Dios no permanece indiferente a la situación de los pobres
Domingo
6º durante el año – ciclo “C”
Eduardo
de la Serna
Lectura
del profeta Jeremías 17,5-8
Resumen:
con el clásico esquema de “dos caminos” señalados como maldición y bendición y
recurriendo a imágenes vegetales, el profeta remarca la relación entre el ser
humano y Dios en relación a dónde se pone la confianza.
Con un esquema propio de la
literatura sapiencial, el profeta señala quienes son malditos y quienes
benditos. El contraste es evidente: maldito o bendito será cada quién según se “fíe”
(batah) en el hombre (’adam, v.5) o en Dios (v.7). El paralelo de la primera opción es “apoyarse en la
carne” con lo cual “el corazón” (= las decisiones) se aparta de Yahvé. El
paralelo de la segunda opción es que Yahvé “no defraudará” la confianza (mabetah). Ambos –
como es también habitual en la literatura sapiencial – son contrastados con
árboles o vegetales (ver Salmo 1,3.4), por un lado, se remarca la sequía:
estepa (Arabá), desierto, salar, por
el otro, orillas, agua permanente. Ante el calor seguirá frondoso, en tiempos
de sequía dará fruto, por eso “no temerá” (con lo que pasa de la metáfora
vegetal a referir a la persona significante).
El texto, en realidad, se
ubica en una unidad mayor en la que señala la infidelidad de Judá (17,1) a Dios
y por eso Dios asegura que dará a cada quién “según el fruto de sus obras” (17,10).
El paralelismo sapiencial antitético viene a ilustrar dos caminos en el vivir o
no conforme a la voluntad de Dios y su respuesta.
Lectura
de la 1º carta de san Pablo a los Corintios 15,12.16-20
Resumen:
la resurrección de Cristo no es un hecho “para él” sino el primero de una
sucesión. Negar la resurrección “de los muertos” es negar también la de Cristo
con lo que nada habría cambiado en nuestra historia.
Pablo se entera oralmente que
algunos en Corinto niegan “la resurrección de los muertos”. Así lo afirma en el
v.12 puesto aquí para explicar el sentido del planteo de Pablo que presenta en
vv.16-20.
Todo indica que los criticados
por el Apóstol no están negando la resurrección de Cristo sino la de los “cristianos”,
pero Pablo presenta todo en un mismo nivel de debate y discusión. Es posible
que algunos de la élite corintia, más influenciados por pensamientos o ideas
filosóficas, como las que afirman que “el cuerpo es cárcel del alma” negaran
sentido a la resurrección (en la muerte el alma se libera, no tiene sentido
volver a encarcelarse en la resurrección, sería la idea de los críticos). No es
ese el esquema que Pablo hace suyo. Más cercano a la literatura apocalíptica
(ver Daniel 12,2) él afirma que “al final”, en “aquel día” los muertos resucitarán.
Y ese día ya llegó con la resurrección de Cristo, Él es el primero de una serie
que vendrá (“primicias”, v.20). Este esquema paulino (que ya encontramos en 1
Tesalonicenses 4,14 y repetirá en Romanos 5,12-21) podemos expresarlo de esta
manera: con Adán, y su desobediencia que condujo a la muerte, empezó una cadena
de sucesiones: todos mueren en Adán (1 Cor 15,22); pero con la resurrección de
Cristo, resucitado por Dios en virtud de su obediencia todos “resucitarán” (en
futuro ya que “por ahora” sólo el primero de la cadena de sucesiones, Cristo,
ha resucitado). Por eso “primicias”. Como repetirá en Rom 4,25 Cristo “resucitó
para nuestra justificación” con lo que, de no haber resurrección “están todavía
en sus pecados” (1 Cor 15,17). Negar la resurrección de los muertos es negar la
de Cristo, y negar la de Cristo es negar la eficacia de la obra justificadora
de Dios en Cristo.
+ Evangelio
de Jesucristo según san Lucas 6,17.20-26
Resumen:
Jesús felicita la situación de unos y se lamenta por la situación de otros
puesto que estas son transitorias y cambiarán invirtiéndose las realidades
presentes. Así los que ahora lloran, reirán, mientras que los que ríen,
llorarán. Y Dios no es ajeno a todo esto.
El relato, que con notables
diferencias, encontramos también en Mateo, por lo que hemos de atribuirlo al
documento Q, presenta lo que se ha llamado justamente “las bienaventuranzas”, aunque,
las diferencias entre los dos evangelios sean importantes, y sólo en Lucas a
cada bienaventuranza corresponde su antítesis expresada en un “Ay”.
