En nuestro presente, nuestra vida debe testimoniar lo que esperamos
DOMINGO PRIMERO DE ADVIENTO - "A"
Eduardo de la Serna
Lectura del libro de Isaías
2, 1-5
Resumen: Como es frecuente, el profeta espera que en un futuro indeterminado, Dios reinará sobre Israel y sobre toda la tierra, y puesto que todos caminarán a su luz, ya no habrá violencia, ni instrumentos de violencia, sino que todo será paz y los instrumentos de guerra serán transformados en herramientas para el trabajo del campesino.
Resumen: Como es frecuente, el profeta espera que en un futuro indeterminado, Dios reinará sobre Israel y sobre toda la tierra, y puesto que todos caminarán a su luz, ya no habrá violencia, ni instrumentos de violencia, sino que todo será paz y los instrumentos de guerra serán transformados en herramientas para el trabajo del campesino.
El título que precede la unidad (v.1) invita a pensar que el libro ha recopilado aquí a modo de colección una serie de palabras (“visiones” puestas por escrito) del profeta en lo concerniente a Judá y Jerusalén. Es posible que de ese modo se hubieran dado unidad en un momento a los diferentes oráculos, aunque luego hayan sufrido añadidos y recortes con el tiempo.
La idea de “días futuros” no necesariamente
aluda a lo que conocemos como “fin de los tiempos”
y quizás haya que leerlo simplemente como “en el futuro”, aunque también es
posible que aluda (en especial al finalizar la recopilación de textos de Isaías
y sus discípulos) a un futuro lejano e indeterminado. La idea que guía el
pensamiento y el discurso es el concepto de Yahvé rey de Israel, en el anuncio
de un reinado universal de paz que nace de la justica. Pero este reinado será
universal, no sólo abarcará la tierra de Israel. Yahvé “juzgará” (= gobernará,
salvará) a todos los pueblos, no sólo a “Jacob”. Puesto que todos estarán
instruidos por Dios, la paz (shalom, término
que no se encuentra en la unidad) será una consecuencia obvia y permanente por
lo cual ya no serán necesarios los instrumentos de guerra.
El texto de
vv.2-4 se encuentra idéntico en Mic 4,1-4a. No es fácil saber cuál es el
original, o si se remiten ambos a un elemento común. Especialmente porque ambos
profetas son relativamente contemporáneos y predican en una misma región, Judá
(es posible que Miqueas lo haya tomado de Isaías, o de una tradición oral que
se remita a éste). La paz esperada es tan definitiva que los viejos medios para
hacer la guerra se transformarán en instrumentos de trabajo campesino y ya no
harán falta entrenamientos militares (“aprender para la guerra”).
La
referencia a la peregrinación a Jerusalén es un tema habitual en el que se
insiste frecuentemente en el tema de la paz: Sal 46; 48; 76; 87. “Subir” (v.3) es
verbo que se utiliza habitualmente para dirigirse a Jerusalén (cf. 7,6; 11,16;
36,1.10; 37,14… cf. Lc 10,30.31). La “Ley” no ha de
pensarse en el sentido de la Torá escrita sino de la instrucción que Dios
dirige a su pueblo.
La paz es
el tema central, y es más que ausencia de guerras. La lucha por la conquista no
tiene sentido ya que es Dios mismo el que conduce a su pueblo. El rey ideal es “príncipe de paz”
(9,5-6; 11,6-9). El trabajo pacífico del campesino (Mic 4,4) es una obvia
manifestación de la paz reinante. Se invita a toda la “casa de Jacob” a
caminar “a la luz
de Yahvé”. Pero esto, no ocurrirá todavía.
Lectura de la carta de san Pablo a los cristianos de Roma 13, 11-14a
Resumen: Pablo invita a los romanos a llevar ya desde ahora una vida diferente a la que lleva la sociedad de su entorno. Deben mostrarse distintos porque están ya en un tiempo nuevo, por el espíritu que los introduce en la vida nueva.
