Un momento de crisis
Eduardo de la Serna
La situación actual es crítica. ¿Qué duda cabe? Crítica por la pandemia,
crítica por el hastío de la cuarentena, crítica por la situación económica,
crítica por la prensa canalla, crítica por un poder judicial canalla, crítica
por una oposición canalla, ¡crítica, en suma!
Hay decenas de cosas que nos llaman a opinar, a aplaudir, a
criticar, a cuestionar, a dudar… Eso es por lo crítico, precisamente. En un
país que pretende ser justo, es de esperar que funcione la justicia (el poder
judicial, para ser exactos). y si hay algo renuente a que funcione (a que
funcione bien, por cierto) es ese paquidermo burocrático, ultra conservador,
corporativo y corrupto llamado “Poder Judicial” (aclaro que conozco y sé de
muchos de ese poder que no merecen ninguno de estos apelativos, pero no suelen
ser los decisivos. Lamentablemente). Se sabe que el macrismo armó una “mesa
judicial”, que ponía y sacaba jueces a su antojo (hasta lo pretendió con la Corte
Suprema, con 2 jueces ¡¡¡que aceptaron entrar por la ventana!!!, lo que los
inhabilitaría de entrada). Se sabe que el macrismo espió hasta a sus cercanos y
parientes. Por no decir oposición, claro. Se puede decir que no fueron muy
eficaces en algunos casos (no supieron que Cristina escribía un libro, ni que
preparaba una jugada que los descolocó y echó del gobierno), pero el hecho en
sí es aberrante y delictivo. Y podemos esperar que sea tan, ¡pero tan lento!,
que mañana vuelva a asumir procesado por lo mismo que en 2015: escuchas
ilegales, que el Poder Judicial se demora solo una eternidad en juzgar, cuando
de poderosos se trata. Se sabía que los grandes poderes (los económicos, que no
hay otros) enfrentarían con todas sus armas (legales muy pocas): mentiras,
odio, chantaje, campañas mediáticas y que tienen “espaldas” para esperar los momentos
oportunos. Y escuchamos campañas contra el salario de los legisladores, contra
el comunismo, contra la liberación de presos, contra el avasallamiento de la
propiedad privada, contra la cuarentena… La clave no es la segunda parte, sino
la primera: “contra”. Contra lo que sea. Y todo vale, total la pereza de los
odiadores no los conducirá a pensar y aceptarán el alimento regurgitado por la
pantalla. Y ahí están y siguen los que hablan del “asesinato” de Nisman, y
ahora de Gutierrez, al que, aunque no haya aportado nada, y haya confesado
haber sido extorsionado por un juez y un fiscal, los Medios lo presentan como
un “testigo estrella” y, además, abandonado, aunque no haya sido “testigo protegido”.
Siempre hay 10 o 20 tipos/as que lo aceptarán, “todos somos” Nisman, Gutiérrez,
Vicentín… y 20 hoy, 20 mañana, todo suma. Y ¡tenemos tiempo! Y si mañana un
pobre adulto mayor muere de Covid-19 porque compró todos los discursos del
odio, nos olvidamos de Spotorno y buscamos otro. Siempre hay un odiador a mano,
y odiadores que lo alimenten.
Y en este marco, uno puede pensar que el aporte de las grandes
riquezas quedó de lado, que la expropiación de Vicentín, quedó de lado, que el
aporte del Estado a las empresas a cambio de acciones, quedó de lado, que la buena
reforma del poder judicial a fondo, quedó de lado… quizás vuelvan mañana
(convengamos que la situación es crítica, lo hemos reconocido). Ojalá. Pero
entre tanto, reaparecen las peores pesadillas. Y estas tienen rostros de periodistas,
de políticos, de empresarios, y hasta de ex presidentes. En muchos casos, con
olor a chantaje. Y con olor a dejarse chantajear…
“Soy presidente de todos”, “debo sentarme con todos”, dice Alberto.
Con razón, probablemente. ¡Retruco! canta el PRO y sus compli--- compinches:
queremos una mesa de diálogo.
En tiempos de la crisis del 2002 (consecuencia del neoliberalismo,
por cierto… como el neoliberalismo es responsable de esta crisis, excluyendo la
pandemia), la Conferencia Episcopal Argentina, impulsada especialmente por un
obispo, ahora afortunadamente emérito, promovió una “Mesa de Diálogo”. Recuerdo
que una vez ese obispo me dijo: “-Vos estás en contra del diálogo”. “-¿Cómo voy
a estar en contra del diálogo?, – le dije – estoy en contra del diálogo como
ustedes lo entienden”. “-Si, ya sé – me dijo sin ponerse colorado – ustedes dicen
que en el diálogo no están los pobres, pero los pobres están, porque están los
obispos”. Negar que en nuestra sociedad hay víctimas y victimarios no es
solamente ingenuo, es – para los pobres – suicida. Y si nos vamos a sentar a
dialogar con los victimarios, ellos deben saber bien claro que no somos neutrales:
estamos del lado de las víctimas. Como cristianos ¿podríamos estar en otro
lado? Pero asumir una actitud seudo-equilibrada: todos son escuchados, todos
son invitados, me invita a recordar a Jesús: el reino es de y para todos; es
una mesa para todos, pero una mesa a la que no entran, porque no quieren entrar,
los que no aceptan sentarse con “esos”: publicanos, pecadores, mujeres, pobres,
sudacas, cabecitas, mapuche, negros, villeros… A eso me hizo acordar la
posición cambiemita: “-nosotros vamos solos; no nos juntamos con los otros”.
El presidente se ha sentado con muchos, y muy variados. También con
nosotros, los OPP… Últimamente se sentó con empresarios, muchos de ellos o
muchas de sus propuestas, resultan detestables, para muchos. Y en tiempos en
que en la región abundan los Lenin Moreno, Añez, Piñera, Pou Lacalle, Guaidó,
Duque, Abdó y – sobre todo – Bolsonaro, resulta ciertamente preocupante ver a
la derecha que se pasea “como si nada”. La situación es crítica y preocupante,
por eso. Y, por lo menos, por eso mismo, motivo para estar alertas. Muy alertas,
aunque a veces podamos exagerar un poco. ¡De memoria, verdad y justicia se
trata!
Foto tomada de https://es.wikipedia.org/wiki/Mangrullo
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