Video con comentario al Evangelio de la Transfiguración "A"
o también en
Eduardo
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Fe de erratas en "La verdad los hará libres"
Eduardo de la Serna
Me
acabo de enterar que, en la preparación del 3er y último tomo de La Verdad los
hará libres habrá un espacio para una fe de erratas de lo ya publicado.
Quiero
hacer una breve nota aclaratoria. Sabía hace años que en la facultad de teología
estaban preparando un trabajo sobre la violencia y la Iglesia. Y sabía de
algunos nombres que circulaban en el equipo de trabajo (y de nombres que
estarían omitidos). Cuando se informa de la aparición del primer tomo, al
momento pude ver el índice y la introducción. Ya había allí algunas cosas que
me hacían ruido. Un par de días después, un diario de circulación nacional
publicó el apartado dedicado a Carlos Mugica, el cual me dejó absolutamente insatisfecho.
De Mugica se haría referencia en algunos otros apartados, otros autores, pero
el especialmente dedicado a Mugica (pp. 125-128) me
molestó. Viendo en el índice algunos nombres, le pedí a alguien que tenía el
libro si me podía enviar los textos que hacían referencia a estos, cosa que
hizo. Así fue que yo escribí un primer texto crítico. Aclaré que no había leído
el libro, pero cuestioné lo que sí había leído, tanto en lo que se decía de
Carlos Mugica, como lo que se decía de Pancho Soares como de Juan Isla Casares,
mi primo. En todo el apartado de Mugica no se hace mención de la Triple A, pero
sí varias veces de los Montoneros, y nada de la mala relación de Mugica con el
arzobispo. De Pancho Soares no se hace referencia a la situación de injusticia que
lo llevó a un compromiso cada vez más intenso y que, probablemente, haya sido
el que le provocó la muerte. La comisión por la memoria Pancho Soares, a la que
no se consultó, tiene bastantes más elementos que un mero “dicen” acerca de los
responsables del crimen. De Juan, cuestioné, además, la inexactitud de varios
datos. Fue curioso que, a pesar de la molestia de alguno de los editores con
mis comentarios, reconocieran como cierto lo que dije tanto de Pancho como de
Juan. Precisamente a partir de lo escrito sobre Juan, sé, se hará una “fe de
erratas”. Es decir, yo fui criticado por cuestionar algo que no había leído,
aunque me referí solamente a lo que sí había leído. Y, curiosamente, los que sí
lo habían leído no notaron lo que yo noté.
Y
ya que se hará una fe de erratas, me permito proponer otras varias (ahora que
nadie podrá decir que no lo he leído). Y no me referiré a los numerosos errores
de ortografía, o citas no precisas o excesivas repeticiones, que sólo podrán
subsanarse en una eventual nueva edición. Pero, por ejemplo:
En
las páginas dedicadas a Jalics y Yorio (pp. 606-630) afirman que “Seguiremos las fuentes que hemos considerado más
directas, confiables y objetivas”. Probablemente sea más sensato poner “las
fuentes con las que hemos estado de acuerdo”. En lo personal tengo una opinión
muy diferente acerca de la seriedad de esas fuentes consultadas. Jalics por
años conservaba la prueba del delito de sus perseguidores (p. 696) que luego
quemó. Es evidente que para ambos (y para Luis Dourrón, el tercer sobreviviente)
hubo responsables concretos, a los que ellos identificaban concretamente); nada
de eso encontramos en el libro.
Si bien es cierto que un texto
citado debe respetarse al pie de la letra, cuando Carmelo Giaquinta afirma que “le
escribía un grupo de ochocientos sacerdotes latinoamericanos al Papa, ¡vaya uno
a saber con cuantas firmas falsas!” (p. 756), bastaba con ver el tomo 1 del
boletín Enlace del MSTM para ver allí el nombre completo de todos los firmantes
con la aclaración: “el registro de las firmas puede consultarse en Zelada 4771,
Capital Federal”, es decir, en la Parroquia San Francisco Solano, donde
funcionaba el boletín.
Las referencias a Marcos Cirio
(p. 577) parecen desconocer la vida que él y su grupo llevaban. No es sensato
hacer una lectura, por ejemplo, a su opción por la lucha armada y citar un
texto donde nunca se vislumbra eso (la palabra “armas” no aparece).
Rosa María Casariego es
presentada como catequista de la parroquia donde estaba Pancho Soares, (p. 459
nota 170) pero no lo era.
Creo otro error presentar como “prueba” de una
actitud crítica con la dictadura las oportunidades en las que un obispo, o el
nuncio, ayudaron a gente a salir del país. Fue bueno que lo hicieran,
ciertamente, pero es bueno recordar que hasta mons. Tortolo recomendó sacar a
alguien del país (p. 717) y lo mismo hizo mons. Medina (p. 851), ¡nada menos!
En la presentación de católicos pertenecientes a
organismos de DDHH, falta, al menos brevemente, porque fueron mencionados en
otras ocasiones, las referencias a Emilio Mignone y a Adolfo Pérez Esquivel.
Que Mario Leonfanti sdb no sea sino mencionado “al pasar” por Enrique Pochat
siendo uno de los gestores del MEDH (irónicamente es curioso que Leonfanti no
aparece en el índice de nombres, pero sí aparece John Lennon) es por lo menos
lamentable.