Los capítulos finales de la carta a los Romanos son motivo de debate entre los estudiosos. Es que Pablo escribe a una comunidad a la cual no conoce, ni que tampoco lo conoce a él (y en la que hay quienes hablan mal del apóstol diciendo cosas falsas, ver 3,8). A partir del cap. 12 empiezan una serie de exhortaciones, es decir, invitaciones a vivir de determinada manera, dejando aquello que la perjudica o aceptando lo que la beneficia. Esto lo encontramos hasta el cap. 15 donde Pablo empieza a despedirse (los saludos finales se encuentran en el cap. 16 que también es motivo de discusiones). El debate tiene su origen en la pregunta: ¿cuánto sabe Pablo de los romanos, como para dar consejos prácticos y exhortaciones precisas? Algunos afirman que hay datos que Pablo tiene y es a ellos a los que enfrenta; otros –en cambio- piensan que puesto que no sabe mucho de la comunidad, las exhortaciones son genéricas y, en muchos momentos, tomadas de lo dicho en otras cartas. En ese contexto, entre los muchos elementos, encontramos el texto litúrgico de hoy.
En la
unidad literaria anterior (13,8-10) había hablado solemnemente del amor como
plenitud de la ley (ver Ga 5,14; 1 Cor 13,4-7), en la perícopa siguiente habla
de la “fe”
(14,1-15,13).
En esta
unidad (13,11-14) el tema principal tiene que ver con cómo deben vivir “hoy” los
destinatarios. Toda la perícopa está cargada de temas que se relacionan con el
campo semántico del “tiempo” (momento, hora, levantarse del sueño, noche y día,
tinieblas y luz, pleno día). Pero evidentemente el acento está puesto en el
cómo se debe vivir “ahora”:
levantarse, revestirse, caminar (= vivir) respetablemente. Es notable la
cantidad de metáforas usadas en la unidad: noche-día, armas, camino,
revestirse… Es casi imposible hablar de las cosas más profundas sin recurrir a
las metáforas.
El texto
fue leído con frecuencia en un sentido “escatológico”, pero esto no es
necesariamente evidente. Sin dudas no se ve la nota de la urgencia, y la imagen
de despertar, que se aproxima la hora es coherente con la metáfora del tiempo
presente en la unidad. Pero el acento, como decimos, está en la vida que se
debe llevar hoy precisamente porque es tiempo de despertar. El verbo caminar (peripatéô) es
propio del modo de vida que deben llevar los discípulos (6,4; 8,4; 14,15; cf. 1
Cor 3,3; Ga 5,16…), y lo mismo ocurre con el verbo “revestir” (endúô, vv.12.14;
cf. 1 Cor 15,53.54; Gal 3,27; 1 Tes 5,8). La nota escatológica está dada por la
vida que “ya” deben llevar los
cristianos por haber recibido el espíritu, el don escatológico por excelencia,
y que han obtenido en el bautismo. Es decir, Pablo los invita a ser desde ahora
lo que un día llegarán a ser (la nota de futuro no tiene temas habituales en la
escatología como el “día”, la “venida”, el juicio, la futura resurrección, pero
sin dudas alude a un futuro indeterminado que va más allá del presente
histórico concreto de la comunidad: “no
se configuren con este tiempo”, 12,2). Las imágenes de día y noche, luz y
tinieblas, aunque son frecuentes en la literatura apocalíptica no conservan
aquí esa connotación sino simplemente la metáfora. Esto está puesto en claro
contraste con el modo de vida habitual en la sociedad romana de entonces, algo
conocido por todos, un comportamiento caracterizado por las comilonas,
borracheras, lujuria y desenfreno, rivalidad y envidia. Los cristianos deben
mostrar a la sociedad (“camino con decoro”,
v.13; cf. 1 Tes 2,12; 4,1.12) una vida contrapuesta a la celebrada en el
Imperio, pero deben hacerlo desde ahora. Ya es el tiempo.
