jueves, 29 de mayo de 2025

Jasón, el hospitalario

Jasón, el hospitalario

Eduardo de la Serna




Antes de comenzar señalemos que el nombre Jasón es relativamente frecuente en el mundo griego y, por lo tanto, cuando el judaísmo y el helenismo entran en contacto, es decir, en los últimos libros de la Biblia hebrea, encontramos varios personajes con ese nombre. Un ejemplo es el cruel y perverso sumo sacerdote, responsable de masacres e impurezas, de quien se narran sus atrocidades en 2 Macabeos 4,7-5,7. Pero aquí queremos referirnos a un Jasón de quién se habla en Hechos de los Apóstoles 17 en la misión de Pablo en Tesalónica. Señalemos, de paso, que vuelve a nombrarse un Jasón en Romanos 16,21 que podría ser el mismo. Si este es el caso, se habría trasladado a Corinto (poco más de 500 kms.) y Pablo, a él y a otros, los llama “congéneres”, o parientes; pero no tenemos más datos como para afirmarlo con claridad. Veamos entonces qué sabemos de Jasón en Tesalónica.

Notemos que en Hechos es frecuente el siguiente esquema: Pablo llega a una ciudad y predica en la sinagoga a los judíos. Allí algunos pocos reciben el mensaje, pero otros lo rechazan y buscan aliados (judíos o no judíos) para confrontar con él. Pablo, entonces, comienza a dirigir la predicación a los paganos. Así, unos pocos judíos y varios paganos van conformando una comunidad. Pero el conflicto escala en intensidad y Pablo debe dejar la ciudad y dirigirse a otra. Esto es lo que ocurrirá también en Tesalónica (17,1-10).

En este caso, cuando se provoca a la multitud con tumultos y alboroto, las autoridades judiciales de la ciudad deben tomar medidas. Van a buscar a Pablo (y a su compañero Silas, que también es llamado Silvano) pero no lo encuentran. Es aquí que entra en escena Jasón.

En las ciudades donde iba Pablo solía alojarse en el “barrio de los tejedores” o "talabarteros" ya que trabajaba haciendo y reparando tiendas. Siendo que, en este caso, se alberga en casa de Jasón es probable que él también tuviera este oficio. El texto habla de “Jasón y los hermanos” (v.6), es decir, se trata de un cristiano. Sabiendo lo que podría ocurrir, “los hermanos”, de noche, sacan a Pablo de la ciudad (v.10), entonces el que debe hacerse responsable de todo el conflicto es Jasón, quien es tenido como cómplice por haberlos hospedado (v.7). Además, tanto Pablo como “ellos” (por lo tanto, Jasón y los hermanos) predican que hay “otro rey” (v.7), es decir, algo subversivo en el Imperio ya que afirman que el rey no es “el César” (v.6). Pero los encargados judiciales de la situación no parecen haber visto que la cosa fuera grave (seguramente porque Pablo y Silas ya no están en la ciudad) y se conforman con una garantía que Jasón les da; probablemente de que no van a volver a la ciudad (o que no va a volver a alojarlos).  

Pero Jasón no sólo lo ha recibido, sino que además ha predicado algo que resulta conflictivo en el imperio romano. Y, para peor, “da la cara” por Pablo haciéndose cargo de la situación.

Hospitalidad, discipulado y solidaridad parecen características fundamentales del seguimiento de Jesús por parte de Jasón. 

  • La hospitalidad es una característica de suma importancia en el mundo antiguo (especialmente para los nómadas y en el desierto) y es muy mal visto no serlo. Jesús mismo es alojado hospitalariamente en más de una ocasión (ver Lc 10,38); y si bien es cierto que la situación podía prestarse a excesos, los primeros cristianos dieron mucha importancia a esta virtud. Jasón lo recibe.
  • Jasón, como Pablo, a su vez, predica un evangelio “peligroso”: decir que hay “otro rey” es anunciar algo en contra del Emperador, y eso es muy mal visto en el Imperio romano; pero la predicación no puede “licuarse” para no caer mal o no ser perseguidos. Jasón no lo hace. 
  • Y a su vez Jasón se arriesga solidariamente, “da la cara” por Pablo (se ocupa de sacarlo a escondidas de la ciudad y sale de garante) comprometiéndose en la causa del Evangelio. En realidad, el proyecto de Jesús no es de “medias tintas”, o de “tibios”. Jasón no lo es.


Imagen tomada de https://www.iscrdonbosco.org/blog/la-hospitalidad-en-la-biblia/

martes, 27 de mayo de 2025

Ascensión del Señor

¡A trabajar! El anuncio de la buena Noticia del Reino nos está esperando

LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR 


Eduardo de la Serna





Lectura de los Hechos de los apóstoles     1, 1-11

Resumen: Como el comienzo del Evangelio, el comienzo de Hechos muestra el despliegue de los preparativos para el fiel cumplimiento de la misión. Los Apóstoles deben continuar la obra de Jesús expandiendo por todas las regiones la Palabra de Dios hasta que Él vuelva. Aunque antes, deben esperar la fortaleza que Dios mismo le garantiza con el envío del Espíritu Santo.

Lo que llamamos “Ascensión” es una creación literaria-teológica de Lucas. Con ella finaliza su Evangelio (como se ve en el día de hoy) y con ella comienza su segundo volumen, este texto de Hechos de los Apóstoles. Por un lado, se puede ver que hay un enlace entre el final de uno y el comienzo de otro, y a su vez un paralelo entre ambos comienzos. Lucas quiere mostrar claramente que hay una estrecha relación entre la predicación de Jesús y la predicación de la comunidad cristiana. Veamos esquemáticamente ambos paralelos, y algunos elementos del texto que la liturgia nos propone.

