jueves, 27 de noviembre de 2025

Silvano (o Silas) compañero de misión

Silvano (o Silas) compañero de misión

Eduardo de la Serna



Es sabido que Pablo fue un gran misionero; pero nunca fue un personaje aislado y solitario. Desde los comienzos de su incorporación al grupo de Jesús es compañero de Bernabé; discípulo de Jesús antes que él. En algún momento, se produce una diferencia entre ambos y cada uno va por su lado (Hch 15,39; o también Ga 2,13-14). Pablo, que se dirigirá a las zonas y puertos del Mar Egeo (Grecia y la actual Turquía) es acompañado por Timoteo y por Silvano (a quién Hechos de los Apóstoles conoce por el diminutivo: Silas; notemos que el uso de los diminutivos de los nombres es algo muy frecuente como ocurre en los casos de Eleazar / Lázaro; Prisca / Priscila; Josué / Jesús; Épafras / Epafrodito etc.).

Por las cartas de Pablo sabemos que Silvano lo acompaña en la redacción de las cartas 1 Tesalonicenses (1,1) y 2 Corintios (1,19; ver 2 Tes 1,1). En ambos casos, además, acompañado por Timoteo (de quién ya hemos hablado). En Hechos de los Apóstoles se lo presenta como enviado a la región de Siria (Antioquía) por la Iglesia madre de Jerusalén para avalar la misión de Pablo y Bernabé y su novedad (Hch 15,22.27.32) y es el escogido por Pablo para acompañarlo cuando este se distancia de Bernabé (15,40). Según Hechos, que en esto es esquemático (y omite a Timoteo), en la misión en Filipos la predicación y la expulsión de un “espíritu adivino”, que daba grandes ganancias a sus amos, provoca que ambos sean encarcelados luego de ser azotados (16,19-23). Como antes ocurre también con Pedro (12,1-19), una intervención divina provoca la liberación de ambos (16,27-40). De allí se dirigen a Tesalónica (17,1-9); como señalamos recién, Pablo en su carta a esta comunidad incluye a Silvano/Silas como co-remitente (junto con Timoteo; siempre omitido por Hechos, como decimos). Los conflictos en la ciudad (resumidos en Hechos, más detallados en 1 Tesalonicenses 2,1-4.13-16) los llevan a dejar la región y dirigirse a Berea, donde ocurre exactamente lo mismo (17,10-14; aunque en este versículo final sí se menciona también a Timoteo; ¿llegó proveniente de otra zona?). Pablo se dirige solo a Atenas y de allí a Corinto donde finalmente se encontrará con Silas (y Timoteo; 18,5). Es posible que, entre tanto, Timoteo haya ido a Tesalónica (ver 1 Tes 3,1-2) y Silvano a alguna otra comunidad que desconocemos (posiblemente, Berea).

Hasta aquí se habla de Silas. Timoteo, como decimos es silenciado al comienzo, en Hechos, pero continuará con Pablo de un modo muy cercano y, especialmente, es mencionado en casi todas sus cartas.

Para ubicarnos geográficamente, Pablo y sus compañeros atraviesan la actual Turquía (Timoteo se incorpora en Listra, de donde era originario; 16,1) con destino al puerto de Tróada desde donde atraviesan el mar introduciéndose en Europa (16,11). Allí cruzan Grecia de norte a sur terminando en Corinto. Pablo volverá por esta región en más de una ocasión, pero no es la intención de Hechos hacer una “vida de la primitiva Iglesia” sino mostrar la expansión del Evangelio, entonces no se detiene en los detalles. Por eso no sabemos más de Silvano / Silas después de esto. Es posible que, luego, haya ido en otra dirección, o quizás acompañado a otro misionero, o, tal vez, acabado sus días en la región… Un autor que remite a san Pedro afirma que ha escrito “por Silvano, hermano fiel” (1 Pe 5,12), pero quizás se trata de una mera referencia para mostrar la relación entre ambos, no necesariamente de un dato histórico.

Es posible que Pablo, en sus viajes misioneros, mandara a algún delegado a otra región para preparar su futura visita en alguna, o para solucionar alguna dificultad en otra, con la autoridad del Apóstol mientras él permanecía y misionaba en un lugar. Quizás eso haya ocurrido con Timoteo y por eso no se lo menciona en su paso por Filipos y Tesalónica, aunque – por las cartas – sabemos que era conocido por ellos. Así nos encontramos en Silvano / Silas a un compañero fiel de Pablo que padeció lo mismo que él padeció, que predicó lo mismo que él predicó y por eso aparece como teniendo su misma autoridad en el remitente de las cartas. La primera misión organizada en Europa tiene en Silvano un protagonista principal, y en las primeras cartas de Pablo un compañero en la redacción.


Imagen tomada de https://es.wikipedia.org/wiki/Silas

martes, 25 de noviembre de 2025

¿Habrá una casa para Jesús que viene? (mansaje curas opp Adviento)

¿Habrá una casa para Jesús que viene?



Al entrar en la casa, salúdenla invocando la paz sobre ella. Si esa casa lo merece, que la paz descienda sobre ella; pero si es indigna, que esa paz vuelva a ustedes. Y si no los reciben ni quieren escuchar sus palabras, al irse de esa casa o de esa ciudad, sacudan hasta el polvo de sus pies. (Mateo 10,12-14)

En la Iglesia católica romana, el tiempo de Adviento es tiempo de esperanza. Tiempo de preparar la venida de Jesús que celebraremos en la Navidad. Pero “esperar” no es una actitud pasiva, de inacción y pietismo, es tiempo activo, dinámico y militante. No es dar la espalda a la historia y cerrar los ojos a la realidad. ¡todo lo contrario! Es “preparar el camino”, “enderezar los senderos”. Es hacer todo lo posible para que Aquel que viene, al llegar, “se sienta en casa”.

·         ¿Se sentiría en casa Jesús si ve a sus hermanos y hermanas indiferentes ante el dolor y la injusticia, la mentira y la violencia que padecen millones?

·         ¿Se sentiría en casa si ve– a pesar de los mentirosos números oficiales – la pobreza creciente, la falta de trabajo, de salud, de alegría de sus amigos?

·         ¿Se sentiría a gusto al ver a los jubilados apaleados, los maestros despreciados, la salud pública negada, los derechos conculcados?

·         ¿Cómo se sentiría Jesús si ve que los que nos llamamos sus hermanos o hermanas vivimos un individualismo exasperante, un “no te metas” o, un regreso del “algo habrán hecho”?

·         ¿Qué pensaría Jesús si se encuentra que se niega la violencia de la dictadura cívico militar con bendición eclesiástica y que la política de Derechos Humanos es boicoteada y negada, que la Memoria, la Verdad y la Justicia están ausentes, o que las Fuerzas Armadas no aparecen subordinadas al poder político?

·         ¿Cómo actuaría Jesús al ver que en nombre de la libertad se atenta contra la libertad verdadera, porque es sólo libertad de los poderosos y la esclavitud con nuevos modos aparece en el horizonte?

·         ¿Y si mirando a sus preferidos con discapacidad se encontrara con que la corrupción y los sobornos, que se revelan en cuadernos reales, les complican el acceso a sus medicamentos?

·         ¿Cómo le diríamos a Jesús que se nos invita a odiar más, que se insulta y agrede y que la política, que debiera ser un modo excelso de caridad, se ha convertido en clientelismo, mentira y avasallamiento?

·         ¿Cómo podríamos explicarle a Jesús que se apoya un genocidio en el extranjero, se aplaude la tortura y se rompe con la fraternidad de los históricos pueblos vecinos y hermanos? ¿Le contaríamos de la escandalosa compra de armas que nos recuerda los peores momentos de nuestra historia reciente?

·         ¿Cómo se sentiría él si llegara a su tierra de origen, avasallada y masacrada, o si eligiera volver en el África, ninguneada y expoliada o en el Caribe bombardeado?

·         ¿Cómo nos preparamos para la venida de Jesús? El Dios que entra en nuestra historia, haciéndose pobre, se hace uno de nosotros y nosotras y toma partido por los insignificantes y a quien celebraremos en la Navidad desde los pobres y envuelto en pañales ¿sonreirá en el encuentro con sus hermanas y hermanos o llorará en soledad la indiferencia? Y si en lugar de un pesebre, ¿hubiera nacido en una patera en el Mediterráneo, en un comedor del Conurbano o en medio de las guerras silenciadas en el África subsahariana? ¿Lo iríamos a abrazar?

Nos preparamos para decir “¡feliz Navidad!, pero – como dijeran nuestros hermanos mayores del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo en 1968 – “Feliz Navidad, ¿para quién?”

 

Curas en opción por las y los pobres

Adviento 2025

Adviento 1A

En nuestro presente, nuestra vida debe testimoniar lo que esperamos

DOMINGO PRIMERO DE ADVIENTO - "A"





Lectura del libro de Isaías     2, 1-5

Resumen: Como es frecuente, el profeta espera que en un futuro indeterminado, Dios reinará sobre Israel y sobre toda la tierra, y puesto que todos caminarán a su luz, ya no habrá violencia, ni instrumentos de violencia, sino que todo será paz y los instrumentos de guerra serán transformados en herramientas para el trabajo del campesino.

