Yo – tú – él – nosotros – ustedes – ellos
Eduardo de la Serna
Hace ya mil años que leí el maravilloso libro del enorme Martin
Buber, ¿Qué es el hombre? [original hebreo de 1942, traducido del alemán, 1948:
Das Problem des Menschen] seguramente no entendí todo lo que
luego, al introducirme en la filosofía, en la facultad, pude ir descubriendo. Y
todavía hoy podemos encontrar más y más médula en un librito tan denso. Librito
en tamaño, librazo en contenido.
Leerlo fue encontrar una ruptura al individualismo centrado en un
yo, y a un colectivismo. Fue entender que no soy sin un yo-tu, y un tender a un
nosotros.
Claro… recordar eso después de un universo centrado en un yo, que
nos quiso hacer creer en lo que cuenta es cada uno, es la meritocracia y el
emprendedurismo, para peor en un universo de la ley del más fuerte, lo que
significaba que yo puedo querer, pretender y emprender, pero nada lo permitirá,
porque las leyes se han hecho para favorecer a otro-yo, el poder judicial lo
apañará, las fuerzas armadas, de seguridad o militares, lo cuidarán o
reprimirán, los medios de comunicación me-nos negarán, invisibilizarán o
calumniarán… y entonces no hay yo, no hay tú, hay solo un gigante y omnipotente
él que nos niega, y si es el caso, nos mata. Como para él, ni mi yo, ni nuestro
nosotros le importa, pues no hay empatía, no hay sensibilidad, no hay
humanidad. ¿Qué es el hombre? Pues difícil responder ante la inhumanidad. Como
no importa el tú, y solo el yo (de ellos) puedo hacer lo que quiero, como ir a
una marcha. Y como no importa el ellos, solo el yo (de él) puedo dejar que se venzan
millones de vacunas que podrían salvar vidas o la salud de “ellos” que no
importan.
¿Se puede ser nosotros sin que ellos lo quieran? en las
frases célebres de otro grande, Antoine de Saint Exupery consta: “Amar no es
mirarse el uno al otro; es mirar juntos en la misma dirección”. En este caso,
el nosotros es el de un grupo de peregrinos, caminantes que tienen una meta,
sueñan con una meta. Cuando esa meta es ser hermanos y hermanas, ese nosotros
puede escribirse con mayúscula.
Buber presenta su método como “filosofía dialógica”, aludiendo al
diálogo, ciertamente. Dia-logos supone, como es sabido, al menos a dos
entre los que la palabra-logos se pronuncia, se escucha y se encuentra.
Opuesta al mono-logos (y no tiene ironía, aunque lo parezca) en el que
solo cuenta lo que yo digo y lo que tú tengas para decir no importa en absoluto.
Pero si el tú no cuenta, si no importas, se hace difícil cualquier
encuentro que no sea un choque. Y no se trata de grieta, se trata de humanidad
o inhumanidad. Simplemente. Y mirando hoy la vida, mirando los hospitales casi
listos que no se inauguraron, mirando la salud degradada, las vacunas desperdiciadas,
las ambulancias arrumbadas, y el desprecio por el contagio de miles de tú,
sinceramente se me hace muy difícil pensar en un tú-nosotros con quien me-nos
desprecia, ignora e invisibiliza. Para que haya un nosotros (y de eso se trata
la patria y matria) quisiera ser tenido en cuenta, mirado, escuchado y que se
mire a los ojos especialmente a los millones de tú olvidados e invisibilizados
e invisibilizadas. Y quisiera mirar, escuchar y tener en cuenta a miles de
hermanas y hermanos. La patria es el otro, la patria / matria es un nosotros,
no es una suma de yo. Y es difícil hablar y encontrarme con quien solo grita.
En los evangelios, con frecuencia, cuando Jesús expulsa demonios,
estos se van con estruendo. No estaría de más, quizás, para soñar una patria de
hermanos y hermanas, una patria de ustedes y nosotres, empezar por exorcizar
ciertos demonios que no nos dejan ser personas, que nos deshumanizan. No se
trata de negarnos, no se trata de sacrificios, se trata de mirar juntos en una
misma dirección.
foto personal tomada de las vías donde acaba de pasar "La Bestia" cargada de migrantes centroamericanos (2016)
Hola me interesaría trabajar este texto con un grupo de estudiantes.
ResponderBorrarPido permiso con todo respeto. Será posible enviarmelo a matecocidocalienteypan@gmail.com
Desde ya muchísimas gracias.