El texto litúrgico añade el v.17 para ubicar el hecho (que, a diferencia de Mateo, no ocurre en una Montaña, sino en un “lugar llano”).
Aquí encontraremos 4
bienaventuranzas y 4 ayes que se corresponden.
Destaquemos algunos elementos
importantes antes de entrar en tema:
Los destinatarios de los
textos son personas concretas (“ustedes”), Lucas se dirige a su auditorio preciso
(en Mateo, en cambio, se dirige a “aquellos que…” con lo que cualquiera puede
ser destinatario, transformando el tema en un “modo de vida que ha de elegirse”).
En segundo lugar, señalemos que la característica, en todos los casos, es que
la situación actual que viven los destinatarios se invertirá, con lo que lo
positivo o negativo no viene dado por lo que ahora se vive sino por lo que
luego ocurrirá. Se es feliz, por ejemplo, no por tener hambre sino porque
finalmente se será saciado; no se dice “ay” al que ahora ríe, sino porque luego
llorará.
Podemos esquematizarlo de esta
manera
Bienaventurados
|
Ay de los que
|
||
situación
|
inversión
|
situación
|
inversión
|
pobres
|
reino
|
ricos
|
ya
tuvieron consuelo
|
hambre
|
saciados
|
hartos
|
tendrán
hambre
|
lloran
|
reirán
|
ríen
|
llanto
|
odien
|
recompensa
|
alaben
|
así
ocurrió con los falsos profetas
|
La más extensa de las cuatro,
en los dos casos, es la última, y la medida de la relación está dada por el
trato a los profetas. Siendo que el Evangelio de Lucas remarca insistentemente
a Jesús como profeta, y a los discípulos de Jesús con misión profética, sin
duda el trato que recibe de los demás la comunidad cristiana y su semejanza
con el trato a Jesús (el profeta perseguido: odiado [ver Lc 21,17], injuriado,
proscripto y expulsado) es la medida de la fidelidad.
Un aspecto a tener en cuenta
es que Mateo (por motivos propios y que se comentará oportunamente) aclara que
los pobres en ese caso concreto y preciso son “de espíritu”. En este caso, claramente, Lucas se refiere a pobreza
concreta, a carencia, ¡y su contrario es “ricos” que ya tuvieron su consuelo!
De hecho, Lucas elige destacar
como propio de lo que Dios quiere, el cambio de situación que viven y vivirán
los pobres.
En canto de la Madre de Jesús señala
que Dios
derriba del trono a los poderosos y eleva a los humildes, colma de bienes a los hambrientos y despide vacíos a los ricos. (1:52-53)
En la parábola del pobre Lázaro y el rico remarca el cambio absoluto
de situación entre uno y otro una vez muertos (puede pensarse que la parábola
ilustra la primera bienaventuranza y el primer ay: “recibiste bienes, Lázaro
males, por eso ahora es consolado y tú atormentado” (16,25).
Sin duda es razonable la pregunta acerca de cuándo es que eso ocurrirá
para que el anuncio no termine siendo una burla o una ofensa a la situación de
los pobres. Lucas señala que eso ocurre (= debe ocurrir) en las comunidades
cristianas en las que todos comparten sus bienes y no hay entre ellos ningún
necesitado (Hch 2,42.44-45; 4,32.34-35).
Señalemos, finalmente, que “¡bienaventurado!”
es una expresión típica de la literatura sapiencial que felicita a los que viven de una
manera: “¡qué bueno que…!” mientras que el “¡ay!” manifiesta una situación de desgracia (Is 3,9.11; Jer 15,10;
Lam 5,16). Como se ve, en todo se destaca un cambio, para mal, el en caso de los
ricos, para bien, en caso de los que sufren. Dios mira con agrado la suerte
cambiante del pobre, del que llora, del hambriento y del maltratado porque sabe
que esto mudará, y Dios no será ajeno al cambio en favor de la vida; Dios
celebra que cambie para bien la suerte del pobre y del que sufre. Y una Iglesia
profética, que debe hacer suyas las palabras y vida de Jesús, padecerá lo mismo
que el Señor. Pero Dios tiene la última palabra.
Dibujo tomado de http://blogs.periodistadigital.com/hilari-raguer.php/2017/01/27/las-bienaventuranzas-ilucas-versus-mateo
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