El título que precede la unidad (v.1) invita a pensar que el libro ha recopilado aquí a modo de colección una serie de palabras (“visiones” puestas por escrito) del profeta en lo concerniente a Judá y Jerusalén. Es posible que de ese modo se hubieran dado unidad en un momento a los diferentes oráculos, aunque luego hayan sufrido añadidos y recortes con el tiempo.

La idea de “días futuros” no necesariamente aluda a lo que conocemos como “fin de los tiempos” y quizás haya que leerlo simplemente como “en el futuro”, aunque también es posible que aluda (en especial al finalizar la recopilación de textos de Isaías y sus discípulos) a un futuro lejano e indeterminado. La idea que guía el pensamiento y el discurso es la imagen de Yahvé rey de Israel, en el anuncio de un reinado universal de paz que nace de la justicia. Pero este reinado será universal, no sólo abarcará la tierra de Israel. Yahvé “juzgará” (= gobernará, salvará) a todos los pueblos, no sólo a “Jacob”. Puesto que todos estarán instruidos por Dios, la paz (shalom, término que no se encuentra en la unidad) será una consecuencia obvia y permanente por lo cual ya no serán necesarios los instrumentos de guerra.

El texto de vv.2-4 se encuentra idéntico en Mic 4,1-4a, que son contemporáneos. No es fácil saber cuál es el original, o si se remiten ambos a un elemento o dicho común. Especialmente porque ambos profetas son relativamente contemporáneos y predican en una misma región, Judá (es posible que Miqueas lo haya tomado de Isaías, o de una tradición oral que se remita a éste). La paz esperada es tan definitiva que los viejos medios para hacer la guerra se transformarán en instrumentos de trabajo campesino y ya no harán falta entrenamientos militares (“aprender para la guerra”).

La referencia a la peregrinación a Jerusalén es un tema habitual en el que se insiste frecuentemente en el tema de la paz: Sal 46; 48; 76; 87. “Subir” (v.3) es verbo que se utiliza habitualmente para dirigirse a Jerusalén (cf. 7,6; 11,16; 36,1.10; 37,14… cf. Lc 10,30.31). La “Ley” no ha de pensarse en el sentido de la Torá escrita sino de la instrucción que Dios dirige a su pueblo. 

La paz es el tema central, y es más que ausencia de guerras. La lucha por la conquista no tiene sentido ya que es Dios mismo el que conduce a su pueblo. El rey ideal es “príncipe de paz” (9,5-6; 11,6-9). El trabajo pacífico del campesino (Mic 4,4) es una obvia manifestación de la paz reinante. Se invita a toda la “casa de Jacob” a caminar “a la luz de Yahvé”. Pero esto, no ocurrirá todavía.



Lectura de la carta de san Pablo a los cristianos de Roma     13, 11-14a

Resumen: Pablo invita a los romanos a llevar ya desde ahora una vida diferente a la que lleva la sociedad de su entorno. Deben mostrarse distintos porque están ya en un tiempo nuevo, por el espíritu que los introduce en la vida nueva.

Los capítulos finales de la carta a los Romanos son motivo de debate entre los estudiosos. Es que Pablo escribe a una comunidad a la cual no conoce, ni que tampoco lo conoce a él (y en la que hay quienes hablan mal del apóstol diciendo cosas falsas, ver 3,8). A partir del cap. 12 empiezan una serie de exhortaciones, es decir, invitaciones a vivir de determinada manera, dejando aquello que la perjudica o aceptando lo que la beneficia. Esto lo encontramos hasta el cap. 15  donde Pablo empieza a despedirse (los saludos finales se encuentran en el cap. 16 que también es motivo de discusiones). El debate tiene su origen en la pregunta: ¿cuánto sabe Pablo de los romanos, como para dar consejos prácticos y exhortaciones precisas? Algunos afirman que hay datos que Pablo tiene y es a ellos a los que enfrenta; otros –en cambio- piensan que, puesto que no sabe mucho de la comunidad, las exhortaciones son genéricas y, en muchos momentos, tomadas de lo dicho en otras cartas. En ese contexto, entre los muchos elementos, encontramos el texto litúrgico de hoy. 

En la unidad literaria anterior (13,8-10) había hablado solemnemente del amor como plenitud de la ley (ver Ga 5,14; 1 Cor 13,4-7), en la perícopa siguiente habla de la “fe” (14,1-15,13).

En esta unidad (13,11-14) el tema principal tiene que ver con cómo deben vivir “hoy” los destinatarios. Toda la perícopa está cargada de temas que se relacionan con el campo semántico del “tiempo” (momento, hora, levantarse del sueño, noche y día, tinieblas y luz, pleno día). Pero evidentemente el acento está puesto en el cómo se debe vivir “ahora”: levantarse, revestirse, caminar (= vivir) respetablemente. Es notable la cantidad de metáforas usadas en la unidad: noche-día, armas, camino, revestirse… Es casi imposible hablar de las cosas más profundas sin recurrir a las metáforas. 

El texto fue leído con frecuencia en un sentido “escatológico”, pero esto no es necesariamente evidente. Sin dudas no se ve la nota de la urgencia, y, la imagen de despertar, que se aproxima la hora, es coherente con la metáfora del tiempo presente en la unidad. Pero el acento, como decimos, está en la vida que se debe llevar 'hoy' precisamente porque es tiempo de despertar. El verbo caminar (peripatéô) es propio del modo de vida que deben llevar los discípulos (6,4; 8,4; 14,15; cf. 1 Cor 3,3; Ga 5,16…), y lo mismo ocurre con el verbo “revestir” (endúô, vv.12.14; cf. 1 Cor 15,53.54; Gal 3,27; 1 Tes 5,8). La nota escatológica está dada por la vida que “ya” deben llevar los cristianos por haber recibido el espíritu, el don escatológico por excelencia, y que han obtenido en el bautismo. Es decir, Pablo los invita a ser, desde ahora, lo que un día llegarán a ser (la nota de futuro no tiene temas habituales en la escatología como el “día”, la “venida”, el juicio, la futura resurrección, pero sin dudas alude a un futuro indeterminado que va más allá del presente histórico concreto de la comunidad: “no se configuren con este tiempo”, 12,2). Las imágenes de día y noche, luz y tinieblas, aunque son frecuentes en la literatura apocalíptica no conservan aquí esa connotación sino simplemente recurren a la metáfora. Esto está puesto en claro contraste con el modo de vida habitual en la sociedad romana de entonces, algo conocido por todos, un comportamiento caracterizado por las comilonas, borracheras, lujuria y desenfreno, rivalidad y envidia. Los cristianos deben mostrar a la sociedad (“camino con decoro”, v.13; cf. 1 Tes 2,12; 4,1.12) una vida contrapuesta a la celebrada en el Imperio, pero deben hacerlo desde ahora. Ya es el tiempo.

Pablo invita a los romanos a comprender el tiempo (kairós). Como se sabe hay diferentes términos griegos para decir “tiempo”. Pablo utiliza con frecuencia el aiôn, que remite al tiempo que no cesa, y puede traducirse como “era”, hasta incluso entenderse como “eternidad”. El tiempo “kronos” es el que es entendido de un modo objetivo, y por tanto medible, por eso puede haber un futuro y un pasado. Kairós es el tiempo en sentido subjetivo, es el momento favorable, estipulado, oportuno. En LXX designa también el tiempo fijado por Dios (Is 49,8; Sal 74,3). Este tiempo fuerte (cf. Mc 1,15; Jn 7,6; Hch 1,7; Mt 26,18; Ap 1,3) es una ocasión que es necesario saber acoger. No necesariamente debe entenderse en sentido escatológico sino en coherencia con el tiempo al que el “día” alude en 11bc-12a). Es el tiempo decisivo de cada persona en la medida de su aceptación de Cristo (1 Cor 7,29; 2 Cor 6,2). La hora (hôra) de levantarse del lecho alude al simple paso del tiempo en el sentido de que “es tarde” (cf. Mt 14,15; Mc 6,35) con lo que prepara lo que viene a continuación. Es necesario levantarse para afrontar la novedad presentada como opuesta a “sueño”. Es el tiempo del “ya” y el “todavía no”. La salvación está próxima, “todavía” no está a nuestra disposición (sin que sea evidente en Romanos qué tan inminente es para Pablo este tiempo. La idea es la “proximidad”; vv.11 y 12, eggys/uzô).

A continuación, se destaca la metáfora de “despojarse” y “revestirse” en un sentido de una transformación interior. En un primer momento (v.12) es “vestirse” de las armas de la luz, y en v.14 es “del Señor Jesús, Cristo” (a diferencia de 1 Tes 5,8; 2 Cor 6,7 [cf. Ef 6,13-17] Pablo aquí no describe el armamento, quizás porque a continuación lo identificará directamente con Cristo). La metáfora luz-tinieblas, por su parte (Rm 2,19; 13,12; 1 Cor 4,5-6; 2 Cor 4,6; 6,14; 1 Tes 5,5) en Pablo es tomada del estilo literario de la apocalíptica; se mueve en el terreno de la exhortación, en el plano ético.

