Un rey abandonado se manifiesta como Hijo
DOMINGO DE RAMOS - "B"
DOMINGO DE RAMOS - "B"
Eduardo de la Serna
Resumen: el “rey” Jesús entra en la ciudad de un modo humilde realizando así lo anunciado por los Salmos y los profetas.
Con su característica simpatía por las cosas presentadas de a tres, Marcos hará referencia a “tres” días de Jesús en Jerusalén. Por otra parte, su frecuente utilización del estilo de “sándwich” atrae elementos que – a su vez – iluminan lo incluido en ellos. En este caso, es evidente que la importancia está puesta en el “tercer día” donde se despliega la mayor parte de las escenas. Veamos esquemáticamente esto:
1.- Primer día en Jerusalén (11,1-11)
2.- Segundo día: escena de la higuera (11,12-14) – visita al Templo (11,15-19)
3.- Tercer día: escena de la higuera (11,20-26) – visita al Templo (11,27-33)
Las escenas de la higuera “encierran” la expulsión de los vendedores del Templo. Pero a su vez concatenan los tres días ya que el primero Jesús “ve todo en derredor” en el Templo (11,11), en el segundo actúa en consecuencia expulsando los vendedores (11,15-19) y en el tercer día los sacerdotes y escribas le preguntan “¿con qué autoridad haces esto?” (11,18), es decir la expulsión de los vendedores.
El centro temático del primer día – que es lo que atrae la lectura al día litúrgico que se celebra – es la entrada de Jesús a la ciudad.
La escena tiene las siguientes partes:
1.- llegando a Jerusalén, Jesús envía dos discípulos a buscar un burro (vv.1-7)
a.- Jesús manifiesta saber lo que encontrarán
b.- se destaca que el burro nunca ha sido montado
c.- Jesús previene la posibilidad de una pregunta (obvia)
d.- Se concreta lo previsible y autorizan a llevar el burro
2.- Montado en un burro Jesús se dirige a la ciudad (vv.8-10)
a.- los presentes “alfombran” el camino
b.- grito “bíblico” (Sal 117,25-26) de los asistentes
3.- Conclusión: Jesús entra en la ciudad, mira y se retira (v.11)
Señalamos a continuación brevemente algunos elementos, sin profundizarlos, para detenernos especialmente en el tema central:
- + Las ciudades que preparan la entrada en Jerusalén tienen nombres que pueden ser a su vez simbólicos: “Betania”, es “casa de los pobres” (beit – anî; anî es “pobre” y “humilde”, lo que se dice en Zac 9,9 del rey victorioso “y humilde” que entra montado en un burro en la ciudad); “Betfagué” es “casa de los higos” (recordar la escena de la higuera que se presenta a continuación).
- + El término griego “pôlos” suele traducirse por animal joven (sin indicar la especie y comprensible por el contexto), o también un caballo. Es el mismo término usado en Zac 9,9 LXX y por el contexto y la pequeña ciudad es probable que refiera a un asno. No es infrecuente que se haga referencia al asno como montura real (ver Gen 49,11).
- + El hecho histórico subyacente es interesante, pero no es el tema central del texto. Pero no deja de ser interesante que Jesús “expresamente” elija entrar no a pie (ni en un carro como es propio del “triunfo” romano) sino en un “burro” aludiendo probablemente al texto de Zac 9,9 (que expresamente citan Mateo y Juan). Así alude a la tradición real de Gen 49,11 y a la “humildad” (‘anî) de Zac 9,9.
- + Jesús manifiesta cierta aptitud profética aludiendo a lo que encontrarán. Esto es frecuente en Marcos (cf. 14,12-16). La referencia a que está “atado” remite a Gen 49.
- + Que no haya sido montado nunca puede aludir a Num 19,2; Dt 21,3; 1 Sam 6,7. Allí se alude a una “vaca roja” que se utilizará para ver “qué dice Dios”. Ésta no ha de haber sido utilizada por los humanos. Es decir, lo que será usada para fines sagrados no ha de haber tenido usos profanos. También puede aludir a Zac 9,9 donde se dice que el “asno” (hypozugíon) es un “nuevo / joven animal” (pôlos néon).
- + Que le digan a quienes preguntaren por qué desatan el asno que “el Señor tiene necesidad” de él puede implicar que para el lugar, Jesús es reconocido (y quizás explicar por qué sabe que hay un asno atado).
