Gustavo
Gutiérrez y un (no) homenaje
Eduardo de la
Serna
Elías se acercó a todo el pueblo y
dijo: "¿Hasta cuándo van a andar rengueando de las dos piernas? Si el
Señor es Dios, síganlo; si es Baal, síganlo a él. (1Re
18:21)
Creo que
todos sabemos que, con mucha frecuencia, hacer un público reconocimiento de
alguien, en el fondo, sirve para simular nuestra propia auto-exaltación. Entonces
empezamos destacando los grandes logros de la persona homenajeada, de un modo
que todos puedan tener constancia de cuánto hemos leído sus obras, cuánto conocemos
su personalidad y pensamiento, qué capacidad tenemos de reconocer; y entonces –
hablando de la persona en cuestión – lo que hacemos es presentarnos a nosotros,
ponernos delante. Así empezamos que Fulano/a decía tal cosa, que escribía tal
otra, que mostraba esto o sintetizaba aquello… y el objetivo es que espectadores
y espectadoras vean “cómo conocíamos”, y
logramos así aparecer nosotros simulados detrás de “en nombre de”…
A veces se
señalan anécdotas, historias (habitualmente reales) donde “allí estamos nosotros”
con él/ella y volvemos a aparecer nosotros; esta vez como garantes; somos
referentes de la verdad histórica porque “nosotros” estábamos. Nuevamente
nosotros…
Es por todo eso
que, para empezar, solo quiero señalar cosas menores e insignificantes… Hice
toda la facultad de teología sin haber escuchado jamás hablar de Gustavo
Gutiérrez o de algún otro teólogo de la liberación; y cuando – fuera de cátedra
– alguien hacía referencia a la Teología de la liberación era para denostarla y
rechazarla de cuajo. Para peor, en Argentina, estábamos en dictadura cívico-militar
(con bendición eclesiástica), por lo que nada – siquiera de “fuera” – invitaba a
abrir los ojos.
Pero un día
descubrí (ya con 5 años de cura) que había otra Iglesia, otra teología, otra
vida eclesial… Y, lentamente al principio, más intensamente después, empecé a
mirar, escuchar, leer, pensar. “Los pobres me enseñaron a leer el Evangelio” señalo
remedando lo que Pedro Casaldáliga dice de mons. Romero. Y empecé a leer otras
lecturas. Y así conocí a Gustavo Gutiérrez (y acá me detengo para no caer en lo
que dije al comienzo), solo señalo que lo he leído…
Por eso
quiero destacar de Gustavo Gutiérrez y su teología aquello que fácilmente,
todos podemos mirar y saber:
- .
Gustavo con particular frecuencia e
insistencia remitía a la Biblia (particularmente al Evangelio). Cuando en Europa
estaba de moda la teología del desarrollo, "hija" de la teología de
la esperanza, y le piden a Gustavo una charla sobre el tema (1968), él dice que
hablará, pero de “teología de la liberación” porque entiende que es más
teológico (de aquí nace su posterior escrito fundacional; 1971). Es evidentemente
desde una experiencia bíblica que se propone partir de la experiencia de
liberación. Es teologizar la vida (los gozos y las esperanzas, las cruces e
injusticias) desde la Biblia y la fe. Los “pobres”, que fueron su tema hasta el
último momento, son sujetos bíblicos y teológicos, son los “insignificantes”.
Pero, aunque él conociera a los pobres reales, con carne y hueso, rostros y
nombres, se trataba – se trata – de sujetos – no de objetos – del pensamiento y
la praxis. Praxis y pensamiento, y pensamiento nutrido de la Biblia (y Biblia
leída teniendo en cuenta los actuales métodos científicos de lectura) son el
punto de partida de la teología de Gustavo.
- .
En el invierno eclesial, en América Latina
encabezado por A. López Trujillo, el “primer analogado” de sujeto a ser
perseguido fue, precisamente, Gustavo Gutiérrez (él por encima de cualquier
otro teólogo en América Latina). Ya desde Puebla, donde no solamente estuvo
prohibido de participar [“acá falta Gutiérrez”, dijo Lucio Gera en Puebla,
según se ha repetido], sino también desde los aportes previos a la realización
de esta asamblea. Después de esto llegaron las censuras a sus escritos que
debía leer y releer una y otra vez para defenderse ante la “santa inquisición
2.0”. “Lo terrible de tener que leer una y otra vez tus propios escritos
para justificarte o explicar es que lees sin aprender nada”, decía con su
ironía característica. Pero no por eso dejó de escribir, de pensar, de leer, de
conferenciar. A eso, se lo suele llamar “profecía”. Y cuando cambiaron un poco
las temperaturas invernales ya no hizo falta explicar lo obvio. El Opus Dei
dejó Lima y muchos supieron que en América Latina se hacía “verdadera teología”.
Una teología que ponía a los pobres en el centro y que se iluminaba desde la
palabra de Dios.
- Es interesante, muerto Gustavo, notar las repercusiones. En el ambiente eclesial, el teológico, el social, el popular. Sencillamente reflejo de “cuánto lo amaban”, cuánto sembró, cuánto camino dejó indicado para andar, de cuántos quisieran en nuestros días referenciarse en él en la andadura eclesial, teológica, social, popular…
Sintetizo… he leído a Gustavo Gutiérrez. Creo que bastante, y podría decir algo acá o algo allá, pero – repito – me da la sensación que me estaría mostrando yo, antes que a él mismo. Quiero señalar, una vez más, que murió una persona de pueblo, una persona de Iglesia, una persona de teología, una persona de la Biblia. Creo que amputar una de esas recortaría al “Gustavo de la historia”. Creo que estamos en un momento de gran mediocridad, social, política, eclesial... En nombre de una supuesta “teología” estamos en un – quizás – encuentro de culturas; uno que – parece olvidar – que para que haya verdadero encuentro, cada quien debe estar con todas sus capacidades y potencias en actitud de encuentro. Pretender sólo decir o pensar solo aquello en lo que estamos de acuerdo no es diálogo, sino rejunte. No puede haber verdadera teología cristiana sin partir, nutrirse y dejarse conducir por la Biblia. Y esto es algo totalmente ausente en los pensamientos, los escritos, las pastorales (incluso oficiales) contemporáneas. Basta con mirar escritos o documentos oficiales donde la Biblia solo es un adorno, pero no “el alma” que les da vida para entonces entender uno de los grandes aportes de Gustavo Gutiérrez al pensamiento teológico. Un encuentro, que es de desear y pretender, no puede olvidar dos puntos existenciales que le dan identidad para ser teología cristiana: los pobres y la Biblia (los dos pies para andar en la vida cristiana, en el pensamiento teológico y no andar rengueando por la vida).
Foto tomada de https://www.religiondigital.org/corresponsal_en_chile-_anibal_n-_pastor/Fallecio-Teologia-Liberacion-Gustavo-Gutierrez_7_2718398135.html
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