En v.13 presenta un pequeño catálogo de vicios. Es sabido que estos son habituales en el mundo greco-romano y en el judaísmo de la diáspora, como un modo de señalar aquello del medio ambiente que culturalmente resulta detestable y que –por lo tanto- se debe omitir. En ocasiones está acompañado de catálogos de virtudes, pero aquí no los encontramos. Se trata de tres pares de vicios, el primero (comilonas y borracheras) contrasta con el dominio de sí, el segundo –centrado particularmente en lo sexual, como suele suceder en muchos catálogos de vicios- (sensualidad y desenfreno) y el tercero alude a las relaciones entre los miembros de la comunidad, lo opuesto a la edificación de la comunidad. A esto Pablo va a oponer lo contrario, pero no lo hace señalando expresamente virtudes contrapuestas sino la actitud fundamental: revestirse del Señor… La imagen del revestimiento tiene que ver con la vida cotidiana, pero en un sentido místico, de fusión. La referencia es bautismal (Gal 3,27), pero este bautismo implica un modo de vida (es interesante notar un semejante contraste entre un catálogo de vicios y la referencia al “ahora” comenzado en el bautismo, en 1 Cor 6,9-11), en cierto modo podemos decir que el bautismo da origen al misticismo paulino, y esto tiene implicancias en la vida cotidiana, es al Señor al que se debe servir, no al emperador ni a otro soberano, solamente al crucificado-resucitado.



Evangelio según san Mateo     24, 37-44

Resumen: Con una serie de imágenes con elementos comunes a las expectativas escatológicas Mateo invita a “velar” y “estar atentos” esperando de un momento a otro la venida del hijo del hombre.

Como se sabe, Mateo compone su Evangelio en torno a cinco grandes discursos, precedidos de cinco secciones narrativas. El quinto bloque –el escatológico- presenta un largo discurso que se encuentra en los caps. 24 y 25 (aunque en cap. 23 también es discursivo). En el v.37 (con el que comienza el texto litúrgico de hoy) Mateo abandona a su fuente, Marcos, y sigue al documento Q, aunque la continuidad con éste se prolonga hasta el v.51. 

La novedad comienza con el tema de la vigilancia que acompañará el resto de una pequeña serie de parábolas que preparan las grandes parábolas de Mt 25 (las diez vírgenes y los talentos). De hecho, hay una serie de palabras claves que se repiten con frecuencia en esta unidad: “conocer” (24,36.39.42.43.50; 25,13) “día/s” (24,36.37.38.42.50; 25,13), “hora” (24,36.44.50; 25,13), “venir/da” (24,39.42.43.44.46.48; 25,10.19.27), “hijo del hombre” (24,37.39.44), “vigilar” (24,42.43; 25,13).

En la primera parte del capítulo había indicios de la próxima parusía: aquellos que dirán ser el Cristo, los signos de tribulación a los discípulos y a Jerusalén serán visible en cielos y tierra, como lo es una higuera (24,3-36), a continuación, destacará que esa venida será inesperada (24,37-51). Es en esto que empieza a verse como importante la “vigilancia” aunque en esta parte no se precise en qué consiste esta.

Comienza con un paralelo entre  “los días de Noé” y la venida del “diluvio” y la “venida del hijo del hombre”.

El paralelo se ve claramente entre v.37 y vv.38-39:

  • «Como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del hombre.
  • Porque como en los días (…) Noé en el arca, y no se dieron cuenta (…), así será también la venida del Hijo del hombre.

Es evidente que el v. 37 presenta el paralelo entre ambos períodos que será explicitado en los versículos siguientes.

El acento no está puesto en que en tiempo de Noé eran pecadores (eso ocurre en otros escritos (ver Is 54,9), lo que el autor destaca es que “no conocían” (ouk egnôsan) lo que les esperaba, y vivían desentendidos de ello: comían, bebían, se esposaban o eran dadas en matrimonio (v.38). El paralelo pone en relación la sentencia de tiempos de Noé con la venida del Hijo del hombre, juicio y parusía se interrelacionan, de ese modo el día del hijo del hombre parece interpretarse como una catástrofe. Pero esto será inesperado y provocará fractura (= juicio) un varón en cada lado (v.40), una mujer en cada lado (v.41). El antagonismo lo tomado – lo dejado es habitual en el judaísmo (y la voz pasiva remite a Dios como el que tomará o dejará), cf. v.31. 

Este paralelo entre un acontecimiento ocurrido y uno por ocurrir es el que motiva el llamado a la vigilancia (verbo que aparece aquí por primera vez en Mateo, cf. 24,43; 25,13; 26,38.40.41; 6x en Mc, 1x en Lc y 1x en Hch). La imagen del ladrón que entra sorpresivamente en la casa es habitual en la expectativa apocalíptica (1 Tes 5,2.4; 2 Pe 3,10; Ap 3,3; 16,15), su paralelo en Lc 12,39 nos hace saber que es tomada del texto Q. El ejemplo retoma la idea de “estar preparado” en referencia a la venida “del hijo del hombre” que es el tema que articula la unidad. Estar preparado es paralelo, entonces, de vigilar. El verbo ya lo encontramos en 22,4.8 con la cena “preparada” en la parábola (lo mismo en 25,10).



sábado, 22 de noviembre de 2025

Mirada histórica del presente

Mirada histórica del presente

Eduardo de la Serna



Dicen que, en un momento, la historia occidental dejó de ser teo-céntrica y empezó a ser antropo-céntrica. Se rompía, así, con siglos de lo que, más tarde se llamó “Edad Media”. Se entendía que se había roto con la rigidez (eclesiástica), y se regresó o momentos “fundacionales” (= nacimiento) como lo greco-romano, el neo-platonismo… Una serie de acontecimientos fueron decisivos en esto, como la caída de Constantinopla (1453), la ruptura con el imaginario geológico (con lo que Europa llamó el “descubrimiento de América”), etc. (s.XVI). Esto empezó a expandirse por Europa (arte, cultura, ciencia…) y, poco después, dio lugar a lo que se llamó el Iluminismo (s. XVII). El “siglo de las Luces”; aunque, si el primero tiene su origen en Italia, el segundo se traslada a Inglaterra, Francia y Alemania.

A esto se lo llamó, la “diosa razón”, y marcó – como es propio de la modernidad – el auge del individuo (y luego, del individualismo). Pero, como suele ocurrir, todas las “promesas” de la modernidad, quedaron truncas (de allí que en el s. XX se comience a hablar de la “pos-modernidad”). Así surgieron los personajes que “relativizaron” la razón, algunos de los cuales fueron llamados “maestros de la sospecha”: Freud, Nietzsche, Marx, Einstein

Después de esta rápida mirada me surgen algunas preguntas de “hoy” …

  •          ¿quién dice que algo “es”? Es decir… ¿por dónde pasa “la razón”. Porque, ¿cómo afirmar que algo “es”? (o que no es) … Es decir: ¿quién maneja “la razón”? En un mundo donde unos pocos, ¡muy pocos!, manejan las palabras (la comunicación) es evidente que la inmensa mayoría aceptará como “razonable” (y por lo tanto “cierto”) lo que “aquellos” decidan que aceptemos o rechacemos.
  •          En el lenguaje coloquial (y a veces más que coloquialmente) es frecuente escuchar que se habla de “mi verdad” – “tu verdad” … Si cada quien tiene “la / su” verdad (reino del individualismo) es obvio que “la verdad” no existe, el diálogo no tiene sentido. A lo sumo se escucha a la otra persona por respeto o cariño, pero nada de lo que diga o piense mueve “mi” verdad.
  •          Esa crisis de “la razón” va paralela al nacimiento de los “sentimientos”. Algo vale o deja de valer si “yo lo siento” (nuevamente el “yo”, lo que “yo siento”). Y alguien o algo es bueno o malo según lo que mis sentimientos “me” dicten. Nuevamente nada es valioso fuera de “mi”, salvo que forme parte del ambiente de mis “sentimientos (positivos)” lo cual aceptaré, o, a lo sumo, “comprenderé” y no aceptaré críticas porque es del mundo de mis afectos.

Ese ambiente de individualismo supremo, sin diálogo posible, sin certezas más que las que mis sentimientos me dan o las que imponen que los que “pueden” (= poder), no tiene forma de manejar los desencuentros sino con la ruptura o la violencia, verbal, escrita o física.

