Angelelli no
dio su vida por el pueblo
Eduardo de la Serna
En tiempos de
posverdad, es decir, tiempos en los que aceptamos lo que nos gusta, se vuelve
arduo eso de pensar con profundidad u hondura.
Veamos: hay
frases que, en contextos turbios como los actuales resultan cuanto menos gratas
de oír, leer, decir…
- Me ha ocurrido comentar el evidente
fundamentalismo de la serie The Chosen, y escuchar decir “pero me gusta”.
¡Tema terminado!
- En tiempos de “monseñores”, “eminencias”
y demás distancias, resulta grato escuchar “padre obispo”, por más que “a nadie
llamen padre” y se trate en realidad de un hermano.
- Y en tiempos de egoísmos, individualismos,
y “cada uno la suya”, eso de que alguien “dio la vida” por otros resulta
sublime.
Pero, y me
remito a este último, y sabiendo que las palabras “no son inocentes” sino que “dicen”
y “actúan”, ¿qué es eso de “dar la vida”? Dar es un acto de donación, entrega,
generosidad. ¡Maravilloso, por cierto! Pero, “dar la vida”, ¿no esconde una
nota cercana al suicidio? Porque una cosa es dar los bienes (lo cual,
ciertamente, empobrece – aunque sea un poco – al donador), o dar alegría o paz,
lo cual no descapitaliza al donante; pero, puesto que la vida no se recupera
(no estoy negando la resurrección, por cierto, a perderla definitivamente me
refiero), ¿es sensato darla?
Porque otra
cosa muy distinta es decir que la vida fue “arrebatada”, o quitada, por
ejemplo. En ese caso, el hecho originante no está puesto en el donador sino en
el arrebatador. Ciertamente, también cuenta cuál es la actitud de la víctima en
esa oportunidad (y eso es lo que nos importa, por otra parte). Porque huir para
que la vida no nos sea arrebatada es una posibilidad, y una que nadie
cuestionaría. Pero también es posible no escapar para estar del lado de las
demás víctimas, reales o potenciales.
Veamos un
elemento en la Biblia. Las traducciones suelen decir que “el buen pastor DA la
vida por las ovejas” o que el amor mayor es “DAR la vida por los amigos” (ambos
en el evangelio de Juan, caps. 10,11 y 15,13). Sin embargo, en ambos textos, la
palabra griega no es “dar” sino “poner” (no es didômi sino títhêmi
[en el texto de Marcos 10,45 dice “dar la vida en rescate”, lo que es diferente
ya que sería “dar un pago”]), poner se trata de “poner la propia vida delante”,
a fin de afrontar uno el peligro que los otros corren, es aceptar el riesgo,
¡de amor se trata!
Insistir en “dar
la vida” (y dejamos de lado la insinuación suicida, evidentemente) es poner en
la víctima el tema, cuando se trata, en verdad, de un crimen violento, de un
asesinato en el cual unos responsables “asesinan” a alguien porque “no corrió
el cuerpo” sino que “se puso delante” para cuidar, proteger, salvar la vida de
los que amaba.
Insisto… “queda
bien” decir “dio la vida”, pero creo que sería bueno, en estos tiempos arduos
ser precisos en el lenguaje, Angelelli, Romero, Mugica y tantos miles de
mártires, en la Iglesia y fuera de ella, no dieron la vida, sino que esta les
fue arrebatada, la responsabilidad no recayó en las víctimas, aunque afrontaran
esos momentos con decisión, coraje y amor, pero es sano y sensato saber que
ninguno de ellos quiso morir. Lo que pretendieron era que los suyos vivieran, y
por ello arriesgaron. Y en esa actitud otros se las robaron.
Foto tomada de https://www.elpaisdiario.com.ar/tag/enrique-angelelli/
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