Memoria, amnesia y mentiras
Eduardo de la Serna
Los preocupantes triunfos de
la derecha en América Latina sin duda hay que pensarlos y significan, por lo
tanto, un desafío para quienes soñamos una patria grande de paz, de justicia y
de vida para todos, todas y todes.
Entre esos triunfos, además
del ya comentado de Bolsonaro en la hermana república federativa de Brasil no
quiero olvidar el triunfo de ARENA en el Salvador. La tierra de Romero no lo
merece, sin duda, pero ocurre, y es indispensable ser “honrados con lo real”.
En la plaza de Ciudad Delgado el alcalde Elmer Ulises Cardoza
Calderón, del partido ARENA, fundado por el mayor D’Abbuisson, responsable del
asesinato martirial del arzobispo, hizo sacar de la plaza de la ciudad la
estatua del mártir. Romero sigue molestando, lo siguen matando.
Esto no es diferente a lo que
ya hemos comentado, tanto del cardenal de Bogotá hablando de “mártires” en
Medellín al presentar un libro compilado por Ana María Bidegaín, “Obispos de la
Patria Grande: pastores, profetas y mártires” en la que se presentan 21 obispos
de los cuales sólo uno es mártir (Angelelli) y habló de los “21 mártires” con
lo que se oculta el verdadero martirio (si "todos" son mártires, "ninguno" lo es realmente). O del arzobispo emérito de la Plata
escribiendo en carta de lectores del diario La Nación (obvio destinatario) y negando
el martirio de Enrique Angelelli. La importante sentencia judicial del homicidio del
obispo Angelelli (Córdoba 2015, 228 páginas) nos recuerda – como dice en el
prólogo Marcelo Colombo, entonces obispo de La Rioja – que “no ansiamos venganza ni cultivamos el odio o
el rencor (…) sabemos que siempre fracasan los intentos de los prepotentes que ‘matan
el cuerpo, pero no pueden matar el alma’…” (p.13).
Pero el poder que ostentan
hoy, como ayer, pretenden sumir en el olvido y la desmemoria a nuestros
mártires y testigos. La canonización de Romero (14 de octubre 2018) y la pronta
beatificación de Angelelli y sus compañeros Carlos, Gabriel y Wenceslao (abril
de 2019) nos invita a no ceder en el tozudo ejercicio de la memoria para reclamar
justicia que nace de la verdad ocultada por los poderosos de ayer y de hoy.
Los medios de comunicación ocultan
la verdad, los poderes judiciales engañan la justicia y las voces
gubernamentales desde su mentira constante, llamada a veces posverdad, atentan –
todos ellos – contra la búsqueda militante de memoria, verdad y justicia. Nos
toca a los militantes de la vida no ceder al desánimo, no ser cómplices del
engaño y levantar a los nuestros como bandera de esperanza.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Cualquiera puede comentar y no será eliminado, aunque no este de acuerdo con lo dicho, siempre que sea respetuoso (caso contrario, será borrado). Pero habitualmente no responderé los comentarios, ni unos ni otros, para no transformar este blog en un foro. De todos modos, podrán expresar su opinión.