La referencia “Una
cosa es distinguir entre ser actores de violencia política o inspiradores de la
misma. Los consagrados fueron pocas veces actores. Fueron más fácilmente de lo
deseado inspiradores: no tanto de la violencia, sino de la radicalidad en la
entrega a Jesús y su Reino, a la justicia social, al estar del lado de los pobres,
a una religiosidad que fuera del pueblo y no
principalmente de las élites" (p. 578) resulta por lo
menos grave, si no peor. A menos que los autores entiendan que el radicalismo
evangélico al que nos invita Jesús fue inspirador de la violencia, en cuyo caso
habría que entender todo el libro en otra clave.
Otra
errata es, precisamente la fecha escogida como inicio de la violencia en
Argentina. Faltando un serio análisis de todo lo que la violencia es o
significa, no hay referencias a la injusticia social y la prescripción política
como causante importante de la violencia. Ciertamente la violencia política en
Argentina debe, por lo menos, remontarse a 1955, o 1953.
En
el tomo II se dedica un buen espacio al nuncio Pio Laghi. Su presencia o no en
un centro clandestino de detención en Tucumán fue tema de debate. A modo de
rescate de su persona se cita un texto que se atribuye a Emilio Mignone y que
él nunca pronunció, sino que fue un texto de un periodista. Bastaba con leer
Iglesia y dictadura (1986, p. 89; 2006, p.
85) para constatarlo. Una fe de erratas debería corregir una atribución, a la
persona más importante en la lucha por los DDHH de la Argentina, de algo que él
nunca dijo ni pensó.
Se
omite también la aclaración del Episcopado al recibir Pérez Esquivel el Premio
nobel de la Paz de que el “Servicio Paz y Justicia” no tenía relación con la
Comisión Justicia y Paz de la Iglesia [AICA 30
octubre 1980, p. 5 (boletín 1244/5)].
Valgan
estas, y podría aportar muchas más, insinuaciones de erratas oportunas. Al
cumplirse un año del comienzo de la dictadura genocida, en su importantísima “Carta
abierta de un escritor a la Junta Militar”, Rodolfo Walsh finaliza diciendo,
entre otras cosas que la escribe “sin esperanza de ser escuchado”.
Lamentablemente no es muy distinta mi sensación al hacer aportes críticos ante
una obra tan publicitada, pero aquello de hablar “a tiempo y a destiempo” me
resuena en el oído con mucha frecuencia. Y no quisiera escuchar el reproche – como Ezequiel – por no haber hablado
cuando debía hacerlo (3,17-21);
prefiero hablar en conciencia “escuchen o no escuchen” (2,5.7; 3,11).
Imagen
tomada de https://vectorportal.com/es/vector/con-el-arte-de-clip-de-goma-de-borrar-de-l%C3%A1piz/20300
Cuando se habla desde un
escritorio (o un altar)
Eduardo de la Serna
Dice el viejo dicho italiano
que “piano, piano, se va lontano”, es decir… paso a paso, se llega a la meta.
Y pareciera – muchas veces – que nos cuesta entender que, solo andando, y, por
tanto, estando en camino, podremos llegar a destino.
No logro comprender, y pienso
especialmente, en muchos a los que podría imaginar como amigos, su actitud de
rechazo a los pasos porque no se ha llegado aún a destino. Y se los ve
vehementemente siendo más críticos de los espacios que permiten avanzar un poco
que con los que son francamente enemigos de las causas populares. Que tal
gobierno tiene errores no debería discutirse si realmente los tiene, pero no
estaría de más mirar si la crítica a esos resulta más vehemente y destructiva
que la que manifestamos frente a los otros.
Debo confesar que muchas veces
me quedo absorto al escuchar – no me refiero a la oposición de la que no espero
otra cosa – críticas a Evo Morales, Rafael Correa, el Chavismo, AMLO, Petro,
Cristina, Lugo, Mujica que no se dan con Piñera, Lasso, Macri, Uribe, Cartes, Lacalle
Pou, etc. Y no me referiré a la situación española, aunque me parece semejante,
criticando tonterías antes que ahondando caminos que nos lleven lontano.
Tengo la sensación que el
problema es una mirada “escatológica” la que pretende un “ya” sin tener en
cuenta el “todavía no”. Y, quizás por eso, esto se ve, especialmente, en
miradas de consagración religiosa, de las que se espera tensión escatológica.
¿Esto que vivimos es lo que
quiero? ¡Ciertamente no! Pero, ¿es un poco más cerca a lo que quiero o no? O,
mejor todavía, ¿es un poco mejor vida para las víctimas de la historia? Pero con
muchísima frecuencia la posición crítica termina debilitando, o hasta quebrando,
los pequeños pasos dados permitiendo el retroceso que, además, perjudica más
todavía a los pobres.
Es evidente que lo que debiéramos
pretender es lo expresado en la categoría “reinado de Dios”, y es evidente –
siempre, totalmente – que cualquier concreción no lo será. Y, desde esa
perspectiva, tendríamos elementos para la crítica. Pero, a lo mejor, sería
sensato preguntarnos, si “esto”, ¿está un paso más cerca de ese reinado que
ayer? Ciertamente, es bueno pretender mañana otro paso, pero para dar ese paso
mañana debemos consolidar el dado hoy. Y no es sensata la crítica de lo que
debiera ser meta del futuro.
Una de las críticas que hemos
hecho de la encíclica de Benito XVI Spes Salvi fue, precisamente, la
ausencia de toda “esperanza política” con lo que, al no haber “encarnación” alguna
pareciera que nada hay que decir para distinguir, por ejemplo, una democracia
de una dictadura.
