«Esto es vida»
Eduardo
de la Serna
Muchas palabras, usuales en
nuestra lengua, tienen como característica que todos sabemos de lo que hablamos
pero son casi imposibles de definir con una cierta precisión. “Vida” es, sin
duda, una de ellas.
Miremos en la Biblia. El
hebreo tiene dos términos muy conocidos, hî
[389x en la Biblia hebrea] y néfesh
(que también se puede traducir por “alma”, otra palabra de difícil traducción [760x
en la Biblia hebrea]), incluso se encuentran juntas 64x. En la biblia griega encontramos
tres términos, también reconocidos: psyjē
[AT 974x / NT 103x] y zōē [AT 298x / NT
135] los más frecuentes, y bios,
bastante menos usual [AT 69x / NT 10x]. Como puede verse, en castellano
bio-logía, zoo-logía y psico-logía provienen de ahí. A modo meramente
ilustrativo, de las 64 apariciones de bios
en la biblia griega, solo 24 provienen del hebreo, el resto pertenecen a los
libros propios, y de estos 24x, 3x traducen hî,
1x traduce nefesh y las restantes no
se encuentra el término “vida” en hebreo, como al decir “sus años fueron” o “en
todos los días [îôm]” (“de su vida”
está supuesto, pero no se menciona).
Veamos otro ejemplo, de las 5x
que Lucas utiliza zōē, en 3x añade “eterna”
y en las restantes 2x el tema está supuesto. En cambio, psyjē se encuentra 13x la mayoría de las cuales puede traducirse (muchas
biblias castellanas lo hacen) por “alma” y al menos 3x pueden expresarse como “existencia”.
Para avanzar un poco más pongo
un ejemplo: de algunas personas con daño neurológico irreversible se suele
decir que tienen una “vida vegetal”. Es decir, se le reconoce una “vida”, pero
ya no humana. Esto permite entender, a su vez, los planteos de Santo Tomás y san
Agustín cuando indicaban que en el feto, “Dios insufla alma [= vida] humana” en
un determinado momento, luego de haber pasado por un alma vegetal, y alma
animal…
El que es más específico en
esto es el Evangelio de Juan: él desconoce (o nunca utiliza) el término bios, pero sí los otros dos, pero, y acá
lo interesante, para él, psyjē [10x] siempre
refiere a la vida humana, por tanto una vida que nace, crece… y muere, una vida
que el pastor o el amigo pueden “arriesgar”, y llegado el caso, perder,
mientras que zōē (36x, al que muchas
veces [18x]
añade
“eterna”) refiere a la vida divina. Es decir, Jesús vino a comunicar a sus
amigos la vida divina. Es irónico el contraste: “El
ladrón no viene más que a robar, sacrificar [¡sic!] y destruir. Yo he venido para que tengan vida [zōē] y la
tengan en abundancia. (10:10), y esta vida abundante la reciben sus amigos en
la medida en que “crean” (fe). De hecho, para eso se escribió todo el Cuarto Evangelio, Jesús tiene "palabras de vida eterna" (6,68):
“Estos (signos) han sido escritas para que crean (tengan fe) que Jesús es el
Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengan vida (zōē) en su
nombre” (20:31).
La
estrecha relación entre la fe / creer y la vida divina acompaña todo el
Evangelio de Juan: “todo el que crea tendrá vida eterna…” (3,15-16), “el que escucha mis
palabras y cree en el que me ha enviado tiene vida eterna” (5,24), "Yo soy el pan de vida. El que viene a mí nunca
tendrá hambre y el que cree en mí nunca tendrá sed” (6:35), “esta es la
voluntad de mi Padre: que todo el que vea al Hijo y crea en él, tenga vida
eterna y que yo le resucite el último día” (6:40), “en
verdad, en verdad les digo: el que cree, tiene vida eterna” (6:47), "Yo
soy la resurrección. El que cree en mí, aunque muera, vivirá” (11:25) y en la
Primera Carta, “les he escrito estas cosas, a ustedes que creen en el nombre
del Hijo de Dios, para que sepan que tienen la Vida eterna” (1Jn 5:13).
Es evidente que la vida no es fácil de definir… ni de
ver. Podemos ver algo / alguien en movimiento, pero eso se aplica también a los
astros (por eso en el mundo antiguo en ocasiones estos eran vistos como seres
vivos). En este sentido, no es fácil – si fuera posible – ver la vida divina en
ciertas personas (por eso es frecuente que la pictografía presente a algunos
con “aureolas de santidad”).
Pero seamos claros, en esta pascua… Jesús ha resucitado,
pero para vivir una vida distinta. Pero, a su vez, vida en esta persona histórica
concreta, por eso “el resucitado es el crucificado”. Por eso come, puede ser
tocado y visto, pero, a su vez, en una vida distinta, por eso atraviesa las
puertas, o no se lo reconoce en un primer momento. Sólo la fe permite verlo. No
hacen falta ver aureolas, lo que hace falta es ver “amor”, porque al verlos “todos
conocerán” (13,35), “este es su mandamiento: que creamos en el nombre de su
Hijo, Jesucristo, y que nos amemos unos a otros tal como nos lo mandó” (1Jn
3:23), “el que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios; y el que ama al
Padre ama también al que ha nacido de él” (1Jn 5:1).
La
pascua nos invita a una vida nueva, pero vida en esta vida, en esta historia.
Vida que se vive en la fe y en el amor con la esperanza puesta en Jesús, que es
él mismo “la vida” (“la resurrección y la vida”, “el camino, la verdad y la vida” [11,25;
14,6, obviamente en ambos casos usa zōē]). No se trata de vivir mejor, menos aun de seguir
viviendo (= existiendo), sino de descubrir, vivir y transmitir una vida nueva y
distinta, vida que viene de Dios, que comunica Jesús y que recibimos en la fe y
vivimos en el amor. De eso se trata la Pascua.
Foto tomada de https://juanra.art/el-camino-de-la-vida/
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