jueves, 4 de enero de 2024

Bernabé, compañero de Pablo

Bernabé, compañero de Pablo

Eduardo de la Serna



Un personaje, algo enigmático por no muy conocido, pero a su vez muy importante en el cristianismo de los orígenes, misionero y testigo de Jesús fue Bernabé. Donde se nos habla de él con bastante detalle es en Hechos de los apóstoles, aunque también Pablo alude a él, siempre con respeto y afecto.

Sabemos que se incorpora al grupo de Jesús desde muy temprano. Muchos judíos piadosos de la Diáspora (= judíos dispersos por el mundo) peregrinaban con la frecuencia que les era posible a Jerusalén. Algunos, incluso, que esperaban la resurrección final, tenían en la región un campo para ser allí sepultados en osarios, a fin de revivir en Jerusalén cuando ocurriera ese momento esperado. José – a quién pondrán por sobrenombre “Bernabé”, bar-nabás: bar es hijo, y nab’as parece una explicación popular de consolación, exhortación, animación –, era un levita originario de Chipre, y recibe y acepta el mensaje de los Apóstoles desde los primeros momentos. Creyendo, ahora, en la resurrección, y entendida esta de otra manera, es decir, no un volver a la misma vida, sino un pasar a vivir cómo y con Jesús, Bernabé vende el campo y le entrega el dinero a los Doce, seguramente para que puedan dedicarse de lleno y con libertad al anuncio evangelizador (Hch 4,36-37). Pasa a ser alguien respetado en la comunidad, hasta el punto en que cuando sucede una novedad importante e inesperada en Antioquía, donde se empieza a aceptar en la comunidad (por tanto, como judíos) a paganos sin pedirles previamente la circuncisión, sino aceptándolos por el solo bautismo, es enviado por los Doce con su misma autoridad (11,22). Cuando el antiguo perseguidor Pablo se acerca al grupo de Jerusalén, es Bernabé el que cree en su sinceridad (9,26-27), y al ver – en Antioquía – que la incorporación de los paganos es un fenómeno positivo, busca a Pablo – que estaba en Tarso – para que lo acompañe en la tarea (11,25). Podemos decir que Bernabé fue el gran catequista de Pablo, el que lo inició en el anuncio misionero evangelizador a los paganos. Asentado luego en Antioquía, y siempre junto a Pablo, emprenden importantes viajes misioneros (Hch 13 y 14), y ambos con la novedosa estrategia de trabajar para no ser mantenidos por las comunidades (1 Cor 9,6). Cuando la aceptación de paganos al grupo cristiano se debate en Jerusalén, Pablo y Bernabé son reconocidos como los representantes por excelencia de la evangelización a paganos, tanto como Santiago, Pedro y Juan de la evangelización a judíos (Gal 2,9). Luego vuelven a Antioquía que resulta ser – para aquellos – el centro del anuncio de la palabra (Hch 15,22. 30).

Bernabé puede ser pariente de Marcos (Col 4,10), y pretende que también él los acompañe en la misión, lo que, más tarde, provoca tensiones con Pablo (Hch 15,37), que parecen a su vez originadas por el grupo que no acepta a los paganos (Gal 2, 12-13). No sabemos el grado de conflicto entre Pablo y Bernabé en este momento; lo cierto es que ya no aparecen juntos, aunque Pablo siempre habla de Bernabé con respeto, e incluso está junto a Marcos en una prisión, quizás en Éfeso (Flm 24). Es posible que siguiera cada uno su camino, pero con el tiempo las tensiones se hubieran mitigado bastante. De hecho, Bernabé se dirige con Marcos a seguir la tarea evangelizadora en Chipre (Hch 15,39), es decir, en su propia tierra, donde le perdemos el rastro. Hay datos de la tradición que no tienen seguridad de ser auténticos, e incluso es posible que haya muerto relativamente pronto, dado el promedio de edad de aquellos tiempos.

Lo cierto es que Bernabé es presentado como un judío piadoso que pronto cree en Jesús resucitado y se entrega completamente al anuncio. Más adelante, también confía en Pablo y su cambio en Damasco, y finalmente cree que el anuncio a los paganos es algo movido por el Espíritu Santo, y por eso se dedica de lleno a la predicación, hasta el punto de no ser siempre bien entendido por el auditorio (Hch 14,12). Incluso, cuando surge un conflicto, no “baja los brazos” sino que se dirige por nuevos rumbos para dedicar su vida entera en la misión. La confianza en la gracia de Dios y la fuerza del Espíritu es, sin duda alguna, la fuerza de vida del misionero.

 

Imagen de un ícono de Bernabé tomada de https://www.primeroscristianos.com/san-bernabe/

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