Cuando se aproximan, por
ejemplo, tiempos electorales, sería ingenuo, por no decir infantil, pretender
que determinado candidato o candidata logre o proponga realmente alcanzar plenamente
aquello que soñamos y buscamos; eso no existe en la vida humana, tampoco en la
vida política; pero sí poder pretender dar pasos. Pasos hacia más vida, pasos
hacia más signos del reino: paso a más y mejor y universal salud; a más y mejor
trabajo, educación, paz, verdad, recreación. Pasos a más humanidad.
Lamentablemente, al escuchar o leer a algunos y algunas (especialmente cuando
son voces de prestigio, de quienes se esperaría sensatez y talante político)
que parecen más críticas que las mismas voces opositoras me provocan mucha desazón.
¡Es tan fácil hablar desde afuera y las alturas! Mientras tanto los pobres y
las víctimas seguirán esperando dar, al menos un paso. No puedo sino recordar
el debate entre Simone Weil y Simone de Beauvoir cuando aquella decía que lo
único que contaba era “una revolución que diera de comer a todo el mundo”.
Cuando esta le dice que el problema no es hacer felices a los seres humanos,
sino encontrar un sentido a su existencia, Simone Weil la miró fijamente y le
dijo: "Cómo se nota que usted nunca ha pasado hambre".
Foto tomada de https://pxhere.com/es/photo/240
En el principio creó Dios
Eduardo
de la Serna
Los creyentes solemos repetir que Dios es “creador
del cielo y de la tierra”. ¡Está en el Credo! Cualquier lector de la Biblia
sabe que en las primeras páginas – en el libro que llamamos Génesis – se narra
la Creación.
Para empezar, es importante – como siempre –
distinguir lo que ocurrió de lo que los textos nos relatan; estos no pretenden ser tratados o manuales, sino catequesis, lo sabemos.
Empecemos señalando que en la primera página bíblica
nos encontramos con un Dios que crea por medio de la palabra (“y dijo Dios”) y
esta creación ocurre en “días”. En 6 días todo quedó terminado y, finaliza el
relato, entonces Dios descansó.
Pero, enseguida de esto, volvemos a encontrar otro
relato, este en el que Dios crea la humanidad del barro y su soplo y, en su
provecho, crea los animales para que le sean una “ayuda adecuada”.
Podemos decir que nos encontramos con un relato más
solemne y otro más popular, uno casi ritual y luego otro más fácil de imaginar para
un campesino. Evidentemente, y es fácil de ver, nos encontramos con “dos relatos de
la Creación”; es decir, dos modos de narrar, por parte de diferentes autores,
algo que quieren contar al pueblo.
Veamos, brevemente el segundo relato para dedicar
otro apartado al primero.
En primer lugar, y poniéndonos ante la mirada del
campesino, nos dice que cuando Dios “hizo” los cielos y la tierra no había
vegetación por dos motivos: porque Dios no había hecho llover y porque no había
campesino que trabajara la tierra (2,5). Dios, entonces, como un buen alfarero,
modeló al ser humano del barro y cuando sopló en su nariz aliento de vida el
ser humano resulto “ser viviente” (2,7). A continuación, Dios “planta” un
jardín lleno de plantas apetitosas para que el ser humano se nutriera. De este
jardín brotan los ríos más importantes del ambiente, como el Tigris y el
Éufrates (2,11-14). A este ser humano, que surge en plena comunión con Dios y
la naturaleza, como ocurre con Israel, Dios le da un mandamiento: “no comerás”,
haciendo referencia a un árbol concreto (el del conocimiento del bien y del mal;
2,17).
Siempre buscando el bien de su creatura humana, Dios
quiere combatir el mal de la soledad (“no es bueno que esté solo”, 2,18). Para
ello pretende generar “una ayuda adecuada”. El ser humano, colabora con el Dios
creador dando nombre (es decir, darles función) a los animales que Dios ha creado, pero
la ayuda no es suficiente.
Entonces Dios “anestesia” a la persona, le extrae un
hueso y engendra a la mujer. El texto, en hebreo cambia ahora de términos: si
antes había hablado de humanidad, ahora pasa a hablar del “esposo” y la “esposa”
comenzando con el grito festivo e igualitario: "¡esta sí!", y la nombra “esposa”
porque fue tomada del “esposo” (en hebreo hay un juego de palabras difícil de
traducir al castellano, por eso hemos puesto esposo/esposa).
El ser humano ha dejado de ser “humanidad” para ser
ahora “pareja”. Y ambos viven y conviven en el jardín.
Pero, en el cap. 3 ocurre algo sorprendente (ya
preparado al presentar la referencia a un mandamiento): el ser humano no sigue lo mandado a causa
de una tentación y come lo que le estaba vedado. La responsable es la serpiente
(3,1), un animal – creado por Dios, obviamente – con el que muchos
contemporáneos imaginaban la fecundidad. La mujer y el varón hacen lo contrario
a lo que Dios había mandado y, ante el interrogatorio divino, cada uno
responsabiliza al otro (3,12-14). Pero no ocurre lo esperado: la pareja no
muere, es verdad que se les abren los ojos (pero sólo que para ver su desnudez) y
son como Dios (pero no en su grandeza sino en “conocer”; 3,4-5). Dios no desata
su ira ante la desmesura humana, y vuelve a ocuparse del varón y la mujer
dándoles una vestidura (3,21), pero para evitar que sumen otra desmesura a la
anterior, los expulsa del jardín (3,22-24). La armonía se ha quebrado, la
tierra ya no será lugar pacífico del campesino, sino que producirá “frutos y
espinos” (3,18), la mujer será sometida por el varón que ya no será su igual, e
incluso la vida le provocará dolor desde el parto (3,16), y la relación con los
animales será de conflicto como la de la serpiente y la especie humana (3,15).
