Palabras episcopales
Eduardo de la Serna
Pareciera que los obispos iluminan... Aunque, quizás, no todos...
Montemayor: Hace unas semanas, el arzobispo de Cali, Colombia,
pronunció una palabra mágica: genocidio. Se refería a los dirigentes sociales
muertos (asesinados) desde la firma de los acuerdos de paz. Firma que boicotea
el actual presidente Duque. Además, la aplicó a los muchos ex guerrilleros
desmovilizados también asesinados. El nuncio (embajador) del estado vaticano
ante el gobierno de Colombia afirmó que de ninguna manera correspondía utilizar
ese término que era muy preciso en el derecho político internacional. Es cierto
que sociólogos, periodistas, políticos y teólogos lo aplican al actual gobierno
brasileño, pero Montemayor no es nuncio en Brasil. Como era de esperar,
obsecuentemente, los obispos colombianos raudamente afirmaron que lo dicho por
Dario Monsalve era a modo absolutamente personal y no reflejaba el sentir del
Episcopado colombiano. El mismo que recibía a Uribe en las reuniones de la
conferencia episcopal, y el mismo que saluda con frecuencia el accionar del gobierno
y las fuerzas armadas. Hay cátedras, volúmenes enteros sobre genocidio, pero el
señor nuncio, quizás por su pasado familiar en Argentina, resume un término a una
fórmula. Algo que en otro terreno se llamaría fundamentalismo.
Sarah: el cardenal Sarah, prefecto para la liturgia del Estado
Vaticano, entre otras tonterías, afirmó que hoy hay dos cosas perversas y demoníacas:
el estado islámico y la ideología de género. De esta tal ideología hablan
muchos (casi siempre del mismo arco ideológico) presentándola como la más absoluta
perversión. Tal como se decía ayer del marxismo (e incluso, algunos los siguen
ligando). La dictadura del relativismo, de la que habló el cardenal Ratzinger
cuando hacía campaña para el pontificado, se expresa en esta ideología de un
modo atroz. Casi podríamos decir que toda la antropología filosófica y
teológica se resumen en una “X” y en una “Y”. Los aportes de las ciencias son
solo adornos. Casi como al decir de aquel: “si lo que los libros afirman es
coherente con el libro sagrado, ¡ya lo tengo allí! y si es contrario al libro,
¡debe destruirse!" De ahí a la quema de libros no hay más que un paso (paso que
muchos han dado).
Viganó: otro ex nuncio, nada menos que en EEUU, no conforme con
derramar su bilis contra el Papa Francisco en cosas falsas y calumnias, acaba
de mandar una carta (seguramente instigado por un arzobispo argentino emérito,
habituado a bilis semejantes) al obispo mendocino Taussig. Pareciera que el
obispo no tiene derecho a cerrar un seminario (o, mejor, puede cerrar
cualquiera, pero no “ese”). Y todo pareciera que radica en un tema fundamentalísimo
como es la consagración de las manos, las que, como todo el mundo sabe, son
infinitamente más impuras en los laicos. Y esto me hace acordar a la respuesta
del ahora beato Gabriel Longueville al pobre obispo Vicentín (¡qué apellido,
mamita!!!) que le negaba trabajar en una fábrica de ladrillos con las mismas
manos con las que consagra la Eucaristía. La Positio, suavizando un poco la
respuesta de Gabriel, dice que le preguntó al pobre purpurado si podía celebrar
“con las mismas manos con las que me higenizo”.
Müller: el ex prefecto de la congregación para la doctrina de la
Fe, empezó su campaña para el próximo cónclave, que espera pronto, mostrando a
siniestra y siniestra (la diestra les pertenece) herejías y errores teológicos,
desde el borrador, siempre “en haciéndose” (in fieri) y nunca terminado
cambio de la curia romana que parece no urgir al papa (lo cual invita a pensar
si es necesario, porque pareciera que se puede “gobernar” con esto vigente) hasta
los textos del Sínodo de la Amazonía. Entre tanto, el que parece ser el
principal asesor teológico del papa, el cardenal Kasper (autor de varios
borradores), pareciera negado. Y, desde mi ignorancia, debo confesar que
sospecho (con bastante fundamento, por cierto) que va a pasar mucho más a la
historia del pensamiento teológico del s.XXI el cardenal Kasper que Müller, un
casi ignoto teólogo que ha trascendido más por sus amistades que por su
producción.
Burke: el cardenal Burke, que suele exhibirse en diversas fotos que
parecieran de un casting para una película de cine sobre el medioevo o el
romanticismo, ha hablado (convengamos que lo hace con frecuencia) sobre el
candidato a la presidencia de los EEUU, Biden, que se autoproclama católico.
Afirmó que, ya que el candidato se ha manifestado a favor del matrimonio
homosexual y del aborto, darle la comunión sería sacrilegio. El evidente que
los demás candidatos pueden declarar guerras, invadir países, vender armas,
oprimir económicamente, restringir libertades, masacrar migrantes, alentar la
esclavitud (por ahora encubierta) y demás maravillas. Pero nada de eso merece
una palabra cardenalicia. Quizá la perversa ideología de género sobrevuele al candidato. Al fin y al cabo, que dos homosexuales (u homosexualas) se amen es ciertamente
mucho más grave y preocupante para ese señor que las guerras, las torturas y
las masacres (de genocidio, no hablamos).
Pareciera que para algunos la campaña para el futuro cónclave ya
empezó. Y pareciera, además, que si miramos estos engendros no hará falta demasiada
creatividad para filmar una nueva edición de “La Era del Hielo”: los personajes
se asemejan demasiado.
dibujo tomado de https://www.fiestasconideas.com.ar/fiestas-infantiles/ice-age-la-era-del-hielo-invitaciones-editables-tarjetas-cumpleanios-imprimir-gratis.html
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