Los testigos de Milagro
Eduardo de la Serna
La misma pileta (sin Milagro), vacía y en proceso de deterioro |
Es bastante frecuente creer que la Biblia está llena de “milagros”, aunque (depende las traducciones), para ser precisos, en la casi totalidad de los casos (26 sobre 27 veces) se use ese término castellano para traducir una palabra griega: dynameis (de donde viene ‘dinamismo’). La restante (Mateo 21,15) traduce otro término griego thaumasíos (sólo aquí en el NT) que suele traducirse por “maravillas”.
El término, como se ve, no es particularmente frecuente, pero
pretende destacar la fuerza, el dinamismo de un accionar concreto de Jesús.
Veamos esto…
¿Qué son en la Biblia los “milagros”? Para empezar: ¡nada que ver
con lo que habitualmente entendemos! Se suele entender como una especie de “prueba”
de la divinidad de Jesús, o como “poder” de lo divino, casi una suerte de “show”,
algo que expresamente Jesús rechaza en las tentaciones (Mt 4,5-6). ¿Qué son los
milagros? Pues, por encima de todo, son “algo para ver”. Pero no para
ver un show sino para ver “el reino de Dios”.
¿Qué es el dichoso “reino de Dios”? Pues precisamente momentos y circunstancias
en las que “Dios reina”. Dios reina – como era habitual en la antigüedad – allí
donde se hace la voluntad del “rey”. Es decir, Jesús viene a instaurar la
posibilidad concreta de que se viva coherentemente con la voluntad de Dios.
Para ser concretos: ante situaciones específicas: enfermedad, hambre, dolor
Jesús tiene claro que “eso Dios no lo quiere” y actúa en consecuencia. De
eso se tratan los milagros: signos concretos en los que se busca realizar la voluntad
de Dios, el Reino; signos en los que Jesús busca aliviar el dolor, busca que la
situación que viven los sufrientes no sea ya algo “cotidiano” y – si es posible
– desaparezca.
Sin duda que podemos decir que la voluntad de Dios plenamente nunca
la podremos vivir acabadamente, pero no es menos cierto que hay acontecimientos,
circunstancias, realidades concretas que se asemejan bastante más a la voluntad
de Dios que otros.
Algo que merece un comentario más son los “endemoniados” y “exorcismos”.
Hay quienes por diferentes razones viven oprimidos por situaciones que los
alienan y les impiden vivir en su cotidianeidad la voluntad de Dios en “estados
alterados de conciencia”. En ellos “triunfa” el anti reino. A eso suele llamar
la Biblia “demonios”, unas “fuerzas” (contrarias a las “dinámicas” fuerzas milagrosas
del reino) que hacen el mal a las personas. Así provocan enfermedades,
alienaciones, y hasta muerte. Jesús los enfrenta y los expulsa, aunque a veces
esas fuerzas parecen todopoderosas. En la muerte de Jesús parecen haber
triunfado, por ejemplo y se hace presente en Judas, concretamente (Lc 22,3);
aunque Dios tiene la última palabra.
Veamos en concreto signos del reino de los que he sido testigo… He
visto escuelas, polideportívos, piscinas, viviendas, cooperativas de trabajo… he
visto dignidad donde había “nada”, muerte, opresión, injusticia. Y no me
detengo en obviedades como preguntarme si contribuye o no el deporte, la
educación y el trabajo a enfrentar los problemas de la juventud, por ejemplo.
He visto “signos del reino”, la dinámica del reino. Esos milagros los he podido
constatar, y “no puedo callar lo que he visto y oído”. Pero vi, a su
vez, que in-morales funcionarios pretenden dejar morir todo, y he visto las
cooperativas sin trabajo, las piletas vacías (de gente y de agua, es decir, “condenadas”
a fracturarse y arruinarse), los centros de atención de personas con
discapacidad cerrados, los espacios culturales sin gente, las paredes
resquebrajadas, los hasta ayer ocupados hoy sin trabajo (por no decir los robos
incitados en bloqueras o canales de TV)… Y vi demonios sueltos, in-morales, que
quieren confrontar llenando de vacío y de muerte la vida patente en los “milagros”
del reino, milagros en los que vimos (y pudieron ver los que quisieron) dignidad
y vigencia de los derechos humanos. Una vez más hay “fuerzas” en pugna, las del
reino y las del anti reino, la vida o la muerte.
Y después de ver los frutos, pudimos ver el árbol. Milagros de
Milagro. Y no se me entienda mal, no digo que alguien “haga” milagros
reservados a Dios, sino que alguien, ¡Milagro Sala!, hace patente nada menos
que “lo que Dios quiere” y – por tanto – hace presente la “dinámica”
de las cosas de Dios. Lo sepa o no lo sepa, lo pretenda o no lo pretenda. Dios
se hace presente allí donde hermanas y hermanos pueden educarse, recrearse,
trabajar, vivir. Y eso de mostrar que “desde abajo” la vida surge, como el
fuego pa’ calentar, no es algo tolerado por abanderados del anti reino, es algo
que debe “enfrentarse”; los “dueños” no toleran la “rebelión” de los “súbditos”.
Es algo “viejo como el reino” que esas fuerzas lo combatan. Con mentira y con
calumnia, con violencia y con “fuerza”, pero no la dynamis del reino,
precisamente, sino con las fuerzas de la muerte.
Milagro está presa, y no por lo malo que pueda haber hecho sino
porque es intolerable que muestre el poder de la vida, el de la dignidad, el
poder de los pobres, los escogidos del reino, precisamente, para mostrar dónde
está Dios en este capítulo de la historia. Vimos los signos de Dios, los
milagros de Milagro, y vimos el poder de la mentira y la arbitrariedad. Quiero
decir que hoy vi el paso de Dios por Alto Comedero, y vi pasos in-morales de
personajes menores que sólo pasarán a la historia por oponerse a la vida, como
Pilato o como Herodes. Y sé que los milagros, las fuerzas de la esperanza y el
reino, más tarde, o más temprano saldrán a la luz, aunque – como ocurre con las
declaraciones de la CIDH o a la ONU – haya ciegos que no quieren ver, sordos
que no quieren oír y – sobre todo – señores feudales que se equivocaron de
siglo.
Foto tomada de http://www.quepasajujuy.com.ar/2237-La-obras-de-la-Tupac-y-Milagro-Sala-que-sorprenden-a-la-prensa-europea.htm
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