La armonía original se ha quebrado.
Pero mirando con atención el relato, todavía podemos
ver algo más: Israel ha tenido que dejar su tierra, la que mana leche y miel
para ir cautiva al exilio a Babilonia a consecuencia de su desobediencia al mandamiento.
Israel ha buscado la fecundidad no en Dios sino en los dioses cananeos, como es
el caso de Astarté, la diosa desnuda, en ocasiones representada con serpientes.
Esto comenzó desde tiempos de Salomón, el que pretendía conocer el bien y el mal y con quien
proliferó la prostitución debajo de árboles y lugares “altos” … El autor quiere
decirles a sus lectores que Dios quiere una humanidad en armonía con Él, entre
sí y con la creación, pero la desobediencia rompe este clima pacífico proliferando el dominio
patriarcal, la violencia interpersonal y hasta una tierra infecunda a causa de
la idolatría de su pueblo. El relato de la creación que leemos, entonces, no
pretende tanto destacar qué y cómo hizo Dios “el cielo y la tierra” sino como
es el sueño que Dios tiene para sus creaturas, y cómo quisiera que vivamos
disfrutando de sus regalos.
Foto tomada de https://ccpe.org.ar/web/actividades/ceramica-tradicional-paraguaya/
La paciencia permite reconocer a los hijos del reino
El tesoro escondido | La perla valiosa |
El Reino de los Cielos es semejante a | |
un tesoro escondido en un campo que un hombre | un hombre comerciante que anda buscando perlas finas, y que |
al encontrarlo | |
vuelve a esconderlo y, por la alegría que le da, | al encontrar una perla de gran valor, va |
vende todo lo que tiene y compra | |
el campo aquel | aquella |
Video con comentario al Evangelio del domingo 17º "A"
o también en
https://youtu.be/8jmxko-L8SU
Eduardo
Los pelos de la Magdalena
Eduardo de la Serna
Es
habitual que nos nutramos de diferentes iconografías a la hora de imaginar a
muchos personajes. En el caso de personajes antiquísimos, de los que no tenemos
descripción alguna, esto es, todavía, más evidente. Y también necesario.
Pero,
no es meno evidente que, del mismo modo que tiene sentido, aplicado a los
textos, el dicho italiano, traduttore traditore, seguramente no sea
menos cierto aplicar ideas semejantes a la iconografía. Cada pintor, escultor,
cada grabado o sobre relieve, expresa más al artista que al sujeto, al representante que al representado. Un ejemplo
altamente evidente es que, todavía hoy, resulta muy difícil presentar imágenes
de Jesús con pelo corto (como se usaba entonces; ver 1 Cor 11,14).
Otro
ejemplo es el “pelo de las mujeres”. Es sabido que estas, en el ambiente
helenista, solían llevar el pelo recogido y debidamente “cubierto” con cintas o
trenzas. El pelo suelto era imagen de desenfreno, propio de los cultos
orgiásticos, por ejemplo. De allí
que Pablo pretenda que la mujer, en la
asamblea sea expresión, para cualquiera que entrara en la reunión, de que se
trata de un culto donde ella tiene autoridad sobre su propia cabeza [11,10];
evidentemente no se trata de un “velo” puesto que la mujer tenía en su
cabellera su “velo natural” [11,15]. Nada de descontrol en la comunidad, los
cabellos lo revelan.
Pues
bien… en esa misma iconografía, en la
que – por ejemplo – suelen mostrarse las mujeres discípulas de Jesús yendo a la
tumba, lo habitual es que todas ellas lleven el consabido velo "oriental". Todas ¡menos
una!, la Magdalena lleva los pelos sueltos para que, todavía hoy, todos sepan
de su pasado pecador. ¡Prostituta!
Poco
importa que hoy nadie, sensatamente, afirme nada de eso sobre la Magdalena,
¡allí están los cuadros! Decenas de ellos repitiendo el pecado que María Magdalena
jamás cometió. Así que, una mujer que supo ser modelo de discípula y apóstola,
que supo mostrar y revelar al resucitado, pasó a ser casi una suerte de “mal
necesario”. ¡Tan misericordioso es Jesús que hasta a una ex prostituta se
manifiesta!, eso sí, después de decirle “vete y no peques más” (Jn 8,11), para
seguir mezclando textos y más textos que nada tienen que ver con Santa María
Magdalena pero que se le han atribuido uno tras otro. Al fin y al cabo, ¡es
mujer!
Si
en decenas de cosas pareciera que debemos a aprender a hablar de nuevo (mal que
le pese a la anquilosada Real Academia de la Lengua… pero debo confesar que mi
amor por las cosas “Reales” roza la nada misma) a lo mejor también debamos
empezar a imaginar de nuevo. Sin ignorar que traicionaremos, pero – por lo
menos – no tanto. María, la de Magdala, no se lo merece.
https://www.alamy.es/imagenes/las-mujeres-en-la-tumba-de-jesus.html?sortBy=relevant
La divinidad blanca
Eduardo de la Serna
Una
cosa que me costaba entender, hasta que mi amigo Jorge Elbaum me aportó
criterios de interpretación, era por qué, en el final del nazismo en Europa,
ocurrieron una serie de acontecimientos carentes de toda razón. Lo explico
brevemente porque me sirve de punto de partida (nunca en paralelo, nunca
comparo, nunca asemejo, solo asumo uno o dos elementos que veo comunes):
La
segunda guerra, esa que el Norte llama mundial porque “ellos participaron”,
empezó a cambiar decisivamente a partir de una serie de acontecimientos: la
derrota de Alemania en Rusia, a causa del “general invierno” y el contraataque
ruso (letal, por cierto), la entrada desde África en Europa por Italia de las
fuerzas aliadas y más tarde el desembarco de Normandía fueron provocando que
Alemania fuera perdiendo los terrenos arrebatados cada vez con más intensidad.