Paralelos entre el final de Lc y el principio de Hch

Lucas
temas
Hechos
24,13-43
Pruebas de que vivía
1,3
24,4
dos hombres vestidos
1,10
24,10
mujeres con los apóstoles
1,14
24,47
predicar a todas las naciones comenzando por Jerusalén
1,8
24,48
ser testigos
1,8
24,49
promesa del Padre
1,4
24,49
no se vayan de Jerusalén
1,4
24,51
elevado al cielo
1,9

Paralelos entre el comienzo de Lucas y el comienzo de Hechos

Lucas
temas
Hechos
1,1-4
introducción a Teófilo
1,1-3
4,2
40 días antes de la misión
1,3
4,1.14.18
comienzo por medio del Espíritu Santo
1,2
4,43 (ver 1,33)
Reino de Dios
1,3
3,16
Juan bautizó con agua
1,5
3,3
proclama de arrepentimiento
2,38
1,21.22.39.41
Cumplimiento de las leyes
1,12
6,12-16
elección de los Doce
1,16-26
3,22
Llenos del Espíritu Santo
2,1-4
3,21
... del cielo
2,2
3,22
un ruido
2,6
4,18-21
después del envío del Espíritu se cumple la Escritura
2,14
4,24 (25-30)
profeta (por el Espíritu)
2,17-18
4,36
milagro, asombrar
(thambô, sólo aquí [y Lc 5,9] en todo el NT)
3,10
5,1-12; 27-28; 6,12-16
la comunidad crece
2,17-18
9,51
tomó la decisión de ir a Jerusalén
19,21
13,33
dispuesto a morir en Jerusalén
21,13
23,18
reclamo de muerte
21,36
23,1
tribuno romano
21,37
20,20; 21,12
procurador
23,24.26; 24,1
23,8-12
ante el “rey”
25,13
24,27.44
cumplimiento de la Ley y los Profetas
24,14; 28,23
24,48
testimonio de Jesús
28,23

De todos modos, detengámonos en algunos elementos que hacen a una mejor comprensión del texto. No sólo son evidentes los paralelos que hemos destacado. Hay aspectos valiosos a considerar. Por ejemplo: si bien el tema del “reino de Dios” es tema fundamental en la predicación de Jesús, no es tema aparentemente importante en Hechos. Sin embargo, no podemos descuidar que el tema se encuentra presente en los momentos clave de este libro, y también en el comienzo y en el final (1,3.6; 8,12; 14,22; 19,8; 20,25; 28,23.31). Del mismo modo que antes de comenzar su ministerio Jesús pasa 40 días en el desierto (Lc 4,2), la Iglesia se encuentra con Jesús 40 días, antes de empezar el suyo (algo especialmente significativo si recordamos que en el Evangelio de Lucas, Jesús asciende el mismo día de su resurrección; es evidente que Lucas quiere destacar aquí el número 40; ver Hch 1,3). El encuentro con Jesús, como es frecuente en el Evangelio se da en el marco de una comida, del mismo modo que se destaca la centralidad de Jerusalén para la misión evangelizadora (v.4) y se prepara la venida del Espíritu Santo para esta misión (del mismo modo que ocurrió con Jesús.  Se pone en paralelo expresamente el bautismo de Juan con el que empieza el ministerio de Jesús con la venida del Espíritu (v.5) y se continúa destacando la centralidad del tiempo – tema característico de toda la obra de Lucas - (v.7). Hay consenso general entre los estudiosos que el v.8 es clave en toda la obra de Hechos: así como Lucas tiene una clara distribución geográfica e histórica, también esto se puede ver en Hechos. Pero no es “meramente” una distribución en orden a lo “narrativo” sino con explícita intencionalidad teológica. Así como Jesús en todo su evangelio se dirige a Jerusalén “porque no debe un profeta morir fuera de Jerusalén” (13,33), aquí se señala que el Evangelio y su testimonio se entenderán “en Jerusalén, en toda Judea y Samaría y hasta los confines de la tierra” (v.8). Es por eso que cuando Pablo llega a Roma (el acceso a “los confines de la tierra, porque “todos los caminos conducen” a ella) Lucas puede terminar su obra sin contarnos que le sucedió a Pablo. Su lema – a lo largo de la obra - es que “la palabra (de Dios) crecía” (6,7; 12,24; 19,20) y crece tanto que llega hasta la capital del imperio. Mirando la estructuración de Hechos puede verse que toda la primera parte muestra cómo se predica en Jerusalén, luego en Judea y Samaría, y la palabra crece hasta llegar a Antioquía, Asia Menor, Europa, y finalmente hasta Roma. El “programa” del v.8 se despliega a lo largo de todo el libro.

En este marco, luego de haberle señalado a los apóstoles su misión, es que ocurre la ascensión. Jesús ya puede irse, tiene quienes continúen su tarea. El modo de elevarse es con características propias de las teofanías (manifestaciones de Dios), nube, cielo, hombres vestidos de blanco, y finalmente la confirmación de la visión. La palabra de los hombres marca también el sentido teológico de Hechos: Jesús vendrá del mismo modo que se lo vio partir, ¿qué hacen mirando al cielo? Es decir: “¡a trabajar!” Jesús va a volver y hasta que vuelva, a ustedes les toca anunciar el Evangelio, hacer que la palabra de Dios crezca y se anuncie en todo el mundo. Entendido en este sentido, Hechos no ha terminado, seguimos en el “tiempo de la Iglesia” y debemos continuar la tarea de la Evangelización.
La Ascensión es como un juego de postas: ahora les toca a los sucesores, los apóstoles (que en Lucas son los Doce). Esto también se destaca en Hechos de un modo claro, luego le tocará a otros (los Siete, Bernabé y Pablo) y más tarde a otros, “los presbíteros”. El anuncio del reino debe continuar hasta que Jesús vuelva como se lo vio partir. Pero para que este pueblo profético pueda desempeñar su misión, debe estar acompañado por el Espíritu Santo, que es el gran responsable de la tarea evangelizadora. Pero la venida del Espíritu, el próximo paso antes de comenzar la misión, será en unos pocos días más.



Lectura de la carta a los cristianos de Efeso     1, 17-23


Resumen: La estrecha unión entre Cristo y su Iglesia marca un camino. Allí donde ya está el Señor se dirige su “Cuerpo”. Utilizando los Salmos el autor muestra que Jesús ya está junto a Dios habiendo vencido a las fuerzas del mal y la muerte y hacia donde nos dirigimos.

Después de un interesante Himno eclesial (1,3-14) el autor, un discípulo de Pablo, se dirige a los destinatarios (¿una comunidad? ¿una “carta abierta”?), haciendo expresa referencia a la misión de la Iglesia en medio del mundo (pagano). El autor señala que esto que destacará es lo que él pide a Dios en sus oraciones, por lo que el texto es claramente una “oración”. Si se ve atentamente, estamos ante una oración larguísima, sin punto desde el v.15 hasta el v.21. Los vv.22 y 23 constituyen finalmente la conclusión, o la motivación, que es la estrecha relación entre Cristo y su Iglesia, tan estrecha como la de un cuerpo con la cabeza.

