martes, 10 de septiembre de 2019

Una cuestión de metáforas… y de animales


Una cuestión de metáforas… y de animales


Eduardo de la Serna



Como se sabe, en una comparación se ponen “a la par” dos grupos o individuos diferentes pero que “empatan” en algo. “Sansón es fuerte como un león” compara dos grupos diferentes, humanos y leones, que se empardan – en este caso – en la fuerza. Pero la clave suele estar en el “como” que indica que se trata de una comparación. La metáfora, en cambio, que en cierto modo se asemeja, deja volar la imaginación. No recurre al “como” y lleva a empatar lo diferente en la mente del emisor y del receptor. Ciertamente, como todo, puede quebrarse la imagen cuando lo empatado pasa a ser el todo, como si lo diferente se pretendiera igual en todo. En ese caso no se trataría de metáfora sino de igualación. Y no lo es.

Valga esta introducción para destacar el frecuente uso metafórico de los animales. O – para ser más precisos – de lo que nosotros (que no lo somos, o no en todos los casos) entendemos que son o nos dicen los animales. Las aves de rapiña “dicen” seriedad, o casi enojo, la paloma “dice” paz, el delfín “dice” juego, etc. Es más preciso decir que “nos” dice, ya que los ojos fijos de las águilas a la aparente mansedumbre de las palomas “nos dicen” eso, a pesar que las águilas alimentan a sus crías y las palomas pelean entre ellas, por ejemplo. Esto sirve, además, para notar cómo “proyectamos” cosas nuestras en los animales (y que no siempre son de ellos… quizás, por ejemplo, la libertad). También la Biblia recurre a estas metáforas con frecuencia; el león, por ejemplo, puede ser un animal agresivo, violento y sanguinario y sirve para aludir a los enemigos del salmista (Sal 22,14), o el animal majestuoso, altivo y puede aludir al rey (Ap 5,5; el león es “el rey de la sabana”, no de la selva, como sabemos). Esto indica que no hay una lectura uniforme del “metaforizado”. Y esto lo sabemos en lo cotidiano: con muchísima frecuencia metáforas son usadas para hablar negativamente de un colectivo que luego las asume positivamente (cabecitas negras, grasitas, bostero, gallina, etc…).

El actual gobierno quiere mostrarse “pet friendly”. Cierra los zoológicos (lo cual me resulta abominable, aclaro), crea lugares para mascotas en las plazas, ahora prohíbe la exhibición de perros y gatos en las tiendas de venta, y nos ha des-historizado poniendo animales en los billetes sacando grandes personajes (no todos positivos, como es el caso de J. A. Roca). Curioso caso de quienes son más amables con los animales que con los humanos… pero que los hay, los hay.

Me quiero permitir, una breve referencia a las metáforas animales en la política. Son conocidas: gorilas, cabecitas negras, yegua, cebra, leona, etc. Un cura del grupo le dijo a Cristina que era una “yegua”, pero “yegua madrina”, lo que le mereció un “me gusta” (oral, no en iconitos).  Pero en algunos casos éstas no parecen mostrar demasiado conocimiento de fauna. La manada de leones, por ejemplo, es un caso interesante para pensar. Por supuesto que las leonas son las que cuidan, por ejemplo, amamantando a sus crías (todos los mamíferos lo hacen). Pero cuando se trata de salir de cacería son ellas, no los machos, las que atacan a sus presas (y en grupo, no individualmente). Una vez atrapada la víctima, el león alfa es el primero que come, luego lo hace el resto. Es que en caso de ataque (por ejemplo, de otras manadas de leones o de otras espacies como hienas o chacales, que pretendan arrebatarles la presa, por caso) debe estar fuerte para defender a todo su grupo. Pero, además, es entre leones machos que se disputa (a muerte, con frecuencia, o con destierro) el liderazgo sobre el grupo. No son pocas las veces que al asumir un nuevo macho alfa este mate a todos los leoncitos (del macho anterior) sin que las leonas puedan impedirlo. Así se garantiza “su” paternidad. Resulta curioso, entonces, que se diga de una política que es una “leona”. Hay atributos del macho (defensa del grupo) que no son trasladables, en el caso del humano, por una simple cuestión de género, pero, además, porque no quedan claras cuales serían las virtudes que se le atribuyen (o atribuirían). Ciertamente no es – como dije – la defensa, ya que, si del cuidado de toda la manada se trata, esto corresponde al macho, y tampoco del cuidado de sus crías en caso de cambio de liderazgo, ya que pronto ella misma “cambiará de patrón” y se someterá al nuevo “alfa” sin impedir que este incluso mate a sus crías. Es cierto que “en colectivo”, no individualmente, ella es la proveedora de alimento del grupo. En suma… mirando leones y leonas y mirando a la pobre y ya casi “ex” política a la que han querido adjudicar los atributos de “leona”, no logro encontrar el sentido de la metáfora. Por el contrario, solo lo de sanguinaria resultaría aplicable, pero es demasiado cruel (como las leonas con sus presas, debería acotar). Por eso otros, pero de la otra vereda (porque se puede decir “vereda” que es lo mismo que “grieta” pero queda bien) han preferido otras metáforas aludiendo a su fingida sonrisa y evidente brutalidad. Pero en este caso hablamos de felinos, no de los hyaenideos.


Foto tomada de Wikipedia

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