Felices los que estén siempre al servicio de los hermanos/as
DOMINGO DECIMONOVENO - "C"
Eduardo de la Serna
Lectura del libro de la Sabiduría 18, 5-9
Resumen: uno de los últimos contrastes que caracterizan el libro de la Sabiduría marca dos opuestos ante un mismo acontecimiento: la noche de la Pascua. Noche de muerte para los egipcios, noche de vida para los israelitas. Y esta noche de vida debe hacerse presente y celebrarse constantemente.
El libro de la Sabiduría es el último libro de la Biblia católica romana
(es bueno recordar que no se encuentra ni en la Biblia judía ni la protestante).
Es un libro compuesto por las comunidades judías en Alejandría, Egipto, para
ilustrar y acompañar a sus miembros. Por eso se nota que aunque el tema central
sea el contraste de sabidurías, no se enfrente con la sabiduría griega
sino con la egipcia: de hecho está confrontando con la sabiduría griega “en Egipto”. De allí el recuerdo claro al
pasado de los judíos en tiempos fundacionales. Esto está presentado como una
serie de “antítesis” donde contrasta
ambas actitudes: frente –por ejemplo- a las diferentes plagas, la reacción
egipcia y la reacción de Israel. En el cap. 17 había señalado la dimensión de
tinieblas de la plaga en cuestión, y en 18,1-4 cómo eso es “luz” para Israel,
la luz de la columna de fuego, y la luz de la Ley.
En 18,5 comienza una nueva tensión, ésta ocurrida en la noche. Noche de
muerte para los primogénitos de Egipto, noche de liberación para Israel. En cap.
19 comienza una más, la última con ocasión del paso del Mar. En esta antítesis,
encontramos la noche liberadora (vv.6-9) y la noche de muerte y exterminio
(vv.10-19) y la liberación (vv.20-25). La liturgia nos pone, en este caso, sólo
la primera parte, con su correspondiente introducción general (v.5).
Siendo una obra compuesta en la diáspora, difícilmente esta memoria quede
desligada de la celebración de la Pascua [quizás a ella aluda la referencia,
por ejemplo, al “canto de los padres”
en probable referencia al canto del Hallel (cf. Mc. 14,26; Mt 26,30), Sal
113-118], de hecho muchos acontecimientos del éxodo son referidos en estos
versículos (muerte de los niños hebreos, Moisés salvado, muerte de los
primogénitos egipcios, paso del Mar Rojo, Ex 1,16-22; 2,2-10; 12,29; 14,27-28)..
El verbo “perecer” enmarca la
unidad (vv.5 y 19) completa, y la referencia a “los padres” (v.6 y 9) incluye esta sub-unidad.
La introducción (v.5) señala –como en otras partes del libro- que las
plagas tienen su origen en un pecado de los egipcios; en este caso, la muerte
de los primogénitos de Egipto tiene su origen en la decisión del faraón de
matar a los primogénitos judíos (Ex 1,22-2,10). Israel es “primogénito” de Yahvé (Ex 4,22-23) quien –por lo tanto- sale como
su defensor. Algo semejante señala el apócrifo libro de los Jubileos:
A todo el pueblo que había salido a perseguir a Israel lo arrojó el Señor, nuestro Dios, en el mar, en las profundidades del abismo, bajo los hijos de Israel, al modo como los egipcios habían arrojado a sus hijos al río. En un millón se vengó, y mil paladines esforzados perecieron por cada infante de los hijos de tu pueblo arrojado al río (48,14).
“Aquella noche” en este caso debe entenderse como “noche de salvación”,
precisamente; desde esa noche Israel celebra y hace memoria en el presente de
las opresiones y liberaciones históricas, se celebra la primera Pascua. En esa
noche se cumplen todas las promesas liberadoras de Dios hechas a los patriarcas,
a Moisés, y promesas hechas bajo juramento (Gen 15,13-14; 22,16-18; 26,3-4;
46,3-4; Ex 11,4-7; 13,5; 32,13). Este recuerdo está siempre vivo en cada Pascua,
el comienzo es solemne. “Nuestros padres”
alude, como se dijo, a los patriarcas, miembros de quienes el autor se siente
parte.