No pretendo ni presentar “razones alternativas”, ni “combatir / enfrentar / atacar” lo que, si quisiera, serían molinos de viento. Simplemente pensar “en voz alta” y que le sirva a quien quepa…

1.- Empiezo con un elemento central en la “teología india” … “¡Somos diferentes!” Lamentablemente, la diferencia, para algunos ambientes es intolerable. Y, con excesiva frecuencia, es planteada desde una perspectiva de “superioridad – inferioridad”: varón-mujer”, “negro-blanco”, “rico-pobre” … De allí la sensata fórmula alternativa: “iguales porque diferentes”. Superioridad que, por otra parte, conduce a una nueva edad de la “rigidez”, de rechazo (o, incluso, eliminación) del “diferente”, del que no “encaja” en nuestra “razón / sentimiento”: indígenas, woke, extranjeros (= migrantes), “zurdos” … Pero, seamos claros, la aceptación del / de los diferente / s debe suponer y presuponer una actitud interior de ambas partes, no ofensiva / defensiva, por cierto… Actitud que pretende “escucha”, lo que significa atención a cuanto de “razón” (no de “verdad”) tenga la otra parte, y ver cuánto puedo yo aprender de eso. No dialogamos para convencer, sino para encontrarnos y conocernos. Después sí, aprenderemos o enseñaremos… Después.

2.- Ciertamente, todas las personas nos movemos en un ambiente de “certezas”; cosas de las que estamos convencidos y en las que nos “afirmamos”. Y, obviamente, las otras personas tienen a su vez “sus” certezas. Pero eso puede ser visto como conflictivo (= enemigo) o, por el contrario, como alguien que puede dar más firmeza a mis seguridades, puede poner en crisis mis afirmaciones, o puede ayudarme a pulir mis principios. Eso es crecimiento. Para los creyentes, sin duda, la fe aporta elementos a esas certezas. Y no es insensato pensar que la fe puede (¡debe!) pulirse, afirmar con mayor precisión, desechar superficialidades o fundamentalismos… No es insensato saber que reconocernos en una cierta intemperie puede herir sentimientos (y seguridades, falsas, atávicas o históricas), pero puede ser el espacio adecuado para “mirar lejos”, para poner buena semilla o buenos cimientos en un edificio o un árbol que pretende resistir tormentas, ¡que vendrán!

3.- Desde la revolución francesa se ha hablado de “Libertad – igualdad – fraternidad”. Palabras fundamentales. Palabras que, precisamente por eso, pueden manipularse. La libertad no es “mi” libertad sin “nuestra” o “de todos”; la igualdad no es sin aceptar la diferencia, la fraternidad no es sin reconocer un padre / madre común, o sin creernos mayores y únicos herederos.

En suma: me parece “razonable” entender que todos, todas y todes somos hermanos, hermanas y hermanes, aunque – como es natural – nos llevemos mejor con unos que con otros / as / es… Para los creyentes, esa hermandad viene dada por compartir un mismo Padre / Madre, por cierto, Dios. Por hermanos / as / es somos iguales, y, por lo tanto, diferentes: varones, mujeres, LGTBIQ+, capaces o discapaces, sanos o enfermos, de etnias y colores diferentes que nos permiten celebrar un arco iris que une los extremos de la tierra, y abraza a todos los seres humanos y no humanos. Y por hermanos y por iguales, libres para caminar juntos, celebrar juntos, dialogar juntos, abrazarnos juntos. Porque no hay libertad sino con hermanos / as / es iguales / diferentes con quienes festejarla. No sin vida.

 

Imagen tomada de https://www.lasherasnoticias.com/libertad-igualdad-y-fraternidad/

jueves, 20 de noviembre de 2025

La Biblia, los pobres y Gustavo Gutiérrez

La Biblia, los pobres y Gustavo Gutiérrez

Eduardo de la Serna


Me encontré con Gustavo Gutiérrez en algunas ocasiones, y, además, mantuvimos una ocasional correspondencia. No es el caso destacarla más que en función de él mismo.

En mis estudios, en la Facultad de Teología, jamás oímos hablar de la teología de la liberación (es bueno señalar que casi toda ella transcurrió durante la dictadura cívico-militar con bendición eclesiástica lo cual aporta comprensibilidad). Sólo Lucio Gera nos habló de la centralidad del Reino de Dios. Debo confesar que en un encuentro con Gera (1990) él nos dijo, “no hay teólogo del que me sienta más cerca que de Gustavo Gutiérrez”; le comenté esto a Gustavo y dijo: “yo digo lo mismo”, e incluso acotó que él sabía que en Puebla, donde Gera fue perito y Gutiérrez tenía la entrada vedada, que Lucio dijo en un momento: “¡Acá falta Gutiérrez!” Fue recién después de cinco años de cura (1987) que, en lo que yo he llamado mi “viaje iniciático” a Bolivia, pude encontrar “otra iglesia”. Escuché hablar (más que de papeles, me refiero) de las Comunidades Eclesiales de Base, de los mártires latinoamericanos y de la teología de la liberación. Esto motivó a que me fuera adentrando en ella. Así llegué a Gustavo.

Debo decir – sin dar nombres – que me fui formando diferentes opiniones de distintos teólogos, que fui leyendo con más pasión a unos que a otros, que me fui identificando más con algunos que con otros. Así lo digo en mi tesis doctoral:

 

la perspectiva dentro de la que nos ubicamos es, por un lado, la de aquella que intenta leer "desde el reverso de la historia", desde los pobres, y a veces con un acercamiento a aquella que se ha llamado "teología de la cultura" o "teología del pueblo" y que algunos han llamado, creemos que erróneamente, "teología argentina".[1]


Es desde entonces que, particularmente inspirado por Gustavo Gutiérrez, pretendí – y pretendo – pensar y escribir “desde el lugar del pobre”.

Debo señalar que, siendo profesor de Biblia, desde el principio, esta fue un motivo particular de mi acercamiento a su teología. Si hacer teología es “hablar de Dios” no entendía ni entiendo que se pueda pensar teológicamente sin escuchar, sin contemplar al Dios que se revela en la Escritura.  Desde su libro fundacional la Biblia y los buenos estudios nutren cada página de Gustavo. Si la Biblia es (o debiera ser) el alma de la teología, ciertamente, eso recibimos de la Teología de la Liberación. Gustavo sabe tener un oído en la Biblia y otro oído en el pueblo.[2]

Gustavo Gutiérrez era de “escribir poco”, según él mismo lo decía. De hecho, muchos de sus libros fueron originalmente artículos o conferencias, luego ensayos y finalmente una obra acabada (o nunca acabada, como puede verse en el extensísimo prólogo de 36 páginas que hace a la 14ª edición de Teología de la Liberación (1990). Tanto Teología de la Liberación como Hablar de Dios y En busca de los pobres de Jesucristo, fueron originalmente artículos, además de varias obras que no son sino una recopilación de textos. Se puede decir que son pocas las obras que Gustavo pensó y escribió como libro.

Otro elemento que me atrapaba de la teología de Gustavo Gutiérrez fue la centralidad de Dios del que constantemente destaca su gratuidad. Incluso en una carta me decía que “de Teresa de Lisieux recibí la gratuidad” y, más tarde, volviendo sobre el tema me precisó: Teresa me la mostró y de Agustín aprendí a teologizarla. Es cierto que la insistencia en la gratuidad – que se destaca desde Teología de la Liberación y se refuerza más en las siguientes obras – fue mal interpretada en ocasiones, pero eso no quita nada de la importancia de la gratuidad. Cuando Gustavo señala la preferencia de Dios por los pobres lo remarca claramente: no es por mérito alguno, es por gratuidad, porque “así es Dios”; Dios no los prefiere porque sean solidarios o porque sean más religiosos… Si lo son, ¡mejor para ellos!, los ama, “¡porque así es Dios!” Gratuidad y espiritualidad entendidas desde su precisa lectura y sentido bíblico.

Que la teología de la liberación se presente como “acto segundo” refuerza un planteo inicial: la teología de la liberación es “espiritualidad”. Es un caminar según el espíritu; recién después se reflexiona sobre ese camino de la fe vivida.

Pero, hemos de reconocerlo, la teología de la liberación “molestó” (y molesta). No faltan algunos con poco vuelo teológico que parecen más sociólogos que teólogos (nada en contra de la sociología en esta nota, solo señala que la sociología no es teología) y entendieron “el pobre” desde una perspectiva exclusivamente socio-económica, cuando ya desde Teología de la Liberación el planteo fue bíblico. Toda víctima, todo insignificante, desvalorado por la hegemonía o los poderes fácticos, puede verse claramente como “pobre” bíblicamente. Cuando se ponía en paralelo, como planteando otro horizonte, las teologías india, feminista, negra, y, luego desde otras situaciones de marginalidad, no resultaba difícil entender que todas ellas, y otras que pudieran surgir, se leen perfectamente desde la perspectiva bíblica de los pobres. Pero también molestaba (y molesta) a los acomodados, a los que se han desentendido y se desentienden de la vida y muerte de los pobres. Así, fue habitual escuchar y leer que, desde la caída del Muro, la teología de la liberación había muerto (o estaba agonizando), lo que era una manera obvia de decir que era una teología marxista y que, así como murió el comunismo, con él sus “intelectuales orgánicos”. Recuerdo en un encuentro en Brasil en 2001 que Gustavo, con ese fenomenal sentido del humor que lo caracterizaba, dijo que si la teología de liberación había muerto le llamaba la atención que no lo hubieran invitado al velorio.