En la oración, fundamentalmente lo que el autor pide para la Iglesia es que “conozca”. Sabemos que “conocer”, en el mundo bíblico es una experiencia profunda del objeto, no se trata de algo expresamente “racional”, o intelectual. Pide que Dios, “el Padre de la gloria”, el “Dios de nuestro Señor Jesucristo” les  conceda “espíritu de sabiduría y revelación” precisamente para “conocerlo perfectamente”. De ese modo, podrán profundizar tres elementos importantes: la esperanza en la llamada, la riqueza de la gloria y la grandeza del poder desplegado en la Pascua. Es decir, conocer a Dios implica conocer su intervención activa en la historia de la salvación, llegada a su plenitud en el “acontecimiento Cristo”. Pero esto es imposible sin el espíritu (no pensemos aquí que se refiera explícitamente al Espíritu Santo personal) de sabiduría, esto es la capacidad de comprender, el reconocer el paso de Dios en la vida, y de revelación, es decir la explícita manifestación de Dios que aclara, interpreta la historia. Sin dudas esto es necesario e imprescindible para reconocer el obrar de Dios que a continuación explicitará como llamada, gloria y poder. Pero todo esto es “en relación” a la comunidad, la esperanza es “a la que fuimos llamados”, la gloria es “en herencia a los santos” y el poder manifestado en la resurrección y ascensión es “poder para con nosotros”. La relación de la Iglesia con Cristo es inseparable. Es interesante notar (aunque aquí sólo es insinuado y desarrollará más adelante, esta unión de los creyentes con Cristo es tan plena que así como Cristo está resucitado y sentado junto a Dios, del mismo modo, estando plenamente unidos a Cristo, los creyentes ya están resucitados y sentados conjuntamente a él (2,6) a fin de “mostrar la sobreabundante riqueza de su gracia".

Esta estrecha interrelación se expresa en la conclusión con la metáfora del cuerpo y la cabeza. No es unánime entre los estudiosos la afirmación de que la imagen esté tomada del ambiente estoico, o quizás también (pre) gnóstico, Lo cierto es que la imagen alude a –por un lado - una estrecha interpenetración, y también a un sentido de superioridad. La cabeza es, aparentemente, la conducción en este caso. No parece que deba entenderse en sentido de precedencia, sino de gobierno. El tema “cabeza de su cuerpo, la Iglesia” es tema recurrente en Colosenses y Efesios (Col 1,18.24; 2,10.17.19; 3,15; Ef 1,22-23; 2,16; 3,6; 4,4.12.15; 5,23.30; ver Ef 1,10). Esta comunión entre cuerpo y cabeza permite la esperanza ya que nos “precede como Cabeza nuestra, para que nosotros, miembros de su Cuerpo, vivamos con la ardiente esperanza” (Prefacio).

Es interesante señalar que esta “elevación” es “por encima” de todo “principado [arjê], poder [exousía], virtud [dynamis] y señorío [kyriótês]”. Estos extraños personajes (ver 3,10; 6,12; Col 1,16; 2,10.15) parece que deben entender como por poderes “de este mundo”, como personajes diabólicos, fuerzas del mal que son vencidas por Cristo aunque parezcan “todopoderosas”. Todo (panta) está puesto “bajo sus pies” constituido “cabeza del cuerpo” (v.22-23). Y así es “la plenitud del que todo en todo es plenificado” (así parece conveniente leer literalmente el versículo conclusivo). La fórmula “todo bajo sus pies” está tomada del Sal 8,7 y se refiere al “todo” de la creación sometido al señorío del ser humano que es “apenas inferior a un Dios” (v.6). Sin embargo, otro salmo está en el trasfondo de la idea de la ascensión al destacar al resucitado como “sentado a la diestra (de Dios) en los cielos” (Sal 110,1). Aquí volvemos a encontrar la idea de “los pies”, aunque en este caso se refiere explícitamente a los vencidos (cf. Jos 10,24). El rey se sienta a la derecha de Dios que lo guiará para triunfar sobre los enemigos, “quebrará a los reyes” (enemigos, v.5). Este Salmo fue muy utilizado por el primer cristianismo (ver Hch 2,33.35; Mc 12,35-37) para aludir a la resurrección (y el autor de Hebreos encuentra en el v.4 elementos para profundizar el sentido sacerdotal del Mesías). La ausencia de Jesús, el haber sido resucitado por Dios supone que Dios lo ha “llevado” junto a sí, y “sentado a su derecha”. El Salmo, que está en el trasfondo de este y otros textos es claramente usado por el cristianismo primitivo para mostrar que las Escrituras ya aludían a la resurrección de Jesús.



Evangelio según san Lucas     
24, 46-53


Resumen: Los testigos de la aparición de Jesús reciben el encargo misionero de predicar. Pero deben permanecer en Jerusalén a la espera del Espíritu Santo prometido. Así Jesús puede irse y “pasar la posta” a los suyos que – bautizados por el espíritu” - podrán continuar con la obra misionera. Ahora Jesús puede separarse de los suyos.

La primera parte del texto que hoy se nos propone, ya lo hemos comentado en el 3er domingo de Pascua (vv.35-48 [remitimos a ese comentario]). En él, se había cortado el final de los dichos de Jesús: la promesa del Espíritu Santo y el mandato de permanecer en Jerusalén. Y el texto (y todo el Evangelio) concluye con la Ascensión y el regreso de los presentes (el último grupo mencionado son los Once, los que estaban con ellos y los dos peregrinos a Emaús, 24,33) a la ciudad donde “permanecen en el Templo”.
Como ya hemos comentado la primera parte, y más arriba mostramos la relación entre esta unidad y el comienzo de Hechos, nos limitaremos simplemente a los elementos nuevos:

