Bernabé, compañero de Pablo
Eduardo de la Serna
Un
personaje, algo enigmático por no muy conocido, pero a su vez muy importante en
el cristianismo de los orígenes, misionero y testigo de Jesús fue Bernabé.
Donde se nos habla de él con bastante detalle es en Hechos de los apóstoles,
aunque también Pablo alude a él, siempre con respeto y afecto.
Sabemos
que se incorpora al grupo de Jesús desde muy temprano. Muchos judíos piadosos
de la Diáspora (= judíos dispersos por el mundo) peregrinaban con la frecuencia
que les era posible a Jerusalén. Algunos, incluso, que esperaban la
resurrección final, tenían en la región un campo para ser allí sepultados en
osarios, a fin de revivir en Jerusalén cuando ocurriera ese momento esperado. José
– a quién pondrán por sobrenombre “Bernabé”, bar-nabás:
bar es hijo, y nab’as parece una explicación popular de consolación,
exhortación, animación –, era un levita originario de Chipre, y recibe y acepta
el mensaje de los Apóstoles desde los primeros momentos. Creyendo, ahora, en la
resurrección, y entendida esta de otra manera, es decir, no un volver a la
misma vida, sino un pasar a vivir cómo y con Jesús, Bernabé vende el campo y le
entrega el dinero a los Doce, seguramente para que puedan dedicarse de lleno y
con libertad al anuncio evangelizador (Hch 4,36-37). Pasa a ser alguien
respetado en la comunidad, hasta el punto en que cuando sucede una novedad
importante e inesperada en Antioquía, donde se
empieza a aceptar en la comunidad (por tanto, como judíos) a paganos sin
pedirles previamente la circuncisión, sino aceptándolos por el solo bautismo, es enviado por los Doce con su misma autoridad (11,22).
Cuando el antiguo perseguidor Pablo se acerca al grupo de Jerusalén, es Bernabé
el que cree en su sinceridad (9,26-27), y al ver – en Antioquía – que la
incorporación de los paganos es un fenómeno positivo, busca a Pablo – que
estaba en Tarso – para que lo acompañe en la tarea (11,25). Podemos
decir que Bernabé fue el gran catequista de Pablo, el que lo inició en el
anuncio misionero evangelizador a los paganos. Asentado
luego en Antioquía, y siempre junto a Pablo, emprenden importantes viajes
misioneros (Hch 13 y 14), y ambos con la novedosa estrategia de trabajar para
no ser mantenidos por las comunidades (1 Cor 9,6). Cuando la aceptación de
paganos al grupo cristiano se debate en Jerusalén, Pablo y Bernabé son
reconocidos como los representantes por excelencia de la evangelización a
paganos, tanto como Santiago, Pedro y Juan de la evangelización a judíos (Gal
2,9). Luego vuelven a Antioquía que resulta ser – para aquellos – el centro del
anuncio de la palabra (Hch 15,22. 30).
Bernabé puede
ser pariente de Marcos (Col 4,10), y pretende que también él los acompañe en la
misión, lo que, más tarde, provoca tensiones con Pablo (Hch 15,37), que parecen
a su vez originadas por el grupo que no acepta a los paganos (Gal 2, 12-13). No
sabemos el grado de conflicto entre Pablo y Bernabé en este momento; lo cierto
es que ya no aparecen juntos, aunque Pablo siempre habla de Bernabé con
respeto, e incluso está junto a Marcos en una prisión, quizás en Éfeso (Flm 24).
Es posible que siguiera cada uno su camino, pero con el tiempo las tensiones se
hubieran mitigado bastante. De hecho, Bernabé se dirige con Marcos a seguir la
tarea evangelizadora en Chipre (Hch 15,39), es decir, en su propia tierra,
donde le perdemos el rastro. Hay datos de la tradición que no tienen seguridad
de ser auténticos, e incluso es posible que haya muerto relativamente pronto,
dado el promedio de edad de aquellos tiempos.
Lo cierto
es que Bernabé es presentado como un judío piadoso que pronto cree en Jesús
resucitado y se entrega completamente al anuncio. Más adelante, también confía
en Pablo y su cambio en Damasco, y finalmente cree que el anuncio a los paganos
es algo movido por el Espíritu Santo, y por eso se dedica de lleno a la
predicación, hasta el punto de no ser siempre bien entendido por el auditorio
(Hch 14,12). Incluso, cuando surge un conflicto, no “baja los brazos” sino que
se dirige por nuevos rumbos para dedicar su vida entera en la misión. La
confianza en la gracia de Dios y la fuerza del Espíritu es, sin duda alguna, la
fuerza de vida del misionero.
Imagen de un ícono de Bernabé tomada de https://www.primeroscristianos.com/san-bernabe/
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