Jesús se va, pero no nos deja solos: sigue presente en el amor de hermanos
Domingo de Pascua 6C
Eduardo de la Serna
Lectura de los Hechos de los Apóstoles 15, 1-2. 22-29
Resumen: Partiendo de un acontecimiento histórico –
la Asamblea de Jerusalén - Lucas muestra como en las comunidades con gran
cantidad de miembros provenientes del judaísmo y del paganismo, puede haber
tolerancia y respeto por las sensibilidades de los hermanos. Así conduce el Espíritu
Santo a los primeros seguidores de Jesús.
El texto de los Hechos de los Apóstoles alude a lo
que se conoce como la Asamblea de Jerusalén, pero todo el relato de la misma
está omitido en el texto litúrgico; sólo se presenta la introducción, el debate
que causa la decisión de hablar del tema, y la conclusión escrita para aquellos
que habían sido protagonistas del debate.
Antes de entrar en tema señalemos brevemente que
Pablo nos informa también de la Asamblea (Gal 2,1-10), aunque con algunos
matices diferentes. El análisis de semejanzas y diferencias puede ser útil para
la pregunta acerca de los acontecimientos históricos, que es muy importante,
pero no es tema de la liturgia. Algo señalaremos de esto, de todos modos, pero
especialmente para destacar la intención de Lucas al comunicar el tema de una
manera, y no de otra. Mostraremos los principales elementos históricos que
parecen necesarios tener en cuenta, pero destacando –como decimos- la intención
de Lucas al comunicarla.
a. Lucas
menciona muchos más viajes de Pablo a Jerusalén de los que se concluyen en sus
cartas. Dada la importancia teológica que la ciudad tiene en sus escritos es
posible suponer que Hechos duplica los acontecimientos mostrando más que los
ocurridos. En este caso se trata de un viaje a fin de aclarar la discusión
suscitada por la circuncisión o no de los paganos que se han convertido al
Evangelio.
b. La reunión
– en Lucas - es entre los enviados desde Antioquía: Pablo y Bernabé y los Apóstoles
y presbíteros. Según Pablo también participó Tito, que jamás es mencionado en
Hechos. Según Pablo, además, sólo participan Santiago, Pedro y Juan, y la reunión
es privada; en Hechos – en cambio - la reunión es oficial. Los presbíteros –
que no parecen existir en tiempos de Pablo - son presentados en Hechos para
marcar el camino de la continuidad: el tema no es sólo para tiempos pasados
sino para el presente de Hechos y sus lectores.
c. Hechos
menciona en la Asamblea una breve mención de Pablo y Bernabé, y dos largos
discursos de Pedro y de Santiago. Al terminar este último se redacta la carta
de envío que es la conclusión del relato (y lo que continúa en el texto litúrgico,
que como dijimos omite la Asamblea). Hay motivos para sospechar que históricamente
la intervención de Santiago puede haber tenido lugar en otro tiempo, y otra
asamblea (en la que quizás Pablo no estuviera). El mismo discurso de Pedro
parece bastante elaborado según la teología de Lucas.
d. La carta
resume lo dicho por Santiago. Puesto que la misma idea se repite en Hch 21,25
como si Pablo no la conociera, podemos sospechar la probabilidad de lo señalado
en el párrafo anterior: que se trate originalmente de dos momentos diferentes
reunidos en uno por Lucas.
e. Dos
personas más son enviados junto con Bernabé y Pablo (desconocidos para nosotros
en el relato de Pablo). Quizás la idea sea destacar que estos serán testigos
(eran necesarios dos para ser testigos) de lo que ha decidido la Asamblea ante
un tema que había resultado conflictivo.
f. Como es
habitual en Lucas-Hechos el protagonista de este nuevo paso será el Espíritu
Santo.
g. Los
pedidos de la carta a las comunidades son llamativos. Pablo ha dicho “nada
nuevo me impusieron” (Gal 2,6), y – además - no parece preocupado en comer
carne ofrecida a los ídolos si es que no causa escándalo a otros al hacerlo (1
Cor 10,25-29). Es decir, Pablo parece no conocer la carta – como hemos señalado
- (o no tenerla en cuenta, lo cual es dudoso). ¿Qué sentido tienen estas
normas?
