La solidaridad de Jesús con el pueblo pecador
EL BAUTISMO DEL SEÑOR – “C”
10 de enero
Eduardo de la Serna
Resumen: el descenso de la palabra de Dios parece ser el motivo de la incorporación del texto en la liturgia. Palabra que no vuelve al cielo sin haber producido el fruto para el que fue enviada.
Si bien es bastante debatido hoy en día la
existencia de un gran profeta al que se conocía como “Segundo Isaías” [cuya
obra se encuentra en los caps. 40 – 55 del libro del profeta Isaías] y muchos
prefieren ver aquí una obra colectiva, se sigue sosteniendo, en general, que el
libro presenta palabras pronunciadas durante el exilio y ante la inminencia del
final del exilio (o primeros momentos del post-exilio; sea como fuere se sigue
hablando del “Segundo Isaías”). El mensaje de liberación dirigido a aquellos
que se encontraban en la situación de opresión es ciertamente un grito de
esperanza. Las personas en ese contexto son obviamente pobres, oprimidos, sin
dinero, y con hambre. El contexto económico, entonces, del texto sin duda es
esperanzador y no conviene leerlo espiritualmente.
La sed es una temática frecuente en el ambiente del
desierto (Ex 17,3; Neh 9,15.20) y también en el asedio militar (Dt 28,48; Lam
4,4) incluso existen, en algunos poblados, vendedores de agua que vocean por
las calles o es frecuente que por la tarde las mujeres fueran a los pozos a
buscar agua para el día que comienza. Se utiliza también metafóricamente
(“tierra sedienta”) para referir a los lugares áridos (Dt 29,18; Is 44,3). En
varios textos de Isaías se hizo referencia al agua (41,17; 43,20; 44,3; 48,21;
49,10). También ya se ha encontrado en el libro la referencia al banquete. Pero
si en 25,6 el acento estaba puesto en la calidad de los manjares, aquí el
acento está puesto en la gratuidad. Los verbos lo repiten con insistencia:
Los “que no
tienen plata”, “sin plata y sin pagar”,
por qué “gastar dinero”, “(gastar) salario”… si v.1 insiste en lo gratuito,
v.2 en el sinsentido de usar el jornal en lo que no alimenta (puede aludir al
dinero que no alcanza, a causa de la opresión o la inflación, o al pago
usurario o las tasas imperiales), lo cierto es que el acento está puesto en la
fiesta y la comida. El fin del versículo podría traducirse “escúchenme
escuchando” y lo que Dios quiere es que coman cosa buena (tôb), disfrutar algo sustancioso (con grasa) para la vida (néfes, vida, garganta, alma).
Inclinar el oído está en continuidad con lo que dijo
(“háganme caso”) y es lo principal a continuación (inclinar el oído, acudir a
mí, oigan y vivirá su néfes). Esta
vida, añorada y amenazada por los exiliados es ahora una nueva promesa de Dios,
una alianza reconfirmada (literalmente “cortada”, como se cortan los animales
con los que se “sella” la alianza amenazada por los buitres; cf. Gen 15,7-11).
Como aquella firmada con David (ciertamente dirigida a un pueblo que ya no
tiene rey por lo cual en este caso es una invitación a la esperanza). Pero es
la vieja alianza reformulada, precisamente; alianza cuya característica es el
amor (jésed) y la fidelidad (ne’eman) [cf. 2 Sam 7,15-16; Sal 89].
Sin embargo, precisamente esta imagen de la alianza,
que es calificada de “eterna”, del venir a Dios, del banquete ha de entenderse
en el sentido liberador del Dios que da la vida a su pueblo y a los exiliados,
a diferencia de los dioses de los otros pueblos – de Babilonia especialmente –
que dan la muerte. Esta vida está expresada en el banquete de la gratuidad.
La oferta de 1-3 se concreta a continuación en 4-5. El lenguaje es
el de la alianza, como se dijo. Esa alianza “para ustedes” extiende a toda la comunidad lo que se había dicho de
David. El centro de su interés es Israel (tanto los exiliados en Babilonia o
por el resto del mundo, como los habitantes de Jerusalén). No es seguro si el
texto habla de las promesas / beneficios “a” o “de” David. La semejanza con Sal
132,10 y 2 Cr 6,42 revela que se pide a Yahvé que tenga en cuenta lo que él
había prometido. El Salmo 89 se mueve en un mismo horizonte lingüístico. Puesto
que ya no hay “David” lo que se pide es una renovación creativa de aquellas
promesas divinas. Él “había sido
constituido” caudillo de su pueblo y las naciones. El pueblo es testigo
ante las naciones. Probablemente esté pensando, el autor, en el grupo (o parte
de) que se encuentra en el cautiverio babilónico señalando que serán los que “conducirán” la restauración. El párrafo
se cierra aludiendo a la intervención liberadora de Dios (algo propio en el
“Segundo Isaías”).