La responsabilidad de los discípulos de ser testigos y predicar no puede desempeñarse sin un firme compromiso de Dios con los llamados (y las llamadas). Es para eso que se compromete a enviar “la promesa”. Esta “promesa” queda sin ser especificada, y es repetida en Hch 1,4, pero aquí es aclarada: “a los mismos a los que se les apareció” les dijo que así como Jesús fue bautizado por Juan, “serán bautizados en Espíritu Santo” y – más adelante - “recibirán la fuerza del Espíritu Santo” (v.8). Para esperar el cumplimiento de esta “promesa” deben aguardar en “Jerusalén”. Es interesante que mientras Marcos y Mateo suponen que el resucitado se “aparece” a los suyos en Galilea, en Lucas todo esto ocurre en Jerusalén. La ciudad no sólo es hacia donde debe dirigirse Jesús en su ministerio porque es el lugar de la muerte de los profetas, sino que es el lugar desde el que la misión se dirige a todas las naciones. Cuando sean “revestidos de poder” (= bautismo en Espíritu) comenzarán con la misión de “predicar en su nombre… a todas las naciones comenzando por Jerusalén” (24,47). Todo el “terreno” de la misión que comenzará en Hechos está siendo preparado.
Una vez hecho esto, Jesús los lleva cerca de Betania (que queda “cerca de Jerusalén, como unos quince estadios” Jn 11,18 [el estadio son 185 mts, es decir menos de 3 kms]). La escena final está cargada de elementos interesantes: “alzó las manos y los bendijo” (“levantar” es frecuente en Lucas, (x11 de las 19 veces de todo el NT; incluso la ascensión es presentada como “fue levantado” en Hch 1,9). La ascensión ocurre “mientras los bendecía”, así se “separó” de ellos (el verbo sólo ocurre 3 veces en el NT y las 3 en la obra de Lc: 22,59; 24,51 y Hch 27,28). Finalmente se destaca que “fue llevado” (la voz pasiva indica que fue llevado por Dios) al cielo. Estos tres verbos – bendecía, separado, llevado - resaltan la importancia del hecho.  Volvieron a Jerusalén, tal como les estaba dicho, llenos de “gozo”, nuevo tema característico de Lucas (comparar con el “todavía algunos dudaron” de Mt 28,17): 1,14; 2,10; 8,13; 10,17; 15,7.10; 24,41.52) y “estaban siempre en el Templo bendiciendo a Dios”. La referencia a que «ellos» “lo alabaron” debe omitirse ya que no se encuentra en los mejores manuscritos. La presencia de los apóstoles y discípulos en el Templo es algo sabido en Hechos (2,46), que presenta al comienzo a los padres de Jesús como fieles cumplidores de la ley, y ahora a los seguidores de Jesús en una misma tónica.

Dejando el encargo a los suyos, prometiendo de parte del Padre el don del Espíritu que no los dejará solos, Jesús es separado, el Espíritu vendrá para fortalecer a la Iglesia para dar testimonio y predicar “a todas las naciones”. La misión está por comenzar.

El video [de 2022] con el Evangelio puede verse en:
https://blogeduopp1.blogspot.com/2022/05/video-con-comentario-al-evangelio-de-la.html
o también en:
https://youtu.be/6jf3rcw7MN4

y el video actual (con semejanzas, por cierto) en:
https://youtu.be/KwjhCOErhnM
o también en
https://blogeduopp1.blogspot.com/2025/05/video-con-comentario-al-evangelio-de-la.html


Dibujo de Cerezo Barredo

lunes, 26 de mayo de 2025

Video con comentario al Evangelio de la Ascensión de Jesús "C"

Video con comentario al Evangelio de la Ascensión de Jesús "C"


o también en

https://youtu.be/KwjhCOErhnM

Eduardo

domingo, 25 de mayo de 2025

La paz de Jesús, la paz del mundo

La paz de Jesús, la paz del mundo

Eduardo de la Serna


Sabemos que, en el Evangelio de Juan, por “mundo” ha de entenderse un proyecto adverso al de Jesús. No hay que entenderlo en un sentido, por ejemplo, neoplatónico, que obviamente, Juan no era, como en oposición a “cielo”. Dios ha amado a la humanidad entera, pero “el mundo no lo recibió”, como el envío de Jesús lo demuestra. Por eso insiste, el evangelio, que los amigos de Jesús están “en el mundo” pero no son “del mundo”. El mundo no recibe a Jesús y no recibirá al Paráclito porque tiene un príncipe, que es el adversario por excelencia. Por eso, el Reino de Jesús no es de este mundo, ya que Jesús ha vencido al mundo, lo cual les consigue la paz. Este mundo da una paz; la paz de Jesús es bien distinta.

Esto nos invita, para empezar, a pensar que hay terminologías iguales para decir, con frecuencia, cosas muy distintas. Amor, libertad, vida son buenos ejemplos. ¡Paz también!

Sabemos que shalom es el característico saludo judío (lo encontramos 267 veces en la Biblia hebrea), aunque el término significa mucho más que la simple “paz”. De hecho, no es un término frecuente en los Evangelios (Mc 1x, Mt 4x, Lc 14x y Jn 6x).

Ese ambiente adverso a Jesús comunica a todos una paz, la pax romana. Es la paz que nace del miedo, de la represión, de la violencia (“si quieres paz, prepárate para la guerra”). La imposición imperial provoca un sometimiento ante el cual, cualquier acto de rebeldía, resistencia o simple reclamo era entendido como quiebre de la paz. Lo cual, por cierto, provocaba la reacción romana, que provocaba “la paz de los cementerios”, la tierra arrasada... La cruz es un ejemplo de esta respuesta, y algo que, ciertamente, la comunidad de Juan tiene en mente al repetirlo. La paz (shalom) es algo que solamente Dios puede dar ya que nace de la justicia, que es el encuentro pleno con Él. Pero, aquí, es paz de Jesús (“mi paz”), el don de los tiempos nuevos inaugurados con la resurrección. Tres veces el resucitado otorga la paz a los suyos (20,19.21.26), precisamente resaltando que es un nuevo don, pleno, escatológico. Y, como don pleno que es, la paz “no viene sola”, viene con la alegría abundante (con todo lo que alegría significa como plenitud). Precisamente al donar la paz es que Jesús, también, otorga el Espíritu Santo prometido. Todos los bienes de plenitud, de un Dios que derrama y “se derrama” sobre sus amigos están presentes (Jn 20,19-23). Esa es la paz que regala, evidentemente, en nada se parece a la “que da el mundo”.

Si quisiéramos pensarlo – sin forzar los textos, algo que no es bueno hacer – no es difícil pensar la paz que se ofrece con protocolos “anti…” para que todos los ciudadanos de bien puedan movilizarse en paz, a costa de jubilados gaseados, fotógrafos golpeados, todos reprimidos. Esa paz, como esa libertad, esa justicia, esa alegría en nada se parecen a las de Jesús a sus amigos. Y no está de más tenerlo muy claro: “mi paz no es como la que da el mundo”.


Imagen tomada de https://www.cuales.es/que-es-la-pax-romana-paz-romana/

sábado, 24 de mayo de 2025

¡Nunca más el Genocidio!

¡Nunca más el Genocidio! 

Eduardo de la Serna



¿Se puede decir algo sobre lo que desde hace ya tiempos inmemoriales está ocurriendo en Gaza? Se puede decir mucho, pero “no hay peor sordo que el que no quiere oír”. Y, ¿tiene sentido decir algo que voluntariamente no será escuchado? ¡Tiene!

Cuando Dios envía al profeta Ezequiel a dirigirse al pequeño grupo que estaba en el exilio en Babilonia, le dice que irán a escucharlo como quien escucha un cantante, pero que no harán caso de lo que dice (Ez 33,32). Pero que, de ningún modo debe dejar de hablar. ¿Por qué? Para que, al menos sepan, que Dios dijo algo, y ellos no lo atendieron (Ez 2,5). Siempre es fácil “echarle la culpa a Dios”. Pues Ezequiel debe hablar para que sepan que Dios habló… el problema, una vez más, no fue la voz, sino la sordera (Ez 2,7).

