Isabel y Zacarías
Eduardo de la Serna
Como es frecuente, también entre nosotros, la Biblia suele
presentar de un modo importante a los padres y madres de los grandes
personajes. Es el caso de Zacarías e Isabel, los papás de Juan, el Bautista
(sólo se nos habla de ellos en el capítulo 1 del Evangelio de Lucas). Pero,
¿qué nos dice la Biblia de ellos?
Empecemos por los nombres, porque son importantes: Isabel (Eli-sheba;
“mi Dios es siete” = plenitud, perfección) hace referencia a un Dios que
se preocupa de sus amigos (por eso es “mi Dios”). Sólo se menciona otra Isabel
en la Biblia, la mujer de Aarón, el hermano de Moisés (Ex 6,23). Zacarías, en
cambio, es un nombre muy común (hay varios en la Biblia, entre otros un profeta
cuyo libro se conserva) que significa “Yahvé se volvió a acordar” (Zikar-Yah).
Este matrimonio, ya anciano y sin hijos, necesita que Dios “se acuerde” de
ellos y que muestre su "preocupación" por el hecho de aparecer ante todos como
maldecidos por Dios.
La esterilidad (que el mundo antiguo atribuía a la mujer)
era vista como una maldición divina: Dios no ha enviado hijos a esta pareja
porque ellos no son fieles a él, o porque son pecadores… (ver Dt 7,14). Para aquella
mentalidad era Dios el que la había hecho estéril (ver Gen 16,2; 1 Sam 1,6),
como también se dice de la “esterilidad” de los ganados (Cant 4,2), o de la
tierra (ver 2 Re 2,19). Por tanto, Zacarías y – sobre todo – Isabel necesitan
de Dios, necesitan que Él “se acuerde”. Esto es doblemente importante no sólo
porque la descendencia asegura una buena ancianidad, sino porque a los ojos de
la gente, como se dijo, ellos aparecían como pecadores.
Pero en la Biblia también encontramos varios casos de
mujeres estériles que en realidad son como una especie de pedagogía de Dios para destacar
el futuro nacimiento de un personaje que será importante en la historia de
Israel. Son los casos de Abraham y Sara, padres de Isaac (Gen 11,30), Isaac y
Rebeca, padres de Jacob (Gen 25,21), Manóaj y su esposa (no se da el nombre,
padres de Sansón) (Jue 13,2), Elcaná y Ana, padres de Samuel (1 Sam 1,5) … Y
este es el caso de Isabel y Zacarías, padres de Juan. Sin duda el acento está
más puesto en Juan, que es el importante, que en los padres. Pero veamos un
poco más.
Se nos dice que tanto Zacarías como Isabel eran de la tribu
de Levi, es decir del ambiente sacerdotal (Lc 1,5), y para que no nos queden
dudas del motivo de la esterilidad de Isabel (es decir, que se debe a la pedagogía de Dios) se nos aclara que “ambos eran
justos ante Dios y vivían irreprochablemente” cumpliendo sus mandamientos y
preceptos (1,6). Los lectores de la Biblia ya podemos ir sabiendo que Dios está
preparando algo en esta pareja; de hecho, luego, el texto nos dirá que Zacarías
ha pedido a Dios un hijo (1,13).
La escena se desplaza al servicio sacerdotal de Zacarías
(por tanto, en un espacio privado, a solas, 1,10) en el que se le aparece el
ángel Gabriel (1,11.19). El diálogo entre ambos es muy frecuente en la Biblia
para preparar una misión difícil. En este caso se habla de la misión de su
hijo futuro, como era de esperar (1,13-17). El diálogo presenta una objeción de
Zacarías (1,18) y un signo divino (1,20). El texto empieza a dar por finalizada la
escena: la gente supuso que Zacarías tuvo una visión (1,22) y al tiempo,
terminado su servicio (ver 2 Cro 23,8), vuelve a su casa (1,23). De un modo
sugerente el texto nos dice que Isabel no salió de su casa durante 5 meses
(esto está puesto para resaltar la visita de la Virgen María a Isabel, ver 1,37.39-41).
Sin dudas sería extraño que Isabel no mostrara públicamente su embarazo para
mostrar a todos la bendición de Dios (de hecho, ella reconoce que Dios “se
dignó quitar mi oprobio entre la gente”, 1,25) pero no hay que olvidar que el
texto pretende mostrar otra cosa (el obrar de Dios) más que narrar
acontecimientos.
En paralelo con lo anterior, ahora el ángel se aparece ante
una virgen también para narrar el nacimiento de un hijo (1,26-38) y a
continuación presenta el encuentro de ambas mujeres. En este momento, Isabel
reconoce la superioridad del hijo de María sobre el de su propio hijo (“la
madre de mi Señor”, 1,43) por eso es “bendita tú entre las mujeres y bendito el
fruto de tu vientre” (1,42).
El texto, finalmente, empieza a preparar el nacimiento y misión de
Juan. Como corresponde a personas religiosas, circuncidan a su hijo a los 8
días de nacer (1,59) e Isabel quiere poner el nombre que el ángel le había dado
(1,13.60) cosa que Zacarías confirma (1,63). El relato – como una bisagra – pone
en boca de la gente la pregunta “¿qué será este niño?” (1,66) cosa que Zacarías
explicará en un canto litúrgico (1,67-79; ver v.76: “y tú, niño…”).
Es poco lo que se nos dice de Zacarías e Isabel, pero lo
suficiente como para saber que siendo ambos fieles a Dios desde siempre, saben
recibir los dones de Dios y – como otros matrimonios por el estilo de la Biblia
– preparar el camino para que los varones y mujeres de Dios puedan manifestarse
en nuestra historia y dejar huella en nuestras propias vidas.
Imagen tomada de https://desdelafe.mx/noticias/sabias-que/quien-era-santa-isabel-y-san-zacarias/
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