instrumento importante. Al menos para conseguir trabajos mejores. Muchos que
viven en regiones donde no hay un secundario se ocupan y preocupan para que sus
hijos puedan trasladarse a lugares donde lo haya, lo cual no siempre es
posible, ni fácil; no todos tienen un hermano o una tía “en la ciudad”, por
ejemplo. Pero muchos hacen hasta lo imposible para lograrlo. Señalo esto,
porque los pobres sí valoran el título cuando pueden conseguirlo para sus
hijos. Pero no es eso lo que los hace dignos, ciertamente. Conozco miles de
pobres de toda pobreza, sin título alguno (algunos, ni el primario) mucho más
dignos que muchos de esos a los que Marcelo sirve y responde. No terminar el
secundario no es ninguna ofensa, pero imagino que Marcelo no ha de estar nada
contento con el comentario de la “progre”. Pero mientras aliente desde los medios de comunicación golpismos,
violencia, o desestabilice, puede quedarse tranquilo. Trabajo no le va a faltar,
aunque sea de “cola de ratón”. ¡Le pertenezco!
Foto tomada de https://pixabay.com/es/photos/hausmaus-rat%C3%B3n-rat%C3%B3n-de-cola-larga-5213762/
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