¿Cuánto más vamos a soportar estos alienígenas que quieren comer un gato?
Eduardo
de la Serna
Reconozco que hay cosas que me
cuestan mucho entender. Es evidente que los sentires, las expresiones
culturales y las vivencias profundas de “otros” no son fáciles de comprender.
No es fácil poner en palabra las experiencias vitales o existenciales más profundas.
La gran mística y mártir judía Etty Hillesum, cuando hablaba de los campos de
concentración, Westerbork y Auschwitz, decía que para explicar tanto horror haría
falta un poeta. ¡Y uno muy bueno!, refuerza. Es así que desde mi ignorancia se
vuelve muy difícil, si no imposible, comprender lo que está pasando en Chile.
Nada parecía indicar que esto iba a ocurrir. Si hasta les habían dejado claro a
“los cabros” que se vayan porque “no prendió”. Y de golpe, en el país más
ordenado, prolijo y equilibrado de América Latina “pasaron cosas”. Y siguen
pasando cosas.
Desconozco lo que ocurre, por
no tener la lucidez de Cecilia Morel, que como buena orientadora familiar “orienta”
la reflexión y a la gran familia chilena, nos explica que se trata de una
invasión alienígena. Complementando con lo dicho por su amadísimo esposo
Sebastián, sabemos que se trata de una guerra. ¡Y estamos muy lejos del 4 de
julio!, que es cuando nos liberan… ¡Es de esperar, entonces, que los pacos
estén preparados para esto tan difícil! Los que pudimos ver cargando
televisores LED en una camioneta de carabineros seguramente lo han hecho para poder
seguir en tiempo real los pasos de la invasión.
Pero lo que no logro entender
es por qué los alienígenas insisten en perjudicar nuestros países latinoamericanos.
No les bastó con asesinar al probo fiscal Nisman cerrando las puertas
interiores que sólo ellos pueden atravesar; no les bastó con introyectar la
mono-neurona coja del dizque presidente del Brasil para poner sus palabras en
boca de este en las Naciones Unidas; no les bastó con impulsar indígenas
ecuatorianos a las calles o con disfrazarse de monja uribista para reclamar la
no-justicia del derechista de centro, tirano democrático. No, no les bastó, y
ahora invaden a nuestro hermano trasandino (teniendo en cuenta que los argentinos
somos trasandinos para los chilenos, por cierto). Pero menos mal que hay
personas lúcidas de uno y otro lado de la cordillera. No nos olvidamos que en
Chile hay mapuche, y sabemos cuán terroristas estos son (ya fueron ellos los
que llevaron a Santiago a su propio suicidio para perjudicar a nuestros “pacos”
locales). Por suerte, además, el equilibrio encarnado que ostenta el candidato
oficial a la vicepresidencia nos ilustra que estos alienígenas simulan
nacionalidades venezolanas y cubanas. Ya nos aclarará la pitonisa, ausente por
oración por la Patria, que viajaron en un buquebús. Y la mejor prueba de que lo
hicieron, acotará el fiscal Deltan Dallagnol, es que no figuran
sus nombres en las listas de pasajeros, como no figura el nombre de Lula en la
compra del departamento. Por suerte hay gente que sabe poner esto en palabras
claras y distintas y podemos entender cosas tan complicadas. La senda está trazada,
y, seguramente, mañana Joaquín lo hará público. Santoro está ocupado.
Foto tomada de http://cuandofuimoslosmejores.com/la-serie-alf/alf-y-el-gato/
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