Usurpación de títulos y honores
Eduardo de la Serna
Hay una serie
de oficios que, para poder ejercerlos se debe tener un título. Para actuar como
médico, psicólogo, abogado o ingeniero, por ejemplo, se ha de estar inscripto
en un “colegio”, y actuar sin tenerlo constituye un delito. Todos recordamos un
falso ingeniero que convocaba a marchas o una falsa médica que recomendaba
medicamentos desde la televisión, por ejemplo. Después, quienes lo tengan, evidentemente,
según sus estudios, capacidades, dedicación, tradiciones familiares, y hasta
azar o trampas, en ocasiones, en el ejercicio de la profesión tendrán más o
menos suceso.
Pero hay otros
oficios, que no requieren ese tal título, y estamos rodeados de actores –
actrices, poetas – poetisas, periodistas, que se autoperciben tales.
¿Qué sería ser
actriz? ¿Simplemente actuar? Es cierto que, si miramos las grandes actrices de
ayer y hoy, de Greta Garbo a Liv Ullman llegando a Meryl Streep, por solo mencionar
unas muy pocas, y ellas constituyeran el criterio para cualificar a alguien de “actriz”,
pues las habría muy pocas. ¡Poquísimas, si es que las hay! Quizás podamos decir
que es en ellas (o en otras pocas por el estilo) en las que es de esperar que
cualquiera que pretenda ser actriz debería referenciarse y, quizás, seguirla de
ejemplo.
Lo mismo vale,
creo, para decir poeta. Un garabato adolescente, a veces es calificado de
poesía; y tengo clarísimo que los y las más grandes poetas fueron adolescentes
y también garabatearon, pero es difícil calificar de poesías esos tales (aunque
recuerdo que se pagó muy caro el trapo en el que Pablo Picasso limpiaba sus
pinceles). Y, de nuevo, no es que si no se trata de Cervantes, Shakespeare,
Juan de la Cruz o Juana Inés de la Cruz no hay poesía. Pero de allí a llamar poesía
/ poeta a cualquier cosa, creo que hay un abismo.
Y no todos
deben ser Rodolfo Walsh, por cierto, pero “periodista” creo que le queda
demasiado grande a muchos (que me perdonen unos cuantos, pero creo que son un
número muy importante), y que esos / esas se autoproclamen tales, me resulta
cuanto menos ofensivo. Cuando es evidente que muchas y muchos no hacen sino
operaciones de prensa, me parece que llamarlos o que se llamen periodistas es
algo que debería invitarnos a una urgente deconstrucción. Cuando pienso que mi
amiga Liliana dice “no soy periodista… trabajo de periodista” (y su ausencia en
los medios, y el contraste con otras lamentables presencias, es un indicio
evidente de que el periodismo está en vías de extinción), entiendo que, o bien somos
muy generosos, o debería haber un criterio básico (que no pretendo que provenga
de APTRA y, mucho menos, de ADEPA) que nos permita evaluar que tal o cual
persona realmente merece el honroso título de actor/actriz, poeta/poetisa o
periodista… Afortunadamente, en el caso de los últimos, pareciera que se van
congregando en un par de radios y un par de canales con lo que, vislumbrarlos,
se vuelve fácil para el que quiera ver.
Foto tomada de https://www.aptra.org.ar/
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