Pablo
invita a los romanos a comprender el tiempo (kairós). Como se sabe
hay diferentes términos griegos para decir “tiempo”. Pablo utiliza con
frecuencia el aiôn,
que remite al tiempo que no cesa, y puede traducirse como “era”, hasta incluso
entenderse como “eternidad”. El tiempo “kronos” es el que
es entendido de un modo objetivo, y por tanto medible, por eso puede haber un
futuro y un pasado. Kairós es el
tiempo en sentido subjetivo, es el momento favorable, estipulado, oportuno. En
LXX designa también el tiempo fijado por Dios (Is 49,8; Sal 74,3). Este tiempo
fuerte (cf. Mc 1,15; Jn 7,6; Hch 1,7; Mt 26,18; Ap 1,3) es una ocasión que es
necesario saber acoger. No necesariamente debe entenderse en sentido
escatológico sino en coherencia con el tiempo al que el “día” alude en 11bc-12a). Es el tiempo decisivo de cada persona en
la medida de su aceptación de Cristo (1 Cor 7,29; 2 Cor 6,2). La hora (hôra) de
levantarse del lecho alude al simple paso del tiempo en el sentido de que “es tarde” (cf. Mt 14,15; Mc 6,35) con lo
que prepara lo que viene a continuación. Es necesario levantarse para afrontar
la novedad presentada como opuesta a “sueño”.
Es el tiempo del “ya” y el “todavía no”. La salvación está próxima, “todavía”
no está a nuestra disposición (sin que sea evidente en Romanos qué tan
inminente es para Pablo este tiempo. La idea de la “proximidad”; vv.11 y 12, eggys/uzô).
A
continuación se destaca la metáfora de “despojarse”
y “revestirse” en un sentido de una
transformación interior. En un primer momento (v.12) es “vestirse” de las armas de la luz, y en v.14 es “del Señor Jesús, Cristo” (a diferencia
de 1 Tes 5,8; 2 Cor 6,7 [cf. Ef 6,13-17] Pablo aquí no describe el armamento,
quizás porque a continuación lo identificará directamente con Cristo). La
metáfora luz-tinieblas, por su parte
(Rm 2,19; 13,12; 1 Cor 4,5-6; 2 Cor 4,6; 6,14; 1 Tes 5,5) en Pablo es tomada
del estilo literario de la apocalíptica; se mueve en el terreno de la
exhortación, en el plano ético.
En v.13
presenta un pequeño catálogo de vicios. Es sabido que estos son habituales en
el mundo greco-romano y en el judaísmo de la diáspora, como un modo de señalar
aquello del medio ambiente que culturalmente resulta detestable y que –por lo
tanto- se debe omitir. En ocasiones está acompañado de catálogos de virtudes,
pero aquí no los encontramos. Se trata de tres pares de vicios, el primero
(comilonas y borracheras) contrasta con el dominio de sí, el segundo –centrado
particularmente en lo sexual, como suele suceder en muchos catálogos de vicios-
(sensualidad y desenfreno) y el tercero alude a las relaciones entre los
miembros de la comunidad, lo opuesto a la edificación de la comunidad. A esto
Pablo va a oponer lo contrario, pero no lo hace señalando expresamente virtudes
contrapuestas sino la actitud fundamental: revestirse
del Señor… La imagen del revestimiento tiene que ver con la vida cotidiana,
pero en un sentido místico, de fusión. La referencia es bautismal (Gal 3,27),
pero este bautismo implica un modo de vida (es interesante notar un semejante
contraste entre un catálogo de vicios y la referencia al “ahora” comenzado en
el bautismo, en 1 Cor 6,9-11), en cierto modo podemos decir que el bautismo da
origen al misticismo paulino, y esto tiene implicancias en la vida cotidiana,
es al Señor al que se debe servir, no al emperador ni a otro soberano,
solamente al crucificado-resucitado.