- + Cuando el (sanguinario) rey Jehú es proclamado rey “cada uno se apresuró a tomar su manto y lo colocó a sus pies sobre el empedrado” (2 Sam 9,13).
En una suerte de procesión la gente grita “hossaná” (remite al hebreo “por favor, salva” del Sal 118,25) sin ser traducido (quizás porque así fuera usado en varias comunidades). Así lo dice el Salmo:
«No, no he de morir, que viviré, y contaré las obras de Yahveh; me castigó, me castigó Yahveh, pero a la muerte no me entregó. ¡Ábranme las puertas de justicia, entraré por ellas, daré gracias a Yahveh! Aquí está la puerta de Yahveh, por ella entran los justos. Gracias te doy, porque me has respondido, y has sido para mí la salvación. La piedra que los constructores desecharon en piedra angular se ha convertido; esta ha sido la obra de Yahveh, una maravilla a nuestros ojos. ¡Este es el día que Yahveh ha hecho, exultemos y gocémonos en él! ¡Yahveh, por favor salva! [hôsiah-na] ¡Ah, Yahveh, da el éxito! ¡Bendito el que viene en el nombre de Yahveh! Desde la Casa de Yahveh los bendecimos. Yahveh es Dios, él nos ilumina. ¡Cierren la procesión, ramos en mano, hasta los cuernos del altar!» (Sal 118:17-27)
Siguiendo la idea del Salmo, pero no citándolo, la multitud alude al “reino de nuestro padre David” (v.10). No se refiere expresamente a Jesús como rey, pero el contexto alude a ello.
La nueva referencia al “hosaná” “en las alturas” remite al Sal 148,1. Quizás para Marcos en vv.9 y 10 más que “salvar” hosaná sea entendido como una oración para la que Jesús es el objeto.
Abruptamente Marcos presenta al “rey Jesús” entrando en la ciudad y el templo. Algunos lo han proclamado rey, algo que con ironía Marcos repetirá en 14-15 (evangelio del día). Pero Jesús se retira de la ciudad para pernoctar en “Betania”. Así finaliza el primer día.
Resumen: tomando uno de los llamados “cantos del Siervo sufriente de Yahvé” la liturgia presenta al sufriente como un discípulo ejemplar de Yahvé.
El texto constituye el llamado “tercer canto del Siervo de Yahve”. Aunque los cantos están en debate en cuanto a época, autores y destinatarios (se ha propuesto, por ejemplo que es el canto de dolor de los que regresan de Babilonia al no ser acogidos por los que residen en la tierra) el texto está incorporado en la liturgia a la luz de los relatos de la Pasión y las torturas padecidas por Jesús en las instancias previas a la cruz.
El tercero de los “Cantos del Siervo de Yahvé” (aunque la palabra “Siervo” aquí no es usada, por lo cual algunos no lo cuentan entre estos cánticos) ubica al poeta como un sabio (“lengua de discípulo”, v.4, “oído abierto”, v.5), como alguien que debe educar al que “anda en tinieblas” (v.10) y comunicar al cansado una palabra de aliento (v.4). Las agresiones e insultos de “otros” (vv.6-7) no le impiden anunciar aquello que debe comunicar como sabio.
El texto está armado en cuatro estrofas comenzadas por “el Señor Yahvé” (vv.4.5.7.9). Yahvé es el maestro que genera un discípulo ejemplar, maestro a su vez. Y como Yahvé (40,28-31) debe confortar a los fatigados. La primera estrofa está centrada en el tema del discípulo (enmarcada por los términos lengua / palabra, oído / escuchar y la repetición de “despertar” (“palabra despierta”, “despierta el oído”, v.4). Retomando la idea, la segunda estrofa da un paso más: los sufrimientos. Esto fue tomado particularmente por Mateo (26,67 y 27,30, las escupidas a Jesús). Los vv. 7 y 9 comienzan con “el Señor Yahvé me ayuda” (cf. 41,8-13) lo que contrasta con los verbos “ser confundido” y “quedar avergonzado” (cf. 41,11; 45,16.17; 50,7; 54,4). El lenguaje, a partir del v.8 es judicial, pero aquí finaliza el texto litúrgico.
