Evangelizar o disangelizar, ¡esa es la cuestión!
Eduardo de la Serna
El
Evangelio es una “buena noticia” que los seguidores de Jesús de Nazaret estamos
invitados a comunicar al mundo entero.
En
él “creemos”, nos afirmamos, sobre él edificamos nuestra vida. Creer, en este
caso, es el punto de partida. No hay nada antes. Porque creemos en la buena
noticia de Jesús todo empieza allí y hacia allí todo se dirige.
Todo
seguidor de Jesús tiene en el Evangelio la luz que guía su decir y su obrar.
Y
esto es particularmente importante para los curas (no solamente, pero sí
particularmente). Se supone que los cristianos, los curas en este caso,
anuncian buenas noticias especialmente ante quienes padecen “malas noticias”.
Y
me quiero detener especialmente en esto partiendo de la experiencia que puedo
vivir viendo algunos curas oponiéndose al proceso de paz de Colombia. Me llama
poderosamente la atención, se me vuelve casi incomprensible. Aunque debo
reconocer que tiene cierta lógica. Curas que tienen su corazón en las riquezas
se han dejado “dis-angelizar” por los
ricos. Se han acomodado a aquellos a quienes debieran comunicar buenas
noticias, en lugar de llamar al cambio de sus corazones han cambiado ellos, se
han “acomodado”. Así, quienes debieron comunicar una noticia se convirtieron en
anoticiados; quienes debieron llamar a la conversión se vieron convertidos…
Es
notable cómo el poderoso caballero
logra tanto. Porque una cosa sería que los pastores que atienden comunidades
adineradas anuncien la buena noticia del reino, y encuentren dificultades
porque el ojo de la aguja no lo atraviesa un camello, pero es triste ver que
muchos pastores propongan un evangelio light
para no incomodar a los destinatarios. Y mucho más triste aún es ver cómo van
cambiando su vida y sus mensajes cuanto más en medio de los ricos están o
cuanto más quieren evitar “incomodar” a los que debieran.
Ver
a curas que tienen una pastoral en medio de los ricos, o los que tienen grupos
de oración desencarnada, o los que sueñan ser “padres fundadores de la santa
respiración”, tomando posturas claras y militantes en favor del ‘no’, resulta increíble.
Pocos valores hay más claros como signos del reino que la “paz”, pero – aunque disfracen
su discurso diciendo que quieren la paz, pero “no ésta”, lo cual es lisa y llanamente una mentira, porque la única
paz que quieren es la de los cementerios llenos de cadáveres de guerrilleros,
no la paz del encuentro con hermanos – y la paz tiene su oportunidad clara y
nítida en el hoy de Colombia. Hoy la Paz se dice ‘¡sí!’
Es
llamativa la vocación “disangélica” (palabra creada por Nitzsche: “comunicador
de malas noticias”) de algunos, lo lamentable es que lo hagan en nombre del “evangelio”;
aunque para ello tengan que hacerle decir al Evangelio lo que no dice, a los
santos lo que no dicen, al Papa lo que no dice, al pueblo colombiano lo que no
dice, a los acuerdos de paz lo que no dicen, y hasta a los poetas… Lo que
importa es lo que “ellos” dicen desde su lugar de nada. Pero es de esperar que
los pobres, aquellos a quienes Jesús quiere comunicar las buenas noticias,
ellos sí la reciban. Y la paz, hoy firmada, sea un paso a paso hacia un mañana
de hermanos, aunque algunos fascinados de sí mismos y de los aplausos que les
brindan los etéreos sigan diciendo no a lo que no es ellos mismos.
Logo tomado de cnnespanol.cnn.com
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