Judíos y palestinos afirman que “llegaron primero”, lo que no es un tema fácil de investigar. Los textos egipcios, por ejemplo, que hablan de unos y otros son casi contemporáneos [Merenptah y Ramses III]. Con su sensatez habitual, Rafael Aguirre hace referencia a la utilización de la Biblia en el conflicto que ha provocado el actual genocidio de Gaza, y no puedo sino hacerme eco de su voz, a la cual remito [R. Aguirre, La utilización política de la Biblia (Agora 42), Estella (Navarra): Verbo Divino 2024, 100-118]. No parece sensato la utilización de “textos sagrados” a fin de “demostrar” aquello que dichos textos nunca pretendieron afirmar. Ciertamente un país tiene derecho a defenderse, y eso no lo discute la justicia internacional en ninguno de los casos, pero – es sabido – siempre, toda defensa debe ser equilibrada, razonable y controlada. La venganza, ya desde Hammurapi, y desde allí en la Biblia, es algo detestable y debe ser rechazado. El famoso “ojo por ojo”, no es un texto de venganza, sino, precisamente, de control para evitar la misma. Significa “si le han sacado un ojo, debe cobrar “tales como” (= talión), es decir, “un ojo”, no más que eso…

Personalmente, no conozco quienes defiendan los ataques terroristas de Hamas, pero la autoinvocada “defensa” de Israel, es un verdadero genocidio. Y eso es deplorable. Pero, como, además, cuenta con el apoyo de los EEUU, de ese tema no se habla en política internacional. Se habla de Ucrania y Rusia, de India y Paquistán (de Sudán, Myanmar, Yemen, la República democrática del Congo o Siria no se habla porque esos conflictos bélicos no les importan a los medios hegemónicos, no son parte de “el mundo”). En el caso de Gaza, no se habla, sencillamente porque no se quiere ver, y a eso, se lo llama “complicidad”, de una u otra manera, ¡complicidad!

El Papa León ha insistido desde su primera aparición pública en la urgencia de la paz (fue su primera palabra), y no ha omitido el tema Gaza, la prohibición de llegada de ayuda humanitaria, la indiferencia ante el hambre provocado, la limpieza étnica y el real apartheid pareciera que no son temas que conmuevan a la sociedad. De eso no se habla.

Quizás estemos demasiado anestesiados y no seamos ya capaces de gritar ¡basta!, ¡nunca más! Pero, al menos, de parte de Dios, el Dios de la Biblia, el Dios de Israel, el Dios de Jesús, con la certeza de no ser escuchados, pero la convicción de que Dios nos cuestionaría callar, no dudamos en gritar, otra vez, ¡Basta!, ¡Nunca más la guerra! Todo palestino y todo judío son nuestros hermanos, y son hermanos entre sí. Y negarlo, simularlo, invisibilizarlo, es, sencillamente un atentado contra Dios, su Padre. A lo mejor, ¡seguramente!, seguiremos sin ser escuchados, pero ¿no es urgente, entonces, que se sumen más y más voces al clamor, que se vuelva ensordecedor, para gritar ¡no en nombre de Dios!, ¡no en nombre de la humanidad!, ¡no en nombre ni del shalom, ni la justicia, ni la vida!? ¡Nunca más!


Foto tomada de https://soundcloud.com/gusta-barrionuevo/regla-de-los-3-monos-sabios

jueves, 22 de mayo de 2025

Lámec, el vengativo

Lámec, el vengativo

Eduardo de la Serna



Antes de presentar el personaje que queremos comentar hoy, es importante dejar algunas cosas claras para evitar malos entendidos.

En la Biblia, y los personajes que allí se presentan, antes que mirar los datos históricos a los que se hace referencia, es importante preguntarnos qué es lo que este autor o autora o autores está(n) queriendo decir. Muchas veces se dice que pasó esto o aquello, pero en realidad se quiere invitar a pensar en algo más partiendo de cosas conocidas por los lectores. Sobre esto pondremos un ejemplo más adelante en esta nota.

En esta misma línea, por ejemplo, los autores bíblicos quieren destacar la importancia de Abraham y de lo que empezó a partir de él (el pueblo de Israel). Pero cuando, más adelante, vio la sensatez de afirmar que Dios había creado el mundo y los pueblos, se encontró con que era razonable hacer listas de personas que llegaran hasta Abraham. Por eso surgen las “genealogías” (fulano es hijo de mengano, mengano es hijo de zutano”, por ejemplo). Y como eso ocurrió hace demasiado tiempo, para darle credibilidad, muestra que los primeros “padres” de las genealogías tuvieron vidas larguísimas (casi mil años algunos). No es que se pretenda decir que antes los años se contaban de otra manera, sino que se quiere decir “religiosamente” que a medida que el ser humano se va alejando de Dios (= pecado) su vida se va haciendo cada vez más corta. Así llegaremos a Lámec.

Desde el comienzo, la vida del ser humano en la tierra se fue marcando por la separación entre él y los proyectos de Dios. Así lo hizo la primera pareja, desobedeciendo el mandato de “no comer”. Luego ocurrió con el crimen de Caín a su hermano Abel. Así, el texto bíblico presenta sintéticamente una genealogía que sigue de Caín hasta Lámec y sus hijos (Gén 4,17-18). Allí el relato y la descendencia de Caín se interrumpe para retomar con un nuevo hijo de Adán, Set (4,25). Después de mencionar a los hijos de Lámec (que nos permiten visualizar el primer caso de poligamia y el crecimiento de la cultura humana: Yabal, de los que habitan en tiendas y crían ganado; Yubal, los que tocan la cítara y la flauta; Yúbal Caín, forjadores de cobre y hierro y una mujer (no se dice más que su nombre; 4,20-22). Pero el texto vuelve a Lámec que se dirige a sus dos mujeres (Adá y Silá) con un breve poema:

«Yo maté a un hombre por una herida que me hizo

y a un muchacho por un golpe que recibí.

