¿Que me importa o qué me importa?
Eduardo
de la Serna
Una sociedad no es un
estereotipo, y por eso, cuando se dice “los
argentinos somos solidarios” creo que se dice una mentira… o una “medio
verdad”. Hay argentinos solidarios, pero hay muchos que no lo son. Son los de “yo argentino”, por ejemplo.
Mirando los resultados de las
elecciones en algunos temas me da la sensación, por caso, de un conjunto
importante de desintereses…
- ¿Qué me importa Santiago Maldonado? Al fin y al cabo, los de Resistencia Cushamen son 8 tipos. Y eso de cortar la ruta es abominable (salvo que la corte De Angelis o Lewis, en cuyo caso son cortes amigables).
- ¿Qué me importa Milagro Sala? Seguro que debe ser cierto eso de que comentó algo a alguien y ese lo dijo a uno que escuchó y otro referenció a uno que entendió… Está bien condenada por teléfono descompuesto. ¡Y listo! (salvo cuando el que dice y habla y eso repercute en otros es Blaquier, en cuyo caso son apagones amigables).
- ¿Qué me importa que Carrió descarríe en comentarios y discursos, comparaciones o porcentajes? Es la verdadera fiscal de la republiquita, salvo cuando tiene que viajar y no está, o cuando está rezando para que Dios le indique los próximos pasos a dar (salvo cuando la fiscal es Alejandra Gils Carbó, en cuyo caso hay que hostigarla hasta el final. Es que sus fallos no son amigables).
- ¿Qué me importa que crezca el hambre, la mortalidad infantil, la desnutrición, la tuberculosis? Son cosas que quedan demasiado lejos. Enfermedades serias son otras, aunque nada que no se repare con un buen viaje o unos días en el country (salvo cuando el que se va es uno no amigable. Ahí hay que descontarle presentismo, por lo menos).
- ¿Qué me importa que el Presi y sus amigos tengan cuentas en Panamá, que hagan movidas para blanquear a los suyos o tapar cosas del Correo o de Avianca? No es ilegal, por supuesto (salvo que me dijeron que se comenta que algunos dicen que hay plata en una bóveda o en una financiera rosadita, esa sin duda es plata ilegal. Me lo dijo un amigo).
Y podríamos seguir y llenar
páginas de indiferencias… Hay un grupo muy importante que se desinteresa
totalmente del dolor del otro, pero no aplica la misma vara para “su grupo”.
Y así entramos en el tema de
lo que se suela llamar “la ideología”. Dejo de lado que creo que no hay nada “desideologizado”,
y todo y todos tenemos ideologías. Me refiero – por un momento – al sentido
negativo que se le da al término. Y pongo un caso… Santiago.
Es notable que cuando empezamos
por calles y redes sociales a preguntar “¿dónde
está Santiago Maldonado?” hubo silencios atronadores. Y la sensación que me
da – puedo equivocarme, pero lo sospecho – es que el silencio era “ideológico”.
Que no lo fueran a usar “los K”, que no se usara “electoralmente”… y entonces
se perdieron la ocasión de estar del lado del dolor, de estar junto a las
víctimas (y en este caso, las víctimas primarias eran la familia de Santiago,
pero también la sociedad toda que no se podía dar “el lujo” de tener una desaparición
forzada en democracia).
El canalla de la TV dijo que
el dolor no los transforma en “peritos”. Cosa curiosa cuando es la TV amarilla
(en todo sentido del término) la que suele ponerle un micrófono a los
familiares de las víctimas para que hablen de “pena de muerte”, de “mano dura”
y demás. Pero, como a “casi nadie” le importa ya está. Ahora hay que seguir “juntos”,
porque “sí se puede” y así “ser felices”.
Perdonen que yo no festeje…
hay demasiadas víctimas afuera. Y me
importan.
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