Lectura de la carta de san Pablo a los cristianos de Filipos 2, 6-11
El himno, probablemente conocido por Pablo tiene un doble movimiento de descenso y ascenso (como se ve en el esquema que presentamos). La idea principal para los lectores es “tener los sentimientos de Cristo”, por tanto repetir la escena de “descenso”. El segundo movimiento, el de ascenso – “exaltación” tiene como sujeto a Dios, anunciando lo que él también dará a los suyos, a los que “tengan los sentimientos de Cristo”.
Para la liturgia del día, el acento está puesto en la frase “y muerte de cruz” que los autores que consideran el texto un himno prepaulino afirman que se trata de un añadido de mano del mismo Pablo. La obediencia y la humildad (la clave del obrar de Cristo – descenso – que la comunidad debe repetir) llegan hasta el extremo de la cruz.
Mirando atentamente el texto descubrimos los dos movimientos mencionados, uno de descenso (hacerse nada) y otro de exaltación (“por eso Dios…”). El primero, movimiento desde la forma de Dios a la forma de esclavo finaliza en la muerte, “¡y muerte de cruz!”. El segundo, caracterizado por la donación del nombre excelso (el nombre de Dios) culmina en la proclamación de Jesús como “¡señor!” Sin embargo, el acento está puesto en la primera parte (dice que tengan los sentimientos de Cristo y estos están marcados por el movimiento de descenso); el otro movimiento es obrado por Dios que exalta a Cristo “por eso” (por su abajamiento). Este abajamiento está marcado por dos acciones: la humildad y la obediencia (a Dios). Lo cual es claramente contracultural en una colonia romana como era Filipos. Esas dos acciones (que enmarcan el relato, en los vv.3 y 12) son lo que se debe buscar para tener los mismos sentimientos de Cristo hasta la cruz. El resto es obra de Dios elevando a Jesús -en la resurrección, por cierto- hasta la altura divina.
A esta comunidad Pablo le propone el descenso de Cristo (kenosis) como algo que debe imitar. Si la comunidad debía tener “un mismo sentir” y “sentir en” (fronéô) ahora se le recalca que debe tener los “sentimientos” (fronéô) de Cristo Jesús. Esto es lo que desarrollará a continuación en el himno.
Es interesante notar el movimiento de ascenso que Dios provoca. Este está marcado por el “nombre”. Dios le da el “nombre sobre todo nombre” (el nombre de Dios) que se une aquí al “nombre de Jesús”. Dios ha “elevado” a Jesús de modo tal que de él se dirán cosas que se afirman exclusivamente de Dios: “se doblará toda rodilla”… La referencia a “toda rodilla” y a “toda lengua” están tomadas del himno claramente monoteísta de Is 45,14-25 (ver v.23) donde se destaca que “Yahvé salva” a diferencia de los dioses de los pueblos que “no pueden salvar” (no está de mal recordar que el nombre “Jesús” significa “Yahvé salva”). La acción elevadora de Dios a Jesús lo pone a la misma altura divina hasta el punto de ser reconocido como “Señor”, como se decía de Dios mismo; y en eso Dios mismo él se manifiesta (gloria).
La acción descendente de Jesús de humildad y obediencia hasta el extremo de la cruz, en el paso de la forma de Dios a la forma de esclavo, provoca que Dios (“por eso”) lo exalte hasta la misma altura divina y reciba el mismo nombre divino con el que Dios recibe gloria y Jesús es reconocido por “toda lengua”.
Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 14, 1-15, 47
Resumen: todo el Evangelio está preparando este momento. Jesús, crucificado, ahora sí puede ser proclamado como Hijo de Dios. Sin signos que lo ameriten: solo la cruz.
El relato de la Pasión de Jesús en Marcos está cargado de elementos propios que permiten vislumbrar una serie de elementos propios de la teología de este evangelista y señalar así el centro de su mensaje.
