El difícil parto de algo nuevo
día internacional de la mujer (8 de marzo)
Eduardo
de la Serna
Princesita, reina, puta,
virgen, histérica, bruja, madre, hija, hermana, esposa, provocadora,
encantadora, genia, yegua, gato… (complete usted la lista, puede ser casi
interminable). Atributos atribuibles por atribuidores, generalmente machos, patriarcas,
varoncitos. Mujeres, sencillamente, mujeres. Con características, con
historias. Como todas, todos y todes.
Mujeres invisibilizadas, salvo
cuando se las ubica en el lugar de la perversión: Eva, bruja, yegua, o en el de
la bondad inalcanzable: Virgen, princesa, mi reina. La cosa es que, en el medio,
entre el mal perverso y la bondad inalcanzable, por ahí, anda la vida. La de
todos, todas y todes. La simple vida.
Vida en la que las mujeres son invisibilizadas por un plural masculino
(dogmáticamente sellado por la Real Academia), y por una historia y presente
escrita por varones o por mujeres debidamente aleccionadas (fue una mujer la
que dijo ayer que “el varón viste celeste
y la mujer viste rosa”).
Así, el Papa dice que “el feminismo es un machismo con faldas”
y que la Iglesia tiene un rostro femenino y es esposa y madre. Si el Papa
escuchara a algunas de las muchas mujeres que hacen teología feminista se
enteraría de algunas cosas. Por caso, que lo opuesto a machismo no es el feminismo
(macho-hembra o masculino-femenino lo revelan) sino el “hembrismo”, que es otra cosa. Que hay cientos de mujeres,
plenamente mujeres, felizmente mujeres, que no son esposas o no son madres, o
no son ninguna de las dos cosas. ¡Y – sorprendentemente – son mujeres!
Muchos podrían enterarse que
el feminismo no defiende la “causa de la mujer”
sino la de toda la humanidad. Carlos Mugica decía, hablando de otra cosa, de
opresor y oprimido, “a mí me hace mal que me oprima y a él le hace mal
oprimirme”. Vale para este caso. Es lo mejor que le puede pasar a los varones
no ser “machos”. El feminismo defiende también a los varones, pero posicionado
en el lugar de la víctima. ¡Nada más evangélico!
Algunos dirán “conozco mujeres que…” Y será verdad.
Creo que todos “conocemos mujeres que…”
¿Y? El machismo está introyectado por milenios en la humanidad, y no se saca de
la cabeza por una decisión ¡y listo! Tocará – a todos – aprender, equivocarnos,
exagerar, meter la pata, insistir. Hay mujeres que tienen tan introyectado al “macho”
que son todo aquello que la cultura le atribuye a este: agresivas, invasivas,
violentas, autoritarias… A eso, la gran teóloga Elisabet Schüssler lo llamó “kyriarcalismo” (de kyrios, señor, amo, patrón).
La teología feminista invita a
una “hermenéutica de la sospecha”.
Sospechar de los plurales masculinos, de los adjetivos, de la mirada patriarcal,
del lugar desde donde se habla o escribe. Sospechar. Y a partir de ahí, buscar.
Porque resulta que, si empezamos a buscar desde la sospecha, podemos,
sorprendentemente, ¡encontrar!
Si hacemos una rápida mirada
por la historia podremos encontrar mujeres. Mujeres que hace varios años no “aparecían”.
Pero también, en reacción, machos o machistas defendiendo su posición de
privilegio: “¿Vos qué le hiciste para que
te pegara?”, ella lo provocó, femicidios, mujeres quemadas, y ¡niñas!
cientos de niñas. Miles de niñas víctimas del poder patriarcal, de la sociedad
patriarcal, la iglesia patriarcal, de la “justicia” patriarcal (acá también
puede usted llenar los espacios).
A los varones – y a algunas
mujeres – nos tocará aprender. Para lo cual – se supone – debemos querer
aprender y dejarnos enseñar, ¿no? También nos equivocaremos, meteremos la pata
y demás. Y esperemos que muchas mujeres nos perdonen la lentitud en el
aprendizaje, “¡pobrecito! es tan duro”.
Lo cierto es que muchos (ojalá cada vez más) queremos caminar juntos, juntas y juntes para buscar una sociedad de
iguales, una iglesia de iguales, una patria de iguales. ¡Estaría bueno!
Foto tomada de https://elpais.com/internacional/2018/08/01/solo_en_argentina/1533129965_002699.html/
Excelente!!!!!
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