En otro encuentro más tarde, supimos que Gustavo estaba escribiendo un nuevo libro. Creo recordar que el título que se insinuaba era “cerca de los pobres, cerca de Dios” o algo semejante. Gustavo todavía estaba en Notre Dame donde bautizó a la hija de unos amigos. Dos veces le pregunté, en sendos encuentros, por el libro que imaginaba sustancioso y, por tanto, lo esperaba con ansias. La última vez (2019) dijo que seguía retocando cosas y nuevos aspectos. Yo no sabía que ya había renunciado a seguir escribiendo y había dejado la edición en manos de Leo Guardado (quien, a su vez, en un encuentro, tampoco me dijo nada al respecto, lo cual es obvio). Yo, simplemente, sospechaba que Gustavo pretendía presentarlo como una obra póstuma.

Ahora se ha presentado Vivir y pensar el Dios de los pobres (Lima: CEP, 2025). Y debo decir que creo que “todo Gustavo Gutiérrez” está allí. Desde el título que presenta la teología como un acto segundo, la insistencia, persistencia y resistencia en partir “desde el lugar del pobre” (pocos textos de Gustavo no tienen la palabra “pobre” en su título).

En lo personal creo que ya ha pasado la “primavera bíblica” del inmediato post-concilio, y los estudios bíblicos están ausentes de congresos y de documentos eclesiásticos (vaticanos incluidos); la Biblia se ha constituido una suerte de adorno que embellece lo que ya se ha decidido decir. Partir de la Biblia es algo inexistente. Pero, ver que desde la primera a la última página de “Vivir y pensar…” la Biblia está presente y sea criterio hermenéutico, no puede menos que alegrarme. Y mi primera alegría (que me hizo exultar intuyendo que mis expectativas con el libro se verían realizadas), es que la primera palabra de Gustavo de todo el libro es “La Escritura…”

La Biblia y los pobres, los pobres y la Biblia están desde la primera a la última página del texto. Los que hemos leído a Gutiérrez podemos ver referencias o reminiscencias a sus obras por doquier, como si de una obra síntesis se tratara. Casi podríamos decir – algo irónicamente – que Vivir y pensar el Dios de los pobres es una suerte de Teología de la liberación 2.0. Y, en lo personal, como cuando logré “entrar” en este hablar de Dios desde el sufrimiento del inocente, porque es un Dios de la Vida, y un Dios del que podemos hablar después de beber de nuestro propio pozo y haber estado en busca de los pobres de Jesucristo, para hablar desde la fuerza histórica de los pobres porque la verdad nos hará libres, como en ese entonces (o “esos entonces”) celebro que Gustavo siga abriendo caminos para que quien quiera oír, que oiga. Así, Gracias a Gustavo, con un oído en el Evangelio y otro oido en el pueblo sabemos que “hay que seguir andando, ¡nomás!” (Enrique Angelelli).[3]

 



[1] E. de la Serna, Diálogo entre la Biblia y Teresa de Lisieux. Preguntas desde América Latina, Buenos Aires: editorial Docencia 2012, 18-19.

[2] "Con todo, esta realidad compleja debe ser materia de un escrutinio realista y franco para evitar equivocaciones, por un lado, y desalientos, por otro, qué tanto cuestan de modo particular a los más débiles de la sociedad. De esta lucidez crítica depende la identidad de la línea pastoral y teológica que busca estar al servicio del evangelio y del pueblo de este continente. Es necesario, en consecuencia, tener en mente el camino hecho y sobre todo seguir atentamente los nuevos retos. Si lo hacemos así, estaremos en condiciones de responder a las demandas humanas y cristianas qué nos plantean estos días". (G. Gutiérrez, Vivir y pensar el Dios de los pobres, Lima: CEP, 2025, 93-94).

[3] El llamado a una nueva evangelización "es un llamado de envergadura. Se trata, ante todo, de refrescar nuestro contacto con las fuentes bíblicas y la vida cotidiana del pueblo en el que está presente la comunidad cristiana, lo que implica ser consciente de la gravedad y persistencia de una condición inhumana y de sufrimiento para tantos. Todo eso requiere asumir una diversa actitud pastoral y teológica frente a la hondura y globalidad del reto proveniente de la pobreza" (Vivir y pensar, p. 55).

Ageo: Un profeta breve.

Ageo: Un profeta breve.

Eduardo de la Serna



Dentro de los muchos imperios que dominaron y oprimieron a Israel, los persas ocupan un lugar muy importante. Sucedieron a los babilonios y precedieron a los griegos. En el año 539 los persas derrotan a los primeros y, luego, fueron derrotados por los segundos en el año 333. Los babilonios habían destruido Jerusalén y con ella el Templo (587). Ciro, el persa, permite al grupo de judíos cautivos regresar a su tierra desde el exilio en la Mesopotamia y los alienta a reconstruir el templo y celebrar su culto. Los persas pretendían no tener con los diferentes pueblos sometidos tensiones innecesarias; sólo pretendían que pagaran impuestos, para lo que instalaron diversos gobernadores (llamados “sátrapas”) en las distintas provincias de su amplio imperio. Además, Ciro pretendía la simpatía con los judíos para que ellos no fueran un obstáculo por el que debía pasar cuando se dirigiera a Egipto. En este sentido, además, los persas alientan a que un descendiente de David, Zorobabel, y un sacerdote, Josué, fueran organizando la Jerusalén reconstruida.

Es durante el 2do año de Darío, el persa (año 520), que Ageo recibe el encargo de parte de Dios de hablar. Curiosamente, el texto nos dice con precisión los días en los que recibe la misión de hablar: el 1er día del 6to mes (29 de agosto de 520; ver 1,1), el 21 día del 7mo mes (dos veces en este mismo día), es decir el 17 de octubre (1,15 y 2,1) y el 24vo día del 9no mes (18 de diciembre). Como se ve, según el mismo profeta lo indica, sólo durante tres días recibió el encargo de Dios de profetizar.

Ahora bien, ¿qué es lo que ve Ageo y ante lo que pronuncia una palabra de parte de Dios? Que hay muchos que han hecho sus casas, suntuosas y fastuosas, pero todavía Dios “no tiene casa” (2,4: ver 1,12-15). 

¿No es, esto, contrario a los profetas anteriores a él que insistían que Dios no quería culto sino justicia? Pues no, no lo es. En este caso, porque lo que Ageo indica es que los pobres no tiene un lugar de encuentro y acogida (1,2.4.9); la clave es la situación de los pobres (1,5-6.9.10-11; 2,16). No es un templo “al modelo persa” sino uno según el Dios de Israel el que el profeta reclama que se construya. Y, acota, precisamente porque se han desentendido de los pobres es que Dios no ha mandado sus lluvias y hay sequía. Dios y el Templo están ligados a la naturaleza. La mesa de los pobres no puede estar vacía, porque si eso ocurriera también estarán vacías las mesas de los poderosos por falta de cosechas.

Por eso, además, Ageo no solo insiste en la reconstrucción del Templo, sino que confía en Zorobabel, como un descendiente de David que ha de ser coherente con el proyecto de Dios para su pueblo (2,23), como una especie de gobernador, aunque no sea reconocido como rey (ver 1,1.12.14; 2,2.4.21.23). Pero, además, también espera que, en un futuro no lejano (2,7-8.21-22), venga también un rey (descendiente de David; por eso insiste en calificar a Dios como “de los ejércitos”, ¡14 veces!) que permitirá que Israel sea fiel a la voluntad de Dios.

Con esto, y con un lenguaje especial, aunque no lo diga explícitamente, Ageo se manifiesta como “anti-persa” destacando la participación de Dios en la historia de su pueblo; y con algunas palabras que, si bien se originan en la liturgia, tienen también connotaciones políticas para su pueblo, como “paz” (2,9), “bendición” (2,19), o “gloria” (1,8; 2,3.7.9) …

Como se ve, Ageo aprovecha el tiempo histórico, y el aliento persa para la reconstrucción del templo, pero para proponer a partir de un modo de contraste, un modelo y una práctica que pudiera resistir cuando – pronto – los persas ya no existieran. Por eso insistirá que Dios le repite a su pueblo: “yo estoy con ustedes” (1,13; 2,4). El Dios de Israel es un Dios que no suelta de su mano a sus amigos y amigas.

 

Imagen tomada de https://es.wikipedia.org/wiki/Hageo

Cuarenta y cuatro en tiempos apocalípticos

Cuarenta y cuatro en tiempos apocalípticos

Eduardo de la Serna



Decir “tiempos apocalípticos” no es preciso. O lo es relativamente, como decir “tiempos poéticos”, o “tiempos novelescos” … El apocalipsis es un género literario.