Caín será vengado siete veces,

mas Lámec lo será setenta y siete.» (4:23-24)

En el trasfondo está la ley que se llama “del Talión” (“tal como” te perjudicaron, debes hacer), conocida como “ojo por ojo, diente por diente” (Ex 21,24; Lev 24,20; Deut 19,21). Esta ley tenía como objetivo evitar la venganza, es decir: si te perjudican en algo (un ojo) no debes más que sancionar con un ojo (no debes dejar ciego al adversario). El crecimiento de la violencia destruye la sociedad (Gén 6,5). Con el aumento de la violencia, crece la venganza, y Caín es un ejemplo de ello (“siete veces”). Lámec dice claramente que no respeta el “Talión” y reclama mucho más que aquello en lo que fue perjudicado. La violencia crece descontroladamente. No son esos los caminos que Dios propone para la humanidad.

Es interesante que cuando el texto (que está en hebreo) se traduce al griego, el “setenta y siete” puede leerse como “setenta (veces) siete”. Es oportuno, entonces, recordar que cuando Pedro le pregunta a Jesús si ha de perdonar a su hermano las faltas que lo perjudicaron “siete veces”, Él le responde “no te digo siete, sino setenta veces siete” (Mt 18,22). Como puede verse, mientras con Caín y su descendencia la historia humana entra en una espiral de la violencia, Jesús propone para los suyos (que conocen la tradición de Lámec) una espiral de la paz y del perdón. Podemos decir, entonces, que Jesús es una especie de “anti Lámec”. Y nos invita a seguir sus huellas de “constructores de la paz” para que Dios nos reconozca como sus hijos (Mt 5,9).


Imagen tomada de https://es.wikipedia.org/wiki/Lamec_(descendiente_de_Caín)

martes, 20 de mayo de 2025

Pascua 6C

Jesús se va, pero no nos deja solos: sigue presente en el amor de hermanos

Domingo de Pascua 6C

Eduardo de la Serna



Lectura de los Hechos de los Apóstoles     15, 1-2. 22-29


Resumen: Partiendo de un acontecimiento histórico – la Asamblea de Jerusalén - Lucas muestra como en las comunidades, con gran cantidad de miembros provenientes del judaísmo y del paganismo, puede haber tolerancia y respeto por las sensibilidades de los hermanos. Así conduce el Espíritu Santo a los primeros seguidores de Jesús.


El texto de los Hechos de los Apóstoles alude a lo que se conoce como la Asamblea de Jerusalén, pero todo el relato de la misma está omitido en el texto litúrgico; sólo se presenta la introducción, el debate que causa la decisión de hablar del tema, y la conclusión escrita para aquellos que habían sido protagonistas del debate.

Antes de entrar en tema señalemos brevemente que Pablo nos informa también de la Asamblea (Gal 2,1-10), aunque con algunos matices diferentes. El análisis de semejanzas y diferencias puede ser útil para la pregunta acerca de los acontecimientos históricos, que es muy importante, pero no es tema de la liturgia. Algo señalaremos de esto, de todos modos, pero especialmente para destacar la intención de Lucas al comunicar el tema de una manera, y no de otra. Mostraremos los principales elementos históricos que parecen necesarios tener en cuenta, pero destacando –como decimos- la intención de Lucas al comunicarla.

a.     Lucas menciona muchos más viajes de Pablo a Jerusalén de los que se concluyen en sus cartas. Dada la importancia teológica que la ciudad tiene en sus escritos es posible suponer que Hechos duplica los acontecimientos mostrando más que los realmente ocurridos. En este caso se trata de un viaje a fin de aclarar la discusión suscitada por la circuncisión o no de los paganos que se han convertido al Evangelio.

b.    La reunión – en Lucas - es entre los enviados desde Antioquía, Pablo y Bernabé y los Apóstoles y presbíteros. Según Pablo también participó Tito, que jamás es mencionado en Hechos. Según Pablo, además, sólo participan Santiago, Pedro y Juan, y la reunión es privada; en Hechos – en cambio - la reunión es oficial. Los presbíteros – que no parecen existir en tiempos de Pablo - son presentados en Hechos para marcar el camino de la continuidad: el tema no es sólo para tiempos pasados sino para el presente de Hechos y sus lectores.

c.     Hechos menciona en la Asamblea una breve mención de Pablo y Bernabé, y dos largos discursos de Pedro al empezar y de Santiago al concluir. Al terminar este último se redacta la carta de envío que es la conclusión del relato (y lo que continúa en el texto litúrgico, que como dijimos omite la Asamblea). Hay motivos para sospechar que históricamente la intervención de Santiago puede haber tenido lugar en otro tiempo y otra asamblea (en la que quizás Pablo no estuviera). El mismo discurso de Pedro parece bastante elaborado según la teología de Lucas.

d.    La carta resume lo dicho por Santiago. Puesto que la misma idea se repite en Hch 21,25 como si Pablo no la conociera, podemos sospechar la probabilidad de lo señalado en el párrafo anterior: que se trate originalmente de dos momentos diferentes reunidos en uno solo por Lucas.

e.     Dos personas más son enviados junto con Bernabé y Pablo (ignorados para nosotros en el relato de Pablo). Quizás la idea sea destacar que estos serán testigos (eran necesarios dos para ser testigos) de lo que ha decidido la Asamblea ante un tema que había resultado conflictivo.

f.     Como es habitual en Lucas-Hechos el protagonista de este nuevo paso será el Espíritu Santo.

g.    Los pedidos de la carta a las comunidades son llamativos. Pablo ha dicho “nada nuevo me impusieron” (Gal 2,6), y – además - no parece preocupado en comer carne ofrecida a los ídolos si es que no causa escándalo a otros al hacerlo (1 Cor 10,25-29). Es decir, Pablo parece no conocer la carta – como ya hemos señalado - (o no tenerla en cuenta, lo cual es dudoso). ¿Qué sentido tienen estas normas?

Veamos brevemente lo que Lucas parece estar diciendo a las comunidades en este fragmento (reiteramos que se trata sólo de la aparente causa de la decisión de enviarlos a decidir la cuestión de la circuncisión y la nota conclusiva luego de la reunión y debate en asamblea). El punto principal es que se sostiene que la salvación de los paganos es imposible (v.1) sin circuncisión. El mensaje final de la asamblea destaca que esto fue dicho “sin mandato nuestro” (v.24). Sabemos que el tema de la exigencia de la circuncisión por parte de los más “judaizantes” de las comunidades cristianas fue un tema importante en tiempos de Pablo. Es importante señalar que no se trata solamente de la circuncisión, sino de todo lo que esta conlleva: el cumplimiento fiel de la ley, los rituales alimenticios, normativas varias. Cumplir con todo lo establecido nos pone en relación con Dios. El criterio de base de Pablo es que sólo nos pone en relación con Dios ser “miembros” de Cristo, “estar en Cristo”, y no hacer o dejar de hacer tales cosas. Todo esto no está dicho en el texto de Hechos, pero sí insinuado en los discursos (Pedro: “ustedes tientan a Dios imponiendo al cuello de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos sido capaces de soportar”. [v.10], Santiago: “pienso que no hay que poner obstáculos a los paganos que se conviertan a Dios”. [v.19]). La asamblea decide “no imponerles más cargas que las indispensables” (v.28).