Enseñado por Moisés, el pueblo espera lo que será calificado de “salvación” y su contraste, la “perdición” de los enemigos (= Egipto),
todo esto marcado por el “orgullo” de
haber sido “llamados” por Dios. Las
ofrendas “en secreto” (cf. Ex
12,13.22.46) preanuncian las ofrendas públicas en el desierto y la celebración
posterior de la Pascua (cf. Ex 12,21.27; 34,25; Dt 16,5), y todo esto unidos en
torno a “la ley sagrada”, compromiso
latente para los contemporáneos del autor. La Pascua que se celebra hace
presente y vivo toda esta memoria.
Lectura de la carta de los Hebreos 11, 1-2. 8-19
Resumen: En la conclusión de su homilía a los Hebreos, el autor señala los ejemplos de fe de los grandes personajes del AT. De ellos destaca la confianza puesta en realidades anunciadas que no se ven pero que se confía alcanzar. El ejemplo de Abraham será el que se destaca en su dimensión de salida de la tierra, peregrinación, confianza en su paternidad y ofrenda de su hijo. Esta fe es modelo y símbolo para nosotros.
Concluyendo su obra, el autor de la carta a los Hebreos señala en un largo capítulo los ejemplos de fe de los grandes personajes de la historia de Israel (preparado en 10,38), de aquellos que por su fe fueron alabados (los términos “fe” y “alabados” se repiten al principio y final del cap. 11 para darle unidad). Luego de una introducción (vv.1-2) comienza partiendo de la Creación, y continúa con Abel, Henoc, Noé y luego Abraham, que es el fragmento seleccionado en la liturgia de hoy (vv.8-19), para luego continuar con Isaac, Moisés… Este elogio de los antepasados es frecuente en el mundo antiguo (lo encontramos en Sir 44-50; Sab 10; 4 Macabeos 16 y Filón de Alejandría).
La introducción señala una relación entre la fe y la esperanza y aquello
que “no se ve”. Sin embargo hay dos
términos que son clave para su comprensión y los estudiosos no coinciden en
cómo deben ser interpretados: hypóstasis
y elenjós. Hypóstasis suele traducirse por sustancia, realidad, o confianza,
garantía, plan o proyecto. En 1,3 y 3,14 parece referir a la dimensión real. En
2 Cor 9,4 y 11,17 alude a una esperanza firme, la seguridad (y estas son las
únicas 5 veces que encontramos el término en el NT). Elenjós alude –se dice- a realidad, y se encuentra sólo aquí en el
NT. En este caso, subjetivo, ambos términos serían sinónimos y los textos,
paralelos:
La fe es -
“realidad” (hypostasis) de lo que se espera
-
hechos de las “realidades” (elenjón)
que no se ven
Sin embargo, muchos
prefieren el sentido “objetivo” –inspirados en la lectura de Hebreos a Hab 2,4
(cf. Heb 10,35-39)- y traducen “anticipo
de lo que se espera y prueba de las
realidades que no se ven”. Como se ve, la referencia a la fe –en este caso-
no tiene nada siquiera de religioso: “asegura la posesión de lo que se espera y
el conocimiento de lo que no se ve”.
De lo que hablará,
entonces, no es de la “fe” en cuanto “creer en”, sino en cuanto esperanza, de
allí la confianza en la posesión de los bienes futuros, así la fe es anticipo.
Eso debe tenerse en cuenta al leer los ejemplos que siguen.
Las alusiones a Abraham
hacen referencia a Gn 12,1.4;
15,16.18; 26,3; 35,12. Como en todo el capítulo, las partes están señaladas por
la fórmula “por la fe” (en este caso,
en vv.8.9.11.17 mientras en v.13 prefiere “en la fe”, con lo que descubrimos un
“paréntesis”).
En el primer punto, Hebreos acentúa la “salida” de Abraham, (v.8), es un ponerse
en movimiento confiado, “sin saber” a
dónde se dirigiría.