El texto tiene una serie de escenas que presentaremos brevemente:
1.- Introducción informando la decisión de ejecutar a Jesús (14,1-2)
2.- Paréntesis con la Unción en Betania (14,3-9)
3.- “Sandwich” con la defección de algunos “de los Doce” y la Cena Pascual (14,10-31)
4.- Jesús en el Monte de los Olivos (14,32-42)
5.- Captura de Jesús y huida de los discípulos (14,43-52)
6.- Juicio religioso (14,53-65)
7.- Negaciones de Pedro (14,66-72)
8.- Juicio político (15,1-15)
9.- Camino a la cruz y crucifixión (15,16-28)
10.- Burlas al crucificado (15,29-32)
11.- Muerte de Jesús (15,33-39)
12.- Testigas y sepultura (15,40-47)
Veamos los elementos principales:
1.- Un elemento que se ve claramente en todo el relato es la intención de Marcos de ser provocador de sus lectores, de resultar paradojal. La introducción nos informa que los grandes adversarios de Jesús todo a lo largo del Evangelio (sumos sacerdotes y escribas) estaban buscando prenderlo engañosamente, con fraude, y matarlo. La suerte de Jesús ya está echada. Pero (¡y aquí lo paradojal!) “no durante la fiesta” a fin de evitar el tumulto. El lector puede quedar tranquilo porque Jesús pasará tranquilamente la fiesta, “pero” sabemos que no fue así. “Algo” ocurrió de modo que los sacerdotes y escribas pudieran “prenderlo y matarlo” durante la fiesta sin “alboroto del pueblo”. Marcos prepara el terreno para cumplir su objetivo.
2.- Narrativamente Marcos inserta un texto que pareciera crear “suspenso”. Nada tendría que ver con el drama, aunque algunos elementos lo recordarán. Una suerte de “paréntesis” a fin de dejar “caer” la información de que la muerte sellada todavía ha de esperar. Jesús se encuentra en Betania (lugar que parece el elegido para pernoctar al ir a Jerusalén: 14,2; cf. 11,11). Allí, ante todos (a la mesa en casa de Simón el leproso) una mujer innominada derrama un frasco de perfume puro “de nardo” sobre la cabeza de Jesús quebrando el frasco, quizás como señal de urgencia. En Juan 12,3 esto lo hace María, hermana de Lázaro en casa de estos, pero unge los pies de Jesús no es conveniente pretender “concordar” los relatos; la intención es teológica en todos los casos). El precio estimado es de 300 denarios (recordar que un denario es un jornal). El comentario alude a que podría haberse dado este dinero a los pobres. Y a continuación Jesús interpreta el acontecimiento, motivo por el cual se encuentra insertada aquí esta escena en el Evangelio:
Destaca, por un lado, [1] que “pobres tendrán siempre con ustedes” algo evidente en Betania (“casa de los pobres”, como se dijo más arriba). El tema, además, alude a Dt 15,11 donde la presencia de los pobres es vista como un compromiso de fraternidad con ellos. Por otro lado [2] interpreta la unción como un “anticipo del embalsamamiento” de la sepultura de Jesús (es interesante recordar que Jesús no será embalsamado, y cuando las mujeres van a cumplir este cometido el cuerpo ya no se encuentra en el sepulcro). Finalmente [3] Jesús anuncia que lo que esta mujer ha hecho “dondequiera que se anuncie el Evangelio, en el mundo entero, se hablará de lo que ella ha hecho para memoria suya”. Curiosamente, como se dijo, su nombre permanece (androcéntricamente) en el anonimato.
El tema central, sin duda, alude a la sepultura. El clima de muerte continúa aunque aquí solamente como un “anticipa”.
3.- El “sándwich”, característico de Marcos, es evidente:
a) Traición de Judas
b) Preparativos de la Cena
a’) Anuncio de la Traición de Judas
b’) Cena
a’’) Anuncio de las negaciones de Pedro
Quienes defraudan a Jesús, llevando hasta el quicio la incomprensión de su camino que vienen manifestando desde el comienzo de la segunda parte del Evangelio, son “uno de los Doce”, uno “que moja conmigo en el mismo plato” en la comida pascual.
a) La Traición de Judas resulta escandalosa en el Evangelio: no ocurre por dinero (Mateo), ni porque “entró Satanás” (Lucas, Juan). No hay motivación para hacerlo; simplemente ocurre. Para reforzar el escándalo Marcos continuamente resalta que era “uno de los Doce”. La alegría de los sumos sacerdotes es comprensible: ahora sí pueden ejecutarlo en un momento “a solas” sin tumulto del pueblo y entonces matarlo durante la fiesta. El escándalo crece.
b) Los preparativos de la cena destacan una serie de elementos. Los discípulos le preguntan dónde hacer los preparativos. La comida pascual es “comida familiar” pero ya sabemos en Marcos que para Jesús el discipulado constituye una familia nueva por la que vale la pena renunciar a la antigua y dejar todo.