Y dejo de lado algunas cosas que quedarán para los historiadores y permiten
sospechas y más sospechas (como la travesía del Saint Louis, o por qué
los bombardeos no atacaban vías férreas, por ejemplo, lo que hubiera salvado,
con toda probabilidad a cientos de miles de personas)… mi pregunta era, por qué
cuando Alemania empieza a ceder posiciones, a retirarse (sea para huir, sea para
refugiase en otro lugar para recomenzar, o resistir) de todos modos siguieron
enviando judíos en trenes, algunos que por semanas iban de un lado a otro
provocando muertes y más muertes, por ejemplo, a causa del tifus. ¿No era
más sensato abandonar todo y dejar a los cautivos a su suerte, y buscar refugio,
por ejemplo? Porque es evidente que el nazismo era perverso de toda perversión,
pero estúpidos no eran. Y, acá la respuesta de Jorge que creo haber entendido
correctamente: mi error estaba al mirar el nazismo como un mero fenómeno político-militar
y no como una integridad, como una práctica religiosa, casi como una mística.
Con una misión para el mundo que había que cumplir, para salvar a la humanidad,
“aunque yo perezca”, de la peste judía (o no aria) o “in-humana” (incluyendo gitanos,
testigos de Jehová, homosexuales, etc.). Y, entonces, mientras se van
retirando, no pueden dejar de cumplir esa “sagrada misión”.
Y
acá mi pregunta posterior. ¿No será que, entre los seres humanos, y
concretamente entre nosotros, hay cientos de cosas que resultan inexplicables desde
la mera razón porque, en realidad, las mueve una suerte de mística de
inhumanidad, de consagración para salvar a la humanidad del “hecho maldito”?
Porque, en lo personal y local, al menos, me resulta también incomprensible
notar algunas actitudes… Por ejemplo, la desidia, o indiferencia ante los
bombardeos de Plaza de Mayo de 1955, la indiferencia ante el atentado a
Cristina, allí donde, precisamente la inhumanidad ha demostrado públicamente su
suprema expresión, y resulta que hay cientos de personas públicas en la política,
en el poder judicial, en el periodismo (o lo que se llama tal) que parecen
poseídos de una mística purificadora en la que, una suerte de mal menor es
necesario para que Argentina vuelva a ser blanca (sin aborígenes, sin negros,
sin latinoamericanos) como nos enseñó la historia oficial de la tribuna de
doctrina; un país que desciende de los barcos (como últimamente repitieron
infelizmente tanto Mauricio Macri como Alberto Fernández). Todo ese discurso de
la Argentina de la primera mitad del s. XX (como si en el mundo nada hubiera
cambiado, además de nuestro país), el rechazo xenófobo de indígenas y migrantes
latinoamericanos, la negación de la historia, o la exaltación de la “Campaña al
Desierto” (Esteban Bullrich, Miki Pichetto), la negación de indígenas como
parte integrante y fundacional de la Patria/Matria (como Patio Bullrich,
Alfredo Cornejo, Gerardo Morales), la glorificación del Puerto (Rodríguez
Larrenta, Santilli) y el amor desenfrenado a la cultura y finanzas del norte
(Mauricio Macri, Néstor Grindetti) … y todo eso acompañado de un coro de la
nada misma (el caso, entre nos, de Martiniano Molina es casi divertido: lo
criticó Macri hablando de experimento fallido, lo criticó el cocinero PRO, lo
criticó Mónica Frade, y hasta debe explicaciones por caños robados, pero parece
de teflón y hace campaña diciendo “¿sabés de alguien al que le robaron?” y –
curiosamente – parece no estar haciendo referencia a sus 4 años de desgobierno
en el que robó esperanzas, alegrías y confianza en que la política puede
transformar la vida de la comunidad. Algo que en Quilmes ha cambiado, por
cierto, aunque también la misma mística parece querer exorcizar.
Un
dios blanco parece bastante más llevadero para algunos, digerible, si se
quiere, que dioses de choripán y tortas fritas, de ruidos chamameceros o
chacareros, o de encuentros con otros y otros y más otros… Es la diferencia
entre “gente” (como uno, se decía antes) y Pueblo, entre los que adoran un dios
blanco, silencioso y solitario (individual) y con un cierto olor a perfume
francés y los que miramos a un dios que se hace barro, pueblo, cultura,
historia, política… Como un tal Jesús, por cierto.
