Jeroboam II, descendiente de Jeroboam
Eduardo
de la Serna
Hace pocos hicimos referencia a un rey de Israel
llamado Jeroboam. Señalamos allí que fue como una especie de ejemplo de “mal
rey” por antonomasia en todo el reino Norte. “Seguir los caminos” o “hacer como hizo Jeroboam”
es sinónimo de decir que fue tan malo como aquel que fue "el peor". Unos 150 años después de
aquel, hubo un nuevo Jeroboam a quien, por cierto, se lo conoce como Jeroboam
II. Así lo dice el texto bíblico:
“En el año quince de Amasías, hijo de Joás,
rey de Judá, comenzó a reinar Jeroboam, hijo de Joás, rey de Israel, en
Samaría. Reinó 41 años. Hizo el mal a los ojos de Yavéh y no se apartó de todos
los pecados con que Jeroboam, hijo de Nebat, hizo pecar a Israel” (2 Re
14:23-24).
Ahora bien, si el pecado
característico del primero fue haber roto con la familia de David, despreciado
el Templo de Jerusalén y alentado el culto a los ídolos, con lo que se
empieza a fracturar la unidad del pueblo y perder la tierra, no es eso lo que se afirma
del segundo.
De hecho, su gobierno se caracterizó por una cierta
prosperidad y un tiempo de paz exterior que le permitió el progreso económico,
aunque discutible. No obstante, el libro de los Reyes es crítico de este rey, pero
no puede disimular esto y así lo dice:
“Él restableció las fronteras de Israel desde la Entrada de Jamat hasta el mar de la Arabá, según la palabra que Yahveh, Dios de Israel, había dicho por boca de su siervo, el profeta Jonás, hijo de Amittay, el de Gat de Jéfer, porque Yahveh había visto la miseria, amarga en extremo, de Israel; no había esclavo ni libre, ni quien auxiliara a Israel. No había decidido Yahveh borrar el nombre de Israel de debajo de los cielos y lo salvó por mano de Jeroboam, hijo de Joás. El resto de los hechos de Jeroboam, todo cuanto hizo y la bravura con que guerreó, y cómo devolvió Jamat y Damasco a Judá y a Israel, ¿no está escrito en el libro de los Anales de los reyes de Israel?” (14:25-28).
Como se ve, por un lado, la mirada es
positiva (restableció las fronteras, bravura) pero a su vez negativa (“hizo el
mal a los ojos de Yahvé”).
Sin duda, recuperar o ampliar las
fronteras es algo posible si no hay grandes enemigos externos en el ambiente como serán más
tarde Asiria o Babilonia, sino que se vive en un clima general de armonía. Pero
eso no significa “hacer lo que agrada a Dios”, y ese es el punto del “hacer el
mal”.
Hubo dos grandes profetas que hablaron en
tiempos de este rey; Oseas y Amós (de los que hemos hablado en otros artículos;
ver Oseas 1,1 y Amós 1,1). Oseas se enfrenta a la idolatría vigente, algo que –
también cuestiona 1 Reyes (eso se afirma al decir que “no se apartó de los
pecados de Jeroboam”) – y una de las cosas que critica muy duramente (y lo
señalamos) es la actitud de creer que Dios está conforme con nosotros por el culto
que damos y no por vivir coherentemente con su voluntad. Es lo que se llama un
“culto vacío”: es decir, dar culto a Dios, pero con una vida vacía de
fidelidad. Amós, por su parte, cuestiona al rey por la falta de justicia.
También el templo y el culto es criticado (ver Amós 7,9-11) pero en este caso
lo que el profeta cuestiona es que, en su gobierno, los ricos son beneficiados
mientras que los pobres no son tenidos en cuenta. Nuevamente un “culto vacío”,
aunque, en este caso, visto no desde la mirada de Dios, como lo hace Oseas,
sino desde la mirada de los pobres. Es frecuente que quien habla desde la perspectiva de los
ricos o los poderosos no sea crítico del gobierno de un rey que los favorece, y
entonces se celebre la paz exterior o el cuidado de las fronteras, pero que
esto sea muy diferente si se mira desde el lugar del pobre. Un gobierno donde “los
ricos son cada vez más ricos a costa de los pobres cada vez más pobres” sin
duda será criticado por un profeta como Amós.
Nos encontramos así con un rey
valorado por algunos y criticado por otros, como suele pasar con tantos
gobiernos.
La mirada de los autores bíblicos, que quiere mirar la historia según los pobres sean o no reconocidos y tratados como verdaderos hermanos y hermanas presenta una mirada alternativa. Un profeta como Amós es expulsado de la tierra por decir cosas que molestan al rey mientras es aplaudido por otros como el sacerdote Amasías (Am 7,10). Parece un buen ejemplo para mirar nuestra realidad y nuestro tiempo y decidirnos a ver con los ojos del Dios de Israel y desde el lugar del pobre.
Imagen tomada de https://humanidades.com/monarquia-absoluta/
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