El problema de la tibieza
Eduardo de la Serna
Con referencia a la “moderación” como
estratégicamente razonable en estos tiempos (“no es buena ni mala en sí misma”),
un grupo heterogéneo de autodefinidos “intelectuales”, aunque ciertamente
cercanos al gobierno nacional (o a una parte de él) alerta frente a la
capacidad destructiva de una oposición irresponsable y, pareciera, al menos,
criticar por elevación a la actual vicepresidenta y los que la acompañan.
Es evidente que en sí misma la moderación “no es
buena ni mala”, como son importante los grises para evitar caer en estereotipos
o el agua tibia para una clase de Aqua Gym. Sin duda, por lo tanto, el criterio
principal es si en estas circunstancias, en estos contextos es bueno evitar moderaciones,
ser blanco o negro, o frio o caliente, o, por el contrario, si es conveniente
no tensar las cuerdas. De análisis previo se trata.
Cuando el presidente habla (de un modo muy poco
feliz, por cierto) de declarar la guerra a la inflación (así, sin responsables;
un amigo dice que es como declarar la guerra a los tanques, no a quienes los
envían) ciertamente pretende tensar la cuerda frente a algo (no frente a alguien)
que le “arruina la vida a la gente”. Pareciera, entonces, que hay otras
circunstancias en las que la moderación no es razonable. ¿cuál sería, entonces,
el criterio para serlo o dejar de serlo?
En mi caso, como me considero un intelectual, parece
que puedo opinar. Pero mi punto de partida no es el gobierno, sino los pobres.
Y, entonces, me distancio algo (o bastante) de estos intelectuales (con algunos
de los cuales la distancia viene de hace tiempo, debo decirlo).
Pedro Casaldáliga decía que solo hay dos absolutos: “Dios
y el hambre”. Y, por tanto, si de absoluto hablamos, “el hambre no puede
esperar”, “es un crimen”. No hay moderación o medias tintas. No hay tibieza.
En el libro del Apocalipsis ocurre la única
vez en la que encontramos el
término “tibio” (ese que un ex presidente citaba – como era habitual en él –
mal). «Porque eres tibio, y no eres ni frio ni eres caliente te vomitaré de
mi boca» dice el enviado de Dios a la Iglesia de Laodicea (3,16). En lo
alto del monte, la ciudad de Hierápolis era famosa (y lo sigue siendo) por sus
hermosas termas (“castillo de algodón”, actual Pamukkale, Turquía). Debajo, las
aguas llegan frías a la ciudad de Colosas; pero – obviamente – pasan tibias por
Laodicea, que queda en la mitad del monte. Y el agua caliente es grata, y las
termas en el imperio romano eran altamente valoradas, y el agua fría se puede
beber, pero el agua tibia provoca vómitos, como es sabido. Es decir, el dicho apocalíptico
está claramente ubicado en un contexto geográfico conocido. Pero, y es el caso,
esto lo aplica a lo que al enviado de Dios le resulta vomitivo: se trata de una
comunidad que se cree rica, y por tanto autosuficiente (“no me falta nada”), y
a estos que se caracterizaban por sus riquezas, por la fabricación de un
colirio y las abundantes lanas negras de sus ovejas, les dice que son “pobres,
ciegos y desnudos”. Dios mira con otros ojos, parece.
Y
con los ojos de Dios, que son los ojos de los pobres, quizás debieran muchos
aprender a mirar. Pero si miran con los ojos de la prensa hegemónica, con los
ojos de los organismos internacionales de crédito (sic) y los ojos de las
encuestadoras, difícilmente mirarán bien. Y si miran mal diagnosticarán mal. Y si
diagnostican mal sacarán malas conclusiones. Y si sacan malas conclusiones
propondrán malas “soluciones”. Es decir.
Quizás
– o seguramente – algunos dirán que mi mirada es parcial, o es tendenciosa.
Sinceramente espero que así sea (aunque también sé que mi mirada y mi opinión
interesan y ocupan a muy pocos); espero poder mirar, pensar y proponer desde lxs
pobres. Al fin y al cabo, porque desde hace ya mucho decidí seguir a Jesús,
hace también mucho aprendí que a él se lo encuentra (y por lo tanto se mira, se
opina y se tiende) donde están lxs pobres. Pobres, que, “curiosamente” no son
tales por ser “planerxs” sino por ser saqueadxs. Y saqueadxs por los mismos a
los que la moderación elige no enfrentar. El FMI moderadamente agradecido.
Foto de las termas de Hierápolis tomada de https://antonioheras.com/patrimonio_humanidad/europa/index1403.htm
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