martes, 12 de febrero de 2019

Comentario domingo 6C


Dios no permanece indiferente a la situación de los pobres

Domingo 6º durante el año – ciclo “C”

Eduardo de la Serna



Lectura del profeta Jeremías    17,5-8

Resumen: con el clásico esquema de “dos caminos” señalados como maldición y bendición y recurriendo a imágenes vegetales, el profeta remarca la relación entre el ser humano y Dios en relación a dónde se pone la confianza.

Con un esquema propio de la literatura sapiencial, el profeta señala quienes son malditos y quienes benditos. El contraste es evidente: maldito o bendito será cada quién según se “fíe” (batah) en el hombre (’adam, v.5) o en Dios (v.7). El paralelo de la primera opción es “apoyarse en la carne” con lo cual “el corazón” (= las decisiones) se aparta de Yahvé. El paralelo de la segunda opción es que Yahvé “no defraudará” la confianza (mabetah). Ambos – como es también habitual en la literatura sapiencial – son contrastados con árboles o vegetales (ver Salmo 1,3.4), por un lado, se remarca la sequía: estepa (Arabá), desierto, salar, por el otro, orillas, agua permanente. Ante el calor seguirá frondoso, en tiempos de sequía dará fruto, por eso “no temerá” (con lo que pasa de la metáfora vegetal a referir a la persona significante).

El texto, en realidad, se ubica en una unidad mayor en la que señala la infidelidad de Judá (17,1) a Dios y por eso Dios asegura que dará a cada quién “según el fruto de sus obras” (17,10). El paralelismo sapiencial antitético viene a ilustrar dos caminos en el vivir o no conforme a la voluntad de Dios y su respuesta.



Lectura de la 1º carta de san Pablo a los Corintios            15,12.16-20

Resumen: la resurrección de Cristo no es un hecho “para él” sino el primero de una sucesión. Negar la resurrección “de los muertos” es negar también la de Cristo con lo que nada habría cambiado en nuestra historia.

Pablo se entera oralmente que algunos en Corinto niegan “la resurrección de los muertos”. Así lo afirma en el v.12 puesto aquí para explicar el sentido del planteo de Pablo que presenta en vv.16-20.

Todo indica que los criticados por el Apóstol no están negando la resurrección de Cristo sino la de los “cristianos”, pero Pablo presenta todo en un mismo nivel de debate y discusión. Es posible que algunos de la élite corintia, más influenciados por pensamientos o ideas filosóficas, como las que afirman que “el cuerpo es cárcel del alma” negaran sentido a la resurrección (en la muerte el alma se libera, no tiene sentido volver a encarcelarse en la resurrección, sería la idea de los críticos). No es ese el esquema que Pablo hace suyo. Más cercano a la literatura apocalíptica (ver Daniel 12,2) él afirma que “al final”, en “aquel día” los muertos resucitarán. Y ese día ya llegó con la resurrección de Cristo, Él es el primero de una serie que vendrá (“primicias”, v.20). Este esquema paulino (que ya encontramos en 1 Tesalonicenses 4,14 y repetirá en Romanos 5,12-21) podemos expresarlo de esta manera: con Adán, y su desobediencia que condujo a la muerte, empezó una cadena de sucesiones: todos mueren en Adán (1 Cor 15,22); pero con la resurrección de Cristo, resucitado por Dios en virtud de su obediencia todos “resucitarán” (en futuro ya que “por ahora” sólo el primero de la cadena de sucesiones, Cristo, ha resucitado). Por eso “primicias”. Como repetirá en Rom 4,25 Cristo “resucitó para nuestra justificación” con lo que, de no haber resurrección “están todavía en sus pecados” (1 Cor 15,17). Negar la resurrección de los muertos es negar la de Cristo, y negar la de Cristo es negar la eficacia de la obra justificadora de Dios en Cristo.


+ Evangelio de Jesucristo según san Lucas           6,17.20-26

Resumen: Jesús felicita la situación de unos y se lamenta por la situación de otros puesto que estas son transitorias y cambiarán invirtiéndose las realidades presentes. Así los que ahora lloran, reirán, mientras que los que ríen, llorarán. Y Dios no es ajeno a todo esto.

