Jesús nos invita a participar de la fiesta de la vida
DOMINGO VIGESIMOCTAVO - "A"
Eduardo de la Serna
Resumen: en un texto que parece de tiempos del exilio, el profeta canta el triunfo de Dios sobre sus enemigos, y la consiguiente invitación a todos (los judíos que están en) los pueblos a participar en un banquete que el Dios rey da a los suyos en el monte Sión.
El texto parece continuar lo anunciado en
24,21-23 donde se anuncia el triunfo y castigo de Dios que reinará en Sión.
“Todos los pueblos” (o quizás, los judíos que están dispersos en todos los
pueblos) serán congregados en el monte (término que se repite en 6 y 10a
formando inclusión). En esta fiesta, Dios quitará el “velo” (v.7) del luto, es
decir “enjugará las lágrimas” (v.8b). En el centro se destaca que desaparecerá
“la muerte” (v.8a) es decir, el pueblo “vivirá”. Probablemente en el exilio,
sin tierra, sin ley, se siente morir pero Dios le garantiza que “consumirá
definitivamente la muerte”.
Esta vida queda manifestada en el banquete al
que se convoca a “su pueblo” (v.8), invitado por “nuestro Dios” (v.9) [el tema del banquete, fiesta que un rey da a
sus súbditos cuando es coronado y mostrar así su magnificencia, parece el
motivo por el que es introducido el texto en la liturgia a la luz del Evangelio
del día]. Siendo banquete en Sión, ciertamente el pueblo desterrado se
siente convocado a una nueva vida. La frecuencia de términos como
esperar/esperanza y salvar/salvación nos remiten al “Tercer Isaías”.
Lectura de la carta de san Pablo a los cristianos de Filipos 4, 12-14. 19-20
Resumen: Pablo se está despidiendo de los filipenses, pero quiere agradecerles su solidaridad para con él en la prisión. Pero ese gesto de generosidad es, en realidad, un gesto para con Dios que los recompensará.
El texto litúrgico de Pablo es un fragmento
de un folleto agradecido que Pablo envió a los filipenses cuando recibe apoyo y
visita de parte de estos, enviando a Epafrodito, que durante un tiempo estará
con él; este folleto se encuentra actualmente en Fil 4,10-20. La introducción
(vv.10-11) está omitida, del mismo modo que la referencia del Apóstol a la
relación siempre generosa que los filipenses le manifestaron (y la referencia a
Epafrodito; vv.15-18).
Breve nota sobre “la” o “las” carta/s a los
filipenses: no hay consenso entre los estudiosos si la actual carta a los
filipenses es una carta única o si en su seno hay más de una carta reunidas en
un mismo texto (suele pensarse en dos cartas y un fragmento o folleto). Hay
autores y motivaciones serias en ambas corrientes. Los que piensan en una
unidad, creen que las rupturas perceptibles en la carta se deben a motivaciones
retóricas. Los que piensan en más de una carta creen que la estrecha relación
entre los filipenses y Pablo motivaron varios escritos que finalmente fueron
reunidos en un solo texto (quizás a principios del s.II, se dice). Estas
serían, un folleto agradecido por el envío de ayuda a la prisión (4,10-20), una
carta llena de alegría motivada por el re-envío de Epafrodito a Filipos
[1,1-3,1a + 4,4-9 + 4,21-23], y – finalmente – una carta a causa de la
intromisión en la comunidad de aquellos que predican la circuncisión (3,1b-4,3);
es de notar que Policarpo de Esmirna en su carta a los filipenses les dice que
Pablo “les escribió cartas” (Polic Fil 3:2). Como se notará,
preferimos esta segunda opción. Sin embargo, el texto litúrgico conforma una
unidad y – en este aspecto – no influye para la lectura. De hecho 4,9 tiene
apariencia de conclusión (“el Dios de la paz…”) y los vv.19-20 también tiene
apariencia conclusiva. La ruptura entre 4,9 y 4,10 es evidente; e incluso la
referencia a Epafrodito en 2,25-30 no condice con esta. Allí Pablo les informa
de la salud – estuvo a punto de morir – mientras aquí les agradece el envío, no
parece coherente que estuvieran en un mismo texto. Los argumentos, como se
dijo, no son conclusivos y muchos autores piensan que las rupturas, que son
evidentes, tienen motivaciones retóricas.
