Una reflexión del presente argentino
Eduardo de la Serna
Sin duda alguna la historia es dinámica. No es que hay datos
adquiridos y que estos son inmodificables y nunca más volverán. La esclavitud
es un buen ejemplo de esto. En teoría no hay ya esclavitud en ninguna parte, y
todos sabemos que la hay por todas partes. Se me dirá que exagero, cosa extraña
si miramos los muertos encerrados en talleres clandestinos de ex primeras damas,
miramos las víctimas de la trata, los trabajadores ilegales en los campos de la
sociedad rural, y decenas de ámbitos más. Y eso, en lo visible en nuestra
realidad, por no añadir los niños soldados, los secuestrados por el crimen
organizado y otras “delicias” de nuestra realidad negada. Es decir, hay cosas
que eran “datos” ayer y son “dudosas” realidades hoy y quizás sean nulas
mañana.
Y quiero entrar en tema directamente: ayer era impensable que
alguien dijera públicamente que defendía la dictadura cívico-eclesiástico-militar.
Aunque fuera escondido detrás de la ‘teoría de los dos demonios’, no osaba negar
que estos hubieran sido al menos un demonio. Sin embargo, “pasaron cosas” y de
golpe se ven por aquí y por allá defensas del “general” (sic) Videla,
aceptación del golpe genocida y críticas evidentes a las hasta ayer intocables
abuelas de Plaza de Mayo, por ejemplo. No es casualidad (será márquetin o estudio
de mercado, seguramente, para conquistar o retener a sus posibles votantes,
porque nada es inocente ni gratuito en estos) pero no es casualidad, insisto, que aparezcan
bolsas mortuorias con el nombre de Estela de Carlotto, que la ex ‘Cali’
Bullrich hable reiteradamente en contra de Estela y hasta Macri en su nuevo
raid mediático hable en contra de una de las mujeres más positivas y
constructivas que tiene hoy nuestra Patria.
¿Qué pasa para que temas que ayer eran “A” hoy se hayan vuelto “Z”
en algunos ambientes, y que lo que era inmencionable ayer sea hoy vociferable?
Se podrá decir que “pasó Macri” y sin duda es cierto. Muchas y muchos se sintieron
habilitados para vomitar su bilis, para derramas su excremento… especialmente
cuando escuchan que sus dirigentes lo hacen y dicen libremente, impunemente,
irresponsablemente. También se podrá decir que pasó Trump, que pasó Bolsonaro, VOX o la Lega Nord,
que pasa complicidad del poder judicial, que pasan medios de comunicación en
los que los ayer disimulada y vergonzosamente “procesistas” hoy se sienten
parte de esa parte de la historia (la peor, por cierto, ¿no es cierto Ceferino,
o Joaco, o…?).
Pero también pasa que, mal que les pese a esos, las Madres y
Abuelas ¡¡¡allí están!!! (aquí están); que una “juventud maravillosa” se ha
resistido a la amnesia, a la mentira y la injusticia, y que muchos,
verdaderamente muchos, podemos estar en desacuerdo con “A” o con “J” en “R” o
en “X”, pero no aceptamos que nos toquen ni manchen, ni bajen ni disimulen las
banderas de Memoria, Verdad y Justicia. Porque aquello ocurre, pero esto
también pasa. Y si aquello da rabia, esto llena de esperanza. ¿Qué pasa en
nuestro país? Pasa lo de siempre, pasa lo de todas las partes y tiempos… Pasa
que la vida y la muerte están en conflicto, y mientras unos levantan banderas,
ya no con dos fémures cruzados con una calavera, sino en color amarillo, otros,
otras y otres levantamos whipalas, banderas del orgullo, celestes y blancas, o
las que quieran, pero banderas en las que la diferencia y la disidencia nos
constituyen como parte de un pueblo de hermanes y amigues. Como patria, que le
dicen. Esa que los otros desconocen, mancillan y reemplazan por horneros,
guanacos, ballenas o “yaguareté mimoso” como dijo una que de esto sabe. Eso
pasa. Y aquí estamos, vivos, mal que les pese; vivos y resistiendo.
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