El
profeta había comenzado su texto invitando a los sedientos y a los que no
tienen dinero a recibir sus dones sugiriendo que la sabiduría consiste en
escuchar el mensaje del profeta y regresar a la reconstrucción de Jerusalén
donde se cumplirá lo anunciado a David. Pero el único apoyo que tienen para
creer radica en la confianza en la “palabra” de Dios, ya que las instituciones
visibles de Israel (el rey, la tierra, el templo) han desaparecido. Esa palabra
“cumple” aquello para lo que fue enviada.
En
este caso, como es frecuente en varios profetas el acento está puesto en que
Yahvé está cerca (ver Am 5,4; Os 10,12; Is 9,12; 31,1; Jer 10,21; 29,13).
Siendo que el tema se encuentra también en Jeremías, Deuteronomio y Crónicas
(cf. 2 Cr 12,14; 14,3.6; 16,12; 19,3; 22,9; 26,5) parece tratarse de un tema
común ante el fin del exilio.
Dt 4:29
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Jer 29:13-14
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Is 55:6
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Desde
allí buscarás a Yahveh, tu Dios; y le encontrarás si le buscas con todo tu
corazón y con toda tu alma.
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Me buscarán y me encontrarán cuando me soliciten de todo corazón me
dejaré encontrar de ustedes (– oráculo de Yahveh–; devolveré sus cautivos,
los recogeré de todas las naciones y lugares a donde los arrojé– oráculo de
Yahveh– y los haré tornar al sitio de donde los hice que fuesen desterrados).
|
Busquen
a Yahveh mientras se deja encontrar, llámenle mientras está cercano
|
Esa
búsqueda – cosa extraña en el Segundo Isaías – se manifiesta con connotaciones
morales y utiliza el verbo “perdonar”.
Esto implica abandonar los otros dioses (notar la fuerza de “nuestro Dios”,
v.7). «Y, en efecto, ¿hay alguna nación
tan grande que tenga los dioses tan cerca como lo está Yahveh nuestro Dios
siempre que le invocamos?» (Dt 4:7).
Sin
embargo, esta cercanía de Dios con su pueblo se contrapone a la distancia
impresionante entre los planes de Dios y los planes de los oyentes. Esto queda
diagramado de un modo concéntrico donde se resalta la distancia:
A.- Mis pensamientos no son sus
pensamientos
B.- Ni sus caminos son mis caminos
C.- Porque cuanto más alto son los
cielos que la tierra, así son más altos
B’.- Mis caminos que sus caminos
A’.- Y mis pensamientos más que sus
pensamientos.
Pero
estas palabras y planes – como se ve en vv.10-11 – son de salvación, de vida y
de alegría.
El discípulo de Isaías se dirige a los cautivos en
Babilonia (la elite del pueblo), les afirma desde el comienzo que se aproxima
el momento, y es inminente, en que podrán volver a la tierra de Israel. La
situación de los cautivos es terrible. Allí, cada año deben escuchar el canto
triunfal del relato Babilónico de la Creación que les repite, cada año nuevo,
que
Tú (Marduc) eres el más honrado de los grandes dioses, tu decreto no tiene par, tu orden es Anú (el dios del cielo); tú, Marduc, eres el más honrado de los grandes dioses, tu decreto no tiene par, tu palabra es Anú. Desde este día, inalterable será tu sentencia; ensalzar o humillar estará en tu mano; tu palabra será inmóvil, tu mandamiento será indiscutible (Enuma Elis, tabl. IV, líneas 3-9).
En este texto, el discípulo de Isaías les anuncia
una suerte de parábola sobre la palabra de Dios que se puede ver en cómo está
armado el texto:
a.
Como desciende la lluvia
o la nieve de los cielos
b.
Y no vuelve sin haber
saturado la tierra
c.