En segundo lugar (v.9-10) destaca su ser peregrino mostrando la peregrinación
hacia la ciudad celestial, como es –de hecho- la vida de los creyentes (ver
13,14). La herencia es propiedad perpetua de los creyentes.
En un tercer momento (vv.11-12) entra en escena Sara que juega un rol activo, no
solamente por su fe por la que “recibió vigor para depositar el esperma”,
con lo que su presencia es claramente decisiva en recibir lo que se había
prometido. La construcción es confusa (el dicho parece propio de un varón, no
de una mujer), por lo que algunos autores piensan en que en realidad se habla
de Abraham, y allí Sara es su compañera (por eso traducen “junto con Sara”).
En una suerte de paréntesis
(vv.13-16) el texto pasa de uno a todos los patriarcas anteriores que reconocen
lo antedicho: su patria en el cielo, eso es lo que buscaban y (11,40) allí
entrarán junto con los fieles cristianos (cf. 3,12-4,11 donde la vida es vista
como peregrinación hacia el descanso). De ellos, Dios no se avergüenza de ser “su Dios”, ver Ex 3,6.
Finalmente, se menciona de Abraham su ofrenda de
Isaac. Concluye destacando no sólo una –supuesta- fe de Abraham en la
resurrección, sino que se señala que esto es “figura” (parabolê). Sin duda, esa fe es propia de tiempo de Hebreos, no de
Abraham, y se alude a la “confianza”
en que Dios puede levantar de la muerte a su hijo. Señalando la “parábola”, probablemente
esté entendiéndola como figura de la muerte y resurrección de Jesús y en ella
la vida escatológica de todo creyente.
Es interesante que en todo este capítulo no haya
alusión a Cristo (solo en 11,26); sin embargo, todo indica que estos ejemplos
del AT han de leerse en clave tipológica y la alusión a Cristo esté subyaciendo
todo a lo largo del capítulo.
+ Evangelio según san Lucas 12, 32-48
Resumen: Una serie de textos variados aluden a diferentes aspectos. Por un lado, una diferente actitud con respecto a los bienes y a los hermanos/as. Por otro lado, una actitud de dedicación a ellos de parte de los líderes mientras esperan la venida de Jesús, que se demora. Esta actitud de “estar preparados” es una actitud fundamental para la vida cotidiana, pero particularmente grave para los dirigentes de la comunidad.
Si debemos ser sinceros, el Evangelio que la liturgia nos propone hoy, no es fácil de comentar. No porque tenga ideas ambiguas para su interpretación, no porque desconozcamos algún sentido –como ocurre en otras ocasiones- sino porque conjuga una serie de elementos muy distintos que no son fáciles de presentar de un modo general, o uniforme (por eso la liturgia permite una lectura más breve que puede escogerse). Veamos:
En la unidad
12,22-32 (comenzada por “dijo a sus
discípulos”, que no es interrumpida sino en v.41 con una intervención de
Pedro), se destacan a modo rítmico tres negaciones en imperativo:
v.22: no
se preocupen
v.29: no
anden buscando
v.32: no
temas
Este
texto se encuentra en el documento Q (salvo v.32, que es propio de Lucas), y lo
sigue otro también de Q, vv.33-34, en el que Lucas le da una formulación más
helénica que semítica (como es el texto en Mateo, según veremos). Luego el
texto continúa hasta la intervención de Pedro (vv.35-40) en imágenes que tienen
algún paralelo con las parábolas de la Venida que se encuentran en el final de
Mateo (caps. 24-25). Luego, en respuesta a Pedro (vv.42.48) Jesús presenta en
una nueva parábola un paralelismo antitético entre dos actitudes contrastantes
(vv.42-44 y 45-48; notar en v.45 el comienzo con “pero”). Esta unidad también tiene semejanza con Mt 24.
Como
puede verse –y acá el tema planteado- estamos ante muchos temas diferentes. Con
cierta conexión en algunos casos, pero no demasiada unidad.