¿De qué se tratan estas “cargas” o "yugo"? Algunos han pensado que se trata de una suerte de normas propias de la alianza con Noé  [Gen 9,5.9] (como unas normas anteriores a la alianza con Abraham [Gen 17,2.11]), sin embargo en la alianza con Noé sólo se alude al tema de la sangre, y no a las uniones matrimoniales lícitas y la carne ofrecida a los ídolos. Siendo que la carta está dirigida a las comunidades de Antioquía, Siria y Cilicia lo probable es que la carta pretenda que los muchos paganos que se han incorporado a Israel por el Bautismo eviten aquellas cosas que más herirían la sensibilidad de los muchos judíos que había en el grupo. Por Pablo sabemos que comer carne ofrecida a los ídolos resulta escandaloso para los “débiles” (1 Cor 8,7-13), del mismo modo escandaliza la “impureza sexual” (porneia – sea lo que esta signifique en estos casos - cf. 1 Cor 5,1). Lo estrangulado sólo se encuentra en este contexto de la carta en todo el NT, y la sangre (comer sin desangrar) tampoco (aunque cf. Jn 6,60-61; Ap 17,6). Siendo que la sensibilidad judía se manifestaba particularmente herida en estos temas, es razonable que se pida a las comunidades mixtas (donde había gran cantidad de miembros venidos del judaísmo y también gran cantidad venidos del paganismo, lo cual ocurría - como dijimos - en Siria, Cilicia y Antioquía) que eviten lo que puede lastimar la sensibilidad de los “hermanos”. Y no podemos descuidar que esto está decidido por “el Espíritu Santo” (v.28) y "nosotros". Como siempre en Hechos, Él es el gran protagonista del anuncio del Evangelio y del crecimiento de la palabra de Dios en la historia.

El texto de Hechos, entonces, no se detiene tanto en las consecuencias o no de la circuncisión (tema más característico de Pablo) sino en la convivencia al interno de la comunidad. Así, con convivencia, tolerancia y respeto mutuo irán creciendo las comunidades. Primero – siempre según la teología de Hechos - las venidas del ambiente judío, luego las comunidades mixtas (como es el caso especial de Antioquía) y luego – con la misión paulina - las comunidades casi exclusivamente provenientes del paganismo. Así el Evangelio, "la palabra" crece movido por el Espíritu Santo.


Lectura del libro del Apocalipsis     21, 10-14. 22-23


Resumen: La última visión del Apocalipsis nos muestra la plenitud de los bienes esperados que llegan con la intervención de Dios en medio de su pueblo, la Iglesia.

La semana pasada [ver comentario a la 2ª lectura] presentamos en parte la lectura de hoy por formar parte de una misma unidad literaria. No repetiremos lo dicho. El texto es la última visión de todo el libro aunque bastante cortada. La unidad parece ser 21,9-22,5.

Ya presentamos el contraste entre las dos ciudades / dos mujeres. En este caso, la “esposa / Jerusalén” contrastando con la “prostituta / Babilonia”. La una es mostrada en el desierto, lugar de muerte cuando Dios no acompaña, la otra, el un monte alto, lugar de encuentro con Dios. La una sube del abismo, lugar de los muertos, la otra desciende desde “junto a Dios”. En la ciudad santa reside “la gloria de Dios”, en Babilonia títulos blasfemos, abominaciones, impurezas. Una viste de oro (19,4 pero en una copa llena de “abominaciones”), la Jerusalén “jaspe” (piedra que en todo el NT sólo aparece en relación al cielo: Ap 4,3; 21,11.18.19) como cristal (también sólo en referencia al cielo, Ap 4,6; 21,11; 22,1).

Una muralla es lo propio de las ciudades, y una muralla de 12 puertas sin duda revela una ciudad inmensa. Era habitual que las puertas tuvieran nombre (cf. Hch 3,2; Zac 14,10; Neh 2,13; ver Is 60,18; Ez 38,11) sin embargo, las puertas eran cerradas por la noche para que reinara la paz dentro de sus muros (Sal 122,7) pero en este caso, “Las puertas no se cerrarán” y “no habrá noche” (v.25) lo cual revela la situación ideal de paz que reinará en la ciudad una vez que Babilonia haya desaparecido. Las 12 puertas aluden claramente al pueblo de Dios, llevan los nombres de las doce tribus de Israel (v.12) y la muralla está asentada sobre piedras que llevan los nombres “de los doce apóstoles del Cordero”. Esta ciudad es inseparable, obviamente, de la Iglesia.

El texto litúrgico aquí se interrumpe. Se comienza a describir los asientos de la ciudad que es un cubo perfecto. Los números son ciertamente simbólicos, como es habitual en el apocalipsis (12 asientos, 12.000 estadios, 144 codos) del mismo modo que los materiales preciosos de cada una (oro puro, jaspe, zafiro…).

En el v.22 se retoma el texto para destacar elementos de la ciudad. Elementos que “no hay” especialmente (aunque también el texto se interrumpe para la liturgia). Estando Dios mismo y el Cordero en la ciudad, esta no tiene santuario, del mismo modo que no hacen falta “iluminadores” (ni el sol, ni la luna ni lámparas), Dios y el Cordero la iluminan. Ya no tienen cabida – entonces - las mediaciones, porque la presencia las vuelve innecesarias. Del mismo modo – ya fuera del texto - no hay cabida para lo negativo (maldiciones, lo profano, la violencia) y en el medio brota de Dios y del Cordero el río de vida. La luz, la paz, la vida, el encuentro pleno con Dios y el Cordero caracterizará esta “esposa” / ciudad que es la Iglesia, que es la plenitud de los bienes esperados para un futuro inminente.


Evangelio según san Juan     14, 23-29

Resumen: Jesús se está despidiendo de sus discípulos, pero no lo hace para dejarlos huérfanos, sino que les deja a modo de testamento el mandato del amor, en el cual se hace presente en medio de ellos; y envía – además - el Paráclito a fin de que continúe entre ellos la misma otra comenzada por Jesús.