Sin haberla fecundado y
hecho germinar (…)
a’. Así será mi palabra, la que saldrá de mi
boca;
b’. No volverá a mí vacía
c’. Sin
haber hecho lo que yo desee (…)
La lluvia o la nieve (a.b.c.) son metáfora que
ilustra la segunda parte (a’.b’.c’.), la referencia a la palabra. El campesino
sabe que los campos jamás serán productivos y fecundos sin la lluvia. Pero, de
todos modos, la lluvia no es suficiente para producir el pan: es necesario el
trabajo campesino que es el que cosecha y produce el pan. Este pan es el que da
la vida; la obra de la lluvia es el primer paso. Cuando el agua – como el
enviado a anunciar la palabra, el profeta – vuelva a los cielos ya ha fecundado
los campos. Ahora falta la tarea del campesino para que haya pan. Del mismo
modo, la palabra que Dios ha pronunciado por intermedio del profeta no quedará
sin producir liberación. Como el pan, la liberación es vida para el pueblo.
Como se insinuaba en Gen 1, la palabra de Dios es creadora de historia, y esta
es “historia de salvación”. Como con el trigo y el pan, este paso liberador,
anunciado por la palabra, deberá ser realizado por la humanidad en la historia.
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 5, 1-9
Resumen: la fe y el amor nos unen plenamente a Dios como hijos sujos. Y nos hacen vencer sobre el mundo, el ambiente hostil a Dios y sus proyectos. La muerte de Jesús y su resurrección nos llevan a creer, de eso son testigos los sacramentos.
Una serie de elementos marcan el texto litúrgico. En realidad hay
muchos temas que pertenecen a la teología de la carta, pero que no hacen
–expresamente – al sentido de su elección para esta fiesta litúrgica. Sin duda
la referencia al “agua” y al “espíritu” son las razones que deben destacarse.
En la primera parte se pone “amar” y creer” en paralelo ya que si
en 4,7 había dicho que “todo el que ama ha nacido de Dios”, ahora señala que
“todo el que cree… ha nacido de Dios” (5,1). Lo cuan ahonda al señalar a
continuación que “todo el que ama al que da el ser (= Dios) amará también al
que ha nacido de él (= ¿Cristo?, ¿los creyentes?, ¿ambos?)”. a continuación
destaca que el que cree “vence al mundo” (v.4). No hay que olvidar que en la
literatura joánica, el “mundo” no se refiere a la “tierra”, en contraste con
“el cielo”, sino al ambiente adversario de Jesús y su comunidad [por eso el
diablo es el “príncipe de este mundo” (Jn 12,31; 14,30; 16,11), o el reino de
Jesús “no es de este mundo” (18,36); el “reino de Dios” – en el aquí y ahora –
se vive en la fe y el amor]. Ya Jesús ha “vencido al mundo” (Jn 16,33), y es la
fe-amor la que lo vence.
Decir que “vino con agua y con sangre” puede aludir a la muerte de
Jesús y su costado traspasado (Jn 19,34). Jesús el Mesías vino en su pascua
para ser recibido por la fe y el amor a semejanza suya. Agua y sangre pueden
también aludir al bautismo y la eucaristía (3,5; 7,37-39; 19,30; y 6,53-56).
Lo propio del agua, la sangre y el espíritu es dar testimonio.
Testimonio “de Dios acerca de su hijo” (v.9) para que crean (v.10). La fe es el
objetivo del testimonio, fe en Jesús a quien se ha de creer. Lo que Dios
testimonia sobre Jesús es su resurrección como triunfo sobre la muerte.
+ Lectura del
evangelio según san Lucas 3, 15-16. 21-22
Resumen: Jesús comienza su
ministerio bautizándose. Lucas insiste en mostrar un hecho que realiza el mismo
Jesús y en el que su oración marca toda su vida de principio a fin.
Es muy interesante notar una
serie de detalles propios del Evangelio del día.
La primera parte (vv.15-16) ya
la hemos comentado el 3er domingo de adviento (repetimos aquí lo allí
señalado).
Antes de hablar Juan de su propio
bautismo Lucas hace una pequeña nota que también es propia suya: el pueblo
(laos) pensaba en sus corazones (es decir estaba en la disyuntiva, el
corazón es la sede de las decisiones) si Juan sería el Cristo. El
malentendido es frecuente en Lucas (por ejemplo 19,11: “creen que el reino
vendrá de un momento a otro”). En este caso se aclara que el pueblo es “evangelizado”
por Juan (v.18) y luego “es bautizado” (v.21).