Foto tomada de https://es.wikipedia.org/wiki/Campo_de_concentraci%C3%B3n_de_Westerbork#/media/Archivo:Westerbork-monument2.jpg
Breve nota sobre la amistad (*)
Eduardo de la Serna
Me
resulta difícil imaginar la amistad, por ejemplo, en aquellas aldeas o regiones
donde la distancia de una casa con la otra se mide en kilómetros; donde los
hijos viven en la casa y para la casa, llevando el ganado menor (o a veces
siendo llevados por ellos) a lugares de pastos duros y aguas sucias… Hasta que,
llegada cierta edad – edad que suele celebrarse festivamente – el varón puede
acompañar al papá en oficios y vicios. ¿Qué significaría un amigo o amiga – más
complicado aún para las mujeres – en ese contexto? Tal vez aquellos “pares” con
los que se encuentran en pastos o aguadas, ¿dónde más? Puede ser que algún
acontecimiento especial lleve a la familia a usar un sulky a la feria o mercado
para canjear productos, o a la fiesta del lugar… o a la sinagoga. Digo, porque
no creo que haya sido distinta la vida del muchacho Jesús. Nazaret tenía unos
200 habitantes, para ser precisos (llamarlo ciudad no resiste ningún estándar).
Todo esto para señalar que cuando Jesús (o la Biblia) usa la palabra “amigo”
difícilmente tenga algo que ver con nuestro concepto… Y, sin embargo, tiene
algo para decirnos.
Pero
nuestra vida se vive en nuestro tiempo; no somos lo que imaginativamente se
dice de los amish, por ejemplo. En nuestro tiempo y vida existe eso que
llamamos amigos, amigas. Y, ¡oh sorpresa!, eso, así llamado, sabe estar
impregnado de Evangelio. Impregnado y con aroma a Evangelio, porque tiene que
ver con el amor; con reconocer “al otro”, a “la otra” (y otre) como un par,
pero… Como un par impar, lo que es raro. Como un igual un poquito superior,
tanto que “arriesgar la vida por los amigos” es visto como algo ejemplar. Pero,
volviendo, de vida se trata.
Debo
reconocer que no puedo entender todos los discursos individualistas donde sólo
me miro a mí mismo (y a los demás en función de “mí”), donde los demás son ajenos
o potenciales enemigos, y las propuestas de individualismo exacerbado (y en
nombre de una libertad extraña frente a la que no hay “otros/as/es”) … y no
puedo entenderlo porque no puedo entender mi “vida” sin mis amigos y mis
amigas. Ese abismo es vacío, es vida vacía, es sin sentido.
Un
amigo, una amiga es nada menos que una vida junto a la mía; una vida que
plenifica mi vida (como imagino que la mía plenifica la suya) y que junto a
otras vidas sencillamente viven. Y, vida, ¡es fiesta!, vida es ¡paz!, vida es
alegría. ¡Eso es vida! Eso es la amistad, ¡creo!
Foto tomada de https://anabaptistworld.org/catching-up-with-the-amish/
(*) en Argentina y algunos otros países se celebra el 20 de julio (por insólitas razones) el día "del amigo/a/e". Sin cumplir con formalidades, que no me con-forman, vaya esta sencilla reflexión pensando en todos, todas, todes mis amigxs.
La comunidad en oración
Eduardo de la Serna
Hemos visto que en la “oración que Jesús enseñó” hay
dos partes muy evidentes. La primera alude a las cosas de Dios: su nombre, su
reino, su voluntad, mientras la segunda alude a la misma comunidad proliferando
el “nosotros”: nuestro pan, nuestras deudas, nuestra tentación.
Las diferencias entre Mateo y Lucas, que notamos en
la primera parte, acá son muy limitadas.
El texto comienza pidiendo el pan, pero un pan con un adjetivo. El término griego utilizado sólo se encuentra en este texto en toda la Biblia, y tampoco es usado en otros autores (salvo en los padres de la Iglesia que comentan la oración). Algunos han pretendido darle un significado casi metafísico (o místico) cosa que parece no estar en la intención del relato. Lo interesante es que se añade el pedido de que Dios lo dé “hoy” (Mateo), “cada día” (Lucas). En Mateo, “hoy” hace referencia a un Dios que acompaña a la humanidad, como “la hierba del campo” (6,30), a la actitud de Dios en Sodoma (11,23), a la intervención divina en las lluvias (16,3); en una parábola el padre pide al hijo que vaya a trabajar “hoy” a la viña (21,28), la mujer de Pilato reconoce a Jesús como un justo por un sueño que tuvo “hoy” (27,19) y el rechazo de los judíos a Jesús perdura “hasta hoy” (27,8; 28,15). Dios no es ajeno a la humanidad, y que esta no se vea privada de pan resulta importante para Él. Lucas, en cambio, señalará, por ejemplo, que los discípulos han de cargar la cruz “cada día” (9,23), el rico que no reconoce a Lázaro como un hermano, banquetea “cada día” (16,19), Jesús enseña en el Templo “cada día” (19,47) cosa que Jesús les reitera a los que van a capturarlo (22,53 [única vez que se usa la fórmula en Mateo y Marcos]); la primera comunidad, en Hechos, acude al Templo “cada día” (2,46), y se le incorporan “cada día” los que se van a salvar (2,47), un mendigo es llevado “cada día” a la puerta del templo para pedir limosna (3,2), las Iglesias crecen “cada día” (16,5), los habitantes de Berea analizan las Escrituras propuestas por Pablo “cada día” (17,11), y “cada día” Pablo enseña en Éfeso (19,9). Como se ve, el término es propio de Lucas y – dejando de lado, como antagónico, el texto del rico, hace referencia al encuentro entre Dios y su pueblo. El pan, entonces, es algo que Dios procura para su pueblo. En este sentido, entonces, pareciera que la característica del pan es que es “necesario”, “indispensable”. Es lo que se pide, para “hoy” ya que “a cada día le basta su afán” (Mt 6,34).