Veamos brevemente lo que Lucas parece estar diciendo
a las comunidades en este fragmento (reiteramos que se trata sólo de la
aparente causa de la decisión de enviarlos a decidir la cuestión de la
circuncisión y la nota conclusiva luego de la reunión y debate en asamblea). El
punto principal es que la salvación de los paganos es imposible (v.1) sin
circuncisión. El mensaje final de la asamblea destaca que esto fue dicho “sin
mandato nuestro” (v.24). Sabemos que el tema de la exigencia de la circuncisión
por parte de los más “judaizantes” de las comunidades cristianas fue un tema
importante en tiempos de Pablo. Es importante señalar que no se trata solamente
de la circuncisión, sino de todo lo que esta conlleva: el cumplimiento fiel de
la ley, los rituales alimenticios, normativas varias. Cumplir con todo lo
establecido nos pone en relación con Dios. El criterio de base de Pablo es que
sólo nos pone en relación con Dios ser “miembros” de Cristo, “estar en Cristo”,
y no hacer o dejar de hacer tales cosas. Todo esto no está dicho en el texto de
Hechos, pero sí insinuado en los discursos (Pedro: “ustedes tientan a Dios
imponiendo al cuello de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni
nosotros hemos sido capaces de soportar”. [v.10], Santiago: “pienso que no hay
que poner obstáculos a los paganos que se conviertan a Dios”. [v.19]). La
asamblea decide “no imponerles más cargas que las indispensables” (v.28).
¿De qué se tratan estas “cargas” o "yugo"?
Algunos han pensado que se trata de una suerte de normas propias de la alianza
con Noé [Gen 9,5.9] (como unas normas
anteriores a la alianza con Abraham [Gen 17,2.11]), sin embargo en la alianza
con Noé sólo se alude al tema de la sangre, y no a las uniones matrimoniales lícitas
y la carne ofrecida a los ídolos. Siendo que la carta está dirigida a las
comunidades de Antioquía, Siria y Cilicia lo probable es que la carta pretenda
que los muchos paganos que se han incorporado a Israel por el Bautismo eviten
aquellas cosas que más herirían la sensibilidad de los muchos judíos del grupo.
Por Pablo sabemos que comer carne ofrecida a los ídolos resulta escandaloso
para los “débiles” (1 Cor 8,7-13), del mismo modo escandaliza la “impureza
sexual” (porneia – sea lo que esta signifique en estos casos - cf. 1 Cor 5,1).
Lo estrangulado sólo se encuentra en este contexto de la carta en todo el NT, y
la sangre (comer sin desangrar) tampoco (aunque cf. Jn 6,60-61; Ap 17,6).
Siendo que la sensibilidad judía se manifestaba particularmente herida en estos
temas, es razonable que se pida a las comunidades mixtas (donde había gran
cantidad de miembros venidos del judaísmo y también gran cantidad venidos del
paganismo, lo cual ocurría en Siria, Cilicia y Antioquía) que eviten lo que
puede lastimar la sensibilidad de los “hermanos”. Y no podemos descuidar que
esto está decidido por “el Espíritu Santo” (v.28) y "nosotros". Como
siempre en Hechos, es el gran protagonista del anuncio del Evangelio y del
crecimiento de la palabra de Dios en la historia.
El texto de Hechos, entonces, no se detiene tanto en
las consecuencias o no de la circuncisión (tema más característico de Pablo)
sino en la convivencia al interno de la comunidad. Así, con convivencia, tolerancia
y respeto mutuo irán creciendo las comunidades. Primero – siempre según la
teología de Hechos - las venidas del ambiente judío, luego las comunidades
mixtas (como es el caso especial de Antioquía) y luego – con la misión paulina
- las comunidades casi exclusivamente provenientes del paganismo. Así el
Evangelio, "la palabra" crece movido por el Espíritu Santo.
Lectura del libro del
Apocalipsis 21, 10-14. 22-23
Resumen: la última visión del Apocalipsis nos
muestra la plenitud de los bienes esperados que llegan con la intervención de
Dios en medio de su pueblo, la Iglesia.
La semana pasada [ver comentario a la 2ª lectura]
presentamos en parte la lectura de hoy por formar parte de una misma unidad
literaria. No repetiremos lo dicho. El texto es la última visión de todo el
libro aunque bastante cortada. La unidad parece ser 21,9-22,5.
Ya presentamos el contraste entre las dos ciudades /
dos mujeres. En este caso, la “esposa / Jerusalén” contrastando con la “prostituta
/ Babilonia”. La una es mostrada en el desierto, lugar de muerte cuando Dios no
acompaña, la otra, el un monte alto, lugar de encuentro con Dios. La una sube
del abismo, lugar de los muertos, la otra desciende desde “junto a Dios”. En la
ciudad santa reside “la gloria de Dios”, en Babilonia títulos blasfemos,
abominaciones, impurezas. Una viste de oro (19,4 pero en una copa llena de “abominaciones”),
la Jerusalén “jaspe” (piedra que en todo el NT sólo aparece en relación al
cielo: Ap 4,3; 21,11.18.19) como cristal (también sólo en referencia al cielo,
Ap 4,6; 21,11; 22,1).