Como había hecho con el asno en su entrada en la ciudad, Jesús sabe proféticamente, lo que los discípulos verán al llegar y que ocurre “según les había dicho”. La frase “el Maestro dice…” (en la entrada en la ciudad es “el Señor lo precisa…”) invita a pensar que Jesús ya es conocido en la ciudad (y quizás también en esos lugares concretos). Se prepara la pascua.
a’) Como corresponde a los banquetes, comen recostados. Allí Jesús anuncia la “entrega” de Judas. No hay (sí en Mateo) anuncio de quién es el destinatario de la frase, pero “¡más le valdría no haber nacido!” El acento está puesto en que esto lo realiza “uno de los doce”, uno “que moja conmigo en el mismo plato”.
b’) La cena pascual presenta al encargado de la misma (el padre de familia, habitualmente) dando una interpretación sobre el pan y la copa. En este caso – nuevamente introduciendo cada vez más claramente el escándalo de la muerte que se avecina – interpretada como un pan partido y como sangre derramada. El término “alianza” (diathêkê; no es muy frecuente en el NT si excluimos la carta a los Hebreos, donde se encuentra x17; en los Evangelios sólo en Lc 1,72 fuera de los relatos eucarísticos) está tomado de Ex 24,8 donde el pueblo confirma ante Moisés la alianza que está dispuesto a cumplir. “Entonces tomó Moisés la sangre, roció con ella al pueblo y dijo: «Esta es la sangre de la Alianza que Yahveh ha hecho con vosotros, según todas estas palabras»”.
a’’) La liturgia pascual finaliza cantando los salmos del Hallel (Salmos 113-118). Luego Jesús se dirige a una propiedad (Getsemaní) en el Monte de los Olivos. Judas sabe que Jesús suele dirigirse a ese lugar. Jesús anuncia un “escándalo” general a la luz de textos de Zacarías (que serán bastante frecuentes en la Pasión: entrada en un burro (Zac 9,9), expulsión de vendedores (14,21), el traspasado (Jn 19,37 // Zac 12,10): heriré al pastor y se dispersarán las ovejas” (13,7). La frase de Pedro afirma que no se escandalizará, y Jesús anuncia las negaciones. Pero en el medio de la escena Jesús anuncia su resurrección diciendo (como lo recordará el joven en el sepulcro) que los precederá en Galilea. Las escenas de “tres”, tan propias de Marcos comienzan a multiplicarse: Pedro negará “tres” veces “antes que un gallo cante dos veces”. Probablemente se refiera a un dicho popular en el sentido de “antes que amanezca” (no es evidente que hubiera gallos en Jerusalén). La frase de Pedro de que eso no ocurrirá es reforzada por que “todos” también afirman que no se escandalizarán.
4.- Jesús en el Monte de los Olivos (14,32-42)
Nuevamente la escena se presenta de a “tres”: “tres” grupos: los discípulos, Pedro-Santiago y Juan (tres) y Jesús solo. Jesús se aproxima a estos “tres” veces y los encuentra dormidos. El grupo privilegiado (Pedro, Santiago y Juan) una vez más es resaltado, pero una vez más no se encuentran conforme a los acontecimientos (duermen después que Jesús tres veces había insistido en la importancia de velar: 13,34.35.37). Como portavoz del grupo Jesús se dirige a “Simón”. Extrañamente, al final les dice que “ahora sí pueden dormir y descansar”. “El que me entrega” está cerca.
La oración de Jesús (que no pudo ser escuchada por nadie) se dirige a Dios utilizando – por única vez en los Evangelios – el arameo “abbá”, un término que denota respeto y afecto y que suele traducirse por “padre”, aunque debería reforzarse lo afectivo. No consta en ningún texto en el que alguien se dirija a Dios como “abbá” (sí hay algunos donde se utiliza el hebreo “abî”, padre mío, por ejemplo en Qumrán; pero nunca abbá).
5.- Captura de Jesús y huida de los discípulos (14,43-52)
“Judas, uno de los Doce” se presenta para entregarlo. Marcos quiere reforzar el “escándalo” y Jesús (a quien muy posiblemente conocieran) es “entregado” con un “beso”. Les encarga que lo prendan con “cuidado”. La resistencia por parte de “uno de los presentes” (¿discípulo? Juan precisará que se trata de Pedro, pero Marcos ni siquiera señala que se trata de discípulo. De hecho no hay más elementos: ni reprimenda de Jesús, ni menos aún milagro de curación). La frase de Jesús de por qué no lo detuvieron en el Templo ya había quedado aclarada en la introducción: para evitar el tumulto. Jesús, sin embargo, da otra interpretación: “para que se cumplan las escrituras”.