La unidad vv-10-20 concentra una serie de
elementos que han hecho ver en la carta un importante destaque de la “amistad”
(“carta de amistad”, se la ha llamado). El mundo greco-romano destacaba la amistad
como un modo de relación entre “iguales” (o familia) [aunque con diferentes
matices según quiénes lo decían, sean griegos o romanos], mientras que las
relaciones desiguales eran vistas como relaciones de “patrón”-“cliente”. Estas relaciones
supone ciertamente una “cadena de obligaciones”, de reciprocidad (y no hacerlo
pone en serio riesgo la amistad).
La unidad comienza con un tema que será
frecuente en la carta, la “alegría” (v.10). Pablo comenta su actitud, pero no
con intención de que pareciera “pedir”. Con un término frecuente en la
filosofía estoica, “bastarse a sí mismo” (autarkês;
única vez en el NT), afirma que sabe vivir en la pobreza y la riqueza. Pero no
es una “autarquía” lograda a costa de un “dominio de sí”, sino “en aquel que me
conforta” (v.13; cf. 2 Cor 12,9-10). De hecho ya sabemos por otras cartas
paulinas que él trabaja para “auto-mantenerse” y no ser una carga para las
comunidades (1 Tes 2,5-9; 1 Cor 9,4-18; 2 Cor 11,7-10; 12,13-18). Luego de
haber manifestado esa capacidad “autárquica” (v.12) manifiesta su
agradecimiento a los filipenses por su solidaridad (sygkoinôneô; con-solidarios), algo que ya hicieron con él en otras
ocasiones (vv.15-16), y que repercute en los mismos filipenses en los dones
espirituales que Pablo comunica. Con mucha seriedad Pablo afirma haber
“recibido” los dones, pero inmediatamente los relee en clave “ofrenda”: un
“aroma perfumado”, una ofrenda aceptable, agradable a Dios (obviamente, Dios no
recibe aquellos sacrificios que no le son gratos: Prov 15,8; Jer 6,20; Mal
2,13); lo que los filipenses hacen a Pablo, en realidad es a Dios a quien lo
hacen, ¡y él lo recibe gustosamente! La imagen del “aroma perfumado” se utiliza
en el lenguaje de los mitos para señalar que “calman” a Dios en su ira, y lo
“suavizan” (ver Gen 8,21; es una imagen tomada del mito babilónico del diluvio
donde los dioses, como moscas acuden al olor de la ofrenda de Atrajasis o de
Utnapistim):
“Entonces hice salir (todo) a los cuatro vientos y ofrecí un sacrificio. Vertí una libación en la montaña ziqqurrat. Siete y siete vasijas dispuse, sobre sus trípodes amontoné caña, cedro y mirto. Los dioses olieron el sabor; los dioses olieron el dulce sabor, los dioses se apiñaron como moscas en torno al sacrificante” (Poema de Guilgames, tableta VI:155-161).
La acción de gracias por los dones de los
filipenses, incluye un pedido a Dios de retribución en bendiciones por los
dones recibidos.
+ Evangelio según san Mateo 22, 1-14
Resumen: Mateo toma una parábola que se encontraba en el texto Q y la alegoriza notablemente aludiendo al rechazo de Jesús, “hijo del rey”. Ante el rechazo de la invitación (por parte de los judíos) se realiza una nueva invitación (fuera de la ciudad), pero eso no autoriza a participar de la fiesta sin estar debidamente preparados.