Una muralla es lo propio de las ciudades, y una
muralla de 12 puertas sin duda revela una ciudad inmensa. Era habitual que las
puertas tuvieran nombre (cf. Hch 3,2; Zac 14,10; Neh 2,13; ver Is 60,18; Ez
38,11) sin embargo, las puertas eran cerradas por la noche para que reinara la
paz dentro de sus muros (Sal 122,7) pero en este caso, “Las puertas no se
cerrarán” y “no habrá noche” (v.25) lo cual revela la situación ideal de paz
que reinará en la ciudad una vez que Babilonia haya desaparecido. Las 12
puertas aluden claramente al pueblo de Dios, llevan los nombres de las doce
tribus de Israel (v.12) y la muralla está asentada sobre piedras que llevan los
nombres “de los doce apóstoles del Cordero”. Esta ciudad es inseparable,
obviamente, de la Iglesia.
El texto litúrgico aquí se interrumpe. Se comienza a
describir los asientos de la ciudad que es un cubo perfecto. Los números son
ciertamente simbólicos, como es habitual en el apocalipsis (12 asientos, 12.000
estadios, 144 codos) del mismo modo que los materiales preciosos de cada una
(oro puro, jaspe, zafiro…).
En el v.22 se retoma el texto para destacar
elementos de la ciudad. Elementos que “no hay” especialmente (aunque también el
texto se interrumpe para la liturgia). Estando Dios mismo y el Cordero en la
ciudad, esta no tiene santuario, del mismo modo que no hacen falta “iluminadores”
(ni el sol, ni la luna ni lámparas), Dios y el Cordero la iluminan. Ya no
tienen cabida – entonces - las mediaciones, porque la presencia las vuelve
innecesarias. Del mismo modo – ya fuera del texto - no hay cabida para lo
negativo (maldiciones, lo profano, la violencia) y en el medio brota de Dios y
del Cordero el río de vida. La luz, la paz, la vida, el encuentro pleno con
Dios y el Cordero caracterizará esta “esposa” / ciudad que es la Iglesia, que
es la plenitud de los bienes esperados para un futuro inminente.
Evangelio según san Juan 14, 23-29
Resumen: Jesús se está despidiendo de sus discípulos,
pero no lo hace para dejarlos huérfanos, sino que les deja a modo de testamento
el mandato del amor, en el cual se hace presente en medio de ellos; y envía –
además - el Paráclito a fin de que continúe entre ellos la misma otra comenzada
por Jesús.
El Evangelio de Juan pone en boca de Jesús un largo
discurso de despedida (caps. 13-17). Discurso sólo interrumpido por breves
intervenciones: Pedro afirma que dará la vida por él (13,36-38), pregunta de
Felipe (14,8), pregunta de Judas – no el Iscariote - (13,22), comentario de
discípulos (16,17-18), intervención de discípulos (16,29-30). Sin embargo, las
intervenciones tienen como función permitir el desarrollo del discurso. No es fácil,
fuera de estas pequeñas intervenciones ver cómo está armado el discurso y qué
partes tiene. Sin embargo, el cap. 14 tiene una extraña frase de Jesús que
queda inconclusa hasta 18,1: “levántense, vámonos de aquí” (14,31). Aunque la
escena continúe, es indicio de conclusión, lo que nos permite afirmar que la
unidad que la liturgia nos presenta comienza con la pregunta de Judas y
concluye con el pedido de levantarse (14,22-31). De todos modos, como veremos,
la temática no parece novedosa con respecto a lo que la precede y lo que sigue.
Como se ha dicho, el discurso de despedida juega el
rol de testamento: un personaje está por morir y se despide de los suyos dándoles
indicaciones, invitándolos a no repetir sus defectos o a imitar su conducta
positiva, de ese modo, se convertirán en sus herederos.
El contexto del relato es el de una “partida”, que
refiere – obviamente - a la futura muerte de Jesús. Pero esto no significa
abandono ya que un nuevo personaje entra en escena (ya desde 14,16-18)
garantizando que no quedarán huérfanos: el Paráclito [es interesante notar que
las Biblias modernas han renunciado a traducir el significado del término
manteniendo la palabra en griego, como veremos]. Amor / mundo / Paráclito /
guardar la palabra-mandamiento son ideas fundamentales de la unidad pero que ya
se encontraban en los párrafos anteriores. Jesús ya había dicho que el amor
mutuo es la herencia que les deja, “como él ha amado” (13,15.34.35; 14,15) y lo
repite en el comienzo de la respuesta a Judas: “si uno me ama, guardará mi
Palabra” (v.23 = v.15).
La pregunta de Judas ¿por qué no revelarse al “mundo”?
supone dos elementos clásicos de Juan: el lugar del “mundo” y el lugar de la fe
[para ser precisos es necesario señalar que el sustantivo “fe” – pistis - jamás
se encuentra en Juan, mientras que el verbo “creer” –pisteuô - es sumamente
frecuente (x98)]. El mundo es precisamente el ambiente que se ha negado a
creer, que prefirió las tinieblas a la luz (3,19; volveremos sobre esto).
