jueves, 25 de mayo de 2023

Debería haber ido a la plaza, hoy

Debería haber ido a la plaza, hoy

Eduardo de la Serna




Me dicen que alguien no fue hoy a la Plaza porque no estuvo invitado… no estaba en el “top 300” de los convocados en el escenario; claro que yo tampoco lo fui. Pueden mirar cualquier toma del palco y ¡no me verán! Quizás el tema sea cómo mirar… Si me miro yo o si miro la motivación de la convocatoria y así me sienta o no convocado; o, me sienta o no pueblo, me sienta o no feliz por aquello que se conmemoraba. El tema es si lo importante soy yo, o si es el pueblo.

También dicen que Cristina, finalmente, no marcó rumbos, caminos, o – peor aún – no decidió cantar “una más” ¡para que no la jodamos más! ¿Para qué ir si algo que quiero y espero, aunque no imagino, por eso de tener comprensión de textos, no se va a conseguir? Claro que, y eso lo sabe alguien que “es pueblo”, como ella misma dijo, lo sabe bien: el pueblo se mueve por símbolos… Cuando, hace años, cantábamos “aparición con vida” sabíamos que eso no era probable, pero simbólicamente seguía siendo canto. Como el hit del día, “¡Cristina, presidenta!”, quizás…

Ir a una marcha es ver rostros… saludar gente (incluso muchos para mí desconocidos que me reconocen vaya uno a saber bien cómo o qué imagen de mí se han formado). Dicen que, en 1810, también llovió; y el día del “show de Bonadío”, también. En ocasiones una lluvia no detiene una convocatoria, si hasta hubo una marcha mediocre llena de paraguas, hace unos años… En todo caso, uno se cambia la ropa mojada ¡y listo! Y si París bien vale una misa, Cristina bien vale una mojadura.

Habitualmente suelo ir a este tipo de marchas. No tanto a escuchar un discurso (hay marchas en las que lo que menos me interesa es el mensaje… ¡me importa el encuentro! Aunque hoy – o con Cristina – el discurso es constitutivo). Y en las marchas yo camino, voy y vengo a ver a la gente… caras y gestos, como se dice, jóvenes y viejos, ¡y niños!, mujeres y varones, grupos o gente suelta, y miro para escuchar, o aprender, o celebrar. Ver canto y risa, ver tensión y bronca, ver pueblo, en suma. Pueblo, ese que hace muchos, muchos años fue allí mismo para “saber de qué se trata”, y hoy reincidió para que alguien nos ayude a ver, precisamente algo de eso mismo.

Hoy, bajo la lluvia me saludó uno. Estaba en un puesto de venta de libros y me presentó al encargado. Este me saludó como si yo fuera importante y me regaló “La Razón de mi vida”, de Evita. Con mi nula diplomacia le dije que ya lo tenía y me dijo, “sí, pero no tiene este que yo le regalo”. Obvio que lo traje feliz, aunque un poco mojado.

Con un parate meteorológico habló Cristina, y – como pocas veces pasa, solo con muy pocos – no habló para ser escuchada; lo que hizo fue que dialogó con el pueblo. Pueblo que, como siempre, habla en sus cantos y en sus ritmos. Cristina hablaba, el pueblo hablaba…

Una pena que no haya ido hoy a la plaza quien debiera haber ido; si hubiera estado, y tuviera oídos, quizás hubiera escuchado. Un placer que hayan – hayamos – ido los miles y miles que fuimos. Y cantamos. Y caminamos. Y celebramos. Y nos miramos… Y volvimos con la sensación de que, en estos tiempos, sencillamente ¡de militancia se trata! ¡Tarea para el hogar!

 

Foto tomada de https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Cristina_Fern%C3%A1ndez_junto_a_N%C3%A9stor_Kirchner_en_la_Plaza_de_Mayo_-_Junio_de_2008.jpg

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