Autopercepción y ortodoxia
Eduardo de la Serna
Durante décadas y siglos, en nombre de la ortodoxia
y la verdad, la “Santa Madre” evaluaba y determinaba quienes sí y quienes no
pertenecían a la Iglesia, fuera de la cual no hay salvación. Tiempos inquisitoriales
mancharon de sangre el pasado de la no tan santa y menos madre, en estos casos.
Con motivo del año 2000, el interminable Juan Pablo II realizó un no totalmente
satisfactorio “pedido de perdón” que incluyó estos momentos de nuestro pasado.
Por eso no es cosa de reincidir, por lo cual, no seré yo el que afirme que
fulano o mengano son o no lo que afirman ser. Es evidente que hay quienes se
autoperciben, por ejemplo, católicos, y se manifiestan firmemente convencidos
de serlo. Y, siendo, que algunos de ellos están en las antípodas de lo que yo
creo y sostengo, queda siempre pendiente la duda.
Recientemente, por ejemplo, tanto el padre como el
hijo Benegas Lynch hicieron pública confesión de fe católica. Y, supongo que se
han de autopercibir tales; no tengo derecho a presuponer mala fe o mentira.
Don Benegas padre, por ejemplo, hizo una breve
reflexión reconociendo a la teología de la liberación como quinta columna en la
Iglesia. Mencionó varios elementos, especialmente la centralidad casi divina de
la propiedad privada, remitiendo a León XIII. Y, pareciera que súbitamente,
surge un papa perverso, Francisco, que relativiza, o hasta niega, tan sagrado
dogma. Curiosamente, omite a Juan XXIII, a Pablo VI y a Juan Pablo II, por solo
mencionar papados recientes, que sostienen idéntica relativización, omite, además,
nada menos que el Catecismo de la Iglesia Católica, y – por supuesto – una innumerable
cantidad de Santos Padres de la Iglesia que asumen, como punto de partida, el
destino universal de los bienes.
A continuación, tanto padre como hijo, atacan casi
como único representante de la Teología de la Liberación a Gustavo Gutiérrez
(sería bueno que sepan que hay otros muchos). Pareciera, en los discursos de
ambos, que tan nefasto personaje vivía en sombras y tinieblas de mal y pecado
hasta que Francisco, marxista encubierto, lo rescató de las puertas del Averno.
Quizás ignoren los ignorantes que en pleno 1996 (reinante Juan Pablo II, el mismo
papa que afirmó que “en toda propiedad privada grava una hipoteca social” y que
en América Latina hay “ricos cada vez más ricos a costa de pobres cada vez más
pobres” [1979]), en Alemania, se realizó un encuentro de teología del que
participó el prefecto para la doctrina de la fe, Joseph Ratzinger, y también
Gustavo Gutiérrez quien fue alabado por el purpurado… Afirman, además, los
censores que, incluso, una de las primeras cosas que Francisco hizo como Papa
fue recibirlo en el Vaticano, algo que ni consta ni sería algo demasiado serio
ni negativo (Juan Pablo II recibió a Fidel Castro en el Vaticano, por ejemplo).
Incluso, al referir a unas citas del libro “Teología de la liberación. Perspectivas”
alude exclusivamente a la mirada de Gutiérrez sobre los procesos de liberación en
América Latina [cap. 6] (cuando se escribe el libro; porque es sabido que
Gutiérrez, una década después, añadió más de 100 páginas a su obra fundacional).
Sería falso ignorar, por ejemplo, que como parte de los procesos de liberación
la revolución cubana y el foquismo guerrillero fueron importantes. Pero después
de este capítulo descriptivo, el siguiente [cap. 7] es “La Iglesia en el proceso
de liberación”, y el 8º se denomina “Problemática” (además que se trata de una
mirada de la realidad, ya que el aspecto claramente teológico se encuentra en
los caps. 9 – 13). Es decir…
Luego, ambos insisten en que el Papa olvida los
mandamientos 7º y 10º. Curiosísimo. Después de escuchar hasta el hartazgo que
los únicos mandamientos importantes eran el 6º y el 9º, en evidente obsesión
sexual, estos defensores de la diosa propiedad recurren – al menos
creativamente, hemos de reconocerlo – a otros mandamientos. Dejaremos acá de
lado el significado de estos textos del decálogo en su marco original, bastante
diversos de como suelen entenderlo (y vale tanto para la obsesión sexual de los
primeros como la adoración de la propiedad de los segundos). Curiosamente,
pareciera que la idea de Jesús de que todo se resume en el amor a Dios y al
prójimo, de que el que ama ha cumplido toda la ley y cosas semejantes del Nuevo
Testamento parecen no figurar. El prójimo ha dejado lugar a la propiedad. Curioso
“otro” en estos “teólogos”. El Jesús que vino a anunciar “buenas noticias a los
pobres” no aparece mencionado en los discursos. Y no parece inocente.
A continuación, y para no abundar, el sedicente
católico padre cita textos bíblicos. Precisamente de un modo que nadie lo haría
hoy en sana teología… No es una cascada de textos lo que permite vislumbrar o
no un determinado tema. Y, para más, al remitir al texto de Mateo 5,3 sobre los
“pobres de espíritu” recurre a la Enciclopedia de la Biblia de A. Diez Macho y
S. Bartina mal citada. Es sabido que una obra colectiva se cita haciendo
referencia al autor, luego al artículo en cuestión, para comenzar la referencia.
En este caso, sería R. Koch en el artículo “riqueza”. A continuación,
dice que se trata de las páginas 240-241, lo que es falso, ya que se trata de
las columnas 239-241 (esta obra está estructurada, como otras, en columnas, no
en páginas). Luego afirma que es una obra realizada bajo la supervisión del
arzobispo de Barcelona, lo que refiere simplemente al “Imprimatur”.
Pero, no deja de ser interesante que esta obra (excelente en su momento) es de
¡1965! Esto me permite recordar que, en la facultad de teología, el profesor
Jorge Mejía, en 1977 (a la sazón colaborador en la mencionada Enciclopedia de
la Biblia de A. Diez Macho, entre otros nada menos que con el artículo “Éxodo,
libro de” tomo III, cols. 370-380) sostenía a sus estudiantes que un texto de
más de 25 años de antigüedad, en los estudios bíblicos, debía ser totalmente
revisado (y lo decía antes de la existencia de Internet, lo que seguramente
invitaría a reducir bastante el número).
En
síntesis, no me siento ni con autoridad ni con la convicción de que se debiera decirles
a ambos señores que, por más autopercepción de catolicidad que profesen, debieran
o bien cambiar de religión o bien de actitudes. En el Nuevo Testamento, tanto Pablo
como Juan, por ejemplo, destacan que el discipulado no está dado por el auto-reconocimiento
sino por la praxis; Jesús, en Mateo, cuestiona a los fariseos porque no hacen
lo que dicen. Pero, si bien no tengo – ni pretendo tener – autoridad para negar
la catolicidad de los sujetos en cuestión, creo que, al menos se les podría
pedir formación, pedir que no mientan, pedir que lean y estudien. Al fin y al
cabo, un tal Jesús, que pareciera tener autoridad para decirlo, dice en el
evangelio de Mateo: “No todo el que me diga: ¡Señor, Señor!, entrará en el
reino de los cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre del cielo” (7:21).
EXCELENTE TODO LO QUE DICE EL PADTE DE LA SERNA
ResponderBorrar