Creer, en cambio, es una opción existencial por Jesús, y por eso el que cree
tiene vida (divina). Esta actitud es fundamental en el discurso de despedida
(14,1.11.12), pero es inseparable del amor (14,15.21.23.24). Se ha llamado la
atención sobre el estrecho vínculo que existe entre las exigencias de Jesús y
las de la alianza, especialmente tal como se encuentran en el Deuteronomio (cf
Dt 5,10; 6,5-6.7.9; 10,12.13; 11,13.22). Creer y amar es – precisamente - lo
que se resiste a hacer “el mundo”. La asociación entre el amor (vv. 15.21.23-24
«me ama») y la fidelidad (vv. 15.21.23-24 «guarda mis mandamientos») conduce a
una nueva promesa para el tiempo intermedio entre partida y retorno. En 14,2-3
se hace referencia a las moradas que Jesús preparará, pero en v,23 la morada se
encuentra en futuro como lugar donde el Padre y Jesús permanecerán en el que lo
ama. El marco del relato es la inminente partida de Jesús (14,1-14), y hasta
que se concrete la “venida” (vv.25.28), hay una morada de Jesús y el Padre en
el que cree y ama (v.23), lo experimentan (14,18-21).
Un tema fundamental de la cristología joánica
subyacente en el texto es presentar a Jesús como “enviado” del Padre (cf. 4,34;
5,23.24.30.37; 6,38-40; 7,16; 8,16.18.26; 12,44-49). El enviado es la presencia
misma del “enviador”. Lo que aquel diga, haga o deje de hacer es dicho y hecho
por el mismo que envía. Por eso las palabras de Jesús son las del Padre y lo
mismo ocurre con sus hechos. Y por tanto (v.24) el que rechaza las palabras de
Jesús está rechazando a Dios mismo (cf 3,34; 5,23.24; 8,18.28.38.47; 12,49).
Como ya había mencionado, Jesús alude al envío de un
personaje al que llama “Paráclito” (14,16). La idea subyacente es variada:
auxiliador, patronazgo, abogado, mediador, intercesor, el que está / habla “en
lugar de”, el que conforta. Puesto que la imagen es tan amplia – y muchas de
estas acepciones se pueden entender o aplicar al sentido del texto - es que las
Biblias modernas han optado por mantener el término griego para que todos estos
sentidos estén supuestos. En el NT sólo se encuentra en Juan y siempre se dice
del Espíritu Santo (14,16.26; 15,26;
16,7). Y si miramos atentamente lo que se dice de él (“otro paráclito”, “esté
con ustedes”, de la verdad, el mundo no lo recibe, enseñará todo, enviado, dará
testimonio) notaremos que lo mismo se dijo en el Evangelio de Juan de Jesús; se
trata del espíritu de Jesús presente en la comunidad una vez que se haya ido
(16,7) a fin de hacerse presente y acompañar a los suyos (v.26) ya que no puede
ser recibido por “el mundo” (v.16).
Antes de despedirse, Jesús les dona la paz (shalôm).
Nuevamente en contraste con “el mundo” que da una “paz” distinta. Es importante
recordar que el “reino de este mundo” es un reino de violencia (por eso, el
reino de Jesús no supone combate [18,36], porque es de “paz”, lo que contrasta
abiertamente con la “pax” romana que es la paz de la violencia impuesta), no es
innecesario recordar que para el clásico dualismo joánico “este mundo” tiene un
“príncipe” que es “homicida desde el principio” (8,44), padre de la mentira y
príncipe de las tinieblas...
Repitiendo lo dicho en 14,1 retoma “no se turbe el
corazón de ustedes” (v.27b), y como en 14,2-3 repite que se va pero volverá
(v.28). Esto Jesús lo cuenta antes que suceda para que al suceder, ellos crean
(v.29), así la fe (vv. 15,21.23-24.29), el amor (vv. 15,21.23-24) la alegría (v 28) y la paz (v 27a) serán un
nuevo comienzo acompañados por el Paráclito. El envío del Paráclito está ligado
al encuentro de Jesús con el Padre al que llama “más grande que yo” (v.28), lo
cual dio lugar a problemas en las discusiones teológicas de los primeros
siglos. La estrecha unión entre el Padre y el Hijo, particularmente fuerte en
Juan (8,24; 10,30), no impide mostrar que Jesús, en su misión, en cuanto
enviado, presenta una clara subordinación al Padre en su misión, a su voluntad.
Dibujo tomado de http://capillalosdoceapostoles.blogspot.com
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