+ Evangelio según san Mateo 24, 37-44
Resumen: Con una serie de imágenes con elementos comunes a las expectativas escatológicas Mateo invita a “velar” y “estar atentos” esperando de un momento a otro la venida del hijo del hombre.
Como se
sabe, Mateo está compuesto en un cuerpo de cinco grandes discursos, precedido
de cinco secciones narrativas. El quinto bloque –el escatológico- presenta un
largo discurso que se encuentra en los caps. 24 y 25 (aunque en cap. 23 también
es discursivo). En el v.37 (con el que comienza el texto litúrgico de hoy)
Mateo abandona a su fuente, Marcos, y sigue al documento Q, aunque la
continuidad con éste se prolonga hasta el v.51.
La novedad
comienza con el tema de la vigilancia que acompañará el resto de una pequeña
serie de parábolas que preparan las grandes parábolas de Mt 25 (las diez
vírgenes y los talentos). De hecho, hay una serie de palabras claves que se
repiten con frecuencia en esta unidad: “conocer”
(24,36.39.42.43.50; 25,13) “día/s”
(24,36.37.38.42.50; 25,13), “hora”
(24,36.44.50; 25,13), “venir/da”
(24,39.42.43.44.46.48; 25,10.19.27), “hijo
del hombre” (24,37.39.44), “vigilar”
(24,42.43; 25,13).
En la
primera parte del capítulo había indicios de la próxima parusía: los que dirán
ser el Cristo, los signos de tribulación a los discípulos y a Jerusalén, serán
visible en cielos y tierra, como una higuera (24,3-36), a continuación
destacará que será inesperada (24,37-51). Es en esto que empieza a verse como
importante la “vigilancia” aunque no se precise en esta parte en qué consiste
esta.
Comienza
con un paralelo entre “los días de Noé”
y la venida del “diluvio”
y la “venida del
hijo del hombre”.
El paralelo
se ve claramente entre v.37 y vv.38-39:
37«Como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del hombre.
38 Porque
como en los días (…) Noé en el arca, 39 y no se dieron
cuenta (…), así será también la venida del Hijo del hombre.
Es evidente
que el v. 37 presenta el paralelo entre ambos períodos que será explicitado en
los versículos siguientes.
El acento
no está puesto en que en tiempo de Noé eran pecadores (eso ocurre en otros
escritos (ver Is 54,9), lo que el autor destaca es que “no conocían” (ouk egnôsan) lo
que les esperaba, y vivían desentendidos de ello: comían, bebían, se esposaban
o eran dadas en matrimonio (v.38). El paralelo pone en relación la sentencia de
tiempos de Noé con la venida del Hijo del hombre, juicio y parusía se
interrelacionan, de ese modo el día del hijo del hombre parece interpretarse
como una catástrofe. Pero esto será inesperado y provocará fractura (= juicio)
un varón en cada lado (v.40), una mujer en cada lado (v.41). El antagonismo
tomado – dejado es habitual en el judaísmo (y la voz pasiva remite a Dios como
el que tomará o dejará), cf. v.31.
Este
paralelo entre un acontecimiento ocurrido y uno por ocurrir es el que motiva el
llamado a la vigilancia (verbo que
aparece aquí por primera vez en Mateo, cf. 24,43; 25,13; 26,38.40.41; x6 en Mc,
x1 en Lc y x1 en Hch). La imagen del ladrón que entra sorpresivamente en la
casa es habitual en la expectativa apocalíptica (1 Tes 5,2.4; 2 Pe 3,10; Ap
3,3; 16,15), su paralelo en Lc 12,39 nos hace saber que es tomada del texto Q.
El ejemplo retoma la idea de “estar preparado”
en referencia a la venida “del hijo del hombre”
que es el tema que articula la unidad. Estar preparado es paralelo, entonces,
de vigilar. El verbo ya lo encontramos en 22,4.8 con la cena “preparada” en la
parábola (lo mismo en 25,10).
Foto tomada de circulosuboflp.wordpress.com