Conforme a lo dicho por Jesús, “todos” huyen abandonándolo. El caso extremo (exclusivo de Marcos) se da en un joven (neaniskós) que lo sigue cubierto con una sábana (sindóna). Cuando lo detienen deja hasta la sábana huyendo desnudo. Algunos han querido ver aquí una suerte de “firma” del autor presentándose como testigo y avergonzado, pero nada parece indicarlo, y nada autoriza expresamente esta atribución. El acento, propio del intento “escandalizador” de Marcos es reforzarlo mostrando que “hasta desnudos” huyeron abandonando a Jesús (recordar que la desnudez es expresión de la vergüenza en el mundo bíblico). Por otro lado, este joven contrasta ciertamente con el joven (neaniskós) vestido con ropaje (stolên) blanco que comunica a las mujeres la resurrección, y la sábana (sindóna) que José de Arimatea compra para envolver el cadáver de Jesús y sepultarlo.
6.- Juicio religioso (14,53-65)
El detenido es conducido (en horarios nocturnos que, según la Misna, hace inválido un interrogatorio y juicio) donde se reúnen sumos sacerdotes, escribas y ancianos (tres grupos). Preparando la siguiente escena se informa que también Pedro los sigue de lejos.
Para dar entidad a la farsa de juicio (recordar que la sentencia de muerte ya estaba dictada) se precisan testigos. El texto destaca que no los encuentran; incluso hay falsos testigos pero no concordaban. La condena es imposible en este contexto. El Sumo Sacerdote, entonces, lo interroga directamente. La pregunta directamente es si “es el Cristo”, “el Hijo del bendito”. Curiosamente, el mismo Jesús que todo a lo largo del Evangelio había “mandado callar” sobre este tema es quien habla y quien da los argumentos necesarios para la condena. “¿Qué necesidad tenemos ya de testigos?”. “Todos juzgaron que era reo de muerte”, lo cual era algo sabido por los lectores del Evangelio. Las burlas al condenado refuerzan el clima de escándalo que Marcos quiere crear influido por Is 50,6.
7.- Negaciones de Pedro (14,66-72)
Nuevamente un “tres”, en este caso, las negaciones de Pedro. Pero el acento en Marcos se nota en la gravedad cada vez mayor de la actitud de Pedro: primero “niega y se desentiende, en un segundo momento “lo negaba de nuevo”, pero ante la tercera oportunidad “insultos (anathematizein) y juramentos (omnúô)” marcan el escándalo que Marcos quiere resaltar en un momento cumbre. El uso del tres sirve para ahondar la gravedad del hecho. Pero Pedro manifiesta su angustia “llorando” (no se hace referencia a arrepentimiento, el llanto es sinónimo de angustia).
8.- Juicio político (15,1-15)
El texto da un pequeño paso cronológico y señala que “al amanecer” (prôí) que es lo que ocurre poco después del “canto del gallo” (cf. 13,35). Atado, Jesús es conducido ante Pilatos. Comienza, entonces, un nuevo juicio, el político.
La primera característica es el silencio de Jesús (quizás influido por Is 42,2; 53,7: el siervo sufriente de Yahvé que “como oveja que ente los que la trasquilan está muda, tampoco él abrió la boca”).
La escena de Barrabás, evidentemente colocada para – nuevamente resaltado por Marcos – mostrar que se prefiere la liberación de un homicida a la libertad de uno que “ningún mal ha hecho”. El contraste no puede ser más terrible. La “multitud” actúa “incitada” por los sumos sacerdotes motivados por la “envidia”. La envidia es la causa de la entrada de la muerte en el mundo, “a causa de la envidia del diablo” (Sab 2,24), de hecho esta “no tiene nada que ver con la sabiduría” (Sal 6,23). Nuevamente, las autoridades actúan de determinado modo por causa a la multitud (15,15), en este caso “entrega a Barrabás”.
9.- Camino a la cruz y crucifixión (15,16-28)
Las burlas continúan lo comenzado en 14,65. Nuevamente la referencia invita a referirse al Siervo sufriente de Isaías (golpes, escupidas…). Jesús – como corresponde – es llevado fuera (de la ciudad) para ser crucificado. Es interesante recordar que este suplicio solía concretarse en las puertas de la ciudad a fin de que todos pudieran verlo. No sólo a modo de escarmiento y advertencia ante quien osara algo semejante en un eventual futuro, sino también para reforzar el deshonor y humillación del condenado.
