La pesada gerencia
Eduardo
de la Serna
Un gerente es un
administrador. Uno de “sirve” (ministra) dentro de una institución o entidad
(ad). Se trata de alguien que está al servicio de la institución en la que se
encuentra. Como es evidente, hay buenos y malos administradores, eficaces o
inútiles, pero la supuesta buena administración la determina el “adentro” de la
institución a la que sirve.
Cuando se trata de un país, el
problema viene dado cuando hay conflicto de intereses (o aparente conflicto).
¿A qué institución sirve el administrador?, ¿al país o a la que antes había
administrado? (siempre suponiendo que se trata de “antes” y no que continúa en
tal tarea).
Creo que ahí radica la pesada
gerencia que tiene el actual gobierno. Todos los funcionarios fueron antes “gerentes”
de otras empresas (insisto, si es que más de uno no lo sigue siendo de modo
encubierto). Debiera suponerse que el amor a la Patria haría que ésta esté por
encima de todo, pero la experiencia nos va indicando en el día a día que “la
gerencia puede más”.
A esto ha de sumarse la “administración”
de instancias intermedias… especialmente el poder judicial y los medios de
comunicación. Si los jueces siempre fallan en favor de los poderosos, resultan
buenos administradores de sus mandantes, pero inservibles si de justicia
hablamos. Si los periodistas mienten siempre en favor del mismo poder
económico, serán buenos servidores de los poderes fácticos, pero pésimos
comunicadores de la verdad.
La “pesada gerencia”, en este
caso, se trata de que – empezando por el presidente, siguiendo por sus
ministros/administradores/gerentes, funcionarios públicos – ponen todo al
servicio de “su adentro” que no es “nuestro adentro”.
Este gobierno comenzó – a los
4 días de asumir – con 42 gendarmes muertos que iban a reprimir a Jujuy al
servicio de Gerardo Morales. La lista de presos políticos se engrosa. La muerte
de víctimas de la represión también. Y la sociedad sigue aparentemente
anestesiada con globos o con temores insuflados desde las usinas de
concientización goebbeliana (RAM,
extranjeros, inseguridad, mapuche, corte de ruta). La pesada gerencia no duda
en mostrar el peso de su mano dura, su puño de acero, su discurso único.
Cataratas de trolls (pagados,
obviamente, a los que se suman los que en un tiempo eran llamados “idiotas útiles”) contribuyen a mostrar
que “el patroncito tiene razón”.
No importa si el juez dice que
Santiago no estuvo en el lugar, que la prensa adicta nos muestra un Santiago
omnipresente por todo el territorio argentino menos por Cushamen, no importa si
desde el primer día gendarmería tenía las fotos de Santiago corriendo pocos
minutos antes de llegar al rio que lo atemorizaba. No importa si no sólo no
sabe nadar y el agua estaba helada y suma 31 kilos de peso la ropa mojada, lo
cierto es que “todos deben pedir perdón a
Gendarmería” porque Santiago se ahogó habiéndose metido en esa agua, en esa
circunstancia sin ninguna razón aparente. Lo dice el patrón.
No importa si Milagro llenó de
casas e infraestructura excelentes para toda la provincia de Jujuy y extendió
eso a otras regiones, es una chorra, asesina, blanqueadora de dinero (ella, no
Mauricio, obvio).
No importa si miles y miles de
jubilados pudieron acceder a lo que jamás hubieran podido, lo cierto es que la “pesada
gerencia” les quitará unos 100.000.000.000 de pesos en el año para pagar parte
de los intereses de los bonos que este gobierno ha contraído. Es que ser
gerente es muy pesado.
Reconozcamos que la “pesada
gerencia” ya nos está resultando demasiado pesada. Es de esperar que más temprano
que tarde el pueblo diga “¡basta!”. Es de esperar que sea sin violencia ni
muertos (aunque la historia nos dice que suele haberlos, y que suelen ponerlos
los pobres). Y es de esperar que la “pesada herencia del macrismo” un día quede
en el olvido, el poder judicial actúe “en justicia” y la prensa “en verdad”. Es
de esperar, y la esperanza es lo último que se pierde.
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