El pedido de perdón alude a las “deudas” (Mateo) o “pecados”
(Lucas), pero la comunidad se atreve a hacerlo ya que ella a su vez perdona a
los que “nos deben”. La relación entre “perdón” de deudas y de pecados se
encuentra, también, en parábolas que, con sus matices, también hallamos en
Mateo y Lucas (Mt 18,23-35; Lc 7,41-43) mostrando la relación entre el perdonar
al hermano y el perdón que Dios nos dona (la deuda con Dios es vista como “pecado”).
Pero lo que en ambos se aclara es que lo que se perdona, como expresión del
perdón que esperamos de Dios, son las “deudas”. En la sociedad judía, y el
empobrecimiento creciente, perdonar deudas tienen honda connotación en el
reconocimiento de los y las demás como hermanos y hermanas. La relación con
Dios viene “medida” por la relación entre las personas. Y, en la sociedad
imperial, pretender la condonación de las deudas es algo subversivo, pero es
evidente que en una comunidad que pretende ser fraternal y sororal, el perdón
de las deudas es indicio de comunidad y hermandad, y – lógicamente – así, Dios
manifiesta a todos y todas, su paternidad (y maternidad). Tanto es así, que no
ha de esperar el perdón de Dios quien no es capaz, previamente, de perdonar a
los demás lo que le deben (Mt 6,14-15).
El texto finaliza con ser “introducido” en la tentación. Ser introducido es ser conducido (Lc 5,18.19; 12,11), la “tentación” es algo frente a lo que se ha de pedir “no caer” (Mt 26,41). Sabemos que Jesús fue tentado (Lc 4,13) y el diablo “volverá”; que muchos, ante la tentación sucumben (Lc 8,13) y, cuando el tentador regresa, los discípulos muestran, unidos a Jesús, la perseverancia (22,28). Estar unidos a Jesús supone enfrentar la tentación, pero ser conducidos a ella es “jugar con fuego”. Por eso, para precisar la idea, Mateo añade “líbranos de lo malo” (o del malo), que es expresión evidente que se ha caído en dicha tentación. En Lucas la tentación está ligada al Tentador; Mateo, como no lo hace, incluye ser libres de él.
La vida de la comunidad, lo cotidiano, como el pan,
lo que expresa la hermandad, como las deudas, lo que expresa la fidelidad, como
resistir la tentación son presentados por Jesús, en su oración, como una familia,
de padre/madre y hermanos/hermanas. Nada de individualismo, nada de “escape del
mundo”, sino compromiso en medio del mundo, para que todos y todas vean una
comunidad que hace “brillar” el nombre de Dios, y pretende que reine, una comunidad
confiada desde su pobreza en un Dios que la provee del pan y del perdón que es
su característica esencial. Así los cristianos pedirán lo esencial y tendrán
para mostrar a todos una oración que los caracteriza, así como los discípulos
del Bautista tienen la propia.
Imagen tomada de https://elcampesino.co/el-milagro-de-compartir-el-pan/
Una obra de arte holandesa: Etty Hillesum
Eduardo de la Serna
Hace unos meses, una amiga me
regaló las obras completas de Etty Hillesum, finalmente editadas en castellano
en su versión “completa” (eds. Monte Carmelo – Fonte, Burgos 2020; antes había
ediciones parciales, pero no la totalidad). Tengo las obras completas en
inglés, y, además, varias obras sobre ella, pero pude dedicarme desde entonces
a leerla sistemáticamente, pensarla, dialogar con ella desde ese día. Con
muchas cosas durante el día, lecturas, discusiones, clases, la noche “era de
Etty”. Con un lápiz en la mano subrayaba aquello que me parecía importante. Y,
aquí, el primer problema… creo no exagerar si digo que en el libro es más lo
subrayado que lo que no lo está.
Y, a medida que la leía, me
iba “enojando” con ella: no podía creer la profundidad con la que afrontaba aún
las cosas más banales, o las meramente personales. Pero eso es tema para otra
ocasión.
Señalemos, para empezar una
obvia limitación. Los textos que conservamos no son todos los que Etty
escribió. El caso más evidente es la pérdida del cuaderno 7 de su diario (el
cuaderno 6 finaliza el 30 de abril de 1942 y el 8 comienza el 18 de mayo del
mismo año); a esto hemos de sumarle la importante cantidad de cartas que no se
conservan (en las que ella recibe, en más de una ocasión le agradecen una anterior
enviada por ella). Además, todo indica que cuando ella se asienta
definitivamente en Westerbork, que entrega sus diarios a María Tuinzing, la
que, finalizada la guerra, encarga a Klaas Smelik para su publicación lo que
recién consiguió de forma parcial en 1981 para lograrse en forma completa en
1984, siempre en holandés. La difusión fue notable, tanto que hoy se puede
encontrar en 19 lenguas. Ahora bien, asentada ella en Westerbork, todo indica
que retomó la escritura de su diario finalizado antes el 13 de octubre de 1942 (ella
hace, más tarde, referencia a “su diario” en una carta, y, ciertamente, no se
refiere a los anteriores, que ya había consignado a su amiga María. En su carta
a Osias Kormann del 28 de septiembre de 1942 habla de 1500 páginas de las sólo conservamos
1281, y en carta a Henny Tideman del 18 de agosto de 1943 afirma que “me sentí
impelida a escribir en mi diario”. Resumamos: es mucho lo escrito por Etty que
no se ha conservado; ya es casi un milagro que desde el tren que la conducía a
Auschwitz ella arrojara por una hendija dos postales, una de las cuales se
conserva. Por tanto, no es sensato afirmar, por ejemplo, que ella no habla de algo, cuando no
es improbable que lo hubiera hecho en otra ocasión. Es importante conocer
nuestros límites (limites que reflejan, además, el contexto de la crueldad humana en su máxima
expresión). De hecho, un “compañero de armas” escribe a Han Wegerif y demás que
– al partir – dice: “llevo conmigo mis diarios, mis Biblias…” (Jopie
Vleeschhouwer el 6-7 de septiembre de 1943 narrando la deportación de Etty y su
familia).