Nos
encontramos –para empezar en nuestro texto litúrgico- con un dicho aislado
(v.32; en realidad, conclusión de la unidad anterior vv.22-32)
Le
sigue un dicho nuevo (que puede verse como conclusión temática de la unidad
anterior, vv.33-34)
Dos
unidades parabólicas con cierta referencia común a la “venida” (vv.35-40;
41-48).
Ante
esta dificultad, veremos sintéticamente cada una de estas cuatro partes sin
detenernos excesivamente –salvo que fuera necesario- en aspectos concretos.
v.32:
como se dijo, el texto forma parte conclusiva de una unidad mayor que invita a
“no preocuparse” ya que Dios mismo
vela por sus creaturas (v.28) y más hará con “ustedes, hombres de poca fe”. Como se ve, este texto utiliza el
clásico “de menor a mayor” (en hebreo –lo vimos el domingo pasado- el kal wahomer): “si Dios hace
esto con los que valen menos que ustedes, cuánto más hará por los que valen
más”. A modo de síntesis de esto, presenta la segunda negación: no busquen… no se inquieten… busquen el
reino y esas cosas se darán por añadidura. A esto, así planteado, Lucas añade
un dicho que –como se dijo- es propio de su fuente: “no temas”.
Es
interesante que si en las unidades anteriores el acento estaba puesto en la “preocupación”, aquí se destaca el temor.
Dos elementos se destacan en relación a los destinatarios: Dios es su padre, y –como es obvio por la
referencia al rebaño- su Pastor. Por
otro lado, es evidente el contraste entre el “temor” y el “placer” de
Dios por dar. Y lo que Dios –padre y pastor- quiere dar, es “el reino” (seguramente la referencia a
la búsqueda del reino de v.31 y el deseo de Dios de darlo, fue lo que atrajo
este versículo independiente a esta unidad).
Jesús
no se dirige ni a individuos, ni a multitudes, en este caso, sino a un grupo pequeño. Si bien rebaño no necesariamente supone una pequeña cantidad (ver 1 Sam
25,2) sin embargo puede serlo (ver Mi 2,12), pero en este caso se aclara expresamente
que es “pequeño” (mikròn). Hay aquí
una relación entre la comunidad y el reino, pero esta comunidad puede “alegrarse” porque recibe de su padre
este reino. Este contraste entre “temor”
y “alegre voluntad” (eudókêsen) de Dios muestra que esa
característica propia del “reino” de
que se invertirá la situación (1,49-55; 6,20-26; cf. 16,19-31) es una realidad
en la pequeña comunidad. No es ajeno, esto, a lo que el mismo Lucas nos dice de
las primeras comunidades de Jerusalén (Hch 2,42-47; 4,32-35) donde “ya no hay necesitados” y reina la “alegría” y hay una vida compartida donde
a los bienes “nadie los llama suyos”
y “todo es común”.
Este
texto añadido por Lucas –como hemos visto- prepara la pequeña unidad siguiente
que hace referencia a los bienes (vv.33-34). Como dijimos, este párrafo tiene
interesantes diferencias en el comienzo con el mismo dicho en Mateo (notar el
paralelismo antitético: no acumulen / acumulen, polilla, herrumbre, ladrones):
Mt 6
|
Lc 12
|
19 No acumulen tesoros en la
tierra, donde la polilla y la herrumbre las destruyen, donde los ladrones
perforan paredes y roban.
20 Acumulen tesoros en el cielo,
donde no roe la polilla ni destruye la herrumbre, donde los ladrones no abren
brechas ni roban.
|
33 Vendan sus bienes y den
limosna. Consigan bolsas que no se rompan,
un tesoro inagotable en el
cielo, donde los ladrones no llegan ni los roe la polilla.
|
21 Pues
donde está tu tesoro, allí estará también tu corazón.
|
34 Porque
donde está el tesoro de ustedes, allí también estará su corazón.