El relato, que con notables diferencias, encontramos también en Mateo, por lo que hemos de atribuirlo al documento Q, presenta lo que se ha llamado justamente “las bienaventuranzas”, aunque, las diferencias entre los dos evangelios sean importantes, y sólo en Lucas a cada bienaventuranza corresponde su antítesis expresada en un “Ay”.

El texto litúrgico añade el v.17 para ubicar el hecho (que, a diferencia de Mateo, no ocurre en una Montaña, sino en un “lugar llano”).

Aquí encontraremos 4 bienaventuranzas y 4 ayes que se corresponden.

Destaquemos algunos elementos importantes antes de entrar en tema:

Los destinatarios de los textos son personas concretas (“ustedes”), Lucas se dirige a su auditorio preciso (en Mateo, en cambio, se dirige a “aquellos que…” con lo que cualquiera puede ser destinatario, transformando el tema en un “modo de vida que ha de elegirse”). En segundo lugar, señalemos que la característica, en todos los casos, es que la situación actual que viven los destinatarios se invertirá, con lo que lo positivo o negativo no viene dado por lo que ahora se vive sino por lo que luego ocurrirá. Se es feliz, por ejemplo, no por tener hambre sino porque finalmente se será saciado; no se dice “ay” al que ahora ríe, sino porque luego llorará.

Podemos esquematizarlo de esta manera

Bienaventurados
Ay de los que
situación
inversión
situación
inversión
pobres
reino
ricos
ya tuvieron consuelo
hambre
saciados
hartos
tendrán hambre
lloran
reirán
ríen
llanto
odien
recompensa
alaben
así ocurrió con los falsos profetas

La más extensa de las cuatro, en los dos casos, es la última, y la medida de la relación está dada por el trato a los profetas. Siendo que el Evangelio de Lucas remarca insistentemente a Jesús como profeta, y a los discípulos de Jesús con misión profética, sin duda el trato que recibe de los demás la comunidad cristiana y su semejanza con el trato a Jesús (el profeta perseguido: odiado [ver Lc 21,17], injuriado, proscripto y expulsado) es la medida de la fidelidad.

Un aspecto a tener en cuenta es que Mateo (por motivos propios y que se comentará oportunamente) aclara que los pobres en ese caso concreto y preciso son “de espíritu”. En este caso, claramente, Lucas se refiere a pobreza concreta, a carencia, ¡y su contrario es “ricos” que ya tuvieron su consuelo!  

De hecho, Lucas elige destacar como propio de lo que Dios quiere, el cambio de situación que viven y vivirán los pobres.

En canto de la Madre de Jesús señala que Dios
derriba del trono a los poderosos y eleva a los humildes, colma de bienes a los hambrientos y despide vacíos a los ricos. (1:52-53)

En la parábola del pobre Lázaro y el rico remarca el cambio absoluto de situación entre uno y otro una vez muertos (puede pensarse que la parábola ilustra la primera bienaventuranza y el primer ay: “recibiste bienes, Lázaro males, por eso ahora es consolado y tú atormentado” (16,25).

Sin duda es razonable la pregunta acerca de cuándo es que eso ocurrirá para que el anuncio no termine siendo una burla o una ofensa a la situación de los pobres. Lucas señala que eso ocurre (= debe ocurrir) en las comunidades cristianas en las que todos comparten sus bienes y no hay entre ellos ningún necesitado (Hch 2,42.44-45; 4,32.34-35).

Señalemos, finalmente, que “¡bienaventurado!” es una expresión típica de la literatura sapiencial que felicita a los que viven de una manera: “¡qué bueno que…!” mientras que el “¡ay!” manifiesta una situación de desgracia (Is 3,9.11; Jer 15,10; Lam 5,16). Como se ve, en todo se destaca un cambio, para mal, el en caso de los ricos, para bien, en caso de los que sufren. Dios mira con agrado la suerte cambiante del pobre, del que llora, del hambriento y del maltratado porque sabe que esto mudará, y Dios no será ajeno al cambio en favor de la vida; Dios celebra que cambie para bien la suerte del pobre y del que sufre. Y una Iglesia profética, que debe hacer suyas las palabras y vida de Jesús, padecerá lo mismo que el Señor. Pero Dios tiene la última palabra.


Dibujo tomado de http://blogs.periodistadigital.com/hilari-raguer.php/2017/01/27/las-bienaventuranzas-ilucas-versus-mateo

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