El contraste que Juan presenta
con “el que viene” es entre dos tipos de bautismo: con agua y con
“espíritu santo y fuego”. La referencia al fuego, y a la horquilla, el
trigo y la paja, el granero y el fuego están tomadas del texto Q. La distinción
entre trigo y paja, fuego y granero evidentemente presenta una imagen bastante
apocalíptica del “fuerte que viene”. No es ilógico, entonces, que viendo
cómo es “el que vino” luego Juan se pregunte si “es el que ha de venir o hay
que esperar a otro” (Lc 7,19 / Mt 11,3). La paja, en general es vista
como propia del forraje para alimentar ganado, o para hacer ladrillos. Pero en
Jer 23,28 y Dn 2,35 se pone en contraste con el trigo para resaltar lo
útil y lo inútil. En ese sentido se encuentra en el texto, de allí su destino
de fuego.
A modo de conclusión el texto
resalta que “con muchas otras exhortaciones evangelizaba al pueblo”. El
verbo “evangelizar” es propio de Lucas (x10 y x15 en Hch) en los
evangelios (sólo en Mt 11,5 fuera de aquí, precisamente el texto Q sobre Juan
consultando sobre Jesús). Con esto finaliza el ministerio público de Juan ya
que en v.19 nos aclara Lucas que Herodes lo encarceló.
En la segunda parte (vv.21-22),
a nivel narrativo (obviamente no a nivel histórico) Juan, el bautizador, está
detenido en la cárcel por Herodes, tetrarca de Galilea. De hecho el texto no
señala ministro: “todo el pueblo se bautizaba”. La referencia a “todo el
pueblo”, por otra parte alude a un sector, el “pueblo” (laos) que suele
acompañar a Jesús en el Evangelio y le es cercano. En ese marco, también Jesús
“es bautizado” (siempre sin referir a personaje que administre el bautismo). En
Lucas, como es frecuente en su evangelio, lo que ocurre a continuación “el
cielo se abrió…” sucede a consecuencia de que Jesús estaba “en oración”. No es,
como en Marcos que esto ocurre a causa del Bautismo, sino de la oración de
Jesús. Mirando las diferencias con Marcos podemos notar claramente lo que
interesa a Lucas:
Marcos 1:9-11
|
Lucas 3:21-22
|
Y sucedió que por
aquellos días vino Jesús desde Nazaret de Galilea, y fue bautizado por Juan
en el Jordán.
|
Sucedió que cuando todo
el pueblo estaba bautizándose, bautizado también Jesús y
|
En cuanto salió
del agua vio que los cielos se rasgaban y que el Espíritu, en forma de
paloma, bajaba a él.
|
puesto en oración, se
abrió el cielo, y bajó sobre él el Espíritu Santo en forma corporal, como una
paloma;
|
Y se oyó una voz
que venía de los cielos: «Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco».
|
y vino una voz del
cielo: «Tú eres mi hijo amado, en ti me complazco / yo hoy te he engendrado».
|
Algunos detalles pequeños:
mientras en Marcos el cielo se rasga (como el velo del Templo), en Lucas se
“abre”, como una puerta (11,9.10; 12,36; 13,25). Como es frecuente en Lucas “el
Espíritu” es calificado de “Espíritu Santo” (en Mc x4, Mt x3 y Lc x13). La
forma de la paloma es calificada de “corporal” (el término sólo aquí y en 1 Tim
4,8 en toda la Biblia). Probablemente en Lucas esta imagen deba verse en
paralelo a las “lenguas como de fuego” (Hch 2,3). La acción del espíritu santo
marca visiblemente el comienzo ministerial de Jesús y de la Iglesia al comienzo
de cada libro. La voz del cielo, en Marcos une el Salmo 2,7 e Isaías 42,1, el
texto de Lucas no es uniforme en los diferentes manuscritos. Algunos repiten el
esquema de Marcos, y otros simplemente la cita del Salmo 2. No es fácil la
decisión entre una y otra posibilidad. La mayor parte de los estudiosos sigue –
en esto – el texto de Marcos. Como dijimos, si se hace referencia a Is 42
además del Sal 2, el acento está puesto en el sufrimiento, la obediencia y
fidelidad de Jesús hijo/siervo.
Pero detengámonos en los dos
elementos señalados: la ausencia de bautizador y la mención de la oración de
Jesús.