|
Es
sabido que en la comunidad de Lucas hay algunos miembros con dinero, de allí la
insistencia acerca de cómo deben actuar –al menos en el interno de la
comunidad- esos tales. En Lucas, la injusticia es un tema muy importante
(5,11.28; 6,20.26.35; 8,14; 9,25; 11,39-41; 12,13-21; 16,1-14.19-31; 18,18-30;
19,1-10; 21,1-4; Hch 2,42-47; 4,32-37; 9,36; 11,29), en este caso –como es
evidente- no se trata de “prohibir ser ricos” (algo más propio de Mateo) sino
de “compartir los bienes” (lo cual es
lucano, como se ha dicho). Es evidente –en ambos- que no se trata de que los
bienes sean malos en sí mismo, sino en cuál es la actitud ante ellos (vimos que
Lucas y Mateo los califican de ídolos, 16,13 y que –precisamente porque la
situación se invertirá, no es sensato ni ético “ser ricos”, 6,24). Como se ve,
se trata de dos tipos de lugares donde “atesorar”,
pero –como también se ve- no se trata de una suerte de “espiritualismo”, ya que
se impone una actitud de generosidad concreta y “material”. Se trata de que “no
haya necesitados” en la comunidad, de “mirar” al hermano/amigo como tal. No se
habla aquí de “ser pobres”, sino de “compartir”, es decir, “ser hermanos”. No
se trata de ser pobres, pero no es razonable ser ricos. Esta tensión se
resuelve en ser hermanos (y amigos).
El “tesoro en el cielo” ya venía preparado
en 9,23-25, se trata de la renuncia de los bienes y de sí mismos. Los
discípulos por el mundo no deben llevar “bolsa”
(10,4) porque “no deben preocuparse”
(v.29). Pero la relación entre corazón
y tesoro es ineludible, “estará” –el
futuro- no deja lugar a dudas. Sólo queda tener una actitud fraterna y sororal
ante los bienes, para lo cual es fundamental que el corazón sepa dirigirse
hacia ellos y ellas como amigos y hermanos/as.
De
todos modos, Lucas ubica ambos textos juntos, lo que le da una profunda
interrelación comunitaria. Es verdad que no se han de preocupar por el
sustento, pero también lo es –y el reino tiene que ver directamente con eso-
porque los que tienen posesiones deben compartir sus bienes con sus hermanos.
De esto se trata ser “pequeño rebaño”.
La
unidad vv.35-40 tiene una estructura concéntrica que destaca algo muy curioso
en el centro:
a a. Invitación
a “estar” listos (v.35)
b b. Ejemplo ilustrativo (v.36)
c c. Bienaventuranza (v.37 a)
d - Oráculo
(“les aseguro”) (v.37b)
c’ Bienaventuranza (v.38)
b’ Ejemplo ilustrativo (v.39)
a’ Invitación a “estar” preparados (v.40).
La unidad a-c alude a la venida de un ausente, mientras
que c’-a’ hace referencia a lo inesperado de la hora del regreso. Las dos
bienaventuranzas –por su parte- tienen un orden inverso (los siervos – el señor los encuentra / señor que viene – encuentra siervos).
La intervención de Pedro rompe el esquema de los
servidores, y encontramos una nueva parábola antitética:
a Actitud
positiva del intendente
b Llegada inesperada del señor
c Oráculo
(“amen, les digo…”)
a’ Actitud negativa del intendente
b’ Llegada inesperada del señor
c’ Oráculo de castigo (“lo
partirá en dos…”)
La
primera parte, recuerda la escena anterior (con su bienaventuranza), aunque el
obrar del intendente es fundamental en la primera, mientras que en la segunda
parte lo importante es la llegada sorpresiva del señor.