El Evangelio de Juan pone en boca de Jesús un largo discurso de despedida (caps. 13-17). Discurso sólo interrumpido por breves intervenciones: Pedro afirma que dará la vida por él (13,36-38), pregunta de Felipe (14,8), pregunta de Judas – no el Iscariote - (13,22), comentario de discípulos (16,17-18), intervención de discípulos (16,29-30). Sin embargo, las intervenciones tienen como función permitir el desarrollo del discurso. No es fácil, fuera de estas pequeñas intervenciones ver cómo está armado el discurso y qué partes tiene. Sin embargo, el cap. 14 tiene una extraña frase de Jesús que queda inconclusa hasta 18,1: “levántense, vámonos de aquí” (14,31). Aunque la escena continúe, es indicio de conclusión, lo que nos permite afirmar que la unidad que la liturgia nos presenta comienza con la pregunta de Judas y concluye con el pedido de levantarse (14,22-31). De todos modos, como veremos, la temática no parece novedosa con respecto a lo que la precede y lo que sigue.

Como se ha dicho, el discurso de despedida juega el rol de testamento: un personaje está por morir y se despide de los suyos dándoles indicaciones, invitándolos a no repetir sus defectos o a imitar su conducta positiva, de ese modo, se convertirán en sus herederos.

El contexto del relato es el de una “partida”, que refiere – obviamente - a la futura muerte de Jesús. Pero esto no significa abandono ya que un nuevo personaje entra en escena (ya desde 14,16-18) garantizando que no quedarán huérfanos: el Paráclito [es interesante notar que las Biblias modernas han renunciado a traducir el significado del término manteniendo la palabra en griego, como veremos]. Amor / mundo / Paráclito / guardar la palabra-mandamiento son ideas fundamentales de la unidad pero que ya se encontraban en los párrafos anteriores. Jesús ya había dicho que el amor mutuo es la herencia que les deja, “como él ha amado” (13,15.34.35; 14,15) y lo repite en el comienzo de la respuesta a Judas: “si uno me ama, guardará mi Palabra” (v.23 = v.15).

La pregunta de Judas ¿por qué no revelarse al “mundo”? supone dos elementos clásicos de Juan: el lugar del “mundo” y el lugar de la fe [para ser precisos es necesario señalar que el sustantivo “fe” – pistis - jamás se encuentra en Juan, mientras que el verbo “creer” –pisteuô - es sumamente frecuente (98x)]. El mundo es precisamente el ambiente que se ha negado a creer, que prefirió las tinieblas a la luz (3,19; volveremos sobre esto). Creer, en cambio, es una opción existencial por Jesús, y por eso el que cree tiene vida (divina). Esta actitud es fundamental en el discurso de despedida (14,1.11.12), pero es inseparable del amor (14,15.21.23.24). Se ha llamado la atención sobre el estrecho vínculo que existe entre las exigencias de Jesús y las de la alianza, especialmente tal como se encuentran en el Deuteronomio (cf Dt 5,10; 6,5-6.7.9; 10,12.13; 11,13.22). Creer y amar es – precisamente - lo que se resiste a hacer “el mundo”. La asociación entre el amor (vv. 15.21.23-24 «me ama») y la fidelidad (vv. 15.21.23-24 «guarda mis mandamientos») conduce a una nueva promesa para el tiempo intermedio entre partida y retorno. En 14,2-3 se hace referencia a las moradas que Jesús preparará, pero en v,23 la morada se encuentra en futuro como lugar donde el Padre y Jesús permanecerán en el que lo ama. El marco del relato es la inminente partida de Jesús (14,1-14), y hasta que se concrete la “venida” (vv.25.28), hay una morada de Jesús y el Padre en el que cree y ama (v.23), lo experimentan (14,18-21).

Un tema fundamental de la cristología joánica subyacente en el texto es presentar a Jesús como “enviado” del Padre (cf. 4,34; 5,23.24.30.37; 6,38-40; 7,16; 8,16.18.26; 12,44-49). El enviado es la presencia misma del “enviador”. Lo que aquel diga, haga o deje de hacer es dicho y hecho por el mismo que envía. Por eso las palabras de Jesús son las del Padre y lo mismo ocurre con sus hechos. Y por tanto (v.24) el que rechaza las palabras de Jesús está rechazando a Dios mismo (cf 3,34; 5,23.24; 8,18.28.38.47; 12,49).

Como ya había mencionado, Jesús alude al envío de un personaje al que llama “Paráclito” (14,16). La idea subyacente es variada: auxiliador, patronazgo, abogado, mediador, intercesor, el que está / habla “en lugar de”, el que conforta. Puesto que la imagen es tan amplia – y muchas de estas acepciones se pueden entender o aplicar al sentido del texto - es que las Biblias modernas han optado por mantener el término griego para que todos estos sentidos estén supuestos. En el NT sólo se encuentra en Juan y siempre se dice del Espíritu Santo  (14,16.26; 15,26; 16,7). Y si miramos atentamente lo que se dice de él (“otro paráclito”, “esté con ustedes”, de la verdad, el mundo no lo recibe, enseñará todo, enviado, dará testimonio) notaremos que lo mismo se dijo en el Evangelio de Juan de Jesús; se trata del espíritu de Jesús presente en la comunidad una vez que se haya ido (16,7) a fin de hacerse presente y acompañar a los suyos (v.26) ya que no puede ser recibido por “el mundo” (v.16).

Antes de despedirse, Jesús les dona la paz (shalôm). Nuevamente en contraste con “el mundo” que da una “paz” distinta. Es importante recordar que el “reino de este mundo” es un reino de violencia (por eso, el reino de Jesús no supone combate [18,36], porque es de “paz”, lo que contrasta abiertamente con la “pax” romana que es la paz de la violencia impuesta), no es innecesario recordar que para el clásico dualismo joánico “este mundo” tiene un “príncipe” que es “homicida desde el principio” (8,44), padre de la mentira y príncipe de las tinieblas...

Repitiendo lo dicho en 14,1 retoma “no se turbe el corazón de ustedes” (v.27b), y como en 14,2-3 repite que se va pero volverá (v.28). Esto Jesús lo cuenta antes que suceda para que al suceder, ellos crean (v.29), así la fe (vv. 15,21.23-24.29), el amor (vv. 15,21.23-24)  la alegría (v 28) y la paz (v 27a) serán un nuevo comienzo acompañados por el Paráclito. El envío del Paráclito está ligado al encuentro de Jesús con el Padre al que llama “más grande que yo” (v.28), lo cual dio lugar a problemas en las discusiones teológicas de los primeros siglos. La estrecha unión entre el Padre y el Hijo, particularmente fuerte en Juan (8,24; 10,30), no impide mostrar que Jesús, en su misión, en cuanto enviado, presenta una clara subordinación al Padre en su misión, a su voluntad.


Dibujo tomado de http://capillalosdoceapostoles.blogspot.com