Para ser breve, en tiempos complicados, de persecución o martirio, un autor remite a personajes simbólicos para comunicar esperanza. Pero la esperanza no es ilusoria: los tiempos complicados “están ahí”. ¡Pero también está Dios! Los autores apocalípticos describen simbólica, pero crudamente, esos momentos difíciles, y dicen claramente, a cualquiera que sepa leer, con “nombre y apellido” quienes son responsables del dolor de su pueblo. Antíoco IV o Domiciano son “escrachados” en los libros de Daniel o del Apocalipsis. Pero son tiempos de resistencia. De resistencia militante. De eso se trata la esperanza.

Una generación – expresada, habitualmente por el número 40, como se ve desde el Éxodo – está invitada a la fidelidad, a dejarse alimentar por Dios en el desierto a pesar que la violencia acecha. La violencia, por otro lado, es universal – expresada, habitualmente por el número 4, como lo son los elementos, o los puntos cardinales. Pero personas de “toda raza, lengua, pueblo y nación”, en comunión entre “el cielo y la tierra”, cantarán a Jesús, el Cordero, junto a los “4 ángeles” o los “4 vivientes”. Y, además, esa violencia no durará para siempre, su tiempo es breve.

Si los apocalipsis son, como se ha dicho, “teologías de la esperanza” no debemos olvidar que – como se ha dicho – toda teología es “una hermenéutica de la esperanza”.

Acoger el don de la esperanza abre al futuro. La teología, como reflexión sobre el amor de Dios y hermenéutica de la esperanza, cumple una función liberadora, va contra la parálisis que pueden provocar ciertas situaciones, se niega a la sumisión a los hechos. Considerar la teología como comprensión de la esperanza se hace más exigente cuando se parte de la situación del pobre y la solidaridad con él. No es una esperanza fácil, pero por frágil que pueda parecer es capaz de echar raíces en el mundo de la insignificancia social, en el mundo del pobre y de encenderse, aún en medio de condiciones difíciles, y de mantenerse viva y creativa. Esperar no es aguardar pasivamente, debe llevar el empeño de forjar activamente razones de esperanza en nuestro caminar. Precisemos que la esperanza en el amor de Dios, estrictamente hablando, es una vivencia que no se confunde con una utopía histórica o un proyecto social. Pero, eso sí, los supone, los genera y los necesita, en la medida en que ellos indaguen por los caminos concretos para llevar a cabo la voluntad de construir una sociedad justa y fraterna (Gustavo Gutiérrez, Vivir y pensar el dios de los pobres, Lima: CEP 2025, 257)

En tiempos difíciles, cuarenta y cuatro años de cura me (nos) desafían a la esperanza; pero esperanza nunca individual sino un canto de toda raza, lengua, pueblo y nación porque Dios canta con nosotros y eso motiva a la militancia y la resistencia. ¡Allá vamos!

 

Imagen tomada de https://claridadpuertorico.com/la-resistencia-como-forma-de-esperanza/?amp

martes, 18 de noviembre de 2025

Domingo 34C

Un señor que reina en la misericordia

DOMINGO TRIGESIMOCUARTO - "C"
SOLEMNIDAD DE CRISTO, REY

Eduardo de la Serna


Lectura del segundo libro de Samuel     5, 1-3

Resumen: David –que ya era rey del sur, es elegido ahora rey del norte con lo que se unifica la región. Pero esto no nace de la ambición de un hombre, sino de la decisión de los “ancianos” y la voluntad de Dios. David pasará a ser entonces el rey modelo, y más tarde el “padre” del futuro Mesías.

Por más que en cierto modo el libro de Samuel (y los que conforman toda la “gran historia deuteronomista”) son libros “históricos”, no es menos importante notar que no es el o los acontecimientos históricos lo que nos interesa comentar. La historia –por más “maestra de vida” que sea, al decir de Cicerón- no es “palabra de Dios” (no en el sentido bíblico). Es decir: no nos interesa en este momento –aunque ciertamente es un tema muy importante, pero también sumamente debatido por los historiadores y arqueólogos contemporáneos de las diversas escuelas- el “David de la historia”, sino lo que, partiendo de los hechos históricos, un (o unos) autor le dice a la élite de su pueblo cuando está por regresar del exilio en Babilonia. Podríamos resumirlo –un poco simplistamente- de este modo: hemos caído muy bajo por culpa de la idolatría (comenzada por Salomón), distinto hubiera sido si hubiéramos seguido fieles como David. Ahora que vamos a empezar de nuevo, ¿qué vamos a hacer? Es por esto que muchos personajes, incluso los mismos David y Salomón son exagerados (aunque sin disimular virtudes y defectos) a fin de presentarlos como modelo y anti-modelo del proyecto a comenzar. David es el rey ideal, “hacer en todo como David” es lo correcto, lo que se pretende, y si lo hubiéramos hecho no habríamos perdido la tierra prometida, no se habría destruido el Templo, etc.

En el texto de la lectura forma parte del largo acceso de David a ser rey de todo Israel, sur y norte. La muerte de Saúl desencadenó la sucesión, y el hijo de éste, Isbaal (literalmente varón de Baal, lo cual será cuestionado más tarde cambiándole el nombre por Isboset, varón de la vergüenza), es nombrado rey en Israel, el norte. El sur, en cambio, elige por rey a David (2,1-4a). Una serie de conflictos y política interna, con varios asesinatos incluidos, finaliza con el crimen de Isbaal y la decisión del norte de nombrar, también a David, rey de su territorio (unos siete años y medio después de ser nombrado en el sur, según el texto, cf. 2,11; 5,5). Sin duda este nuevo nombramiento real hace que ahora todo “Israel”, sur y norte quede unificado y el territorio sea importante (desde Dan hasta Berseba, cf. 3,10). Pero todo esto no nace de la ambición de un hombre sino de una firme decisión de Dios que lo ha escogido (5,2; cf. 3,10). Nunca Israel tuvo un territorio tan extenso –siempre siguiendo los textos bíblicos- y esto se debió a que Dios estaba con David y éste le fue fiel. Salomón, en cambio, empezó a entregar y perder tierras (ver 1 Re 9,10-14). 

Para consolidar el reino, y promover la unidad entre las dos regiones, a continuación (5,6-12) David tomará la ciudad de Jerusalén (a medio camino entre ambas partes, norte y sur) a fin de establecer allí la "ciudad del rey”, y –luego- el Templo, que él no hará sino su hijo. Lo importante es que los ancianos en representación del norte, y David en representación del sur hacen ahora una alianza, y la hacen ante Yahvé. El pueblo está unido y Dios es testigo.

Sin dudas la imagen de David rey, de quién el Mesías sería heredero, según algunas corrientes,  es tenido en cuenta por la liturgia para poner el texto en la fiesta de “Cristo Rey”.



Lectura de la carta de san Pablo a los cristianos de Colosas     1, 12-20
 
Resumen: dado que algunos en Colosas han interpretado la persona de Cristo como uno de los ángeles, el autor de la carta intenta destacar –y el himno introductorio lo presenta claramente- la primacía fundamental de Cristo ya desde la creación, y luego en el acontecimiento reconciliador de la creación entera.

Para comenzar con esta carta que se leerá durante algunas semanas, destaquemos algunos breves elementos introductorios que conviene tener presentes.  Es muy probable que esta obra no sea compuesta por Pablo sino por un discípulo, transcurrido bastante tiempo y –probablemente- habiendo ya desaparecido el Apóstol. Hay muchos indicios que nos invitan a esta conclusión, como temáticas que indican el paso del tiempo, y respuestas que también parecen propias de nuevas realidades y una mayor “organización” eclesial. 

El texto que se propone en la liturgia es un gran himno introductorio, donde encontramos presentados algunos elementos que se desarrollarán más extensamente –o más claramente- en el cuerpo de la carta. 

Algunos autores proponen que el himno comienza en realidad en v.12, pero es posible que vv.12-14 sean una suerte de conclusión de lo anterior e introducción al himno, es decir, un pasaje de transición con elementos comunes a la acción de gracias y oración inaugural (1,3-11) y también al himno (1,15-20). 

Tenemos un texto primitivo, quizás no paulino, de origen litúrgico, con interesantes reminiscencias a los textos sapienciales bíblicos y para-bíblicos (Qumrán incluido), incorporado por el autor para ilustrar lo que desarrollará a continuación. Es interesante ver cómo está estructurado el himno para ver cómo despliega su pensamiento el autor:

1.- Él es… (hos estin) […] Primogénito (prôtotokos) v.15

2.- pues en él (hoti en auto) todas las cosas (ta panta) en cielos y tierra v.16

3.- todo por él y para él (panta di autou kai eis auton) v.16

1.- Él es… (hos estin) […] Primogénito (prôtotokos) v.18

2.- pues en él (hoti en auto) toda la plenitud (pan ta plêrôma) v.19

           3.- por él… y todo para él (kai di autou… ta panta eis auton) en la tierra y los                              cielos v.20

Esto nos muestra dos estrofas construidas de modo semejante, la primera poniendo el centro en la creación (v.15.16 formando inclusión) y la segunda en la reconciliación (v.20; también presentada como pacificación). 