Que Jesús fuera bautizado por
Juan causó dificultades en el cristianismo primitivo. No sólo porque era
habitual sostener que Jesús no había tenido pecado (Rom 8,3; 2 Cor 5,21; Gal
3,13; Heb 4,15; Jn 8,46…), con lo cual surge la pregunta obvia: ¿de qué se
manifiesta arrepentido Jesús? Sino además, es constante la superioridad de
Jesús con respecto a Juan. En ese caso, Jesús debería haber bautizado a Juan y
no a la inversa. El tema fue importante en el cristianismo de los orígenes, y
de allí que aunque en Marcos se destaque la superioridad de Jesús no se niega
el bautismo. En Mateo ya hay duda: “Juan afirma “yo debería ser bautizado por
ti”. Así llegamos a Lucas donde “desaparece” el bautizador, hasta llegar a Juan
en el que directamente no hay bautismo. El tema, entonces, es indicio de la
complejidad del tema para los primeros cristianos.
Breve nota sobre el Bautismo de
Jesús. Resulta muy probable concluir que Jesús históricamente fue bautizado por
Juan. La pregunta “¿de qué pecados se arrepiente?” está en la raíz del
problema. Parece sumamente sensato suponer que se manifiesta miembro y parte de
un pueblo pecador con el que se hace solidario. El pecado es mucho más que un
obrar concreto, y de hecho hay una solidaridad con el pecado en la historia
humana. El pecado del pueblo, de mis hermanas y hermanos, también me toca más
allá de si fui o no parte de ello. También es mi pecado por ser parte. La
solidaridad de Jesús con la humanidad y su pueblo pecador parece estar en la
razón última de su bautismo.
En Lucas es muy común presentar
a Jesús en oración en los momentos claves de su ministerio. Antes de cada uno
de ellos Lucas elige mostrarnos a Jesús rezando. Ciertamente es una invitación
a los lectores a enfrentar los momentos importantes de nuestra vida con
disposición de oración. Miremos brevemente su comparación con Marcos o Mateo
[en los textos Q] (además del texto ya comparado más arriba):
Marcos
(y Mateo)
|
Lucas
|
Subió al monte y llamó a los que él quiso; y vinieron
donde él. (3:13)
|
Sucedió que por aquellos días se fue él al monte a orar, y
se pasó la noche en la oración de Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus
discípulos, y eligió doce de entre ellos, a los que llamó también apóstoles.
(6:12-13)
|
Salió Jesús con sus discípulos hacia los pueblos de
Cesarea de Filipo, y por el camino hizo esta pregunta a sus discípulos:
«¿Quién dicen los hombres que soy yo?» (8:27)
|
Y sucedió que mientras él estaba orando a
solas, se hallaban con él los discípulos y él les preguntó: «¿Quién dice la
gente que soy yo?» (9:18)
|
Y al orar, no charlen mucho, como los gentiles, que se figuran que por su
palabrería van a ser escuchados. No sean como ellos, porque su Padre sabe lo
que necesitan antes de pedírselo. «Ustedes, pues, oren así: (Mt 6:7-9)
|
Sucedió que unos ocho días después de estas palabras, tomó consigo a
Pedro, Juan y Santiago, y subió al monte a orar. Y sucedió que,
mientras oraba, el aspecto de su rostro se mudó, y sus vestidos eran de una
blancura fulgurante, (9:28-29)
|
Seis días después, toma Jesús consigo a Pedro, Santiago
y Juan, y los lleva, a ellos solos, aparte, a un monte alto. Y se transfiguró delante de
ellos, (9:2)
|
Y sucedió que, estando él orando en
cierto lugar, cuando terminó, le dijo uno de sus discípulos: «Señor,
enséñanos a orar, como enseñó Juan a sus discípulos». (11:1)
|
Y adelantándose un poco, caía en tierra y suplicaba que a ser posible
pasara de él aquella hora. Y decía: «¡Abbá, Padre!; todo es posible para ti;
aparta de mí esta copa; pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quieras
tú». (14:35-36)
|
Y se apartó de ellos como un tiro de piedra, y puesto de rodillas oraba
diciendo: «Padre, si quieres, aparta de mí esta copa; pero no se haga mi
voluntad, sino la tuya». (22:41-42)
|
Es evidente que Lucas quiere invitar a sus lectores a seguir el
ejemplo de Jesús en su oración. Todo su ministerio (y hoy, desde su comienzo en
el Bautismo) está marcado por la oración.
Foto tomada de sentirsefeliz.wordpress.com
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