Veamos
brevemente ambas unidades:
vv.35-40: La invitación a estar “ceñidos los riñones” y la referencia a las lámparas recuerda instantáneamente a un judío la noche de la pascua
(Ex 12,11). La imagen tiene su origen en la idea de estar pronto, preparado
para ponerse en movimiento (cf. 1 Re 18,46; Jn 38,3). En este caso se refiere a
la llegada no programada del señor que vuelve de una boda (imagen frecuente en el judaísmo del encuentro con Dios). Hay
elementos (lámparas, boda, señor que viene, espera, siervos) que recuerdan la
parábola de las 10 vírgenes de Mateo 25,1-13 aunque con claras diferencias. Lo
llamativo –y aparentemente absurdo- es que en el mundo antiguo es impensable que
el señor sirviera a los amos. Puede verse en 17,7-9 un contexto mucho más
coherente con su tiempo. Hay diferentes modos de medir el tiempo, pero con
“segunda y tercera vigilia”, es evidente que de cualquier manera el señor llega
muy tarde, y son acreedores de una
nueva bienaventuranza.
El
ejemplo del ladrón que llega a horas
imprevistas es evidente, y de hecho muy usado en su tiempo (por ejemplo, ver Mt
24,43; 1 Tes 5,2.4; 2 Pe 3,10; Ap
16,15). La venida del “Hijo del hombre”
es ambigua en los evangelios, y aluden tanto a su ministerio presente o su
padecimiento en un futuro inminente, pero en general, cuando se trata de un
futuro indefinido, se destaca la dimensión judicial (17,22.24.30; 18,8;
21,27.36; 22,69).
vv.41-48:
Pedro interrumpe con una pregunta. La referencia a los “administradores”, y ya no a los “servidores” da un nuevo color a la referencia. La actitud de los
líderes de la Iglesia con respecto a los miembros de la comunidad pasa a ser la
clave de interpretación, y la intervención de Pedro, prepara este nuevo
aspecto. Se trata de un “administrador”
(oikonomos) y el señor lo “pondrá” con lo que alude a los futuros
ministros eclesiales. Pero en seguida se lo menciona como “siervo / esclavo” (doulos, cf. v.43.45) ya que tanto unos
como otros, todos están al servicio del “señor”.
Su actitud frente a los demás siervos puede ser de dedicación (v.42) o –por el
contrario- de violencia (v.45). Este último siervo abusa de varones y mujeres (es típico de Lucas el
uso de ambos géneros). Comer y beber es posterior a la violencia, por lo que no
tiene excusas. Como el rico de la parábola anterior (12,19) este “come y bebe”
y además se emborracha.
La
venida sorpresiva del señor provocará que sea “cortado al medio” (v.46; cf. Ex 29,17; Mt 24,51). Sin duda que es
chocante esta consecuencia (cf. 19,27) y no debe exagerarse ya que estamos en
la característica escenografía de las parábolas. El primero era “fiel” y este tiene su suerte entre los “infieles”.
La
conclusión (vv.47-48) alude a la diferente sanción según el conocimiento ya que
quien no sabe la voluntad de su señor
recibirá un castigo menor.
La
unidad, como se ve, tiene en mente la “venida”
(vv.35.37.38.39.40.43.45.46), en este caso, estar alerta es fundamental,
especialmente ante la “demora”
(12,45). La venida del señor a casa provoca una sorpresiva inversión de los
valores, que –como sabemos- es propio de la dinámica del reino (como hemos
destacado más arriba). Jesús mismo la asume en la última cena (22,27). La referencia a partir de la pregunta de
Pedro a los administradores en la comunidad eclesial remarca que su suerte está
estrechamente ligada a su actitud frente a los otros siervos; la relación entre
el administrador y el señor está en función de fidelidad a la actitud del
administrador con los restantes siervos. No puede comportarse como “señor”, no
puede abusar de ellos y ellas sino que debe ocuparse atentamente de sus
necesidades. Una vez más –en el NT- la imagen de la autoridad está en estrecha
relación al servicio. Los líderes son responsables no sólo de lo que ellos
mismos hacen, sino de la obra de la comunidad como un todo. Así Lucas no
solamente invierte los valores culturales poniendo a los líderes en un rol de
servidores, sino que alerta a los líderes que le son contemporáneos que su
responsabilidad está en estrecha relación a su actitud frente a los que le
están encargados. Quienes abusen de la autoridad con respecto a su pueblo
recibirán un castigo terrible, más duro cuanto más conocimiento tengan de lo
que Dios espera de ellos.
foto pública de Enrique Angelelli
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