El tema de la primera estrofa es el papel de Cristo en la creación. Puesto que pretende destacar la preexistencia y su relación con la creación, el autor recurre a imágenes propias de la literatura sapiencial: Pr 3,19; 8,22-31; cf. Sab 7,22; 9,2-4. 

Pablo hablaba de los seres humanos como “imagen” de Dios (cf. Rm 8,29; 1 Cor 11,7; 15,49; 2 Cor 3,18) pero también lo dice de Cristo (2 Cor 4,4); es imagen (eikôn, de donde viene nuestro término “ícono”). El término remite frecuentemente a los ídolos (cf. Mc 12,16p; Rm 1,23) pero en la carta lo volvemos a encontrar en referencia a Cristo (el Hombre Nuevo) “imagen” del Creador (3,10).

Los “Tronos, dominaciones, Principados y Potestades” forman parte del “todo creado en cielos y tierra”. No es evidente a qué se refiere ya que en 2 Pe 2,10; Jds 8 se refiere a personajes terrenos. 

  • El trono (thrónos) es con frecuencia un asiento (cf. Mt 5,34; 19,28…) y jamás se encuentra en Pablo ni en sus discípulos fuera de aquí. 
  • El señorío (kyriótês) fuera de este texto y en 2 Pe y Jds lo volvemos a encontrar en Ef 1,21, un texto que parece influido por Colosenses. 
  • Los “principados” (arjê, por tanto también principio,comienzo) los encontramos en Rom 8,38 que parece contrapuesto (por el contexto) a ángeles, en 1 Cor 15,24 junto con “poder y dominación”, son destruidos por Jesús que está por encima de ellos (Ef 1,21) al final de la historia; se manifiesta a ellos y potestades en la Iglesia (Ef 3,10) que son “fuerzas del mal” (Ef 6,12). Jesús es el “principio” (Col 1,18), la “cabeza” de todo “principado y potestad” (2,10) y despojados por Cristo (2,15). 
  • Las potestades (exousía, por tanto también poder, derecho, libertad) en Rom 13,1.3 se refiere a las autoridades romanas, como se dijo, son adversarios de Cristo (1 Cor 15,24; en Ef 2,2 tienen que ver con el “príncipe” (arjontes) del poder y espíritu que actúa en los rebeldes; 3,10; 6,12; en Col 1,13 es “poder de las tinieblas”; cf. 2,10.15). 

Como se ve, en general se refiere a fuerzas supra-humanas, con frecuencia ángeles que obran el mal. En este caso, luego de haber señalado que todas las cosas fueron creadas “en él”, señala un par de merismos (construcción retórica que expresa la totalidad señalando extremos opuestos: cielo-tierra; visible-invisible) y concluye señalando la creación de estas fuerzas a las que la “herejía colosense”, contra la que el autor reacciona, parecen fuerzas rivales de Cristo, o “complementarias”.

Una nota sobre la “herejía de Colosas”: La angelología fue muy desarrollada en el judaísmo tardío; incluso empieza a proliferar una suerte de culto a los ángeles que será combatido en el N.T. (cf. Col 2,18; Heb 1,5.13). Pareciera que algunos en Colosas, ante la importancia dada a Cristo por los cristianos lo han puesto como “un gran ángel” o algo semejante. De allí la insistencia del autor en relacionarlo con la Creación, y como que “todo” fue creado “en él, por él y para él”, es “el primero en todo”, y “en él reside la plenitud de Dios corporalmente” (2,9; cf. 1,19) e incluso los “derrota”.

Como dijimos, la referencia a antes que todo, alude a los textos sapienciales de la sabiduría. El himno presenta a Cristo como preexistente, otro reflejo de la especulación sapiencial del judaísmo helenístico.

En la segunda estrofa, se destaca que Cristo es “la cabeza del cuerpo, la Iglesia (v.18; cf. 2,19). Muchos autores suponen que «la Iglesia» altera la idea de Cristo como cabeza del cuerpo cósmico, y que sería un añadido a un texto primitivo. Pero el tema “cabeza del cuerpo, la Iglesia” es un tema importante en Col (1,24.27; 2,17.19; 3,15 y en Ef 1,23; 4,15- 16; 5,23). En los escritos auténticos de Pablo la imagen del cuerpo es usada como metáfora de la Iglesia (1 Cor 6,15; 10,16-17; 12,12-27; Rom 12,4-5); en este caso no se trata de una “imagen como un cuerpo” sino del mismo cuerpo de Cristo (tampoco de un “cuerpo místico”, por cierto) lo cual significa un avance con respecto a Pablo.

Una nota sobre la escatología de Col (y Ef): como se sabe, Pablo espera para un tiempo relativamente cercano la venida de Jesús (cf. 1 Tes 4,15-17; 1 Cor 15,51-52). Sin duda que Pablo fue evolucionando en este sentido, especialmente cuando empieza a ver la muerte suya cercana como algo posible. Pero no parece –en este caso- que Pablo piense que Jesús demorará su venida sino que él adelantará su partida. Con el paso del tiempo, la demora de esta venida de Jesús fue un tema interesante para los cristianos. ¿Por qué se demora? Mientras algunos autores (emblemáticamente 2 Pe 3,3-10) destacan que se demora expresamente a fin de dar la ocasión de la conversión; otros (y Colosenses es un ejemplo de ello; también Efesios o el evangelio de Juan) señalan que nosotros en cierta manera ya entramos en este ámbito escatológico. Eso se verá claramente en Ef 2,6 donde “nosotros” ya estamos resucitados, sentados en los cielos “en Cristo”. En este sentido, la imagen de la cabeza y el cuerpo sirve en cierta manera para remarcar esta tensión entre lo que se ha llamado frecuentemente el “ya, pero todavía no”.

Señalar que Jesús es el principio parece ser un juego de palabras entre arjê, principio, referido a la preexistencia y al rol de Cristo en la creación, y arjê, «principado» que hemos señalado. Es paulina también la idea de Jesús como el primogénito de entre los muertos (cf. Rom 8,29; 1 Cor 15,20) en obvia referencia a la resurrección de Jesús y su estrecha relación con la de la humanidad.

Al señalar que en él reside la plenitud parece una versión abreviada de lo que dirá en 2,9: “en él reside la plenitud de la divinidad corporalmente”. Los que piensan en un himno primitivo no paulino, lo relacionan con la plenitud de poder en la creación. 

Pero el objetivo es la “reconciliación” (apokatallasô, término que sólo se encuentra en Colosenses 1,20.22 y Efesios 2,16; Pablo utiliza simplemente katallassô, cf. Rom 5,10; 2 Cor 5,18.19.20; cf. 1 Cor 7,11) que es sinónimo de “pacificar” (única vez en el NT; y sólo una vez en el AT griego, Pr 10,10). Lo que se reconcilia es “todo”, lo que se pacifica (por la sangre de su cruz) es también “todo” expresado en el merismo “tierra y cielos” (v.20).


+ Evangelio según san Lucas    23, 35-43


Resumen: Jesús en la cruz recibe las burlas de los que están cerca. Pero no todo es negativo en ese ambiente de sufrimiento. El pueblo simplemente mira, y más tarde, se manifestará arrepentido; y uno de los malhechores reconoce la inocencia de Jesús y le pide que lo “recuerde”, a lo que Jesús le otorga la “salvación” que las burlas reclamaban.

Siguiendo a Marcos, Lucas presenta las burlas de tres grupos a Jesús (es sabida la predilección de Marcos por el “tres”): en Marcos eran los que pasaban (15,29-30), los sumos sacerdotes y escribas (vv.31-32a) y finalmente “también lo injuriaban los que estaban con él crucificados” (v.32b). Lucas, en cambio, modifica un poco su fuente y añade un episodio que le es propio, el del llamado “buen ladrón”. Para empezar, los primeros que se burlan son los “magistrados” (23,35b), luego serán los soldados (vv.36-37). El pueblo, en cambio estaba mirando (v.35a) y se retira golpeándose el pecho en señal de arrepentimiento (v.48). La burla de los crucificados es reemplazada por la burla de sólo uno de ellos y el reconocimiento de la justicia de la pena propia y la inocencia de Jesús por parte del otro. No es improbable que haya una cierta conexión con las tres tentaciones al comienzo del ministerio de Jesús en el desierto. 

El primer contraste con Marcos viene dado por la actitud del “pueblo” (láos) que estaba “mirando” (theôrôn), no “burlándose”. Esta actitud es neutra, pero –como se dijo- enseguida hablará de “espectáculo” (v.48) y el consiguiente arrepentimiento. Es notable la diferencia entre el pueblo y sus dirigentes (arjontes). Como antes los fariseos (16,14), estos ridiculizan a Jesús.