Por ejemplo, es llamativo que
todos los cuadernos finales de su diario sean un largo encuentro con Dios, con
quién dialoga constantemente hasta el punto de afirmar que la única carta de
amor sensata es a Dios (9 de octubre de 1942; siguiendo a san Agustín), pero en
sus cartas, Dios parezca prácticamente ausente. Una excepción la constituyen: Aun
no te has dado cuenta Dios mío, de que aquí “todo son arenas movedizas salvo tú”,
y acota, “se me ha escapado” (7 agosto 43 a María Tuinzing; semejante
referencia Dios se le “escapa” a Han Wegerif y otros el 24 de agosto de 1943: “¿qué
planes tienes?”) y el 18 de agosto a Henny Tideman (y “para María, pero nadie
más”) una larga oración: “no lucho contigo, Dios mío, toda mi vida es un
diálogo contigo”, o también, siempre a María: “Hemos de asegurarnos, María, de
que Dios esté en buenas manos, a pesar de todo” (2 de septiembre 1943). La idea
de que “se ha escapado” y que la referencia es solo para un par de amigas
quizás nos invite a pensar que la relación con Dios es lo suficientemente
íntima y personal que ella no quiere que sea accesible para todo el mundo. Ella
sabe, por ejemplo, que las consecuencias que ella extrae de su encuentro con
Dios: perdón, amor a todos, negarse al odio y otros elementos no ha de ser
comprendida en general y la tomarían negativamente. Que su actitud de entrega
generosa, alegría, serenidad, donación sea vista por todos sin mencionar a Dios
a cada instante pareciera ser el criterio. Es probable que las referencias
frecuentes a Dios si estuvieran en los diarios de Westerbork (de hecho, la
larga oración a la que hicimos referencia, la retoma de lo escrito “en mi
diario”) que, como dijimos, no se conservan.
Pero me quiero detener en un
elemento que me parece fascinante. Etty es una gran amante del arte. Las veladas
musicales, animadas por su hermano Mischa se encuentran con frecuencia referidas
en los diarios, la ida al teatro, su amor por el cine, la pintura y, ¡sobre
todo!, la poesía (Reiner M. Rilke es, seguramente el autor más citado por Etty).
La frase que ella repite (carta a dos hermanas de La Haya, diciembre 1942) de
que el horror de Westerbork es tan grande que solo un poeta podría narrarlo, ¡y
uno muy bueno!, la pinta de cuerpo entero. Pero ella redunda con muchísima
insistencia que le gustaría saber escribir, que le faltan las palabras, que no
tiene esa capacidad, etc.… en muchas ocasiones ella espera que eso lo alcanzará
más adelante, con el paso del tiempo. Se podría decir que ella escribe muy
bien, creativamente, profundamente, pero evidentemente se siente sumamente
insatisfecha con su capacidad. Ella quisiera ser y sentirse artista para
contar. Pero creo que hemos de decir (decirle) que ella sí logró una eximia
obra de arte; no tanto por lo escrito – bien escrito, repetimos – sino por su
vida. Etty fue una enorme obra de arte del s. XX, y una obra de arte que ella
misma fue forjando.
Una última palabra.
Ciertamente Etty fue una mística; una gran mística. Una persona que tuvo una
profunda experiencia del misterio, de Dios. Resulta un poco patético la actitud
de algunos católico-romanos de querer mostrar que Etty se había convertido al
cristianismo (algo que ella jamás afirma); esa actitud de querer llevar tan buena agua al
propio molino no parece sensata. Etty es la que fue. Y como buena judía se
acercó al Dios de la Biblia (aunque se acercara también con mucha frecuencia al
Nuevo Testamento, y a escritores cristianos, como Agustín y Eckhart). Ella se
unió en amor con Dios, el Dios de la Biblia, y en su obra de arte nos da a
conocer cómo lo ve, como lo ama, como lo imagina. Y ese es, quizás, uno de los
grandes regalos de Etty Hillesum para estos tiempos complicados.
Foto tomada de https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Portretfoto_van_Etty_Hillesum_met_hand_onder_haar_kin,_circa_1940_%28restored%29.jpg
Los misterios del reino se siguen revelando
Orden de Mateo | Fuente / origen |
Parábola de la cizaña y el trigo | Propia de Mateo |
(Mateo omite la semilla que crece sola, de Marcos) | |
Parábola del grano de mostaza | De Marcos y de Q |
Parábola de la levadura | De Q |
Por qué habla en parábolas 3 | De Marcos |
Explicación de la parábola de la cizaña | Propia de Mateo |
Sal 78,2 | Mt 13,35 |
voy a abrir mi boca en parábolas (masal), a evocar los enigmas (haîdôt) del pasado. | Abriré en parábolas mi boca, publicaré lo que estaba oculto desde la creación del mundo. |