La memoria es camino
Eduardo de
la Serna
Afirmar que
Angelelli había sido asesinado, como osaron decir Novak, Hesayne y De Nevares,
significaba, en la práctica sostener que el episcopado (casi) en pleno había
sido cómplice. Así repitieron los obispos, especialmente a don Jaime según
consta en documentos episcopales.
Decenas de
epíscopos se negaban sistemáticamente a hablar de “martirio”; era mucho más
cómodo hablar de “accidente”; es que “Angelelli manejaba mal” (y rápido, acotan
los más avezados). El mismo De Nevares manifiesta – en los textos –
arrepentimiento por no haberlo acompañado en vida en sus participaciones en el
episcopado. Hemos de reconocer, al menos, que – arrepentido quizás – sí supo
acompañarlo en muerte.
Con esa
enorme capacidad domesticadora que tiene la Santa Madre, pasado el tiempo que
la “sana prudencia” recomienda, se empezó a reconocer el martirio del Pelado, y
entonces, tanto él como sus compañeros de sangre, fueron beatificados. Ahora es
“oficial” y se puede – y quizás se debe – hablar de Angelelli mártir, aunque
nunca faltarán los que digan “cuando se murió Angelelli”... Pero no es menos
cierto que, aunque domesticado, donde podemos verlo en los altares, también
seguimos viéndolo en los ranchos, celebrando bajo un árbol o abrazando y
escuchando atentamente a una viejita o sirviendo la mesa… Domesticado estará en
la “domus”, casa, pero fácilmente saldrá a las calles y desde afuera seguirá
molestando.
En tiempos
negacionistas, de cálidas visitas a los genocidas y de olvido, hacer memoria de
“nuestros” mártires es traer al presente la vida y la muerte, asesinos y asesinados,
silencios y silenciados. Hacer memoria no es tener una estampita, sino tener un
camino por delante y por andar, un camino que fue obturado y torturado, pero que
muchos siguieron y dejaron huellas. Mirar a Angelelli no es sólo mirar una
propuesta de santidad, sino también mirar a Menéndez, Estrella, Battaglia, y
también a Astiz y también a Primatesta, Aramburu, Laghi… Claro que también a Hesayne,
Novak y de Nevares, y tantos, creyentes o no, que señalaron rumbos.
Vaya en este día, aniversario de su asesinato en Punta de los Llanos, entonces, la expresión de la memoria. Memoria siempre viva de los caminos que jamás deberíamos andar, y los caminos arduos, complejos pero esperanzadores y dadores de vida. Wence, Carlos, Gabriel, Enrique, ¡rueguen por nosotros!
Foto tomada de https://elhistoriador.com.ar/ultima-homilia-del-obispo-de-la-rioja-enrique-angelelli/
Ciertamente,más que nunca RUEGUEN POR NOSOTROS!!!
ResponderBorraradriana de pergamino