No se dice (sí en Juan) que Jesús lleve el palo horizontal de la cruz (que era el que llevaba el que sería crucificado, con un cartel colgado al cuello indicando la causa y con el objeto de sufrir el escarnio público). Se incorpora a Simón de Cirene. Él lleva la cruz, como buen discípulo. Tanto que es el padre de “Alejandro y de Rufo” dos conocidos por los destinatarios del Evangelio.
Al llegar al sitio le ofrecen una bebida de vino mezclado con mirra (¿narcotizante? ¿Destaca que Jesús conscientemente escoge el camino que está transitando?). La referencia a las suertes de los vestidos constituye la primera referencia al Salmo 22 que será un marco narrativo que acompaña el desenlace. Dos salteadores se encuentran a su derecha e izquierda. Jesús está llegando a su meta y no están allí Santiago y Juan, que habían afirmado – como Pedro - que serían capaces de beber la copa de Jesús (10,38-40), reforzando el escándalo, están “dos salteadores”.
10.- Burlas al crucificado (15,29-32)
Nuevamente de a tres se resaltan las burlas al crucificado (los que pasan, los sumos sacerdotes y los que estaban con él crucificados). Remitiendo nuevamente al Salmo 22, la burla de los que pasan es “menear la cabeza”. La alusión a la destrucción del Templo recuerda los falsos testigos del juicio religioso. Los dos primeros aluden a que no es capaz de “salvarse a sí mismo”.
11.- Muerte de Jesús (15,33-39)
Tres horas después el texto señala una oscuridad sobre la tierra, pero no parece destacar más que el acento puesto en la absoluta soledad del crucificado. Jesús está sólo en la cruz, abandonado de todos. Y – nuevamente aludiendo al Salmo 22 – destaca que incluso es abandonado por Dios. El texto: “Dios mío, Dios mío…” constituye la única vez en todos los evangelios donde Jesús no se dirige a Dios como “padre”.
Salmo 22
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Marcos 15
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se reparten entre sí mis vestiduras y se sortean mi túnica. (v.19)
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Le crucifican y se reparten sus vestidos, echando a suertes a ver qué se llevaba cada uno. (v.24)
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todos los que me ven de mí se mofan, tuercen los labios, menean la cabeza: (v.8)
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Y los que pasaban por allí le insultaban, meneando la cabeza (v.29)
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Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? ¡Lejos de mi salvación la voz de mis rugidos! (v.2)
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A la hora nona gritó Jesús con fuerte voz: «Eloí, Eloí, ¿lema sabactaní?»,– que quiere decir–«¡Dios mío, Dios mío! ¿por qué me has abandonado?» (v.34)
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La confusión con Elías es muy comentada. Los judíos asistentes sin duda conocen el Salmo, pero la referencia a la venida de Elías es valorada como expectativa mesiánica.
El velo del templo se rasga – como el cielo en el bautismo – con lo que Jesús vuelve a darle un nuevo sentido. Pero la muerte de Jesús no viene acompañada de signo alguno. Por eso resulta paradojal (una vez más en Marcos) que “viendo que había muerto de esa manera” es que el Centurión lo reconoce como “Hijo de Dios”. La fe sin signos que la rodeen, sin manifestaciones que aparentemente la justifiquen es lo que cuenta. Es la máxima confesión de fe, aquella para la que el Evangelio fue escrito (1,1). Todo el evangelio concluye en esta escena. Jesús es hijo, pero no en los milagros y exorcismos, sino en la cruz.
12.- Testigas y sepultura (15,40-47)
Tres mujeres seguían y servían a Jesús. Son verdaderas discípulas, en contraste con lo que Pedro, Santiago y Juan han manifestado en su huida. Todos los varones han abandonado a Jesús como él mismo lo había señalado.
Sin discípulos cerca, uno del Sanedrín, quizás “amigable”, (pero no se dice discípulo) reclama el cuerpo. La muerte ha ocurrido verdaderamente por lo que “en una sábana nueva” Jesús es envuelto y sepultado. Las mujeres observan. El desenlace se aproxima.
Dibujo tomado de caballerotrueno.wordpress.com
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