Mateo presenta una nueva parábola en el
contexto donde Marcos había señalado solamente una (los viñadores homicidas); son
tres parábolas donde se destaca el rechazo a una invitación (21,28-32;
21,33-46; 22,1-14); en este caso nos encontramos con una que parece tomada del
evangelio Q, común entre Mateo y Lucas. Sin embargo, es de notar que cada uno
de los dos evangelios (Mateo y Lucas) incorpora en el texto elementos que son
muy propios de su teología. Señalemos estos simplemente a modo esquemático (con
la intención de descubrir lo propio de Mateo):
Mateo 22
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Lucas 14
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Banquete de bodas del hijo del rey (v.2)
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Un hombre hace una gran cena (v.16)
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Llama a los invitados que no quieren ir
(v.3)
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Llama a los invitados que ponen excusas
absurdas para no ir (vv.18-20)
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Nueva invitación a los invitados que incluso
reaccionan violentamente con los sirvientes
(vv.5-6)
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Reacción del rey enviando tropas (v.7)
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(vv.8-10) Invitación a
invitados inesperados en los cruces de caminos (v.21)
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Nueva invitación en los caminos (vv.22-23)
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Añadido sobre el invitado sin “vestido de
boda” (vv.11-14)
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“ninguno de los invitados probará mi cena”
(v.24)
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Mientras el tema en Lucas, como es habitual, refiere a los pobres, en Mateo – como también es teológicamente frecuente en él – señala el rechazo violento de Israel a Jesús. El acento alegorizado en el “hijo del rey”, en la violencia, y la “destrucción de la ciudad” (= Jerusalén, v.7) marca la insistencia propia de Mateo en el “nuevo Israel”, la Iglesia. Los invitados en un último momento, fuera de la ciudad, aluden a los no judíos que aceptan la invitación a la “fiesta” de bodas.
Pero – y quizás Mateo añada esto (el invitado
sin traje de bodas) para evitar ser mal entendido dada la alegorización de la
parábola – eso no implica que los invitados tardíos estén exentos de dar frutos
de justicia. Las bodas aluden al encuentro final con el “hijo del rey”, no
basta (como el dicho conclusivo sobre los “llamados”
y “elegidos” lo demuestra) con ser
invitados (sea en el turno que fuere), es necesaria la respuesta acorde a la
invitación. Algunos judíos han dado respuesta (la comunidad judeo-cristiana de
Mateo), y algunos paganos también… pero no todos; y tanto los que se han negado
a participar del banquete como los que no están debidamente preparados quedarán
sin participar de la fiesta del Reino. El acento, como es evidente, está en
señalar a los que se auto-excluyeron de la fiesta de bodas y la participación
en ella de nuevos sujetos inesperados.
Ciertamente hay elementos extraños a la
lógica habitual en el texto: la invitación de un rey que es rechazada como “de
común acuerdo”; la sustitución de invitados de “honor” por otros de “bajo
honor” (o ninguno)... El acento está puesto en el Reino de Dios que invierte
todos los valores habituales y frecuentes, algo que es frecuente en los
evangelios, y que Mateo ha mantenido y acentuado.
La nota de “violencia”, tanto de los invitados hacia los servidores, como del
rey destruyendo la “ciudad” refuerza
la nota alegórica del texto aludiendo a la muerte de Jesús, siervo de Dios, y a
la posterior destrucción de la ciudad de Jerusalén por parte de los romanos. La
alegoría es evidente.
El añadido del invitado sin traje de bodas
(al que – como vimos al aludir al que reprocha al dueño de la viña el pago que
considera injusto, 20,13; cf. 26,50 – el protagonista llama “amigo”, etaire), que como dijimos, no se
encuentra en Lucas y – probablemente – no estuviera en Q, invita a descubrir
que se trata de un añadido de Mateo con la finalidad de evitar que los que se
creyeran invitados en un segundo momento, se creyeran a su vez sin
responsabilidades con el reino. Sin dudas los miembros de la comunidad que no
son capaces de reconocer su pecado (cf. 18,15-18) también han de ser rechazados
de la fiesta.
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