En el comienzo del ministerio de Jesús le dicen “Médico, cúrate a ti mismo” (4,23), la actitud no ha cambiado. Es verdad que “ha salvado a otros” (7,50; 8,48; 17,19; 18,42) e incluso es reconocido como “Salvador” (2,11; Hch 5,31; 13,23). Pero sabemos que hay una estrecha relación entre la salvación y la fe (“tu fe te ha salvado”) mientras que la burla pretende un auto-beneficio. Como la “confesión de Pedro” que afirmaba que Jesús es el “Mesías de Dios” (9,20), lo repiten los magistrados, y añaden “el elegido” algo que es afirmado en la Transfiguración (9,35). Las tres burlas en Lucas ponen el acento en la salvación que Jesús debería - dicen - procurarse a sí mismo (vv. 35.37.39). 

Lucas, que había omitido las burlas crueles de los soldados en las torturas en el pretorio (ver 22,63-65, donde dice “los varones”) añade aquí una burla de los soldados. La oferta de vinagre (ver Sal 69,22) siendo una alusión menos evidente que en Mc 15,35-36 quizás refuerce la burla puesto que Jesús había dicho que ya no beberá “del producto de la vid” hasta llegado el reino (22,18). La burla explícita, no sólo retoma el reclamo de auto-salvación, sino que toma también el dicho de la “inscripción” (epigrafê) sobre la cruz: “el rey de los judíos” el cual se mencionará inmediatamente. Este “cartel” es algo habitual en los castigos romanos. Cuando el historiador romano Suetonio cuenta las perversiones de Calígula, por ejemplo dice:

“Durante una comida pública en Roma, habiendo arrancado de un lecho un esclavo una hoja de plata, mandó en el acto al verdugo que le cortase las manos, se las colgase al cuello y lo pasease así por todas las mesas con un cartel que dijese la causa del castigo”. (Suetonio, Vida de Calígula 32,2)
Los cuatro evangelios coinciden en el título en el epígrafe con ligerísimos matices. Es razonable la pregunta de por qué Pilato (si fue él) pone la referencia a Jesús, “rey de los judíos” si es que lo ha considerado inocente (notar que a la pregunta que le formula acerca de si lo es realmente, Jesús afirma que sí, y entonces Pilato dice que no encuentra “ningún delito en este hombre”, 23,3-4.14-15.22). ¿Le coloca un cartel indicando que es ejecutado sin delito alguno? ¿Se trata de una burla? ¿O quizás un llamado de atención a cualquiera que intentara algo semejante afirmando que cualquiera que intente mostrarse como “rey” le espera una condena del estilo? 

Uno de los malhechores lo insultaba (eblasfêmei), y a la común referencia a la auto-salvación añade lógicamente la propia. Irónicamente, uno de los “malhechores” sí será salvado, pero no descendiendo de la cruz, sino permaneciendo en ella e invocando la memoria salvadora de Jesús.

La presencia del pueblo solamente mirando (es decir, no burlándose) y la del “buen ladrón” ha permitido a Lucas mostrar que no todo lo ocurrido en el calvario es negativo. La insistencia en el tema del perdón a lo largo de todo el Evangelio llega aquí a su máxima expresión. No solamente hay una cadena de personas que reconocen la inocencia de Jesús, comenzando por Pilato, siguiendo por Herodes, ahora el malhechor y concluyendo con el centurión que lo reconoce “justo”. Pero además, en la larga escena de la Pasión encontramos diferentes momentos de curación y perdón, desde la oreja del servidor del Sumo Sacerdote, hasta el perdón “porque no saben lo que hacen” de aquellos que lo crucifican.  

La respuesta del otro –la gran novedad de Lucas en la escena de las burlas al crucificado- alude al “temor de Dios” que es una actitud religiosa de respeto reverencial. Expresamente señala la inocencia de Jesús (la cuarta vez que se hace en la unidad, cf. las referencias a la inocencia en boca de Pilato recién señaladas). Expresamente afirma que Jesús “no ha hecho nada fuera de lugar” (átopon). La condena “justa” (v.41) de los dos malhechores, y la misma condena (krima) del inocente Jesús se presentan en claro contraste. Justicia que vuelve a ser reforzada cuando el centurión lo reconoce como un “justo” (v.47). 

Recordar” no se trata de un acto mecánico de la memoria, sino de “hacer presente”, “traer a la memoria” (cf. Gen 9,15; 19,29; Ex 2,24; 6,5; Neh 9,17; 2 Sam 18,18; Ez 21,28; 29,16; 33,13; Tob 1,12; 2,2). No hay unanimidad en los manuscritos sobre el dicho del “buen ladrón”: Para simplificarlo puede entenderse como “cuando llegues a (eis) tu reino” o “cuando llegues con (èn) tu reino”; en el primero se trata de la entronización de Jesús como Mesías, en el segundo de la venida de Jesús con poder de rey (se puede decir que el primero se trata del reino, el segundo del reinado). De todos modos, la idea de “llegar al reino” es una buena traducción de ambas variantes, teniendo en cuenta el griego popular de la época. La historia de José y los dos malhechores encarcelados con él en Egipto parece influir en esta escena: “a ver si te acuerdas de mi cuando te vaya bien” (Gen 40,14), paralelo que se refuerza más aun viendo cómo lo relee Flavio Josefo: por ejemplo, el servidor que será “colgado” (40,19) para Josefo será “crucificado” (anastauroô).

Son pocas las veces en las que alguien se dirige a Jesús llamándolo por su nombre: 4,34; 8,28; 17,13; 18,38; cf. Mc 1,24; 5,7; 10,47, se trata de personas que precisan “salvación” (es bueno recordar que “Jesús”, abreviatura de Yehoshua, significa “Yahvé salva”). 

Hoy” es sumamente frecuente en Lucas (como se ha visto en varias ocasiones): 2,11; 4,21; 5,26; 13,32.33; 19,5.9; 22,34.61, es el momento preciso de la salvación, de la intervención de Dios. ¿Qué significa “paraíso”? En el NT sólo lo volvemos a encontrar en 2 Cor 12,4 y en Ap 2,7. Ap 2,7 alude expresamente a que allí se encuentra “el árbol de la vida” (cf. Gen 2,9); el texto de 2 Cor parece aludir al “séptimo cielo”. La mayor parte de las veces que el término se encuentra en el AT griego la referencia es también al jardín que Dios preparó a la primera pareja (Gen 2,8). Es habitual en la mentalidad escatológica judía que los tiempos ideales futuros se piensen semejantes a como fueron los tiempos ideales de los orígenes; de allí que un/el paraíso es visto como tiempo ideal: 

Cuando haya consolado Yahveh a Sión, haya consolado todas sus ruinas y haya trocado el desierto en Edén y la estepa en Paraíso de Yahveh, regocijo y alegría se encontrarán en ella, alabanza y son de canciones”. (Is 51,3)

Así se pueden ver también en varios textos apócrifos:

  • Fiel es el Señor con los que le aman de verdad, con los que aceptan su corrección, con los que caminan cumpliendo sus mandatos en la Ley con que ha ordenado nuestra vida. Los santos del Señor vivirán por ella para siempre, el paraíso del Señor y el árbol de la vida son sus santos…” (Salmos de Salomón 14,1-3)
  • En ese día serán asignados los dos monstruos, el femenino llamado Leviatán, para morar en el abismo del mar sobre las fuentes de las aguas, y el masculino denominado Behemot, que ocupará con su pecho el desierto inmenso llamado Dendayn, al oriente del Paraíso donde moran los escogidos y justos, donde fue recibido mi antepasado, el séptimo varón desde Adán…” (1 Henoc 60,7-8)
  • Él (el mesías sacerdotal) abrirá ciertamente las puertas del paraíso y apartará de Adán la espada amenazante. A los santos dará a comer el árbol de la vida, y el espíritu de la santificación estará sobre ellos. Él atará a Belial y dará poder a sus hijos para pisotear los malos espíritus. El Señor se regocijará en sus hijos y pondrá sus complacencias en sus amados para siempre…” (Testamento de Leví 18,10-14; aunque esta obra es vista por muchos autores como un escrito de gran influencia cristiana o con añadidos cristianos). 

El “buen ladrón” ha recibido el solemne “amén” de Jesús asegurándole su participación (“salvación”) en el hoy escatológico y presente a la vez, así participará del reino al que Jesús se encamina. Así como a los que han “perseverado en las pruebas” les dispone “un reino” (22,29-30). Entrar en la gloria (Lc 24,26), y entrar en el reino, ¿son semejantes? (cf. Dt 7,13-14) ¿Hay alusión a la venida de Jesús (= parusía) como a la que se alude al decir “venga tu reino” (11,2)? Sin dudas los lectores de Lucas saben que en el “hoy” de la cruz, Jesús “entró” en su reino y arrastró consigo al ladrón que sabe reconocerlo.


Video con comentario al Evangelio en
https://youtu.be/8effjigmRCA
o también ver en
https://blogeduopp1.blogspot.com/2025/11/video-con-comentario-al-evangelio-del_17.html

Cuadro tomado de www.enbetel.org